Jack W. Cottrell
Teólogo protestante
Un examen cuidadoso de esos versículos puede llevarnos a conclusiones muy distintas; a mí me ha llevado a la siguiente interpretació:
1) el v.22 se refiere al nacimiento prematuro de ua criatura que, de otra manera, en un parto normal, hubiera nacido más sana, o con mayores posibilidades de salud robusta; y
2) la ley del talión es aplicable tanto al daño hecho al niño como a la madre
El v. 23 afirma que la ley del talión habrá de aplicarse si resultare algún daño, sin especificar si a la madre o al niño. Se deduce de ello que dicha ley es aplicable indiscriminadamente, y no tan sólo en el caso de que se perjudique a la madre. Vale tanto para el feto como para la mujer, con lo que se infiere que ambos son seres humanos a los ojos del Creador.
No existe ninguna justificación linguística para traducir el v. 22 como si se refiriera a un aborto. La cláusula que tanto la versión King James como la American Standard Version traduce: "de manera que se pierda su fruto ("so that her fruit depart") se lee literalmente así: "de manera que sus criaturas -o niños- vengan afuera" ("and her children come out" -tal como se indica en una lectura marginal en la New American Standar Version). El nombre es YELED, en hebreo, vocablo común para designar el niño o el fruto, y su peculiaridad en este versículo es que aparezca en forma plural y no singular. El verbo es YATZA´, que tiene el significado de salir o expulsar. Suele emplearse para las referencias a los nacimientos normales, tanto cuando se alude a que salen, en última instancia, de los lomos, o entrañas, del padre (ej: Gen 15,4; 46,26; 1 Rey 8,19; Is 39,7) o del vientre de la madre (Gen 25,25-26; 38,28-29; Job 1,21; 3,11; Ecl 5,15; Jer 1,5; 20,18). En todos estos ejemplos, la referencia es siempre al nacimiento normal de un niño normal; en ningún caso se usa este vocablo para indicar un aborto.
En un pasaje -Números 12,12- la palabra se refiere al que nace muerto. Pero elque nace muerto no lo es por aborto, en este caso. De modo que ni siquiera en este pasaje el vocablo que nos ocupa tiene el significado de aborto. Traducirlo como a tal es, a todas luces, incorrecto. Además, el sentido obvio, por encima de afanes polémicos, es nacimiento prematuro, no aborto; y, por otra parte, el concepto de nacimiento prematuro en Números 12,12 viene indicado, no mediante el verbo Yatza´, sino a través de la descripción específica del niño mismo.
Otra razón para pensar que Exodo 21,22 se refiere al nacimiento prematuro y no a un aborto la tenemos en el hecho de que el idioma hebreo tiene una palabra -SHAKOL- que se refiere específicamente al aborto (en algunos casos significa también: despojar, desposeer o quitar); pero no es éste el vocablo empleado en Exodo 21,22.
La palabra SHAKOL se usa en Exodo 23,26 y en Oseas 9,14, en donde se alude al aborto. En Gen 31,38 y Job 21,20 se refiere a los animales que abortan. Y en 2 Rey 1,19-21 y Mal 3,11 describe la tierra y las plantas que no producen fruto.
De modo que no parece existir ninguna apoyatura para interpretar Ex 21,22 como si significara "la destrucción del feto". La expresión hebrea que se untiliza indica, por el contrario, el nacimiento de una criatura. La irregularidad de la situación radica en el hecho de que el nacimiento es prematuro y maliciosamente provocado.
El segundo punto que deseo defender -y que ya he apuntado más arriba- es que cualquier daño inflingido al niño, no menos que el hecho a la madre, demanda la aplicación de la lex talionis. Esto, desde luego, va en contra de la lectura popular del v. 22, que pretende leer la muerte del feto y considerarla como un daño menor, sin que se produzcan más lesiones o injurias y, por lo tanto, basta con una multa. De acuerdo con este punto, el v. 23 hablaría de otro daño de naturaleza más grave: el cometido contra la madre. Sólo en este último caso, si la madre era perjudicada, si era dañada, se requería el "ojo por ojo" o el "Vida por vida". Dicha interpretación, repito, no se basa en buena exégesis porque no corresponde al sentido de las palabras hebreas que se usan.
El propio texto no hace ninguna distinción entre el daño cometido al niño y el hecho a la madre. No es éste el punto de contraste del pasaje. Lo que se contrasta es una situación en la que ningún daño se hace a la madre ni al niño, u otra opuesta en la que el daño se hace al uno o al otro. En la primera sitaución, el prematuro nacimiento del niño no se considera dañino en absoluto. El texto afirma explícitamente que si la mujer es herdia y la criatura es expulsada por causa de esta herida, sin que se produzca daño alguno, entonces el adversario debe de ser multado tan sólo. Esta multa, con toda probabilidad, era impuesta a causa del peligro al que tanto la madre como el niño eran expuestos y la desasosiego de los padres en relación con un nacimiento prematuro poco n atural. El texto no permite otra interpretación.
Sólo en el v. 23 aparece la posibilidad del daño, en donde se lee: "si hubiere muerte" (versión Reina Valera), "pero si resultare algún daño" (versión Nácar-Colunga). El texto no dice: "si hubiere algún OTRO daño", ni tampoco que éste afectara tan sólo a la madre. No establece ninguna diferencia entre la madre y el niño.
Está, pues, claro, que la interpretación de este pasaje más fiel al texto hebreo es la que distingue entre un nacimiento prematuro que no daña ni a la madre ni a la criatura y el nacimiento prematuro en el que uno de los dos -la madre o el niño- resultan dañados o tal vez mueren. En este último caso la vida del feto adquiere tanto valor como el de la vida de la madre y el principio de la lex talionis vale para los dos. No hay, pues, ninguna justificación para afirmar que en este pasaje "en contraste con la madre, al feto no se le reconoce alma". El texto hebreo refuta tal conclusión.
Correctamente interpretado, el pasaje de Exodo 21 no otorga justificación bíblica de ninguna clase a quienes quieran liberalizar las leyes sobre el aborto. Y si no pudieron encontrar apoyo aquí, en esta sección de la Escritura, menos la encontrarán en otros pasajes. No parece haber otros textos a los que apelar para tales pretensiones.
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Transcrito del libro "Aborto, ¿solución o problema?" de Ediciones Evangélicas Europeas
ISBN 8472850498