NO!!, DIOS NO VA A DESTRUIR ESTE PLANETA, DIOS LO VA A PURIFICAR Y DESTRUIR EL MAL Y SUS CONSECUENCIAS:
¿Dice el apóstol Pedro que la tierra será destruida? Véase 2 Pedro 3:10. Es importante observar el contexto en el cual esto se menciona. “Pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3:7).
Se explica aquí que este fuego es el juicio final de los hombres impíos. Se utiliza también la palabra “perdición” lo cual significa “destrucción total” de los impíos y de sus obras; este es el fuego que no se apaga, que consume a los rebeldes y a los pecadores no arrepentidos (Mateo 3:12). Los malos serán cenizas bajo las plantas de los justos (Malaquías 4:1-3). El Apocalipsis describe esto como el lago del fuego de la Gehenna, lo cual es la segunda muerte (Apocalipsis 20:14).
El apóstol Pedro describe este juicio de fuego sobre los impíos: “los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10). El apóstol Pedro confirma la naturaleza de este fuego “inextinguible”. Todo será consumido hasta la atmósfera terrestre. Pero Dios tiene dispuesto que la tierra misma no sea destruida (Salmo 104:5).
Lo que el fuego hará sobre la tierra es simplemente un proceso de purificación. Así como el mundo pereció en los días de Noé, “anegado en aguas” (2 Pedro 3:6), la tierra será purificada otra vez, esta vez por medio del fuego. Así como la tierra siguió existiendo después del diluvio, también seguirá existiendo después del día del fuego del juicio porque dice: “Nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13). El apóstol Juan señala que “los nuevos cielos y la nueva tierra” vendrán después del lago de fuego: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Apocalipsis 21:1-3).
Después que la tierra sea purificada por el fuego y sean destruidos los malos, Dios renovará la faz de la tierra. En esa nueva tierra estará la nueva Jerusalén, la habitación de Dios y la sede de la Familia de Dios.
freddyjuarbe@yahoo.es
¿Dice el apóstol Pedro que la tierra será destruida? Véase 2 Pedro 3:10. Es importante observar el contexto en el cual esto se menciona. “Pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3:7).
Se explica aquí que este fuego es el juicio final de los hombres impíos. Se utiliza también la palabra “perdición” lo cual significa “destrucción total” de los impíos y de sus obras; este es el fuego que no se apaga, que consume a los rebeldes y a los pecadores no arrepentidos (Mateo 3:12). Los malos serán cenizas bajo las plantas de los justos (Malaquías 4:1-3). El Apocalipsis describe esto como el lago del fuego de la Gehenna, lo cual es la segunda muerte (Apocalipsis 20:14).
El apóstol Pedro describe este juicio de fuego sobre los impíos: “los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10). El apóstol Pedro confirma la naturaleza de este fuego “inextinguible”. Todo será consumido hasta la atmósfera terrestre. Pero Dios tiene dispuesto que la tierra misma no sea destruida (Salmo 104:5).
Lo que el fuego hará sobre la tierra es simplemente un proceso de purificación. Así como el mundo pereció en los días de Noé, “anegado en aguas” (2 Pedro 3:6), la tierra será purificada otra vez, esta vez por medio del fuego. Así como la tierra siguió existiendo después del diluvio, también seguirá existiendo después del día del fuego del juicio porque dice: “Nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13). El apóstol Juan señala que “los nuevos cielos y la nueva tierra” vendrán después del lago de fuego: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Apocalipsis 21:1-3).
Después que la tierra sea purificada por el fuego y sean destruidos los malos, Dios renovará la faz de la tierra. En esa nueva tierra estará la nueva Jerusalén, la habitación de Dios y la sede de la Familia de Dios.
freddyjuarbe@yahoo.es