La palabra «gracia» tiene varias acepciones.
a) -Amabilidad.
Engañosa es la gracia, vana la hermosura, la mujer inteligente esa será alabada (Prov. 31, 30).
Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca (Lc. 4, 22).
b) -Hermosura.
Engañosa es la gracia, vana la hermosura, la mujer inteligente esa será alabada (Prov. 31, 30).
c) -Benevolencia.
José se ganó su favor y entró a su servicio y su señor le puso al frente de su casa (Gén. 39, 4).
d) -Don concedido gratuitamente.
...por quien recibimos la gracia y el apostolado... (Rom. 1, 5).
e) -Agradecimiento.
Luego tomó un cáliz y, dadas las gracias, se lo dio diciendo... (Mt. 26, 27).
-La gracia santificante es una participación física y formal de la naturaleza divina.
a) -Es un participación.
...por medio de las cuales nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina,... (2 Pe. 1, 4).
b) -Es un participación física y formal.
Esta es la que se encuentra y se puede afirmar igualmente en aquel que participa y en aquel que es participado.
Ej. El hierro candente participa del calor del fuego.
En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios (Rom. 8, 14).
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! (1 Jn. 3, 1).
Aclaración. La filiación trae consigo la participación de la naturaleza del padre.
-La gracia santificante o habitual, por la cual nos hacemos gratos a Dios, es algo real, producido y recibido en el alma.
Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia (Jn. 1, 16).
-La gracia santificante es un don creado; no es la misma persona del Espíritu Santo.
Porque Dios es almena y escudo, él da gracia y gloria;... (Sal. 84, 12).
Aclaración. Por tanto, gracia y gloria no son el Espíritu Santo.
-La gracia santificante por la cual somos justificados no es un favor de Dios extrínseco, sino un don inherente al alma.
Ya guiará Yahvéh de continuo, hartará en los sequedales tu alma, dará vigor a tus huesos, y serás como huerto regado, o como manantial cuyas aguas nunca faltan (Is. 58, 11).
Aclaración. Estas palabras designan metafóricamente la gloria santificante, y declaran abiertamente que es un don inherente al alma.
...el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota par la vida eterna (Jn. 4, 14).
Y es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones (2 Cor. 1, 21-22).
...fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa,... (Ef. 1, 13).
-La gracia santificante es un ser permanente a modo de hábito.
Jesús le respondió: «Si alguno me ama,...vendremos a él, y haremos morada en él (Jn. 14, 23).
¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? (1 Cor. 3, 16).
Porque nosotros somos santuario de Dios vivo,... (2 Cor. 6, 16).
Aclaración. «Hacer morada», «habitar», «ser santuario» denotan permanencia.
-El hábito de la gracia santificante es distinto del hábito de la caridad.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios,...y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros (2 Cor. 13, 13).
Y la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí, juntamente con la fe y la caridad en Cristo Jesús (1 Tim. 1, 14).
Aclaración. La gracia y la caridad se distinguen claramente.
-La gracia santificante que el hombre recibe en la tierra es una participación anticipada de la que ha de poseer en el cielo.
...nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones (2 Cor. 1, 22).
Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado porque su germen permanece en él;... (1 Jn. 3, 9).
Aclaración. El germen es el de la vida divina depositado anticipadamente en el hombre viador.
-La gracia de Dios en el hombre en el estado de viador es ya el comienzo de la gloria en el estado de comprehensor y, por consiguiente, existe una relación íntima entre gracia y gloria.
Estado de viador es el del hombre durante su vida en la tierra y el de comprehensor el estado en la bienaventuranza eterna.
a) -Gracia en el estado de viador.
Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste (2 Cor. 5, 2).
Que no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andábamos buscando la del futuro (Hebr. 13, 14).
b) -Gloria en el de comprehensor.
Ahora vemos en un espejo confusamente. Entonces veremos cara a cara (1 Cor. 13, 12).
c) -Relación íntima entre gracia y gloria.
Pero al presente, libres de pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; y el fin la vida eterna (Rom. 6, 22).
El don gratuito de Dios -la gracia- es la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom. 6, 23).
