¿ CUAL ES LA VERDADERA LEY DE DIOS ?...
Dios entregó a sus hijos desde el principio la Ley para que vivieran con justicia y con igualdad... Pero muchos hombres desde antiguo prefirieron vivir sus propias leyes porque no querían la Ley de Dios.
Dios dijo: "No matarás"..., y los hombres no respetaron aquel mandamiento y mataron... Pero la Ley les acusaba, y entonces decidieron cambiar la Ley escribiendo que Dios había mandado a unos hombres que mataran a otros..., cuando Dios no lo había mandado. De esta forma, los hombres cambiaron la Ley del Señor en falsedad. En tiempos de Isaías la Ley ya contenía muchos preceptos de hombres, y el profeta escribió:
"Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado" (Isaías 29,13).
Varias años más tarde, en tiempos de Jeremías, el profeta escribió:
"Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Yavé. ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Yavé está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas. Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron consternados; he aquí que aborrecieron la palabra de Yavé; ¿y qué sabiduría tienen?" (Jeremías 8:7-9).
Y es que en tiempos de estos profetas la ley ya había llegado a ser una carga que nadie podía soportar. Era un sistema de represión terrible, donde cualquier hombre o mujer podía ser condenado a muerte y asesinado por ser sospechoso de faltar a cualquier precepto de las leyes que tenía el pueblo judío. Dios había entregado a los hombres una Ley de vida y de misericordia, y los hombres la habían convertido en una ley de persecución y de muerte que rayaba todos los límites de la crueldad. Ningún hombre piadoso acepta en su alma en ningún momento que Dios hubiera mandado aquellas leyes, porque Dios se hizo hombre, y se llamó Jesucristo..., y la enseñanza de Jesucristo no tiene nada en común con aquellas leyes de muerte que tenían los judíos.
DIOS MANDA "NO MATARÁS" DESDE EL PRINCIPIO Y LUEGO LOS HOMBRES ESCRIBEN QUE DIOS MANDA MATAR.
Se mataba a los hombres por salir a coger leña al campo en sábado... Se mandaba matar a pedradas a las jóvenes cuando la primera noche de bodas el marido no encontrara sangre en sus sábanas... Se mataba a los que eran sospechosos de adulterio... Se mandaba matar a palos a los adolescentes y jóvenes por alguna desobediencia contra los padres... Si los amos mataban a los esclavos con palizas terribles, a los amos no se les aplicaba el "ojo por ojo y diente por diente..."... A los necesitados se les tomaba como esclavos, y no tenían los mismos derechos que los amos en caso de ser agredidos... Se mataba sin piedad a los enemigos en las guerras... Se arrasaban pueblos enteros, matando a hombres, mujeres y niños..., y se cometían otras muchas atrocidades que nada tenían en común con la enseñanza piadosa de Jesucristo...
Los hombres habían contaminado tanto la Ley de Dios con preceptos crueles de hombres... que, cuando nació Jesucristo, Israel ya no conocía la verdadera Ley de Dios. Jesucristo era Dios hecho Hombre, y cuando comenzó a predicar, lo primero que enseñó a Israel fue la verdadera Ley de Dios para librar a los hombres y mujeres de buena voluntad de toda aquella confusión. El viejo testamento judío era una ley que imputaba muchas cosas como pecado sin ser pecado, y obligaba al pueblo a vivir unas leyes de sacrificios, holocaustos y "pureza" tan extrema, que nunca había mandado Dios.
En cuanto a los deseos y actos sexuales, y vida familiar, el sistema era igualmente nefasto y terrible. Muchas cosas eran impuras, y los castigos y las penas de muerte estaban a la orden del día por cualquier falta contra las leyes judías, leyes que Dios nunca había mandado.
El hombre, cuando se casaba, era dueño de la mujer y la mujer pasaba a ser su esclava. El hombre, cuando se cansaba de la mujer, podía repudiarla y abandonarla por cualquier motivo, aunque fuera un motivo falso. La mujer no tenía ningún derecho a separarse de su marido por muchas faltas que éste tuviera ni por muy cruel que fuera. Dios no había mandado aquellos tipos de familia ni de matrimonio..., pero todos aquellos preceptos tan crueles estaban escritos en lo que los judíos llamaban la ley de Dios.
