Originalmente enviado por: nefitalamanita
Maripaz, interesante las colaboraciones y el trabajo de OTROS, ¿Y UD., QUÉ OPINA UD...?, NO QUISIERA CREEER QUE SUS CREENCIAS SE APOYAN EN EL TRABAJO Y OPINIONES DE "OTROS", AUNQUE YA HA QUEDADO DE MANIFIESTO EN LO REFERENTE A LOS "MORMONES"...
Es cierto que los Tres son UN Dios, así como a nosotros ellos nos han mandado a ser UN CUERPO, Iglesia, de Cristo, o UNO con nuestro/a esoso/a...
De las enseñanzas de Juan debemos aprender que:
"El Padre MAYOR ES QUE YO [Jesús]...", Juan 14:28
"...ve amis hermanos y diles: Subo a MI Padre y a VUESTRO PADRE, a MI Dios y a VUESTRO Dios",Juan 20:17
En otras palabras, el Mesías, un Dios, tiene un Dios, y este Dios ES MAYOR QUE EL...
Un Dios, el Verbo, y un Dios MAYOR QUE EL VERBO, EL PADRE...
Exactamente lo que se enseña en Juan 1:1-2 y lo que enseña la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, ¿verdad Maripaz...?
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Fil 2:5-11)
Jesús NO ES un "dios" secundario,
EL ES DIOS
A) La divinidad del Verbo
Nada hay tan majestuoso en el Nuevo Testamento de la Santa Biblia como ese grandioso conjunto de espirales trazadas en ritmo descendente por el Aguila de Patmos, que es el gran Prólogo con que se abre el Evangelio de San Juan. Y en su inicio, ese gran poema en tres estrofas, que resume todo un tratado de Teologia:
"En el principio era (existia) el Verbo,
Y el Verbo estaba cabe Dios,
Y el Verba era Dios."
Con razón dice E. Danyans que <Juan 1:1 es un verda-dero tesoro para los creyentes por su profundo contenido doctrinal>.
En efecto, este versiculo contiene las siguientes ense-ñanzas:
a) «En el principio> (compárese con Gén. 1:1), cuando las cosas comenzaron a ser, cuando el Universo salió de las manos del Creador, ya existía, con una eternidad que abarca y redunda todos los tiempos, el Verbo, el <Lógos> o Expresión Infinita de la Verdad de Dios («Ver-bo> por-tador de verdad). Ese Verbo que, por estar <en el seno del Padre> (Juan 1:1) podía ser el Revelador final y ex-haustivo del Amor del Padre al mundo pecador (Juan 3:16). Ese Verbo que, al encarnarse, pudo traducir al len-guaje humano la cara del Padre (Juan 14:9) y levantar su tienda de campaña (<eskénosen>, Juan 1:14) en medio de nosotros, para ser nuestro compañero (<Emmanuel>Dios con nosotros) de peregrinación en el gran Exodo que tiene por meta la gran Tierra de Promisión que es la Jerusalem Celestial.
Ese Verbo-Encarnado, Jesucristo, plenitud de «la gracia y de la verdad> de Dios, fue, es y será para todos lo hombres el gran Mediador de la gracia y de la verdad de Dios. «Gracia y verdad> son sinónimos de <misericordia y fidelidad>, los atributos más gloriosos de Yahweh-Dios(V. Daniel 9:4-19). La misericordia infinita del Dios íntimamente Salvador (inmanente), al par que tres veces santo, <el infinitamente Otro> (trascendente), reflejada, al mismo tiempo que velada, en el rostro de carne opaca de nuestro Sumo Sacerdote, compasivo y débil (por Amor, que es la debilidad del Fuerte), pero <1nocente, sin mancha, segregado de los pecadores y hecho más sublime que los Cielos>, a fin de darnos acceso, con su sacrificio del Cal-vario, al trono de la gracia (V. Hebr. 4:1~16; 7:25-28). Y la <verdad> de Dios, no la verdad lógica, sino la verdad ética, la fidelidad a sus promesas, que es, por antonoma-sia, la Verdad de Dios (Yahweh <el de siempre-para-su pueblo>).
Por eso, Cristo puede atribuirse a sí mismo la eternidad de Dios ("el que es, que era y el que ha de venir", forma hebrea de expresar en tres tiempos la eternidad) y la verdad de Dios (<el Alfa y la Omega>, el Diccionario en-tero de la verdad de Dios). A este respecto, es curioso observar que la palabra verdad> en hebreo es <emet>, conteniendo las letras inicial, central y final del alefato hebreo, y que el verbo <aman>, con el que está semánticamente relacionada, significa tener seguridad> (<amén> =de cierto, asi sea, así es; <omen> arquitecto, cons-tructor), porque la verdad para el hebreo, de pensar con-creto y práctico, no era una <alétheia> o desvelación al estilo griego, sino una <a-spháleia> o seguridad. De ahí que la verdad liberadora del hombre (Juan 8:32) sea reci-bida por <fe>, es decir, por una mirada angustiosa al Calvario (Juan 3:1415), un acoger a Cristo en lo intimo de nuestro Ser (Juan 1:12) y un descansar, con todo el peso de un pasado maldito y el anhelo de una sed antes irres-tañable, en la Roca de nuestro refugio, para sacar <con gozo aguas de las fuentes de la salvación> <de Isaías 12:3 a 1 Corintios 10:4, pasando por Juan 4:10; 6:35 y 7:38).
