La posición de la Iglesia debería ser crítica y prudente.
Los problemas que se quieren resolver con la Agenda 2030 son problemas reales que hay que solucionar. Es necesario que hayan acuerdos para resolver o minimizar los grande problemas económicos, sociales y ambientales del mundo actual (o de un futuro próximo). Aunque es dudoso que se consiga resolver estos problemas antes de 2030; o que se hayan resulto en el año 2030. Por desgracia; las cosas no avanzan suficientemente rápido. Hay muchos obstáculos.
Lo problemático de la Agenda 2030 es que muchas de las soluciones que se proponen pueden ser ambiguas, contradictorias y polémicas. Pueden ser aparentes "soluciones" que en realidad beneficien más a la élite del poder económico y político que la población.
Por tanto; no podemos oponernos del todo a la Agenda 2030; ni aceptarla del todo. Muchas cosas de esta Agenda 2030 son revisables y reformables. Deberíamos ser críticos.