Autoridad suprema de las Escrituras en los Padres primitivos

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Cerrado para nuevas respuestas
Querido toni:


Como mi propósito es no perder el tiempo - o perder el menos posible- con estas cuestiones, que me parecen más propias de adolescentes que de adultos, máxime cuando pienso que tú, en realidad, ya tienes motivos para saber que yo no soy Luis, me limito a reiterar lo ya manifestado con anterioridad en este Foro:


<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>(…)


… Ningún mal hay, en principio, en hacer una llamada telefónica, pero sí en ser obligado a ello.


(…)


En fin, no quiero perder más tiempo con estas cuestiones. Quien crea que soy Luis Fernando, miembro expulsado, que haga uso de la norma 8.ª del Foro, puesto que podría tratarse de un mal funcionamiento, y comuníquelo, conforme a dicha regla, por e-mail al Webmaster, que -confío y deseo- tendrá medios para confirmar lo infundado y absurdo de tal suposición. Yo, por mi parte, no deseo tratar más de este tema ni verme forzado a defender nuevamente -y de forma un tanto surrealista- mi integridad, salvo que el Webmaster, que tiene la bondad de dejarme participar aquí, así lo desee.


… Y quiero pedir, por último, perdón a los restantes miembros del Foro por hacerles perder su tiempo con este tipo de cosas, pero, el menos, creo que queda constancia de que no ha sido por mi voluntad.[/quote]


Dios te bendiga.


Tuyo, en Cristo,


USOZ


><>
 
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Originalmente enviado por USOZ:
.... máxime cuando pienso que tú, en realidad, ya tienes motivos para saber que yo no soy Luis........

[/quote]


De donde sacas, argumentas y manipulas con semejante conclusión???

Jamas te he visto, ni he hablado contigo.

Estoy equivocado???
 
Hola, toni.

Como veo que estás en línea, te espero hasta las 22:30 en el chatcristiano.com, ¿vale? En la Sala de Debates Serios.

Hasta ahora.

USOZ

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Quería decir hasta las 23:30...

Bueno, ahora hasta las 23:40.

wink.gif
 
El chat es la prueba de que existes???????????

JUA JUA
biggrin.gif
JUA JUA
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JUA JUA
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JUA JUA
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JA JA
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JUA JUA
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JA JA JUA ¡¡¡¡HIP!!!

De verdad que no te creia tan infantil, por favor Luis, que no me he caido de una parra!!!!

¿A quien quieres engañar?
 
Acabo de chatear con un tal USOZ y me ha reconocido que esto del chat, no representa ninguna prueba para demostrar nada.

Verdad USOZ???

Yo entré desde mi ordenador con tres nicks diferentes y simultaneos, pasé un buen rato riendome y diciendo tonterías, sin querer hacer daño a nadie.

¡¡¡¡EL CHAT NO ES UNA FORMA SERIA DE DEMOSTRAR NADA!!!!
 
Pues.........

¡¡Yo estaba equivocado!!

¡¡USOZ, ha llamado por telefono y desde Santander!!

Así que como prometí...

¡¡Pido publicamente disculpas!!

Aunque has dicho que no hacía falta pedirlas, Yo aunque a veces me equivoque, soy persona de palabra.

DTB

Toni
 
¡¡¡Se acabaron las neurosis y las desconfianzas!!!
wink.gif


USOZ me ha llamado y he podido comprobar que NO ES Luis Fernando; nuestras sospechas se han deshecho y agradezco al Señor haber tenido este momento de conversación con USOZ.

Luis, tenías razón, al menos esta vez si decias la verdad . Lo siento chico, pero has tenido y usado tantos nicks, que era normal que desconfiaramos
wink.gif



Maripaz
 
Queridos toni y Maripaz:


Aunque, como he tenido ocasión de decir a Maripaz esta mañana, no había ninguna necesidad de pedir disculpas, y menos públicamente, te agradezco, toni, tu actitud.


Y yo también doy gracias al Señor, Maripaz, por el breve y un tanto atropellado, aunque intenso, rato de conversación contigo.


Dios os bendiga.