DIOS NO MANDÓ SACRIFICIOS
Los hombres, para dar gusto a los sacerdotes, habían instituido muchas leyes sobres ofrecimientos, sacrificios y holocaustos... Pero Dios no había mandado aquellos sacrificios. En tiempos de Oseas, el profeta, lleno de celo por la verdadera Ley, escribió:
"¿Cómo he de tratarte, Efraín? ¿Cómo he de tratarte, Judá? Vuestro amor es como nubecilla matinal, como el rocío que se esfuma presto. Por eso te hice pedazos; por medio de los profetas te he matado con las palabras de mi boca, y mi justicia brota como la luz. Porque yo quiero amor, no sacrificios; conocimiento de Dios, y no holocaustos. Pero ellos en Adán han violado la alianza, allí me han traicionado" (Oseas 6,4-7).
En tiempos de Jesucristo, los judíos tenían escrito en su testamento que Dios les había mandado muchos sacrificios y muchos holocaustos..., pero Jesucristo (Dios), que había guiado a Israel desde que salió de Egipto, nunca había mandado aquellos sacrificios ni aquellos holocaustos. Eso lo deja atestiguado Oseas ("Porque yo quiero amor, no sacrificios; conocimiento de Dios, y no holocaustos")..., y las palabras de Oseas también quedan confirmadas por otros profetas cuando nos hablan de sacrificios:
"Ni sacrificio ni oblación querías, pero el oído me has abierto; no pedías holocaustos ni víctimas". (Salmos 40,7).
"¿Qué me importa la multitud de vuestros sacrificios? -dice el Señor-. Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasa de becerros; la sangre de novillos, de corderos y de machos cabríos me hastía. Cuando venís a presentaros ante mí, ¿quién pide eso de vosotros?" (Isaías 1,11-12).
"No me trajiste a mí los animales de tus holocaustos, ni a mí me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda, ni te hice fatigar con incienso. (Isaías 43:23).
"Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel. Añadid vuestros holocaustos a vuestros sacrificios y comeos la carne. Que cuando yo saqué a vuestros padres del país de Egipto, no les hablé ni les mandé nada tocante a holocausto y sacrificio". (Jeremías 7, 21-22).
Los profetas hablaron de parte de Dios..., pero el pueblo judío no había escuchado a los profetas, y siguieron aumentando la Ley con preceptos de hombres hasta que nació Jesucristo.
JESUCRISTO NOS ENSEÑA DE NUEVO LA VERDADERA LEY
Cuando comenzó a predicar Jesucristo subió a un monte y nos entregó las bienaventuranzas... Luego les dijo a los judíos que Él no venía a abolir la Ley, sino a perfeccionarla (algunos traductores traducen como que Jesucristo vino a cumplir la Ley, y otros a completarla, y otros a darle su verdadero significado), pero en realidad lo que hizo Jesucristo fue perfeccionarla o abolir todo lo imperfecto y dejarnos en su lugar su Evangelio (San Mateo 5,17).
En los siguientes versículos, el Señor deja abolidos muchos preceptos del Antiguo Testamento, y los perfecciona, como es el caso del mandamiento "No matarás"; el del adulterio; el del divorcio; el de los juramentos; deja abolida la ley del Talión (ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, etc.); y también deja abolido todo precepto del Antiguo Testamento que incitaba a odiar a los enemigos (Mateo 5).
Jesús nos enseña la verdadera Ley que Dios había dado desde el principio, y que los judíos ya no guardaban:
"Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque ésta es la ley y los profetas". (Mateo 7:12).
Y al igual que Isaías, Jeremías, Oseas, etc., también deja abolidos todos los preceptos del Antiguo Testamento referentes a sacrificios y holocaustos, y los deja descubiertos como mandamientos de hombres, cuando nos dice:
"Si hubierais comprendido lo que quiere decir: "Misericordia quiero y no sacrificios", no condenaríais a los inocentes" (Mateo 12,7).
