La predicación de los apóstoles se centraba en la muerte y resurrección de Jesús.
Pedro, dirigiéndose al Sanedrín, proclamó claramente a Jesús como el único camino al cielo: «En ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos» (Hch 4,12).
Pablo, hablando en la sinagoga de Antioquía, señaló a Jesús como el Salvador: «Quiero que sepáis que por medio de Jesús se os anuncia el perdón de los pecados. Por medio de él, todo el que cree queda libre de todo pecado» (Hechos 13:38-39).
Juan, escribiendo a la Iglesia en general, especifica el nombre de Jesús como la base de nuestro perdón: «Os escribo a vosotros, hijos míos, porque vuestros pecados han sido perdonados gracias a su nombre» (1 Jn 2,12).
Nadie más que Jesús puede ser el salvador del hombre.
Para recibir el don gratuito de la salvación de Dios, debemos mirar a Jesús y SOLO a Jesús. Debemos confiar en la muerte de Jesús en la cruz como nuestro pago por el pecado y en Su resurrección.
“Esta justicia de Dios viene por la fe en Jesucristo a todo aquel que cree” (Romanos 3:22).
Pedro, dirigiéndose al Sanedrín, proclamó claramente a Jesús como el único camino al cielo: «En ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos» (Hch 4,12).
Pablo, hablando en la sinagoga de Antioquía, señaló a Jesús como el Salvador: «Quiero que sepáis que por medio de Jesús se os anuncia el perdón de los pecados. Por medio de él, todo el que cree queda libre de todo pecado» (Hechos 13:38-39).
Juan, escribiendo a la Iglesia en general, especifica el nombre de Jesús como la base de nuestro perdón: «Os escribo a vosotros, hijos míos, porque vuestros pecados han sido perdonados gracias a su nombre» (1 Jn 2,12).
Nadie más que Jesús puede ser el salvador del hombre.
Para recibir el don gratuito de la salvación de Dios, debemos mirar a Jesús y SOLO a Jesús. Debemos confiar en la muerte de Jesús en la cruz como nuestro pago por el pecado y en Su resurrección.
“Esta justicia de Dios viene por la fe en Jesucristo a todo aquel que cree” (Romanos 3:22).