2. La Gracia. Necesidad
-Para los actos que conducen a la salvación
-Para disponernos a conseguir el perdón de los pecados
-Para vencer las tentaciones
-Para merecer la primera gracia
-Para impetrar la gracia de Dios
-Para prepararse a recibir la gracia
-El hombre desaprovecha con frecuencia la gracia
-Para preservar en la gracia
-La gracia es necesaria para todos y cada uno de los actos que conducen a la salvación.
Porque el que me halla, ha hallado la vida, ha logrado el favor de Yahvéh (Prov. 8, 35).
Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no le atrae (Jn. 6, 44).
Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera como el sarmiento y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden (Jn. 15, 6).
Pues, ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? (1 Cor.4, 7).
Por eso os hago saber que nadie, hablando por influjo del Espíritu de Dios, puede decir. «Anatema es jesús»! y nadie puede decir «¡Jesús es Señor!», sino por influjo del Espíritu Santo (1 Cor. 12, 3).
Mas por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo sino la gracia de Dios que está conmigo (1 Cor. 15, 10).
No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios, el cual nos capacitó para ser ministros de una nueva Alianza (2 Cor. 3, 5).
...quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el día de Cristo Jesús (Fil. 1, 6).
Toda dádiva buena y todo con perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambios ni sombras de rotaciones (Santo. 1, 17).
-La Gracia que nos da Dios para disponernos a conseguir el perdón de los pecados o la ayuda para evitarlos, consiste en un auxilio prestado al entendimiento para conocer y a la voluntad para querer lo que es conveniente o necesario para lograr la salvación eterna.
Juan respondió: «Nadie puede arrogarse nada si no se le ha dado del cielo» (Jn. 3, 27).
Pues ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? (Jn. 4, 7).
No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios,... (2 Cor. 3, 5).
En efecto, hechura suya somos, creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicásemos (Ef. 2, 10).
A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros,... (Ef. 3, 20).
...pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece (Fil. 2, 13).
Y el Dios de la paz...os disponga con toda clase de bienes para cumplir su voluntad, realizando él en nosotros lo que es agradable a sus ojos, por mediación de Jesucristo,... (Hebr. 13, 21).
-El hombre caído no puede vencer todas las tentaciones sin el auxilio de la gracia.
...la tribulación sufrida en Asia nos abrumó hasta el extremo, por encima de nuestras fuerzas, hasta el punto que perdimos la esperanza de conservar la vida (2 Cor. 1, 8).
-El hombre no puede merecer la primera gracia ni «De condigno» ni «De congruo» con sus solas fuerzas naturales.
...y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada (Rom. 3, 24).
Y, si es por gracia, ya no lo es por las obras; de otro modo, la gracia no sería ya gracia (Rom. 11, 6).
Aclaración. El mérito debe tener proporción con el premio, y las obras naturales no tienen porción con la gracia sobrenatural de Dios.
-El hombre no puede impetrar la gracia del Dios sin su ayuda.
Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros,... (Rom. 8, 26).
Aclaración. Impetrar la gracia y mover a Dios par que se compadezca de nosotros es una obra saludable que el hombre no puede alcanzar con sus solas fuerzas naturales.
-El hombre caído no puede prepararse a recibir la gracia con sus propias fuerzas naturales.
No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios,... (2 Cor. 3, 5).
Aclaración. Toda preparación positiva a la gracia es sobrenatural y, por tanto, no se puede con sólo las fuerzas naturales.
-El hombre desaprovecha con frecuencia la gracia que Dios le brinda.
Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo:
...«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del abeto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que hay que practicar, aunque sin descuidar aquello (Mt. 23, 1 y 23).
«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo! (Hch. 7, 51).
-La perseverancia completa en la gracia es un especial beneficio gratuito de Dios.
Alcanzando en breve la perfección, llenó largos años. Su alma era del agrado del Señor, por eso se apresuró a sacarle de entre la maldad (Sab. 4, 13-14).
Les decía una palabra para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfaceller (Lc. 18, 1).
Estad en vela, pues, orando en todo tiempo, para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre (Lc. 21, 36).
...quien inició en vosotros la obra buena, la irá consumando hasta el día de Cristo Jesús (Fil. 1, 6).
...para vosotros a quienes el poder de Dios, por medio de la fe, protege para la salvación, dispuesta ya a ser revelada en el último momento (1 Pe. 1, 5).