LA LEY EXPLICADA EN PRECEPTOS
Los versículos Mateo 7,12 y Mateo 12,7 son la verdadera Ley de Dios que Dios había dado desde el principio. Y esta Ley, explicada en preceptos, Jesús se la explicó al joven rico cuando éste le preguntaba sobre los mandamientos:
"Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones". (Mateo 19:16-22).
JESUCRISTO NO NOS RECUERDA EL DÉCIMO MANDAMIENTO.
Estos mandamientos que le entrega Jesucristo al joven rico no son los mismos que los mandamientos de la ley judía. Por ejemplo, el décimo mandamiento de la ley judía nos dice:
"No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás su mujer, ni su esclavo o esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada de lo que le pertenezca". (Éxodo 20,17).
Este décimo mandamiento nos habla de la esclavitud y la justifica... Por otra parte, nos dice que no codiciemos nada de nuestro prójimo, pero nuestro prójimo sí puede codiciar todo lo que tienen sus prójimos, incluso su vida, teniéndolos como esclavos. Esto es una contradicción y hace que este mandamiento sea imperfecto. Jesucristo no se lo recuerda al joven rico. Sin embargo, sí le recuerda un mandamiento que los judíos ya no recordaban ni tampoco tenían como Ley..., y ese mandamiento es el siguiente: "anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme".
Queridos amigos, esta Ley de libertad y amor que nos entrega Jesucristo, los judíos y judaizantes nunca estuvieron de acuerdo con ella. Estos siempre quisieron vivir las leyes imperfectas del viejo testamento porque les interesaban más (el Antiguo Testamento justificaba las guerras, las penas de muerte, la esclavitud, y no mandaba repartir los bienes entre los necesitados). El Evangelio no justificaba ninguna de estas cosas. Por eso volvieron a imponer todos los preceptos del Antiguo Testamento como palabra de Dios.
EL SIGNIFICADO DEL NACIMIENTO DE JESUCRISTO.
Muchos religiosos dicen que Jesucristo vino a cumplir con toda la ley del Antiguo Testamento. Otros dicen que Jesucristo vino a darle el verdadero significado a la ley. Otros dicen que Jesucristo vino a librarnos del pecado. Pero nada de esto coincide con la realidad..., porque bien claro queda en el Evangelio que Jesucristo se hizo Hombre y habitó entre nosotros para librarnos de aquella ley que nos imputaba como pecado muchas cosas que no eran pecado..., y que mandaba matar a los hombres por ser sospechosos de faltar a la vieja ley, cuando Dios había dicho desde el principio "No Matarás".
El Señor vino a entregarnos la verdadera Ley misericordiosa que Dios había dado a los hombres desde el principio: EL AMOR Y LA MISERICORDIA...
Por otra parte, para todos aquellos que dicen que Jesucristo vino a librarnos del pecado, debemos preguntarles: ¿de qué pecado?...; pues Jesucristo en el Evangelio, nos dice: "Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado". (San Juan 15:22)
Entonces, si las personas no tenían pecado, ¿de qué pecado vino a librarnos el Señor? El pecado que no tiene excusa, son aquellas doctrinas de los hombres que llaman de nuevo "palabra de Dios" a todos aquellos preceptos de hombres abolidos por Jesucristo. Todo lo que fue abolido por Jesucristo no era Ley de Dios..., porque la Ley de Dios es inmutable y para siempre..., y "ni una jota ni una tilde pasará de la Ley hasta que todo se cumpla".
Creo que muchas religiones deberían volver a reconsiderar sus doctrinas e interpretaciones de la Palabra del Señor..., y volver a seguir el camino de la compasión que siguieron los primeros cristianos: solamente EL EVANGELIO DE JESUCRISTO.
La parte histórica y profética de los libros de Israel es una maravilla que no se puede negar. Pero a la hora de examinar los libros de la ley, con más de 500 preceptos, siempre debemos acordarnos de la gran discusión que mantuvo Jesucristo con los judíos sobre la Ley (Mateo 5, 6 y 7, y otras partes del Evangelio).
Pues son muchos hombres enemigos de Jesucristo los que niegan la existencia de Dios, y, tomando como excusa las doctrinas imperfectas de muchas religiones que atribuyen cosas crueles e incomprensibles a Dios..., presentan como malo e imperfecto todo lo que se relaciona con Jesucristo y el cristianismo...
