Re: DEL VELO ADENTRO (LUGAR SANTO O SANTISIMO EN HEBREOS)
Estimado revelador. Saludos cordiales.
Con esta declaración que escribes, nada revelas:
"Pues observa lo que tú pitoniza dice en otro lugar.
“Cuando Dios rasgó el velo del templo, dijo: No puedo revelar más mi presencia en el lugar santísimo. Un Camino nuevo y vivo, frente al cual no cuelga ningún velo, se ofrece a todos”. —“Comentarios de Elena G. de White” (5 CBA 1084).
Ella misma dice que el camino nuevo y vivo que Cristo abrió no cuelga ningún velo, si no hay velo, no hay división entre lugar santo y santísimo, y por tanto; tu excusa del segundo velo se va al caño Gabrielín... Ja,ja,ja,jaaa... Además que el velo es símbolo de la carne de Cristo, por medio de la cual se tiene acceso a Dios, así el velo es simbólico en el santuario (Hebreos 10:20).
Así tu afirmación está aniquilada... Te recomiendo que sigas los pasos de tu amigo Joelice..."
Respondo: Yo sigo a mi maestro cuyo nombre es Jesús, y sus pasos me llevan a la Nueva Jerusalén.
"Y le hablarás, diciendo: Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová.
El edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos." Zacarías 6:12,13.
¿Qué velo rasgó Dios, y en que momento?
"Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad.
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró." Lucas 23:44-46.
Con referencia al templo de Jerusalén, las palabras del Salvador: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré," tenían un significado más profundo que el percibido por los oyentes. Cristo era el fundamento y la vida del templo. Sus servicios eran típicos del sacrificio del Hijo de Dios. El sacerdocio había sido establecido para representar el carácter y la obra mediadora de Cristo. Todo el plan del culto de los sacrificios era una predicción de la muerte del Salvador para redimir al mundo. No habría
eficacia en estas ofrendas cuando el gran suceso al cual señalaran durante siglos fuese consumado.
Puesto que toda la economía ritual simbolizaba a Cristo, no tenía valor sin él. Cuando los judíos sellaron su decisión de rechazar a Cristo entregándole a la muerte, rechazaron todo lo que daba significado al templo y sus ceremonias.
Su carácter sagrado desapareció. Quedó condenado a la destrucción. Desde ese día los sacrificios rituales y las
ceremonias relacionadas con ellos dejaron de tener significado. Como la ofrenda de Caín, no expresaban fe en
el Salvador. Al dar muerte a Cristo, los judíos destruyeron virtualmente su templo. Cuando Cristo fue crucificado, el velo interior del templo se rasgó en dos de alto a bajo, indicando que el gran sacrificio final había sido hecho, y
que el sistema de los sacrificios rituales había terminado para siempre.
"En tres días lo levantaré." A la muerte del Salvador, las potencias de las tinieblas parecieron prevalecer, y se
regocijaron de su victoria. Pero del sepulcro abierto de José, Jesús salió vencedor. "Despojando los principados y
las potestades, sacólos a la vergüenza en público, triunfando de ellos en sí mismo." (Colosenses 2: 15) En
virtud de su muerte y resurrección, pasó a ser "ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor
asentó, y no hombre.” (Hebreos 8:2) Los hombres habían construido el tabernáculo, y luego el templo de los judíos;
pero el santuario celestial, del cual el terrenal era una figura, no fue construido por arquitecto humano. "He aquí
el varón cuyo nombre es Vástago: [V.M.] . . . él edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y
dominará en su trono, y será sacerdote en su solio." (Zacarías 6: 12, 13)
El ceremonial de los sacrificios que había señalado a Cristo pasó: pero los ojos de los hombres fueron dirigidos
al verdadero sacrificio por los pecados del mundo. Cesó el sacerdocio terrenal, pero miramos a Jesús, mediador del
nuevo pacto, y "a la sangre del esparcimiento que habla mejor que la de Abel." "Aun no estaba descubierto el
camino para el santuario, entre tanto que el primer tabernáculo estuviese en pie.... Mas estando ya presente
Cristo, pontífice de los bienes que habían de venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de
manos, . . . por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario, habiendo obtenido eterna redención.” (Hebreos 12: 24, 9: 8-12).
"Por lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder
por ellos.” (Hebreos 7: 25) Aunque el ministerio había de ser trasladado del templo terrenal al celestial, aunque el
santuario y nuestro gran Sumo Sacerdote fuesen invisibles para los ojos humanos, los discípulos no habían de sufrir
pérdida por ello. No sufrirían interrupción en su comunión, ni disminución de poder por causa de la ausencia del
Salvador. Mientras Jesús ministra en el santuario celestial, es siempre por su Espíritu el ministro de la iglesia en la
tierra. Está oculto a la vista, pero se cumple la promesa que hiciera al partir: "He aquí, yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28: 20) Aunque delega su poder a ministros inferiores, su presencia
vivificadora está todavía con su iglesia.
"Por tanto, teniendo un gran Pontífice, . . . Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no
tenemos un Pontífice que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra
semejanza, pero sin pecado. Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro." (Hebreos 4: 14-16)
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.