LAMENTO HABERLOS HECHO ESPERAR...
LAMENTO HABERLOS HECHO ESPERAR...
Originalmente enviado por: Golan Trevize
Holaaaa.... lo prometido es deuda, Maripaz, voy a responder al artículo de Jetonius, con cuidadito y despacio, pero al fin lo hago... estas fiestas patrias en México me impidieron dedicarme a otra cosa, pero en fin, la vida sigue adelante.
Muy bien, el autor nos inicia en lo que él llama "culto a las imágenes", ¿Cuál culto?... lo ignoramos. Como católico, creo que a las imágenes se les debe culto relativo de dulía, y sinceramente, no creo que a ESE culto se refiera el autor.
Supongo que esto es un rudimentario artificio retórico, pues no esperará una definición precisa a partir del título, y sospecho que usted prudentemente habrá leído el artículo que comenta.
De no ser así, la declarada ignorancia se despejará más adelante.
De nuevo nos preguntamos, ¿Qué clase de culto a las imágenes estaba prohibido?.. considerando el fundamentalismo evangélico, que no admite más que un tipo de culto, y considerando las prohibiciones de idolatría hechas anteriormente, creo que el autor quiere darnos a entender que está prohibida la idolatría a las imágenes. Correcto, la doctrina católica PROHIBE la idolatría a las imágenes, aunque admite un culto relativo de dulía a las imágenes.
La distinción que pretende establecer es artificial y tardía por razones que están claras en el artículo.
Por lo demás, en este caso usted ha omitido definir la expresión "fundamentalismo evangélico".
¿En qué consiste éste culto? En cuidar la imagen, protegerla y exhibirla, en considerarla un objeto que representa a Dios o a una creación de Dios (La Virgen, los santos, los ángeles...), el culto de prenderle velas a la imagen significa devoción no por la imagen material misma, sino, por la persona A LA QUE REPRESENTA la imagen. Hasta ese momento, no veo idolatría en ningún punto del culto católico a las imágenes, porque no se atribuye a la imagen ningún poder ni significado propio.
Cosa que, como notaron los maestros cristianos antiguos, tampoco hacían los paganos más o menos inteligentes.
Gracias por la lección, aunque dudo que muchos en este foro ignoraran cosas tan básicas. Esa es una de las clases de culto que
la Escritura proscribe de manera inequívoca, como lo entendieron correctamente los cristianos de los primeros siglos.
Éxodo 20, 4-5, dice claramente:
"No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra.
No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian"
El rigorismo indica que está prohibido HACER IMÁGENES, y RENDIRLES CULTO. Esto implica considerar DOS partes: la hechura de imágenes y el culto rendido a ellas.
Ante todo, el mandato rigorista fue para los judíos y NO para los cristianos.
Que el mandato fue dado primeramente a los hebreos (por entonces no se los conocía como judíos) no cabe duda. No obstante, en ninguna parte se insinúa que la prohibición no continúe bajo el Nuevo Pacto.
En primer lugar porque sería el
único mandamiento del decálogo que carece de vigencia para los cristianos. Pero la abrogación ciertamente no aparece en ninguna parte del Nuevo Testamento y resplandece por su ausencia cualquier mandato positivo en este sentido.
De hecho, el Magisterio de la Iglesia de Roma reconoce la vigencia del Decálogo como expresión perpetua de la voluntad de Dios para sus hijos en todos los tiempos, como lo demuestra el hecho de que el Catecismo de la Iglesia Católica dedica la segunda Sección de la 3a Parte precisamente a los Diez Mandamientos (que intente evadir las implicancias de la prohibición del culto a las imágenes es otro asunto).
El autor (Jetonius), dice: "...no está prohibida para los cristianos la hechura de imágenes...".
Es decir, el autor deroga la primera parte del mandamiento (hechura de imágenes), pero NO deroga la segunda (rendirles culto, de cualquier tipo). No entiendo por qué el autor deroga un punto del mandamiento, y mantiene un segundo punto. El autor dice que la hechura no está prohibida (primer punto), pero el culto sí (segundo punto). ¿Qué argumentos da para derogar el primer punto y mantener el segundo? Ninguno. ¿Alguna objección hasta el momento por parte del autor para la derogación del segundo punto?. Ninguna. Solo silencio.
Usted subdivide arbitrariamente el mandamiento en dos, cuando en realidad es uno solo:
no hacerse imágenes con el objeto de rendirles culto .
Esto lo puede hacer mediante el arte de la citación selectiva, como puede notarse si se considera la frase inmediatamente precedente de mi escrito:
Cabe subrayar que lo que se prohíbe de manera absoluta es que el hombre se haga imágenes por su propia iniciativa con el objeto de rendirles culto.
Aquí el autor admite que la prohibición de imágenes era relativa, porque atribuye a los judíos la interpretación ABSOLUTA.
El autor, nuevamente, no explica qué puntos del mandamiento completo (Éxodo 20, 4-5), eran absolutos, y qué puntos eran relativos. Hasta el momento NO hay argumento que demuestren que el primer punto es relativo, y el segundo absoluto.
De hecho, no creí necesario extenderme sobre este punto porque creía que estaba suficientemente claro, y que habría acuerdo general sin necesidad de más justificación ni argumento. Admito mi error.