Dios entregó a sus hijos desde el principio la Ley para que vivieran con justicia y con igualdad... Pero muchos hombres desde antiguo prefirieron vivir sus propias leyes porque no querían la Ley de Dios.
Dios dijo: "No matarás"..., y los hombres no respetaron aquel mandamiento y mataron... Pero la Ley les acusaba, y entonces decidieron cambiar la Ley escribiendo que Dios había mandado a unos hombres que mataran a otros..., cuando Dios no lo había mandado. De esta forma, los hombres cambiaron la Ley del Señor en falsedad. En tiempos de Isaías la Ley ya contenía muchos preceptos de hombres, y el profeta escribió:
"Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado" (Isaías 29,13).
Varias años más tarde, en tiempos de Jeremías, el profeta escribió:
"Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Yavé. ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Yavé está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas. Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron consternados; he aquí que aborrecieron la palabra de Yavé; ¿y qué sabiduría tienen?" (Jeremías 8:7-9).
Y es que en tiempos de estos profetas la ley ya había llegado a ser una carga que nadie podía soportar. Era un sistema de represión terrible, donde cualquier hombre o mujer podía ser condenado a muerte y asesinado por ser sospechoso de faltar a cualquier precepto de las leyes que tenía el pueblo judío. Dios había entregado a los hombres una Ley de vida y de misericordia, y los hombres la habían convertido en una ley de persecución y de muerte que rayaba todos los límites de la crueldad. Ningún hombre piadoso acepta en su alma en ningún momento que Dios hubiera mandado aquellas leyes, porque Dios se hizo hombre, y se llamó Jesucristo..., y la enseñanza de Jesucristo no tiene nada en común con aquellas leyes de muerte que tenían los judíos.
DIOS MANDA "NO MATARÁS" DESDE EL PRINCIPIO Y LUEGO LOS HOMBRES ESCRIBEN QUE DIOS MANDA MATAR.
Se mataba a los hombres por salir a coger leña al campo en sábado... Se mandaba matar a pedradas a las jóvenes cuando la primera noche de bodas el marido no encontrara sangre en sus sábanas... Se mataba a los que eran sospechosos de adulterio... Se mandaba matar a palos a los adolescentes y jóvenes por alguna desobediencia contra los padres... Si los amos mataban a los esclavos con palizas terribles, a los amos no se les aplicaba el "ojo por ojo y diente por diente..."... A los necesitados se les tomaba como esclavos, y no tenían los mismos derechos que los amos en caso de ser agredidos... Se mataba sin piedad a los enemigos en las guerras... Se arrasaban pueblos enteros, matando a hombres, mujeres y niños..., y se cometían otras muchas atrocidades que nada tenían en común con la enseñanza piadosa de Jesucristo...
Los hombres habían contaminado tanto la Ley de Dios con preceptos crueles de hombres... que, cuando nació Jesucristo, Israel ya no conocía la verdadera Ley de Dios. Jesucristo era Dios hecho Hombre, y cuando comenzó a predicar, lo primero que enseñó a Israel fue la verdadera Ley de Dios para librar a los hombres y mujeres de buena voluntad de toda aquella confusión. El viejo testamento judío era una ley que imputaba muchas cosas como pecado sin ser pecado, y obligaba al pueblo a vivir unas leyes de sacrificios, holocaustos y "pureza" tan extrema, que nunca había mandado Dios.
En cuanto a los deseos y actos sexuales, y vida familiar, el sistema era igualmente nefasto y terrible. Muchas cosas eran impuras, y los castigos y las penas de muerte estaban a la orden del día por cualquier falta contra las leyes judías, leyes que Dios nunca había mandado.
El hombre, cuando se casaba, era dueño de la mujer y la mujer pasaba a ser su esclava. El hombre, cuando se cansaba de la mujer, podía repudiarla y abandonarla por cualquier motivo, aunque fuera un motivo falso. La mujer no tenía ningún derecho a separarse de su marido por muchas faltas que éste tuviera ni por muy cruel que fuera. Dios no había mandado aquellos tipos de familia ni de matrimonio..., pero todos aquellos preceptos tan crueles estaban escritos en lo que los judíos llamaban la ley de Dios.