Vuestro, en Cristo,


USOZ


><>
 
Enviado por Usoz 25-11-2000

Querido Jetonius:
1. Confío en que sus aportaciones patrísticas nos animen a todos a leer a los Padres de la Iglesia. Bien es cierto que, por las razones que sean, los miembros evangélicos del Foro no van a encontrar demasiados libros de los Santos Padres en las librerías evangélicas, al menos en las españolas, pero no importa: los pueden hallar en la Red y si no, en las librerías católicas o en las generalistas.

(Jetonius) Usted sabe bien que, aunque suscribo con firmeza el principio de Sola Scriptura, me parecen muy importantes y siempre dignas al menos de seria consideración las enseñanzas de los escritores cristianos primitivos. En efecto, si se busca puede encontrarse mucho en la red. CLIE ha publicado “Los Padres Apostólicos” (versión de Lightfoot) así como la Historia de la Iglesia de Eusebio y, claro, hay mucho más material publicado por diversas editoriales como BAC, que puede hallarse en diversas bibliotecas y en librerías.

(Usoz)
2. En realidad, no creo que ningún cristiano, católico o protestante, discuta la “autoridad suprema de las Escrituras”: éstas son Palabra de Dios; por tanto, no cabe ninguna duda acerca de su suprema autoridad.

(Jetonius) Me parece que peca usted de ingenuo, y esto por dos razones. La primera es que en el romanismo la supremacía es oficialmente compartida con la tradición apostólica. Ambas, Escritura y Tradición Apostólica, son puestas a un mismo nivel. La segunda es que en la práctica, la Iglesia de Roma ha definido dogmáticamente doctrinas que por cierto carecen de apoyo escritural. La mejor forma de ver cómo funciona y hasta que punto se toma en serio un principio es verlo aplicado en la práctica. Y en este terreno, la autoridad suprema de la Biblia en la Iglesia de Roma es letra muerta. Si las Escrituras apoyan sus enseñanzas, perfecto; de lo contrario, tanto peor para ellas.

(Usoz)
2. Lo que se discute es si, como afirman los herederos de la Reforma del s. XVI, las Escrituras constituyen la única fuente de la revelación o si ésta, la divina revelación, tiene dos fuentes: una escrita: la Sagrada Escritura y otra hablada: la Tradición cristiana, como sostienen los católicos. O, para simplificar, cuál de los dos lemas es el correcto: el protestante “Sola Scriptura” o el católico “Solum Verbum Dei”.

(Jetonius) Hasta donde sé, la Iglesia de Roma no admite teóricamente como fuente de revelación , a los efectos de su enseñanza magisterial, sino dos fuentes, como ya lo señalé. La primera es la Biblia, y la segunda la tradición apostólica , no cristiana en general como usted afirma. Es decir, que a los efectos de la revelación normativa, Solum Verbum Dei es la suma de las Escrituras y la Tradición Apostólica.

Aceptación de los Libros Sagrados y de las tradiciones de los Apóstoles

El sacrosanto, ecuménico y univeral Concilio de Trento, legítimamente reunido en el Espíritu Santo, bajo la presidencia de los tres mismos Legados de la Sede Apostólica, poniéndose perpetuamente ante sus mismos ojos que, quitados los errores, se conserve en la Iglesia la pureza misma del Evangelio que, prometido antes por obra de los profetas en las escrituras Santas, promulgó primero por su propia boca nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, y mandó luego que fuera predicado por ministerio de sus Apóstoles a toda criatura [Mt. 28,19s; Mc 16,15] como fuente de toda saludable verdad y de toda disciplina de costumbres; y viendo perfectamente que esta verdad y disciplina se contiene en los libros escritos y en las tradiciones no escritas que, transmitidas como de mano en mano, han llegado hasta nosotros desde los apóstoles, quienes las recibieron o bien de labios del mismo Cristo, o bien por inspiración del Espíritu Santo; siguiendo los ejemplos de los Padres ortodoxos, con igual afecto de piedad e igual reverencia recibe y venera todos los libros, así del Antiguo como del Nuevo Testamento, como quiera que un solo Dios es autor de ambos, y también las tradiciones mismas que pertenecen ora a la fe ora a las costumbres, como oralmente por Cristo o por el Espíritu Santo dictadas y por continua sucesión conservadas en la Iglesia Católica.”