b) <Y el Verbo estaba cabe Dios.> El Verbo, Expre-sión Infinita del Padre, estaba con El, frente a El y, a la vez, en Su seno, como un <con-cepto> vivo, infinito, per-sonal (el <Hijo> parto del Padre siempre-pensante). Al atacar la divinidad de Cristo, basados en la generación
del Verbo, los <Testigos> no hacen sino parodiar el viejo argumento arriano: Si el Verbo es engendrado, una de dos: o está siempre comenzando a nacer y entonces nunca se acaba su alumbramiento, o está desde siempre engen-drado y entonces ha terminado de proceder del Padre. Los escritores eclesiásticos ortodoxos, entre los que descollé el gran Atanasio, no necesitaron ir muy lejos para encon-trar la solución al falso dilema. El propio Aristóteles les brindó la solución, desde un punto de vista metafisico, al distinguir entre la acción transeúnte y la acción inmanente, cuya exposición tan deliciosamente supo dramatizar Orte-ga en su Prólogo a la Historia de la Filoso fia de Bréhier. Es decir, la generación corporal de un hombre es una acción transeúnte, o sea, lo engendrado pasa al exterior, dejando de estar en el claustro materno. En cambio, la generación espiritual del intelecto pensante, al producir un <con-cepto», no lo expulsa de su seno: el concepto per-manece en el seno de la mente, actuándola y perfeccionándola como facultad pensante, por lo que, mientras la mente piensa, engendra, su concepto (su <verbo»), éste está perfectamente alumbrado desde el momento de su concepción y durante todo el tiempo en que la mente lo sigue pensando.
Pero hay una diferencia notable entre el concepto hu-mano y el Verbo Divino, y es que nuestro intelecto es una potencia actuada por el pensar, que produce el concepto como un efecto (accidente) de nuestra facultad intelectiva, mientras que la mente divina siempre está en acto, por ser Dios el Acto Purisimo sin mezcla de potencialidad pasiva actuable, es decir, el Ser sin fronteras ni limita-ciones del no-ser. Con lo que el Verbo de Dios ni activa el pensar del Dios siempre en Acto, ni es un concepto acci-dental de la mente divina, sino el producto (entendiendo <pro-ducir> como correlativo de <pro-ceder>) sustantivo, personal, divino (<Luz de Luz, Dios verdadero del Dios verdadero>) que connota el término generativo (filial) del principio generador que es el Padre. Conclusión: El Verbo,
Dios-Hijo, procede del Padre por vía de generación inte-lectual, sin posterioridad (no se puede concebir al Padre sin implicar al Hijo (Juan 2:23), sin subordinación, sin causalidad.
c) <Y el Verbo era Dios> (si respetamos el hipérbaton del original: <Y Dios era el Verbo>). Para que no quedara lugar a dudas, Juan clavetea el sublime sentido de toda la pericopa al afirmar que aquel Verbo que pre-existia a la Creación del mundo y estaba cabe Dios (eprós> es la preposición que usa Aristóteles para enunciar la categoría de «relación> -las personas divinas subsisten como tales en la esencia divina merced a su mutua interrela-ción-), es ¡Dios! (sin articulo para expresar la natura-leza, no una persona, divina). El Verbo es Dios porque comunica en la misma esencia divina con el Padre. La mutua interrelación de Padre e Hijo implica una eterna recirculación de la Vida divina. El Verbo es la Palabra del Padre; por tanto, es expresada por el Padre, vive del Padre. El Padre es el que expresa; por tanto, no vive de la Palabra, pero sí vive de decirla. Es una Palabra tan infinita como el que la dice y, por eso, es exhaustiva, unica. Dicha esa Palabra, Dios no tiene más que decir (Hebreos 1:1-2). ¡ Qué estupendo, poder fiarse de un Dios que no tiene más que una Palabra!
Ahora ya se entiende mejor la solemne afirmación de Jesucristo en Juan 10:30: <Yo y el Padre somos un (mismo ser sustancial).> Como muy bien hace notar Danyans, tenemos aquí junto a la clara distinción de las personas, remachada por el verbo en plural, la identidad de esencia, expresada por el pronombre numeral cardinal de género neutro. De esta manera, junto a la aseveración nuclear de la igualdad de Cristo con el Padre, tenemos el numeral neutro <hén> que nos libera del Caribdis del arrianismo (negador de la unidad de esencia>, y el plural <esmen> que nos libera del Escila del Sabelianismo (negador de la dis-tinción de personas).
Introducción del Doctor en Teología Don Francisco Lacueva.
("Proceso a la Biblia de los Testigos de Jehová". E. Danyans. Clie )
Pags 24-27