DIOS NO MANDÓ SACRIFICIOS
Los hombres, para dar gusto a los sacerdotes, habían instituido muchas leyes sobres ofrecimientos, sacrificios y holocaustos... Pero Dios no había mandado aquellos sacrificios. En tiempos de Oseas, el profeta, lleno de celo por la verdadera Ley, escribió:
"¿Cómo he de tratarte, Efraín? ¿Cómo he de tratarte, Judá? Vuestro amor es como nubecilla matinal, como el rocío que se esfuma presto. Por eso te hice pedazos; por medio de los profetas te he matado con las palabras de mi boca, y mi justicia brota como la luz. Porque yo quiero amor, no sacrificios; conocimiento de Dios, y no holocaustos. Pero ellos en Adán han violado la alianza, allí me han traicionado" (Oseas 6,4-7).
En tiempos de Jesucristo, los judíos tenían escrito en su testamento que Dios les había mandado muchos sacrificios y muchos holocaustos..., pero Jesucristo (Dios), que había guiado a Israel desde que salió de Egipto, nunca había mandado aquellos sacrificios ni aquellos holocaustos. Eso lo deja atestiguado Oseas ("Porque yo quiero amor, no sacrificios; conocimiento de Dios, y no holocaustos")..., y las palabras de Oseas también quedan confirmadas por otros profetas cuando nos hablan de sacrificios:
"Ni sacrificio ni oblación querías, pero el oído me has abierto; no pedías holocaustos ni víctimas". (Salmos 40,7).
"¿Qué me importa la multitud de vuestros sacrificios? -dice el Señor-. Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasa de becerros; la sangre de novillos, de corderos y de machos cabríos me hastía. Cuando venís a presentaros ante mí, ¿quién pide eso de vosotros?" (Isaías 1,11-12).
"No me trajiste a mí los animales de tus holocaustos, ni a mí me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda, ni te hice fatigar con incienso. (Isaías 43:23).
"Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel. Añadid vuestros holocaustos a vuestros sacrificios y comeos la carne. Que cuando yo saqué a vuestros padres del país de Egipto, no les hablé ni les mandé nada tocante a holocausto y sacrificio". (Jeremías 7, 21-22).
Los profetas hablaron de parte de Dios..., pero el pueblo judío no había escuchado a los profetas, y siguieron aumentando la Ley con preceptos de hombres hasta que nació Jesucristo.
JESUCRISTO NOS ENSEÑA DE NUEVO LA VERDADERA LEY
Cuando comenzó a predicar Jesucristo subió a un monte y nos entregó las bienaventuranzas... Luego les dijo a los judíos que Él no venía a abolir la Ley, sino a perfeccionarla (algunos traductores traducen como que Jesucristo vino a cumplir la Ley, y otros a completarla, y otros a darle su verdadero significado), pero en realidad lo que hizo Jesucristo fue perfeccionarla o abolir todo lo imperfecto y dejarnos en su lugar su Evangelio (San Mateo 5,17).
En los siguientes versículos, el Señor deja abolidos muchos preceptos del Antiguo Testamento, y los perfecciona, como es el caso del mandamiento "No matarás"; el del adulterio; el del divorcio; el de los juramentos; deja abolida la ley del Talión (ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, etc.); y también deja abolido todo precepto del Antiguo Testamento que incitaba a odiar a los enemigos (Mateo 5).
Jesús nos enseña la verdadera Ley que Dios había dado desde el principio, y que los judíos ya no guardaban:
"Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque ésta es la ley y los profetas". (Mateo 7:12).
Y al igual que Isaías, Jeremías, Oseas, etc., también deja abolidos todos los preceptos del Antiguo Testamento referentes a sacrificios y holocaustos, y los deja descubiertos como mandamientos de hombres, cuando nos dice:
"Si hubierais comprendido lo que quiere decir: "Misericordia quiero y no sacrificios", no condenaríais a los inocentes" (Mateo 12,7).
LA LEY EXPLICADA EN PRECEPTOS
Los versículos Mateo 7,12 y Mateo 12,7 son la verdadera Ley de Dios que Dios había dado desde el principio. Y esta Ley, explicada en preceptos, Jesús se la explicó al joven rico cuando éste le preguntaba sobre los mandamientos:
"Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones". (Mateo 19:16-22).