Concilio de Trento, Sesión IV del 8 de abril de 1546 (Denzinger 783; negritas añadidas).

Esta doctrina comenzó a enseñarse con claridad, por influencia de Cirilo de Alejandría, en el II Concilio de Constantinopla de 553, es decir, algunos siglos después de la época apostólica. Se reafirmó en el II de Nicea (787) y en el IV de Constantinopla (869). Se enseña en el Símbolo de León IX (1053) y en una carta de Gregorio IX , entre otros documentos papales. El Concilio de Trento ratificó la doctrina en la Sesión IV citada más arriba (8 de abril de 1546), en el I Vaticano (1870) y recientemente en el II Vaticano, que concluye que “se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad.” (Const. Dogm. Dei Verbum, II,9).

Entre los Errores de los Modernistas acerca de la Iglesia, la revelación, Cristo y los sacramentos condenados en el decreto del Santo Oficio Lamentabili del 3 de julio de 1907, siendo papa Pío X, está el siguiente:

“21. La revelación que constituye el objeto de la fe católica, no quedó completa con los Apóstoles.”

Creo que no es necesario abundar más para admitir que la Iglesia Católica Apostólica Romana profesa obtener todas sus enseñanzas de las Escrituras y de la Tradición Apostólica. De modo que, cuando se definió, por ejemplo, la Inmaculada Concepción de María, el católico debe aceptar que tal dogma de fe está revelado en alguna de estas fuentes o en ambas.
Sin embargo, debe hacerlo exclusivamente sobre la autoridad del Magisterio.

Uno puede buscar hasta el cansancio en los escritos de los primeros siglos de la Iglesia, sin hallar jamás que esta doctrina haya sido enseñada por un Padre, o en un concilio, o alguien se refiera a ella como una tradición apostólica. De hecho, como usted debe saber, cuando la doctrina surgió allá por el siglo XII desató gran controversia –señaladamente se opusieron a ella nada menos que el marianísimo Bernardo de Claraval, Pedro Lombardo, Alejandro de Hales, Alberto Magno y el Doctor Angelicus Tomás de Aquino. El primero se opuso a la celebración de la fiesta de la “inmaculada concepción” hacia 1140 precisamente por considerarla una novedad infundada.

En la Constitución Grave nimis tan tardíamente como el 4 de setiembre de 1483, Sixto IV escribía a propósito de la controversia entre franciscanos por-inmaculada y dominicos “anti”, acerca de los que condenaban como herejía esta doctrina:

“Nos, por autoridad apostólica, ... reprobamos y condenamos tales afirmaciones como falsas, erróneas y totalmente ajenas a la verdad ... [pero se reprende también a los que] se atrevieren a afirmar que quienes mantienen la opinión contraria, a saber, que la gloriosa Virgen María fue concebida con pecado original, incurren en crimen de herejía o pecado mortal como quiera que aún no está decidido por la Iglesia Romana y la Sede Apostólica...”
(Denzinger # 735, negritas añadidas).

Esta declaración de fines del siglo XV es harto sorprendente, proviniendo de Sixto IV, franciscano él mismo, y nada menos que quien autorizó en 1476 la famosa fiesta que Bernardo había considerado una novedad. Sin embargo, en 1489 Sixto IV no estaba seguro de tal doctrina.

A pesar del vacío completo de declaraciones escriturales y de tradiciones confiables, Pío IX definió el nuevo dogma, sin que mediase ninguna nueva revelación. Es notable que en el extracto que aparece en Denzinger de la Bula Ineffabilis Deus donde aparece la solemne definición, no se cita ni un texto bíblico, ni ningún Padre antiguo.