Bien, he aquí lo que dice Exodo 20:4, lo más literalmente posible:
No harás para ti ídolo ni imagen (de lo) que está en los cielos arriba ni en la tierra de abajo ni en las aguas bajo la tierra, no te inclinarás a ellas ni les servirás.
La palabra hebrea que aquí se traduce "ídolo" es
pésel que también significa "imagen tallada".
En hebreo, la segunda palabra o mandamiento del Decálogo es una sola frase que no es correcto subdividir como usted lo hace.
Reitero que el texto y el contexto dejan claro que
lo que se le prohíbe taxativamente es la hechura de estatuas u representaciones con el objeto de rendirles culto, como lo indica la expresión "inclinarse ante ellas y servirlas". Esto cubre tanto la dulía como la latría.
Que este texto y su paralelo en Deuteronomio resultan asaz pruriginosos para la Iglesia de Roma (entre otras que rinden culto a las imágenes) lo muestra el hecho de que este punto del Decálogo fue
suprimido durante mucho, mucho tiempo. Ciertamente no lo aprendimos en los Colegios Católicos quienes nos educamos en la década de 1960, cosa que probablemente ignore la generación “postconciliar”. .
El Catecismo de la Iglesia Católica ha tenido al menos la decencia de reproducir el Decálogo en tres versiones, dos bíblicas (Exodo 20 y Deuteronomio 5) y una tercera cuya fuente no se indica, pero que fue el "Decálogo" apócrifo que nos enseñaron:
1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2. No tomarás su santo nombre en vano.
3. Santificarás las fiestas.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre
5. No matarás.
6. No cometerás actos impuros (versión políticamente correcta)
7. No robarás.
8. No dirás falso testimonio ni mentirás.
9. No desearás la mujer de tu prójimo.
10. No codiciarás los bienes ajenos
En esta versión amañada, alegremente se
suprimió el mandamiento sobre las imágenes y para mantener el número de diez se desdobló el último.
Eso sí, el Catecismo omite indicar la fuente y la fecha del pseudodecálogo de la tercera columna. Sus razones habrá tenido. De hecho, en el texto
explica el decálogo apócrifo y no el bíblico.
El autor no se extiende sobre la Serpiente de Bronce. Yahvé mandó poner la Serpiente de Bronce (una imagen HECHA), para que mirándola, los israelitas mordidos por serpientes se curaran. En mi humilde opinión, si el culto (de cualquier tipo) a las imágenes, estuviera prohibido, Yahvé no hubiera recurrido a ella para que fuera instrumento de su poder curativo.
Mera conjetura. Dios por cierto puede hacer cosas que le están vedadas al hombre. El hombre NO puede hacerse imágenes para rendirles culto, pero Dios SÍ pudo mandar erigir una imagen como medio de curación. No hay la menor insinuación de que buscar la sanidad mirando a la serpiente fuese ninguna clase de culto.
Con ello Yahvé se arriesgaba a una mala interpretación por parte de los israelitas. Si Yahvé autorizó que la imagen fuera intermedio entre su poder y los hombres, queda claro que la imagen puede ser un intermedio, y de ese modo, ser digna de un aprecio más alto que a otra imagen, eso es el culto relativo de dulía que entendemos los católicos: una estimación alta.
Por supuesto que Dios sí corre "riesgos" con los hombres, desde Adán a esta parte.
La imagen fue ciertamente un medio escogido por Dios mismo, en su sabiduría y soberanía, para un fin determinado. No obstante, parece claro que nunca quiso que se le rindiera a la serpiente
ninguna clase de culto. De hecho, como indiqué antes, cuando la serpiente de bronce se tornó un objeto de culto, lo correcto fue destruirla (aún cuando fuese un tipo o prefiguración del mismísimo Señor Jesucristo).
Para los católicos, las imágenes RARAMENTE son intermediarios directos entre Dios y los hombres (como fue el caso de la Serpiente de Bronce), para nosotros son intermediarios MUY indirectos, porque son simples representaciones, mientras que la Serpiente de Bronce fue más un instrumento que una simple representación.
Correcto, ha dicho bien: un instrumento divinamente ordenado, no un objeto de culto.
Supongo que debe de hablar de católicos que viven muy lejos de los santuarios de Guadalupe, Luján, Lourdes, Pilar, etc. Porque para los que allí concurren -y son muchos- no parecen tan distantes como obviamente quisiera hacernos creer
El autor habla sobre las imágenes cristianas de los primeros siglos, y por primera vez menciona que hay más de un tipo de culto, porque dice "ningún tipo de culto". Obviamente, el autor omite (ignoro por qué), el tipo de culto que enseña la Iglesia Católica (como práctica y no como deber), hacia las imágenes.
Si alguna vez ha escrito un artículo, sabrá que es imposible decir todo al mismo tiempo. Lo convencional y didáctico es ir de lo general a los particulares. De nuevo, es bastante tosco emplear esta objeción como recurso retórico.
Pero esto no es todo. Es patentemente falso que el tipo de culto que enseña la Iglesia Católica sea una simple práctica y no un deber.
El Concilio de Trento, en su Sesión 25 del 3 y 4 de diciembre de 1563, estableció:
...deben ser absolutamente condenados, como antiquísimamente los condenó, y ahora también los condena la Iglesia, los que afirman que no se deben honrar, ni venerar las reliquias de los santos; o que es en vano la adoración que estas y otros monumentos sagrados reciben de los fieles; y que son inútiles las frecuentes visitas a las capillas dedicadas a los santos con el fin de alcanzar su socorro. Además de esto, declara que se deben tener y conservar, principalmente en los templos, las imágenes de Cristo, de la Virgen madre de Dios, y de otros santos, y que se les debe dar el correspondiente honor y veneración...
