Tal y como me ha llegado, la escribo:
30 de octubre 2003
CANALLADA DE LA IGLESIA CATÓLICA (BEATIFICACIÓN DE ISABEL I DE CASTILLA)
Hipòlit Bonnín
Espero que estas líneas lleguen a ser leídas en el Episcopado Español y especialmente por el gestor de la causa de beatificación de Isabel la católica, P. Rafael María Serra Bover.
Es realmente una canallada y una perfidia de la Iglesia Católica pretender beatificar a una mujer que odió con profusión y una sibilina virulencia a los judíos españoles, fueron víctimas del escarnio más surrealista de su época, fue una de las precursoras de la potenciación de la judeofobia que culminó de forma macabra con la Shoá, una judeófoba que contó con la aprobación y legitimación de la Iglesia Católica que utilizaba la maquinaria de la Santa Inquisición para obligar a todos los judíos españoles a ser católicos bajo pena de expulsión, muerte, tortura y las más variadas de las atrocidades que uno se pueda imaginar.
La maquinaria católica de nuestros días, desde un punto de vista subjetivo, parece no diferir demasiado de la de entonces, se quiere beatificar a una mujer que careció de compasión, instigadora del año de la "gran gloria" por el edicto de expulsión, lo que será la vergüenza más grande de España.
Ella, sin darse cuenta, se hizo daño a sí misma, pues se convirtió en encubridora irreversible de la maldad católica que actuó malévolamente contra el pueblo judío por el hecho de serlo.
Su desconocimiento sobre la cultura judía la cegó y se contagió del odio de la iglesia católica hacia los "deicidas" judíos. Bien es cierto que la iglesia ha pedido perdón por las necedades, expolios, torturas, asesinatos y barbaries de todo tipo contra el pueblo de Israel, al parecer ese perdón no se solicitó pensando en Isabel I, dado el interés que ahora existe por su beatificación.
Señores católicos, mientras Vds. no puedan convencer al judío de que
Jesús fue el Mesías con palabras y no con judeofobia, su religión no
puede ser válida. Mientras Isabel I disponía de su poder para expulsar a los judíos, éstos disponían de la verdad para enfrentarse a tan horrible crimen. Menos mal que su "indulgencia" de no expulsión para los que se bautizasen la convirtió en una "santa persona".
Pueden Vds. juzgar tales actuaciones y someterlas al juicio de cualquier católico de la calle y analizar cada una de las respuestas emitidas; estoy seguro de la posibilidad de recapacitar ante tan lamentable acto de beatificación de una gran pecadora. Si aun así persisten en su obstinada persistencia de su beatificación, están Vds. incurriendo en la ratificación del vil y criminal edicto de expulsión de 1492.
SEÑORES DEL EPISCOPADO ESPAÑOL, NO INCURRAN EN DEVOLVER AL PUEBLO JUDIO EL RECUERDO DEL TERRIBLE SUFRIMIENTO QUE ESTA MUJER CAUSÓ A NUESTROS ANTEPASADOS, Y NO SE HAGAN ACREEDORES DE LAS MALDICIONES QUE PROFERIRÁN LAS VOCES DE ISRAEL.
Israel no olvidará jamás de lo que esta mujer, junto a su marido, llevaron a cabo contra nuestro pueblo de forma premeditada y criminal.
30 de octubre 2003
CANALLADA DE LA IGLESIA CATÓLICA (BEATIFICACIÓN DE ISABEL I DE CASTILLA)
Hipòlit Bonnín
Espero que estas líneas lleguen a ser leídas en el Episcopado Español y especialmente por el gestor de la causa de beatificación de Isabel la católica, P. Rafael María Serra Bover.
Es realmente una canallada y una perfidia de la Iglesia Católica pretender beatificar a una mujer que odió con profusión y una sibilina virulencia a los judíos españoles, fueron víctimas del escarnio más surrealista de su época, fue una de las precursoras de la potenciación de la judeofobia que culminó de forma macabra con la Shoá, una judeófoba que contó con la aprobación y legitimación de la Iglesia Católica que utilizaba la maquinaria de la Santa Inquisición para obligar a todos los judíos españoles a ser católicos bajo pena de expulsión, muerte, tortura y las más variadas de las atrocidades que uno se pueda imaginar.
La maquinaria católica de nuestros días, desde un punto de vista subjetivo, parece no diferir demasiado de la de entonces, se quiere beatificar a una mujer que careció de compasión, instigadora del año de la "gran gloria" por el edicto de expulsión, lo que será la vergüenza más grande de España.
Ella, sin darse cuenta, se hizo daño a sí misma, pues se convirtió en encubridora irreversible de la maldad católica que actuó malévolamente contra el pueblo judío por el hecho de serlo.
Su desconocimiento sobre la cultura judía la cegó y se contagió del odio de la iglesia católica hacia los "deicidas" judíos. Bien es cierto que la iglesia ha pedido perdón por las necedades, expolios, torturas, asesinatos y barbaries de todo tipo contra el pueblo de Israel, al parecer ese perdón no se solicitó pensando en Isabel I, dado el interés que ahora existe por su beatificación.
Señores católicos, mientras Vds. no puedan convencer al judío de que
Jesús fue el Mesías con palabras y no con judeofobia, su religión no
puede ser válida. Mientras Isabel I disponía de su poder para expulsar a los judíos, éstos disponían de la verdad para enfrentarse a tan horrible crimen. Menos mal que su "indulgencia" de no expulsión para los que se bautizasen la convirtió en una "santa persona".
Pueden Vds. juzgar tales actuaciones y someterlas al juicio de cualquier católico de la calle y analizar cada una de las respuestas emitidas; estoy seguro de la posibilidad de recapacitar ante tan lamentable acto de beatificación de una gran pecadora. Si aun así persisten en su obstinada persistencia de su beatificación, están Vds. incurriendo en la ratificación del vil y criminal edicto de expulsión de 1492.
SEÑORES DEL EPISCOPADO ESPAÑOL, NO INCURRAN EN DEVOLVER AL PUEBLO JUDIO EL RECUERDO DEL TERRIBLE SUFRIMIENTO QUE ESTA MUJER CAUSÓ A NUESTROS ANTEPASADOS, Y NO SE HAGAN ACREEDORES DE LAS MALDICIONES QUE PROFERIRÁN LAS VOCES DE ISRAEL.
Israel no olvidará jamás de lo que esta mujer, junto a su marido, llevaron a cabo contra nuestro pueblo de forma premeditada y criminal.