Me he extendido en este ejemplo en particular porque demuestra acabadamente cómo funciona el establecimiento de las doctrinas en la Iglesia de Roma. Tal como lo resume magistralmente George Salmon, cuyo clásico La infalibilidad de la Iglesia está disponible en español (Terrassa:CLIE):

“Es muy engañoso, por tanto representar al catolicismo como basado en una tradición confiable. No se nos permite aplicar una prueba histórica a su enseñanza; por el contrario, la enseñanza de la Iglesia en el día presente es hecha la prueba de las tradiciones. Si cualesquiera dichos de antiguos escritores se traen a colación, coo contraviniendo aquella enseñanza, son puestos de lado como falsas tradiciones ...
La apelación a la tradición por los católicos romanos no significa más que esto: que hay doctrinas enseñadas por la Iglesia de Roma las cuales, debe reconocerse, no pueden hallarse en la Escritura, y las cuales no está dispuesta a reconocer que las inventó o a simular que le fueron dadas a conocer como una nueva revelación. Lo que queda, entonces, es que debe de haberlas recibido por tradición. Pero la falta de base de esta pretensión se evidencia cuando vamos a buscar el testimonio de la antigüedad con respecto a cada una de las doctrinas peculiares del romanismo. Pues la tradición es algo que debe de tornarse más pura cuanto más hacia atrás la seguimos.”
(The infallibility of the Church, p. 132, 133).


(Usoz)
4. Hechas estas consideraciones preliminares, fijémonos en los textos que ha tenido Vd. la paciencia de transcribir. Créame si le digo que los he leído con sumo interés buscando hallar, entre ellos, los que pudieran indicar que ya los Santos Padres se adherían al lema reformado de “Sola Scriptura”, pues, como fácilmente comprenderá, ninguna objeción pueden plantear ni a católicos ni a protestantes citas como la que, por vía de ejemplo, transcribo, que es una de las seleccionadas por Vd., de San Justino, mártir:
Comentario:

Él dijo haber visto una escalera, y la Escritura ha declarado que Dios se erguía sobre ella. Pero que éste no era el Padre, lo hemos demostrado por las Escrituras… Y que la roca simbólicamente proclamaba a Cristo, lo hemos demostrado también por muchas Escrituras…


(Jetonius) No cabe duda de que la Iglesia de Roma recurre con muchísimo gusto a las Escrituras en todas aquellas doctrinas en donde la prueba bíblica es sólida o al menos puede construirse un caso plausible. El problema ha surgido cuando ha decidido establecer dogmáticamente doctrinas que no se enseñan en la Biblia.


5. Pues bien, tras leer todo su mensaje, sólo he encontrado los siguientes:
Comentario:

San Gregorio de Nisa )

“No nos está permitido afirmar lo que nos plazca. La Sagrada Escritura es, para nosotros, la norma y la medida de todos los dogmas. Aprobamos solamente aquello que podemos armonizar con la intención de estos escritos”.
San Jerónimo
“Es una arrogancia criminal añadir algo a las Escrituras; lo que está escrito, créelo; lo que no está escrito, no lo busques”.
San Agustín de Hipona
“Pues entre las cosas claramente dispuestas en las Escrituras se hallarán todos los asuntos que conciernen a la fe y las costumbres”.
San Juan Crisóstomo
“Las cosas que se inventan bajo el nombre de la tradición apostólica, sin la autoridad de las Escrituras, son castigadas por el estoque de Dios”.


6. En realidad, ninguno de ellos contradice la posición católica, pues, como concederá Vd., es claro para los católicos que “no nos está permitido afirmar lo que nos plazca” y que la relación entre la Escritura y la Tradición debe ser de armonía. Convendrá Vd. conmigo en que un católico tampoco tiene nada que objetar a las afirmaciones de que “es una arrogancia criminal añadir algo a las Escrituras”, de que “entre las cosas claramente dispuestas en las Escrituras se hallarán todos los asuntos que conciernen a la fe y las costumbres” o de que “las cosas que se inventan bajo el nombre de la tradición apostólica, sin la autoridad de las Escrituras, son castigadas por el estoque de Dios”.

(Jetonius) Me dispensará si no lo felicito por su retorno al catolicismo romano. Desde luego, ninguna declaración oficial del Magisterio afirma que les esté permitido decir lo que le plazca, o que haya inventado cosas bajo el nombre de la tradición apostólica. Sin embargo, esto es precisamente lo que ha hecho una y otra vez. Tal el caso de la inmaculada concepción, del culto a las imágenes, de la confesión auricular, de la validez de la comunión en una especie, del purgatorio, de la infalibilidad pontificia...
Por lo demás, la declaración de Jerónimo en el sentido de que es una arrogancia criminal el añadir a las Escrituras se aplica de maravillas a la doctrina de una segunda fuente de revelación paralela a la Biblia.