(negritas añadidas; omito las explicaciones porque de ellas trata el artículo).
No se trata, pues, de una simple práctica opcional; es un deber religioso.
Es decir, el autor habla de una veneración, NO explica que la Iglesia Católica entiende que hay diferencias entre Adoración y Veneración... vamos a ver.
Le agradezco el crédito por la confusión, pero no puedo aceptarlo. Quien ha creado la ambigüedad es la propia Iglesia de Roma al hablar de la veneración a las imágenes como sinónimo de rendirles alguna especie de culto, relativo, verdad, pero culto al fin.
TODAS las citas patrísticas citadas por el autor, condenan la IDOLATRÍA, es de notar que en esa época aún imperaba el paganismo clásico, por lo tanto, los cristianos no concebían aún el culto relativo de dulía a las imágenes, aunque sí a los santos (mártires), y a las reliquias. El autor se guarda de explicar que la Iglesia Católica considera distintos el culto de Adoración a Objetos (Idolatría), y Veneración a los mismos.
Sin duda que se trata de denuncias dirigidas contra la idolatría de los paganos, que se manifestaba de manera harto ostensible el culto a imágenes. Lo que tampoco puede soslayarse es que los Padres antiguos veían claramente que por su naturaleza intrínseca
tales prácticas no eran susceptibles de ser adoptadas por los cristianos . Por ej., reproduzco aquí parte de lo que dice Orígenes (ya citado)
se necesita ser ignorante y esclavo para suponer que las manos viles de unos artesanos puedan modelar la semejanza de la Divinidad; os aseguramos que el más bajo de los nuestros se ve libre de tamaña ignorancia y falta de discernimiento.
Es decir, lo que usted atribuye a falta de luz (concebir el “culto relativo” de dulía) en el siglo III se atribuía a una ignorancia y falta de discernimiento que no era concebible en el más rústico de los cristianos.
La invención del “culto relativo” no fue, por tanto, ningún avance sino más bien un retroceso grave que contribuyó a la supervivencia del paganismo y la superstición hasta nuestros días.
Pero el mismo autor reconoce ANTES, que el hecho simple de utilizar imágenes como representaciones, no es ningún problema porque el mandato era RELATIVO. Por lo tanto, si los autores cristianos antiguos condenaban las simples representaciones, debemos entender que estaban al mismo nivel del judaísmo tardío que entendía como ABSOLUTA la prohibición de las imágenes.
Este argumento es un mero sofisma basado en la ambigüedad de los términos. Como dije antes, la prohibición
era absoluta en cuanto a la confección de imágenes con propósito de rendirles culto, y nunca fue abrogada para quienes creemos que los Diez Mandamientos son una expresión perpetua de la ley moral de Dios. Tal proscripción taxativa no excluye, naturalmente, el empleo de imágenes con fines no cultuales (didácticos, estéticos, identificatorios, etc).
De esto sacamos como conclusión que aquellos autores antiguos estaban al mismo nivel que el judaísmo tardío, al menos en lo que a hechura y culto de imágenes se refiere. No es una gran base cristiana, la opinión de quienes estaban al mismo nivel que los judíos.
Este comentario, además de emitir cierto tufillo a judeofobia, llega a una conclusión errónea por basarse en una premisa falsa, que supone una genuina y lícita evolución en la idea de que es lícito y bueno para los cristianos rendir culto a las imágenes con tal de que se establezcan ciertas condiciones. Por tanto, debo insistir en que los cristianos de los primeros siglos mostraron una comprensión más perfecta que el judaísmo del tiempo de Jesús y que el cristianismo posterior.
Aquí vemos que se tiene que evitar la ADORACIÓN de las imágenes, esto es, igual a lo que manda el catolicismo oficial.
Por primera vez el autor admite que el catolicismo considera dos tipos de culto, el de latría y el de dulía, ANTES no lo hizo, para dar la impresión, en mi opinión, de que el culto únicamente puede ser de latría. No explica que la Iglesia Católica considera distintos los dos tipos de culto, ni explica que el dado a las imágenes es de DULÍA.
Es usted libre de opinar como quiera acerca de mi forma de exponer el problema. Francamente, creo que recurre una y otra vez a este dudoso argumento a falta de elementos más sólidos.
Lo que prohíbe el “catolicismo oficial” (sic) es lo obvio hasta el ridículo: que se adore la imagen en sí misma, como diferente de aquél a quien la imagen representa. Esta distinción no requiere un magisterio infalible, pues cualquier pagano con dos dedos de frente podría entender esto.
Por otra parte, pareciera obvio que las prohibiciones “oficiales” no son demasiado insistentes, a juzgar por las masas católicas que se amontonan en santuarios determinados para rendirle culto a determinada advocación de la Virgen o a un Santo particular.
Dice el autor que en la época de San Gregorio Magno (600 D.C.), aún "no se inventaba" la distinción entre ambos cultos, pero esto ES FALSO.
