"Masculinidad tóxica" ... ¿Qué eso? La narrativa dominante de nuestros tiempos liberales de que hombres fuertes liderando sus familias, negocios, iglesias y naciones, es la causa fundamental de todos los males sociales que aquejan a la sociedad.
Y si la enfermedad es "hombres fuertes liderando", la cura es la de deconstrucción del hombre para que la mujer pueda asumir los roles protagónicos en la sociedad.
Puedes ver este impulso de remplazar las jerarquías naturales con las nuevas jerarquías ideológicas: en nuestras películas, en nuestra política, en la empresa privada, en las admisiones a la universidad, incluso en los planes de estudio de la escuela primaria.
A los hombres se les enseña a ser dóciles, a ser sumisos, a ver mal cualquier forma de agresión, menos competitivos, más tranquilos, en fin, a ser como las niñas. Mientras que al mismo tiempo, a las mujeres se les incentiva a ser dominantes, exigentes, agresivas, altamente competitivas, en definitiva, más masculinas.
Incluso en el vestido vemos este intento de inversión de roles: los grandes nombres corporativos y las estrellas de Hollywood nos muestran a los hombres con vestidos y atuendos femeninos, mientras que las mujeres portan cortes de pelo y atuendos masculinos. En el mundo corporativo y político, necesitamos cuotas de género para igualar los ratios. De hecho, si podemos tener más mujeres en puestos de liderazgo, mejor para la sociedad.
El mundo eclesiástico, trágicamente, no se ha salvado de esta metamorfosis ideológica: lo que era inaudito hace menos de 100 años, ahora se ha convertido en el patrón en muchas denominaciones: mujeres liderando a hombres. Una inversión completa de la norma bíblica.
El problema con esta inversión es este: la ideología solo puede gobernar la sociedad por un tiempo, hasta que la realidad regresa con venganza y ajusta cuentas. No es por diseño del hombre que el hombre gobierne, es la ley natural de la creación. El hombre no es más fuerte, más rápido y más agresivo por naturaleza, no porque él mismo se haya diseñado así, sino porque así fue hecho, con el fin de que gobernara, dominara y liderara. Desprovéele este fin último, y le habrás quitado su propósito de ser. El hombre, en general, ya no querrá asentarse y casarse, formar familias y tener hijos, usar su fuerza y energías mentales para crear e innovar, sino que, habiendo sido deconstruido, se conformará con una vida de alto placer y baja preferencia temporal, la fabricación de hombres débiles esclavos del vicio.
– Mujeres: ¿son estos el tipo de hombres que quieres como esposos, padres, hermanos, soldados?
– Hombres: ¿Es este el tipo de hombre que quieres ser?
¡Despierten ambos! Hombres débiles no benefician a nadie, ni al hombre, ni a la mujer, ni a la sociedad. Hombres débiles, de hecho, es el signo revelador de una sociedad en descomposición. Una cultura en decadencia espiritual, moral y económica, donde los que han sido diseñado para liderar han cedido su autoridad por buscar el placer y las mujeres se ven obligadas a llenar el vacío. Pero al igual que ningún hombre jamás podrá ser una mujer, y mucho menos una madre; ninguna mujer puede ser el "pater", es decir, la cabeza de la sociedad.