7. Pero, por si no fuera así, o por si le quedara alguna duda, a Vd. o a cualquier otro lector, me ha parecido de interés transcribir los siguientes pasajes, que son también de los autores mencionados y que ponen de manifiesto, en mi opinión, con toda claridad, cuál era su convicción acerca de las fuentes de la revelación (la traducción es mía):


San Gregorio de Nisa )

“… debemos guardar para siempre, firme e inalterada la tradición que recibimos por sucesión de los padres…” (Que no hay tres Dioses).

(Jetonius) Esta declaración es muy interesante. Gregorio trata de responder la pregunta de si la existencia de tres Personas en la divinidad implica que hay tres dioses. Dice que primero que estaría bien si hallásemos algo que resolviese la incertidumbre, y prosigue:

“por otra parte, aun si nuestro razonamiento no estuviese a la altura del problema, debemos guardar para siempre, firme e inamovible, la tradición que recibimos por sucesión de los padres, y buscar del Señor la razón que es la abogada de nuestra fe: y si ésta fuese hallada por cualquiera de aquellos dotados con gracia, debemos agradecer a Aquel que otorgó la gracia; pero de lo contrario, sostendremos de todos modos, en aquellos puntos que han sido determinados, nuestra fe inmutablemente. “

Cabe notar en primer lugar que Gregorio no sostiene en absoluto que la tradición sea una fuente de revelación como hoy quiere Roma; en todo caso, sostiene, sí, que la comprensión de la revelación propia de los padres es algo a lo cual hay que aferrarse en caso de incertidumbre. En lo que a mí concierne, nada tengo contra este principio de atenerse al consenso tradicional en asuntos que no pueden resolverse de otro modo. Pero hay que notar cuidadosamente que este es lo que podríamos llamar el plan B de Gregorio. El plan A es tratar de resolver el aparente dilema. Y esto es precisamente lo que pasa a hacer en este tratado, en el cual notablemente recurre a exclusivamente a dos armas: la razón y las Escrituras.

En todo el escrito no hallé siquiera una referencia a una tradición oral o a la autoridad de ningún autor cristiano primitivo. En cambio, pude leer lo siguiente:

“Por tanto debemos confesar un Dios, según el testimonio de la Escritura:«Escucha Israel, el Señor tu Dios es uno”, aunque el nombre de Divinidad abarque la Santa Trinidad...”

“Nosotros, por otra parte, siguiendo la sugerencia de la Escritura, hemos aprendido que la naturaleza es innombrable e inefable, y decimos que todo término sea inventado por la costumbre [o autoridad] de los hombres, o transmitido a nosotros por las Escrituras, es de cierto explicativo de nuestras concepciones de la naturaleza divina, pero no incluye la significación de la naturaleza misma.”

“suponemos que ... Aquel que es nuestro theotês o quien nos observa, por el uso acostumbrado y por la instrucción de las Escrituras, es llamado theos o Dios.”

“Pues la Escritura atribuye el acto de ver igualmente al Padre, Hijo y Espíritu Santo [siguen citas de Salmo 84:9; Mateo 9:4; Hechos 5:3]”

“Cuando inquirimos, pues, de dónde este buen don vino a nosotros, hallamos por la guía de las Escrituras que fue del Padre, Hijo y Espíritu Santo.”

“Pues como cuando aprendemos acerca del Dios del universo, de las palabras de la Escritura, que el juzga toda la tierra [Rom 3:6], decimos que Él es el juez de todas las cosas a través del Hijo; y de nuevo, cuando oímos que el Padre no juzga a nadie [Juan 5:22] , no pensamos que la Escritura se contradice...”

“mientras que el Apóstol dice, que el uno y mismo Espíritu reparte sus buenos dones a cada hombre diversamente [1 Cor 12:11]...”