Sobre el culto de Dulía (éste como absoluto se rinde a los ángeles y los santos), el testimonio más antiguo data de 156 D.C., en el Martyrium Policarpi, donde el autor dice: "A éste (Cristo), le adoramos por ser el Hijo de Dios; y a los mártires los amamos con razón como discípulos e imitadores del Señor, por su adhesión eximia a su rey y maestro" (17, 3). Esto sería redundante si no se diera a los mártires un tipo de culto DISTINTO al que se daba a Cristo, porque dicha explicación sería innecesaria en caso contrario.
Juzgue el lector la diferencia entre hechos y conjeturas. Mi interlocutor ni siquiera intenta mostrar que Gregorio Magno estableció excepción alguna a sus prohibiciones.
Lamentablemente, su osada afirmación no es apoyada por el texto que presenta como prueba, en el cual no aparece ni la expresión
latreia ni tampoco el término
dulia.
El pasaje del
Martyrium Polycarpi (así se escribe) al que apela emplea con referencia a Cristo el verbo
proskyneö, que debe rectamente ser traducido “adorar”. Con respecto a los mártires, se emplea “amar” (griego
agapaö). Por supuesto que todo cristiano puede asentir a tal declaración, que no presta el más mínimo apoyo al culto a las imágenes ni a la dulía de los santos.
San Jerónimo, en sus pugnas con Vigilancio, defendió éste tipo de culto, diferenciándolo de la Adoración a Dios (Ep. 109, I, Contra Vigil. 6).
San Agustín también defiende el culto a los mártires refutando la objección de que con ello se adoraba a hombres (Contra Faustum XX, 21).
"Veneramos a los siervos para que los resplandores de ESE CULTO glorifiquen al Señor", palabras de San Jerónimo en Ep. 109, I, cf. Cat. Rom. III, 2, 14).
Sobre el culto relativo de dulía (a las reliquias), el Martyrium Policarpi recoge también datos, refiriendo cómo los cristianos de Esmirna recogieron los huesos del obispo mártir "más valiosos que las piedras preciosas y más estimables que el oro" (18, 2).
Antes de ver lo que dicen Jerónimo y Agustín, caben aquí dos observaciones. La primera es que mi interlocutor está, según su propia confesión, intentando establecer que la distinción entre “latría” y “dulía” estaba establecida mucho antes del tiempo de Gregorio Magno.
La segunda es que apela a autores que escribieron en latín, cuando los términos que pretende distinguir son, como es sabido, griegos. Debería pues demostrar cuáles son los términos latinos que corresponden a los respectivos griegos, y que ellos fueron usados por Jerónimo y Agustín de manera consistente con su tesis. Alternativamente, debería mostrar como
minimo minimorum que las nociones a las que se refieren Jerónimo y Agustín reflejan la distinción posterior entre “latría” y “dulía”.
Ahora sí, veamos qué dice Jerónimo:
Nosotros, es verdad, nos rehusamos a rendir culto o adorar, digo no las reliquias de los mártires, sino aún el sol y la luna, los ángeles y los arcángeles, los querubines y serafines, y “todo [otro] nombre que se nombre, no solamente en este mundo, sino también en el que ha de venir”. Pues no podemos “servir a la creación en lugar de al Creador, quien es bendito para siempre".” No obstante, honramos las reliquias de los mártires para poder adorar a Aquel cuyos mártires son. Honramos a los siervos para que su honor pueda reflejarse sobre su Señor, quien dice Él mismo: "el que os recibe, me recibe a mí”.
Por supuesto, este texto no dice una palabra acerca del empleo de las imágenes en el culto, que es el tema tratado. Y lo que dice sobre los mártires parece plenamente comprensible y aceptable para cualquier cristiano. Finalmente, dice que no rinde ningún tipo de culto o adoración ni a los mártires, ni a los ángeles.
Ahora leamos a Agustín contra Fausto, el maniqueo:
Es verdad que los cristianos rinden honor religioso a la memoria de los mártires, tanto para excitarnos a imitarlos, y para obtener parte de sus méritos, y la asistencia de sus oraciones. Pero no construimos altares a ningún mártir, sino al Dios de los mártires, aunque sea a la memoria de los mártires (...) La ofrenda se hace a Dios, quien dio la corona del martirio, en tanto que es en memoria de los así coronados (...) Consideramos a los mártires con la misma intimidad afectuosa que sentimos hacia los hombres santos de Dios en esta vida, cuando sabemos que sus corazones están preparados para soportar el mismo sufrimiento por la verdad del evangelio. Hay más devoción en nuestros sentimientos hacia los mártires, porque sabemos que su conflicto ha concluido; y podemos hablar con más confianza en alabanza de aquellos ya vencedores en el cielo, que de quienes todavía combaten aquí. Lo que es culto propiamente divino, que los griegos llaman latria, y para lo cual no hay palabra en latín, tanto en la doctrina como en la práctica, se lo damos sólo a Dios. A este culto corresponde la ofrenda de sacrificios; como vemos en la palabra idolatría, que significa dar este culto a ídolos. Consecuentemente, nunca ofrecemos, ni requerimos de nadie que ofrezca, un sacrificio a un mártir, o a un alma santa, o a ningún ángel. Cualquiera que caiga en este error es instruido por la doctrina, ya sea como corrección o como advertencia. Pues los mismos seres santos, sean santos o ángeles, se rehúsan a aceptar lo que saben que se debe a Dios solo (...) Sacrificar a los mártires, aún ayunando, es peor que volver a casa intoxicado de la fiesta; sacrificar a los mártires, digo, lo cual es muy diferente que sacrificar a Dios en memoria de los mártires, como lo hacemos constantemente, en la manera requerida desde la revelación del Nuevo testamento, pues esto pertenece al culto o latria que se le debe a Dios solo.
