Re: Documental Sobre Abusos Sexuales De La ICAR
Por Daniel Rivera Vargas /
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• Los profesionales se debaten entre la protección de las víctimas y la posibilidad de rehabilitación de los agresores.
Ana (nombre ficticio) tenía cinco años cuando fue víctima de una agresión sexual a manos de un pariente cercano. La familia lo discutió y decidió callar la situación, porque pensaron que no volvería a ocurrir.
Se equivocaron. Pasaron once años y Ana siguió siendo atacada, hasta que recientemente, a sus 16 años, la menor rompió la conspiración del silencio. Resultó que el hombre, que no ha sido arrestado, abusó de otras niñas.
Ese caso llegó hace dos semanas al Proyecto de Ayuda a Sobrevivientes de Violencia Sexual y Doméstica Orientado a la Salud de las Mujeres (Pasos) del Recinto de Ciencias Médicas. Pero este es sólo uno de miles de casos de este tipo en la Isla.
En el 2006 se recibieron 2,821 querellas de delitos de naturaleza sexual en la Policía de Puerto Rico, mientras la cifra en el 2007, hasta el mes de mayo, llegaba a las 1,243.
La Rama Judicial -bajo el renglón de delitos contra la honestidad- indica que para el 2005 sólo se radicaron 1,256 casos y sólo hubo 905 veredictos condenatorios por esos delitos.
Expertos en la conducta indican que esas 3,000 querellas de abuso sexual sólo reflejan parte de la verdad.
“Eso es un fragmento mínimo de los casos que ocurren”, dijo el doctor José Pando, sicólogo clínico y terapeuta sexual. “La mayoría de los abusos que se cometen en Puerto Rico y la mayor parte del mundo se basa en los casos que se reportan, se atienden clínicamente, o en los que la justicia interviene, pero yo te diría que nueve de cada diez casos no se reportan”, agregó.
En términos similares se expresó la doctora Carmita Laboy, consejera sexual y de modificación de conducta: “Es mucho más lo que se calla que lo que se divulga”.
La doctora Linda Laras, directora del programa Pasos, dijo que ha atendido féminas abusadas sexualmente tan jóvenes como de tres meses de nacidas y tan ancianas como de 85 años.
“Hay muchos casos que no se reportan, la literatura dice que es al menos un 10%, en nuestra clínica la experiencia (es que) tenemos un 14% que no lo ha reportado”, dijo Laras sobre la cifra de 3,000 querellas.
La trabajadora social de Pasos, Magdalena Cruz, quien relató el caso de Ana, dijo que ese tipo de casos surge con frecuencia. Reciben 3 y 4 víctimas semanalmente.
Los expertos, en entrevistas por separado, discreparon sobre las posibilidades de que el ofensor sexual se rehabilite: Laras dijo que era cuesta arriba por la falta de recursos; Laboy que toda conducta es modificable salvo que haya retardación y Pando advirtió que algunos casos son extremadamente severos.
“Hay condiciones de agresores sexuales que es tan crónica que cuesta Dios y ayuda mover una pulgada de mejoría”, dijo Pando.
Los expertos también mostraron reservas con la forma en que el Gobierno y la sociedad atienden la problemática.
Para Laboy es importante reforzar la educación sexual -dijo que ésta actualmente se aprende, en gran medida, en las revistas e internet- y cambiar una cultura de “machismo y marianismo” donde a los niños se les enseña a tener “muchas novias” y a la mujer a ser sumisa, y por lo tanto lo que el hombre desee está bien. Asimismo, dijo que el registro de ofensores sexuales dificulta rehabilitar porque es una marca de repudio público.
“No estoy justificando la ofensa bajo ningún criterio pero ¿qué herramientas de rehabilitación estamos ofreciendo?”, cuestionó Laboy.
Pando también criticó que no se atienda al ofensor que, en muchos casos, también ha sido abusado.
“La mayoría de ellos tienen un grado de psicopatología, de enfermedad psicosexual”, enfatizó.
También criticó la forma en que se clasifica a los ofensores sexuales y opinó que no se debe tratar igual al hombre que viola a menores y al que tiene imágenes pornográficas de niños.
“El sistema típicamente lo que hace es identificar al agresor, le pone un sello de malvado y no evalúa cómo lo podemos rehabilitar”, dijo Pando.
Aparte de ser abusados, otras características de los ofensores sexuales descritas por los entrevistados es que tienen un enfoque importante dirigido hacia el control y el poder, pueden ser solitarios, pero también narcisistas y manipuladores.
En Puerto Rico han ocurrido casos tan diversos como el ex vicepresidente de la Cámara de Representantes Edison Misla Aldarondo, o el policía y actual imputado de atacar a niños, José Texidor Pérez.
“Puede ser cualquiera, lo que sí yo traería es que…. no es que desconfiemos, pero los puertorriqueños somos muy dados a dar rápidamente el paquetito de confianza, pero tenemos que desarrollar esa relación de confianza. En el 80% de los casos es una persona que es familiar, vecino, es alguien que conoce, le llaman un depredador porque está al acecho del momento oportuno”, dijo Laras.