Re: El arbol y las ramas-el origen de su Iglesia
2 Pedro 2
1 Hubo también en el pueblo falsos profetas, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al Dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida destrucción.
Muy bien Lazarillo, veo que va aprendiendo. Así es. Cuando vemos que nomás se predican a ellos mismo, a su iglesia, a su institución, sus doctrinas... cuando pretenden y por todas imponerse como la única y verdadera... todo ello nomás muestra un negar del dueño que los adquirió. La Iglesia, como Cuerpo de Cristo que es, no se predica así misma, pues su deber, su encargo, su mandato dado es el hacer discípulos de Cristo. Y ello pese lo que pese, cueste lo que cueste, aun así todo tenga que abandonarlo.
El querer mantener, imponer, mostrar, pretender ser la verdadera iglesia, ello es un falso evangelio, pues la Iglesia y como bien sabemos, solo y únicamente predica a Cristo. Toda su fe está centrada en Cristo, todas su defensa es en base a Cristo, y toda su razón de ser es Cristo... pues Él es la Cabeza del Cuerpo, y siendo él quien gobierna sobre todos sus miembros, pues nomás da a conocer la verdad del Evangelio.
Así es, bien lo ha indicado. Todo quien se predica así mismo, es un maestro falso... todo quien te lleve a lugar concreto, a doctrina cierta, a hombre determinado... es un falso maestro... todo quien predica su denominación, su organización, sus maestros, sus pastores, incluso quien predica al papa, ello nomás nace de espíritus cegados al entendimiento del Evangelio.
Gracias por sus últimos aportes, pues gracias a ellos bien que podemos ir viendo. Aunque bien sabemos que es necesita de más tiempo, de más estudio, de más conocimiento para bien entenderlo. Pero un detalle es cierto: en todo lugar donde Cristo no tenga la preeminencia en todas las cosas, y sea la única razón de sus planteamientos, mediante una enseñanza sana que te lleve a reconocerlo como único Señor y Maestro... en todo ellos, a tal cual el mandato, ha que salirse de entre ellos.
Por cierto, un sano consejo, una sana exhortación, tenga cuidado con ciertas expresiones, pues nomás un pecado hay que no tiene perdón, y este es la blasfemia contra el Espíritu Santo. Medite sobre ello.
Un saludo.