Como puede verse, Agustín traza la distinción entre
latria y la honra que se le da a los mártires, pero
no menciona para nada la dulia . Y ya que deja claro que tal honra es
cualitativamente similar a la que se les debe a las personas santas todavía vivas. Lo cual corrobora la afirmación de que la supuesta distinción entre latría y dulía es posterior.
Como si fuera poco, ni la cita del
Martyrium Polycarpi, ni la de Jerónimo ni la de Agustín dicen palabra sobre el tema en cuestión, que por si hay algún desmemoriado, es el culto a las imágenes.
Todo esto nos indica CLARAMENTE que mucho antes de San Gregorio Magno YA se conocía, sobradamente, que el culto de Adoración a Dios, y el culto de Veneración a Reliquias y Santos era diferente, por lo tanto, San Gregorio Magno no podía ignorar que existían distintos tipos de culto.
Como acabo de observar, lo que usted proclama como tan claro y sobradamente conocido no lo es en absoluto.
El autor ya habla aquí del desarrollo del culto a las imágenes, aunque su comparación no es tan acertada, en prácticamente todos los templos católicos, hay imágenes de Cristo, y cruces. El autor dice acertadamente que el culto a las imágenes no se remonta a los tiempos primitivos. Esto es exacto, el culto relativo de dulía a las imágenes no se remonta a los tiempos primitivos, por motivo del paganismo y de lo peligroso que era el culto a las imágenes en aquellos tiempos en que el cristianismo convivía con el paganismo.
Menos mal ... así que la prohibición podía soslayarse si ya no había peligro... El hecho es que el peligro de la idolatría
nunca desapareció, como lo demuestran los frecuentes abusos que en este sentido se toleran dentro de la grey católica.
En este sentido es muy ilustrativa la obra de J. Seznec
The Survival of Pagan Gods. The Mythological Tradition and its place in Renaissance Humanism and Art (New York: Princeton University Press, 1953).
De todos modos, al menos admite que
el culto a las imágenes (nuestro tema) no existía en tiempos primitivos, es decir –agrego yo- durante los primeros cuatro siglos de nuestra era. La irrupción del culto a las imágenes fue contrabandeada al cristianismo cuando éste se tornó la religión del imperio.
Lo que sí existía en los tiempos primitivos era el culto relativo de dulía a los santos y a las reliquias, lo cual indica distinciones: en el paganismo, si bien se conocía el culto látrico a las imágenes, NO se daba ningún tipo de culto a "santos" o "reliquias", por lo tanto, en lo que se refiere a santos y reliquias, el cristianismo tenía diferencias grandes con respecto al paganismo, lo cual permitió que los Padres antes mencionados reconocieran otros tipos de culto.
Esta parte es confusa, posiblemente por su reiterado intento de igualar la veneración hacia quienes nos precedieron en la fe con la clase de culto que luego se llamó dulía.
En los escritos clásicos y en los Padres más antiguos,
latreia y
douleia y vocablos afines se empleaban de forma intercambiable. Ambas palabras se relacionan con “servir”. Esto es asimismo evidente en el Nuevo Testamento:
Sin embargo, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais como esclavos (edouleusate) a los que por naturaleza no son dioses. (Gálatas 4:8).
Porque ellos cuentan acerca de nosotros qué clase de entrada tuvimos a vosotros; y cómo os convertísteis desde los ídolos a Dios, para servir (douleuein) al Dios vivo y verdadero... (1 Tesalonicenses 1:9)
De lo cual debe quedar claro que la veneración de la que se hablaba desde el
Martyrium Polycarpi no es lo mismo ni mucho menos justifica el culto a las imágenes sancionado en II Nicea.
“Más de 300 obispos concurrieron a un concilio convocado en Hiereia por Constantino V, hijo y sucesor de León III en 754. Allí tras escuchar y discutir los argumentos de los partidarios de las imágenes, se estableció que los únicos símbolos del culto cristiano eran el pan y el vino de la Eucaristía.”
El autor no nos da el Denzinger del Concilio que estableció tal cosa, de modo que estoy a la espera de que nos proporcione el dato. Sería interesante determinar quiénes establecieron que el Pan y el Vino eran "símbolos".
Otro recurso retórico, por dos razones:
1) Si alguien alguna vez ha tenido un Denzinger en sus manos, sabrá que el material está dispuesto en orden cronológico, de modo que no es realmente necesaria numeración alguna para localizar un texto si se conoce el año en que fue sancionado.
2) Obviamente este Concilio nunca fue incluido en el Denzinger, que es una compilación contemporánea de lo que la Iglesia de Roma hoy cree y enseña.
De todos modos, reproduzco abajo el párrafo relevante:
La única figura admisible de la humanidad de Cristo, sin embargo, es el pan y el vino en la santa cena. Esta y ninguna otra forma, este y ningún otro tipo, ha elegido él para representar su encarnación. Pan ordenó él que se trajese, pero no una representación de la forma humana, para que no surgiese la idolatría.
