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«Los reyes de Israel
serán como niñitos
y gobernarán infantilmente.
Y reinará la peor de las anarquías:
cada cual pisoteará a su prójimo,
el vecino luchará contra su vecino,
los jóvenes se rebelarán
contra la autoridad,
los delincuentes se reirán
de las personas honorables.
En aquellos días un hombre
dirá a su hermano:
«Tú tienes ropa de más;
reina pues sobre nosotros
y encárgate de este desorden».
«¡No!», responderá aquél.
«¡Nada puedo hacer!
No tengo ni comida
ni ropa de sobra.
¡No me metas en esto!».
La administración civil de Israel
estará en completa ruina
porque los judíos
han hablado contra su Señor
y no quieren adorarlo,
ofenden su gloria.
Hasta la mirada de sus rostros los traiciona
y pone de manifiesto su culpa.
Y se vanaglorian de que su pecado
es igual al pecado de Sodoma.
¡Ni vergüenza les da!
¡Qué catástrofe!
Se han acarreado
su propia condenación.
Pero todo le saldrá bien al justo.
Díganle:
«¡Qué hermosa recompensa te espera!».
Pero al malvado díganle:
«Tu condenación es segura.
También tú recibirás
la paga que mereces.
Ya viene el castigo
que te has ganado».
¡Oh pueblo mío!
¿Acaso no ves qué necios gobernantes tienes?
¡Débiles como mujeres,
necios como chicuelos
jugando a que son reyes!
¿Dirigentes?
¡No;
guías ineptos!
Por senda florida
los llevan a la destrucción.
¡Se levanta el Señor!
Es el gran fiscal que presenta
la acusación contra su pueblo.
Los primeros que caerán bajo su ira
serán los consejeros y los príncipes,
porque han defraudado a los pobres.
Han llenado sus graneros
con el trigo robado
a los indefensos campesinos.
«¿Cómo se atreven a moler
a mi pueblo así en el polvo?»,
les dirá el Señor Todopoderoso.»
Isaías 3:4-15 NBV