JESUCRISTO NO NOS RECUERDA EL DÉCIMO MANDAMIENTO.
Estos mandamientos que le entrega Jesucristo al joven rico no son los mismos que los mandamientos de la ley judía. Por ejemplo, el décimo mandamiento de la ley judía nos dice:
"No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás su mujer, ni su esclavo o esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada de lo que le pertenezca". (Éxodo 20,17).
Este décimo mandamiento nos habla de la esclavitud y la justifica... Por otra parte, nos dice que no codiciemos nada de nuestro prójimo, pero nuestro prójimo sí puede codiciar todo lo que tienen sus prójimos, incluso su vida, teniéndolos como esclavos. Esto es una contradicción y hace que este mandamiento sea imperfecto. Jesucristo no se lo recuerda al joven rico. Sin embargo, sí le recuerda un mandamiento que los judíos ya no recordaban ni tampoco tenían como Ley..., y ese mandamiento es el siguiente: "anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme".
Queridos amigos, esta Ley de libertad y amor que nos entrega Jesucristo, los judíos y judaizantes nunca estuvieron de acuerdo con ella. Estos siempre quisieron vivir las leyes imperfectas del viejo testamento porque les interesaban más (el Antiguo Testamento justificaba las guerras, las penas de muerte, la esclavitud, y no mandaba repartir los bienes entre los necesitados). El Evangelio no justificaba ninguna de estas cosas. Por eso volvieron a imponer todos los preceptos del Antiguo Testamento como palabra de Dios.
EL SIGNIFICADO DEL NACIMIENTO DE JESUCRISTO.
Muchos religiosos dicen que Jesucristo vino a cumplir con toda la ley del Antiguo Testamento. Otros dicen que Jesucristo vino a darle el verdadero significado a la ley. Otros dicen que Jesucristo vino a librarnos del pecado. Pero nada de esto coincide con la realidad..., porque bien claro queda en el Evangelio que Jesucristo se hizo Hombre y habitó entre nosotros para librarnos de aquella ley que nos imputaba como pecado muchas cosas que no eran pecado..., y que mandaba matar a los hombres por ser sospechosos de faltar a la vieja ley, cuando Dios había dicho desde el principio "No Matarás".
El Señor vino a entregarnos la verdadera Ley misericordiosa que Dios había dado a los hombres desde el principio: EL AMOR Y LA MISERICORDIA...
Por otra parte, para todos aquellos que dicen que Jesucristo vino a librarnos del pecado, debemos preguntarles: ¿de qué pecado?...; pues Jesucristo en el Evangelio, nos dice: "Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado". (San Juan 15:22)
Entonces, si las personas no tenían pecado, ¿de qué pecado vino a librarnos el Señor? El pecado que no tiene excusa, son aquellas doctrinas de los hombres que llaman de nuevo "palabra de Dios" a todos aquellos preceptos de hombres abolidos por Jesucristo. Todo lo que fue abolido por Jesucristo no era Ley de Dios..., porque la Ley de Dios es inmutable y para siempre..., y "ni una jota ni una tilde pasará de la Ley hasta que todo se cumpla".
Creo que muchas religiones deberían volver a reconsiderar sus doctrinas e interpretaciones de la Palabra del Señor..., y volver a seguir el camino de la compasión que siguieron los primeros cristianos: solamente EL EVANGELIO DE JESUCRISTO.
La parte histórica y profética de los libros de Israel es una maravilla que no se puede negar. Pero a la hora de examinar los libros de la ley, con más de 500 preceptos, siempre debemos acordarnos de la gran discusión que mantuvo Jesucristo con los judíos sobre la Ley (Mateo 5, 6 y 7, y otras partes del Evangelio).
Pues son muchos hombres enemigos de Jesucristo los que niegan la existencia de Dios, y, tomando como excusa las doctrinas imperfectas de muchas religiones que atribuyen cosas crueles e incomprensibles a Dios..., presentan como malo e imperfecto todo lo que se relaciona con Jesucristo y el cristianismo...