(
The Nicene and Post-Nicene Fathers, Second Series. Philip Schaff, Henry Wace, Eds. Edinburgh: T&T Clark and Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans, 1899; Reprinted 1988. Vol. 14, p. 544). En la red:
http://www.ccel.org/fathers2/NPNF2-14/Npnf2-14-163.htm#P10227_1935094
“Los acuerdos del sínodo fueron firmados por la regente Irene y su hijo Constantino VI. Fue en este concilio que se introdujo la arbitraria distinción entre el culto de latría, debido sólo a Dios, y el de dulía, que sería lícito para los santos. También se habló de un culto "terminativo", dirigido a la persona, y otro "relativo" dirigido a la imagen que la representa.”
Ya quedó demostrado que San Jerónimo y otros Padres reconocían distintos grados y tipos de culto, mucho ANTES de éste Concilio de Nicea, de modo que es imposible que en éste Concilio se hayan introducido las distinciones. Los términos sí, pero no las distinciones, estas YA eran reconocidas mucho antes.
Ah, los términos sí son una novedad, pero no la distinción.... Precisamente este es el punto. La distinción entre el culto debido a Dios y la honra de la que habló Jerónimo, o la intimidad afectuosa a la que se refiere Agustín, es cualitativamente diferente de la gradación que se estableció en Nicea. No es una simple elaboración, sino una novedad teológica que solamente podía fundamentarse con referencias vagas a la “tradición” sin prueba documental ni de las Escrituras ni de los autores cristianos de los primeros siglos.
“Desde luego, tales bizantinismos (strictu sensu!) son por completo ajenos a las Escrituras, donde hay un solo culto válido, el que se dirige al Trino Dios.”
Las Escrituras NO dicen que sólo haya un tipo de culto, aunque sí dejan claro que sólo a Dios se debe de adorar, cultos de otros tipos, y bases para los mismos; también los hay en la Escritura:
Santos (Daniel 8, 17; Tobías 12, 16, 2Macabeos 15, 11-16; Tobías 12, 12; Apocalipsis 8, 3)
Imágenes (Números 21, 8)
Reliquias (Éxodo 13, 19; 2Reyes 13, 21; Hechos de los Apóstoles 19, 12).
Las referencias bíblicas provistas
no apoyan en absoluto la tesis católica.
Daniel 8:17 dice que el profeta cayó de bruces a causa del temor, no en un acto de adoración o culto. Y no era un “santo” sino un ángel quien tenía enfrente.
En Apocalipsis 8:3 no hay ningún culto a los santos; más bien un ángel media la adoración ofrecida a Dios por los santos.
En Números 21:8 tampoco se trata de un acto de culto, sino del remedio provisto por Dios para la plaga de serpientes.
Exodo 13:19 trata del transporte de los restos de José no para rendirles culto alguno, sino en cumplimiento de su voluntad.
2 Reyes 13:21 no describe ningún culto, sino que menciona de manera muy concisa un milagro obrado mediante los huesos de Eliseo.
Hechos 19:12 tampoco describe ninguna clase de culto, sino los milagros que Dios obraba (v. 11) por medio de Pablo.
La evidencia proporcionada por Tobías y 2 Macabeos no es aceptable, por no haber sido estos libros reconocidos como canónicos por los hebreos. No obstante, aunque por causa del argumento se los admitiese, tampoco soportan la tesis romana.
Tobías 12:12 (Habla el ángel Rafael) “Cuando tú y Sarra hacíais oración, era yo el que presentaba y leía ante la gloria del Señor el memorial de vuestras peticiones. Y lo mismo hacía cuando enterrabas a los muertos.”
El texto habla del trabajo de mediación que los ángeles realizan, no de ningún culto a los ángeles.
Tobías 12:16 “Se turbaron ambos y cayeron sobre sus rostros, llenos de terror”.
Caso análogo al de Daniel 8:17, no un acto de culto sino una reacción causada por el temor. El ángel los alienta, y añade que es a Dios a quien deben bendecir y adorar (v. 17-21).
2 Macabeos 15:11-16 refiere un sueño o visión de Macabeo, donde aparece el sacerdote Onías orando y luego aparece el profeta Jeremías. De éste dice Onías, “Este es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo y por la ciudad santa, Jeremías, el profeta de Dios.” No hay indicación de que Onías rinda culto alguno a Jeremías.
No solamente estos textos narrativos no demuestran que se le rindiese culto a ninguna criatura. Tampoco hay ningún texto bíblico que
prescriba o enseñe tal clase de culto.
Cuando Pablo y Bernabé fueron tomados por dioses, rechazaron con horror el culto que se les quería rendir, y se perdieron una buena oportunidad de explicar que había otra clase de culto (dulía) que sí era lícito (Hechos 14:8-18).
Igualmente, el ángel ante el cual se postró Juan supuestamente desaprovechó en dos ocasiones la oportunidad de explicarle al vidente de Patmos que sí había una clase de culto (dulia, diferente del dirigido a Dios) que le era lícito aceptar. Más bien sus palabras excluyen que se le rinda culto ni a santos ni a ángeles (Apocalipsis 19:10; 22:8-9).
“Este concilio niceno, de infausta memoria, al no poder fundamentar escrituralmente el culto a las imágenes, declaró la insuficiencia de las Escrituras y lanzó un anatema contra quienes no estaban dispuestos a aceptar doctrinas sobre la autoridad de la tradición y de los concilios, si las tales no tenían claro fundamento bíblico.”
Nuevamente el autor omite el, o los, Denzinger de dicho Concilio... falta una pieza de investigación histórica.
