Tener un verdadero propósito en la vida significa tener una razón para vivir, unas metas claras y algo por lo que luchar.
¿Es eso posible? Claro que sí.
El hecho de que estemos dotados de inteligencia, conciencia y raciocinio muestra que el Creador tenía un propósito definido para nosotros: nos puso en la Tierra para algo.
Por eso, solo quienes viven conforme al propósito del Creador pueden encontrarle verdadero propósito a la vida.
La Biblia nos revela que el propósito que Dios tiene para el hombre abarca muchas cosas.
Por ejemplo, sabemos que Dios nos ama desinteresadamente, como lo prueba el maravilloso diseño del cuerpo humano Sal. 40:5; 139:14.
Por tanto, si queremos vivir de acuerdo con el propósito divino, tenemos que imitar a Dios y amar desinteresadamente a los demás 1 Jn. 4:7-11.
Otra cosa que también tenemos que hacer es obedecer sus mandamientos Ecl.12:13; 1Jn. 5:3.
Dios también se propuso que los seres humanos vivieran felices y en paz entre sí y con el resto de la creación Gn. 1:26; 2:
15.
Pero ¿qué necesitamos para sentirnos felices, seguros y en paz?
Igual que un niño necesita la presencia de sus padres para sentirse contento y protegido, nosotros necesitamos tener una buena relación con nuestro Padre celestial.
Dicha relación dará verdadero sentido y propósito a nuestra vida Heb.12: 9.
Dios hace posible esa relación permitiendo que nos acerquemos a él y escuchando nuestras oraciones Snt. 4:8; 1Jn. 5:14, 15.
Si nosotros, por nuestra parte, ‘andamos con Dios’ fielmente y llegamos a ser sus amigos, podremos darle alabanza y alegrar su corazón Gn. 6:9; Pro. 23:15,16; Snt. 2:23.
No puede haber otro propósito más importante en la vida.
El salmista lo expresó con estas palabras: “Toda cosa que respira... alabe a Jah” Sal. 150: 6.