Un cataclismo como el Diluvio, que eliminó de la existencia a todo el mundo de aquel tiempo, sería algo que jamás olvidarían los sobrevivientes.
Hablarían de ello a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Sem, que después del Diluvio vivió quinientos años, pudo relatar el acontecimiento a muchas generaciones.
Murió tan solo diez años antes del nacimiento de Jacob. Moisés conservó el relato verdadero en Génesis. Algún tiempo después del Diluvio, cuando la gente que desafiaba a Dios construyó la Torre de Babel, Jehová confundió su lenguaje y los dispersó “sobre toda la superficie de la tierra”. (Gé 11:9.)
Lo más lógico era que estas personas llevasen consigo historias del Diluvio y las pasasen de padres a hijos.
El hecho de que no solo haya algunos, sino tal vez cientos de relatos diferentes sobre aquel gran Diluvio y que tales relatos se hallen entre las tradiciones de muchas razas primitivas por todo el mundo, es una fuerte prueba de que todas estas personas tuvieron un origen común y de que sus antepasados primitivos compartieron la experiencia de aquel Diluvio.
Estos relatos populares del Diluvio están en armonía con algunos rasgos importantes del registro bíblico: 1) un lugar de refugio para unos pocos sobrevivientes,
2) una destrucción universal por agua para el resto de los seres vivos y
3) la conservación de personas humanas.
Los egipcios, los griegos, los chinos, los druidas de Bretaña, los polinesios, los esquimales y groenlandeses, los africanos, los hindúes y los indios americanos, todos ellos tienen sus propias leyendas sobre el Diluvio.
La obra The International Standard Bible Encyclopedia (edición de G. Bromiley, 1982, vol. 2, pág. 319) dice a este respecto: “Se han hallado relatos de un Diluvio en casi todas las naciones y tribus del mundo.
Aunque más comunes en el continente asiático y sus islas meridionales, así como también en América del Norte, estos relatos se han hallado en todos los continentes.
La cantidad de relatos conocidos se cifra en unos doscientos setenta.
En conjunto, se toman como prueba de que la humanidad sufrió una destrucción mundial en un gran diluvio, y que luego la raza humana se multiplicó a partir de una sola familia y desde un mismo lugar.
Aunque puede que no todas las tradiciones se refieran a un mismo diluvio, parece que una gran parte de ellas coincide.
Si bien se ha dicho que muchos de estos relatos se deben a la influencia de los misioneros, la afirmación no se sostiene, pues han sido los antropólogos quienes, sin un particular interés en la vindicación del testimonio bíblico, han recogido la mayoría de estas narraciones, que tienen un alto componente de fantasía y paganismo, resultado obvio de la transmisión oral por largos períodos de tiempo en una sociedad pagana.
Además, algunos de esos relatos antiguos los escribieron personas que estaban manifiestamente en contra de la tradición hebreo-cristiana”.
En épocas pasadas hubo pueblos primitivos en Australia, Egipto, Fiji, islas de la Sociedad, Perú, México y otros lugares que conservaron un posible vestigio de la tradición diluviana en la celebración de una ‘fiesta en honor a los antepasados’ o ‘festividad de los muertos’, celebrada en noviembre.
Estas costumbres eran una especie de evocación de la destrucción ocasionada por el Diluvio.
Según el libro Life and Work at the Great Pyramid, en México la fiesta se celebraba el 17 de noviembre debido a que “la tradición decía que en esa fecha el mundo había sido destruido con anterioridad, y ellos temían que al fin de un ciclo una catástrofe similar aniquilase a toda la raza humana” (del profesor C. Piazzi Smyth, Edimburgo, 1867, vol. 2, págs. 390, 391).
Por otra parte, el libro The Worship of the Dead dice: “Esta festividad de los muertos se celebraba en o en torno a la misma fecha en la que, según el relato de Moisés, tuvo lugar el Diluvio, es decir, el día 17 del segundo mes, mes que corresponde más o menos con noviembre” (de J. Garnier, Londres, 1904, pág. 4).
Merece mencionarse que la Biblia dice que el Diluvio dio comienzo “el segundo mes, en el día diecisiete del mes”. (Gé 7:11.)
Ese “segundo mes” corresponde en nuestro calendario a la última parte de octubre y la primera de noviembre.
El testimonio que registraron bajo inspiración otros escritores de la Biblia es una prueba de la historicidad del Diluvio aún más fuerte que las tradiciones paganas de pueblos primitivos.
Tan solo hay otro lugar donde aparece la palabra hebrea mab·búl (diluvio) aparte del relato de Génesis: en la melodía de David que dice que Jehová está sentado “sobre el diluvio”. (Sl 29:10.)
Sin embargo, otros escritores hacen referencia al relato de Génesis y lo confirman, como por ejemplo Isaías. (Isa 54:9.)
Además, el profeta Ezequiel respalda la historicidad de Noé. (Eze 14:14, 18, 20.)
En sus cartas Pedro hace muchas referencias al relato del Diluvio. (1Pe 3:20; 2Pe 2:5; 3:5, 6.)
Pablo, por su parte, testifica de la gran fe que mostró Noé al construir el arca para la supervivencia de su familia (Heb 11:7), y Lucas incluye a Noé en el linaje de los antepasados del Mesías. (Lu 3:36.)