Aunque por razones que antes señalé, no es necesaria la numeración de Denzinger para hallar una declaración en esta obra, de hecho en este caso mi interlocutor ha leído con descuido, ya que sí está indicada la referida numeración al final de la cita.
“Nótese que los obispos iconolatras no pudieron ni siquiera apelar a la supuesta tradición apostólica, pues ninguna había para apoyar el culto a las imágenes.”
El autor acusa de "iconólatras" a los obispos, sin dar pruebas históricas de que dichos obispos rindieran culto de latría a las imágenes, lo cual los haría "iconólatras". Falta otro elemento de investigación histórica.
Por favor... las pruebas históricas son las que hasta aquí se han acumulado, y que demuestran claramente que el movimiento del culto a las imágenes penetró a la Iglesia de Cristo procedente no de las Escrituras ni de la tradición cristiana más antigua, sino de prácticas y concepciones paganas. Los obispos de Nicea intentaron desembarazarse de la acusación de iconolatría con el recurso a la distinción artificial e injustificada entre latría y dulía, evidentemente para justificarse como “iconodulos” (literalmente esclavos de los íconos) en lugar de iconolatras (adoradores de los íconos). Pero es apenas un barniz para disimular la desviación fundamental que sancionaron con respecto a la Iglesia antigua.
“Esgrimieron en cambio una espuria "tradición de la iglesia católica" cuando, en realidad, todos los escritores cristianos de los primeros siglos que trataron el tema se opusieron por completo a semejante abominación.”
Leyendo los escritos anterior, "semejante abominación" era el culto idolátrico a las imágenes, cosa que los mismos obispos "iconólatras", no hubieran aceptado... de lo contrario no hubieran propuesto, en el Concilio de Nicea, los términos distintos para ambos tipos de culto.
“Otro tipo” de culto que no puede documentarse ni siquiera en la Iglesia antigua (prenicena), ni muchísimo menos en las Escrituras.
“En conclusión, el culto a las imágenes, prohibido en la Biblia”
Si el autor se arroga el derecho de derogar el primer punto del mandamiento de Éxodo 20, 4-5 (hechura de imágenes), por tomarlo de modo RELATIVO, los católicos podemos con igual derecho derogar el valor absoluto del segundo punto (culto a las imágenes), y tomarlo del mismo modo relativo, de modo que el culto prohibido en la Biblia, no nos queda duda, es el culto idolátrico, pero NO así el relativo de dulía, al que se aproxima muy de cerca, el episodio de la Serpiente de Bronce.
Como debe quedar claro de lo que precede, yo no me arrogo ningún derecho salvo el de practicar una recta exégesis. Por razones que ya presenté, es arbitrario desdoblar el mandamiento en dos partes como quisiera mi iconodulo interlocutor.
El episodio de la serpiente de bronce no es en modo alguno un acto de culto, ni absoluto ni relativo. Por mi parte, les reconozco a los católicos todos los derechos que quieran invocar, y todas las prácticas que deseen promover. Lo que no admito es que pretendan presentarlo como compatible con las Escrituras, muchísimo menos enseñado por ellas.
“rechazado unánimemente con horror por los maestros cristianos primitivos, y prohibido por el obispo de Roma Gregorio I y por los trescientos obispos reunidos en Hiereia”
Naturalmente, dichos cristianos primitivos rechazaban la idolatría a las imágenes, por esto la Iglesia Católica la condena del mismo modo.
Vamos de nuevo: las Escrituras y los cristianos antiguos rechazaban
todo culto dirigido a las imágenes, no una clase determinada.
“Así que, queridos católicos y orientales, les invito a rechazar a los falsos maestros que los extravían y a volver a las Escrituras y a la práctica de la Iglesia primitiva.”
Por supuesto, tengo en cuenta la recomendación del autor (Jetonius), y en cuanto la Iglesia me diga que debo adorar imágenes, me saldré de ella, pero mientras me diga que se les puede (no como deber sino como opción), VENERAR, no veo motivos para salirme de ella.
Ni más faltaba. Por supuesto que no ve motivo, porque ha admitido lo inadmisible.
De todos modos, debo corregir una vez más la errónea concepción de que rendirle culto a las imágenes es para el católico simplemente una opción. He aquí los anatemas concernientes a las santas imágenes:
1. Si alguno no
confiesa que Cristo nuestro Dios puede ser representado en su humanidad, sea anatema.
2. Si alguno no
acepta la representación en el arte de escenas evangélicas, sea anatema.
3. Si alguno no
saluda tales representaciones como símbolos del Señor y de sus santos, sea anatema.
4. Si alguno
rechaza cualquier tradición de la iglesia, escrita o no escrita, sea anatema.
Tomado de
The Ancient Apostolic Communion,
http://www.taac.us/Documents/Second Council of Nicaea.pdf
En Denzinger 306-308 sale una versión algo diferente.
¡Opcional... mi sombrero!
La validez del culto a las imágenes fue objeto de una definición dogmática por un concilio ecuménico (II Nicea), luego reafirmada por otro menos ecuménico (Trento) pero igualmente tenido por tal por la Iglesia de Roma. Es según la teología católica, una verdad de fe, ya que ha sido, dicen, enseñada por Dios y propuesto por el magisterio.
Los obispos nicenos declararon:
“Entrando, como si dijéramos, por el camino real, siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros Santos Padres, y la tradición de la Iglesia Católica –pues reconocemos que ella pertenece al Espíritu Santo, que en ella habita- , definimos con toda exactitud y cuidado que de modo semejante a la imagen de la preciosa y vivificante cruz han de exponerse las sagradas y santas imágenes, tanto las pintadas como las de mosaico .. Porque cuanto con más frecuencia son contemplados por medio de su representación en imagen, tanto más se mueven los que éstas miran al recuerdo y deseo de los originales y a tributarles el saludo y la adoración de honor [griego apasmos kai timetike proskynesis ], no ciertamente la latría verdadera que según nuestra fe sólo conviene a la naturaleza divina; sino que ... se las honre con la ofrenda de incienso y de luces, como fue piadosa costumbre de los antiguos.” (Denzinger 302; negritas añadidas)
Es interesante que mientras se reserva a Dios la latria, se emplee para el culto a los íconos el término proskynesis, ya que la mayoría de las 60 veces que el verbo proskyneô aparece en el Nuevo Testamento, corresponde a la honra debida a Dios. Igualmente el término “adorador” (griego proskynêtês fue usado por el Señor para referirse al culto debido sólo a Dios: Juan 4:23.
Este texto es citado por el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#1161; por alguna razón, la edición que tengo dice erróneamente DS 600). También esta perla:
“Para expresar brevemente nuestra profesión de fe, conservamos todas las tradiciones de la Iglesia, escritas o no escritas, que nos han sido transmitidas sin alteración. Una de ellas es la representación pictórica de las imágenes...” (Ibid. # 1160; negritas añadidas)
Lo que no cita el Catecismo es la sanción correspondiente, hoy políticamente incorrecta:
“Así, pues, quienes se atrevan a pensar o enseñar de otra manera; o bien a desechar, siguiendo a los sacrílegos herejes, las tradiciones de la Iglesia, e inventar novedades, o rechazar alguna de las cosas consagradas a la Iglesia ... si son obispos o clérigos, ordenamos que sean depuestos; si son monjes o laicos, que sean separados de la comunión.”
PD: El autor mencionó el Manual de Teología Dogmática, de Ludwig Ott, explicando cuándo apareció el culto a las imágenes en las iglesias griegas, pero OMITIÓ (este autor omite muchas cosas), decir quiénes defendieron el culto a las mismas.
Obviamente el hecho de que alguien cite un autor a propósito de un asunto específico no exige que transcriba todo lo que ese autor dijo.
Por lo demás, y hablando de omisiones, noto que su crítica se dirige a aspectos selectos de mi presentación, obviamente aquellos que estimó como más discutibles.
Recordando las enseñanzas de San Jerónimo, para algunos maestros del conflicto iconoclasta, y de hecho para la doctrina católica actual, queda claro que el culto a las imágenes es el mismo debido a las reliquias (éste sí se remonta a los tiempos primitivos), es decir, el relativo de dulía:
Como dije en otra parte, el culto a las imágenes no es lo mismo, al menos en principio, que la conservación de reliquias. Los restos y las pertenencias de quienes nos precedieron en la fe deben ser tratados con respeto. La conservación de las reliquias de los santos mártires no es una práctica que se enseñe positivamente en la Biblia, pero no parece contraria a las Escrituras ya que hay ejemplos que la sustentan.
Ahora bien, rendirles culto –siquiera relativo- ya es otro asunto muy diferente, lo mismo que esperar por su intermedio milagros, como si Dios se hubiese comprometido a obrar a través de restos u objetos de santos difuntos. El problema es que la Iglesia de Roma va en su enseñanza mucho más allá de la reverencia debida a las reliquias al enseñar que es lícito y provechoso rendirles culto, sobre la excusa que con ello se honra en realidad a Dios: “puesto que de tal manera adoramos y veneramos las reliquias de los mártires y confesores, que adoramos a Aquel de quien son mártires y confesores; honramos a los siervos para que el honor redunde en el Señor, que dijo: El que a vosotros recibe, a mí me recibe [Mt. 10,40].” (Juan XV, 985-996 y Concilio Romano de 993; Denzinger 342). Sin embargo, ni los apóstoles ni los ángeles de Dios (Apocalipsis 22:8-9) aceptaron ningún tipo de veneración siquiera “relativa”.
Por lo demás, una cosa es una reliquia, es decir un objeto o fragmento de la propiedad o de los restos mortales de algún santo, o de la cruz de Cristo, etc., y otra una imagen, con frecuencia surgida de la concepción del artista. La reliquia , si es auténtica desde luego, tiene una relación directa con el santo, ya que fue parte de su cuerpo, o de sus pertenencias. La imagen no tiene otra relación que la asignada por la creencia de quien la venera
San Juan Damasceno, Germán y Nicéforo de Constantinopla, y el abad Teodoro de Estudión, dejaron claro el carácter relativo del culto a las imágenes.
Saludos!!!!!!!!!!
Ninguno nacido antes del siglo VII, todos ellos razonando a posteriori sobre la base de lo que se había tornado la práctica, para justificarla pese a la Escritura e incluso a la tradición más antigua y confiable.
Que en esa época el culto a las imágenes tuviera defensores no cambia el hecho de su
conspicua ausencia en los siglos anteriores, por más “tradición” que invocara el II Concilio de Nicea.
Bendiciones en Cristo,
Jetonius
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