“Y como al Salvador de todos los hombres, especialmente de los que creen [1 Tim 4:10], se refiere el Apóstol como uno, y nadie de esta frase arguye ora que el Hijo no salva a quienes creen, ora que la salvación es dada a quienes la reciben sin la intervención del Espíritu; sino que Dios que es sobre todo es el Salvador de todos, mientras que el Hijo obra la salvación por medio de la gracia del Espíritu, y a pesar de ellos no son por esta causa llamados en la Escritura tres Salvadores...”

“Ciertamente sería una larga tarea establecer en detalle de las Escrituras aquellas construcciones que son inexactamente expresadas , para probar la afirmación que he hecho; donde, empero, hay un riesgo de lesión a cualquier parte de la verdad, ya no hallamos en las frases escriturales ningún uso indiscriminado o indiferente de las palabras. Por esta razón la Escritura admite llamar a “hombres” en plural ... Pero la palabra Dios la emplea deliberadamente sólo en singular ... Esta es la causa por la que dice “el Señor tu Dios es uno».”


“San Jerónimo
“Te agradezco tu recuerdo en relación con los cánones de la Iglesia. En verdad, “a quien el Señor ama, le castiga, y azota a todo hijo que recibe”. Aún te aseguraría que no tengo mayor pretensión que la de mantener los derechos de Cristo, que guardar las líneas trazadas por los padres, y recordar siempre la fe de Roma; esa fe que es alabada por los labios de un apóstol, y que la iglesia alejandrina se precia de compartir” (A Teófilo, Epístola 63:2).

(Jetonius) Esta carta, dirigida al “beatísimo papa Teófilo”, obispo de Alejandría, tiene como trasfondo la controversia acerca de los escritos de Orígenes de Alejandría iniciada por Epifanio de Salamina (Chipre). Jerónimo, habiendo sido antes un convencido origenista, tomó partido con Epifanio contra Juan de Jerusalén y Rufino de Aquileya. El obispo de Alejandría, que en su momento había intentado mediar en la controversia, dejó de contestar varias cartas de Jerónimo; y cuando lo hizo, le escribió aconsejándole que se sometiera a los cánones de la Iglesia. De ahí el irónico agradecimiento de Jerónimo. Lo que el traductor de la Vulgata afirma aquí es su ortodoxia. No aclara mucho su alusión a Roma, pero dado que en esta ciudad corrían vientos desfavorables al origenismo (condenado por Anastasio en 400), la entiendo como una alusión a la necesidad de mantener la ortodoxia. En efecto, la carta prosigue:

“Muchas personas religiosas están disgustadas de que seas tan paciente en relación con aquella chocante herejía, y que te supongas capaz por tal indulgencia de enmendar a quienes están atacando lo vital de la Iglesia. Ellos creen que, mientras aguardas la penitencia de unos pocos, tu acción está promoviendo la osadía de hombres abandonados y haciendo más fuerte su partido.”

Noto finalmente que de hecho, Jerónimo no apela aquí a la Tradición Apostólica como fuente de revelación, que supongo era lo que la cita se proponía demostrar.
Como lo he hecho notar en otras ocasiones, sostener el principio de Sola Scriptura no implica negarle a la Iglesia como cuerpo de Cristo la autoridad que rectamente debe tener; simplemente pone esa autoridad en subordinación a las Escrituras:

“Sola Scriptura significa:
1. Que la Biblia es la única regla infalible de la fe (doctrina) y la práctica (costumbres)
2. Que la enseñanza de la Biblia es suficiente para que las personas acepten a Jesucristo como Señor y Salvador, y haciendo lo que ella dice, alcancen la vida eterna.

Corolarios:
1. La Iglesia de Jesucristo no necesita revelaciones que no se hallen explícitamente o por lógica y clara implicación en la Biblia.
2. No hay otra regla infalible de fe fuera de las Escrituras.

Por otra parte, Sola Scriptura NO significa:
1. Que la Biblia contenga absolutamente todo lo que Dios ha dicho y hecho.
2. Que la Palabra de Dios no se haya transmitido oralmente en muchas ocasiones y situaciones históricas.
3. Que la Iglesia carezca de autoridad para interpretar, enseñar y defender la Palabra de Dios.
4. Que toda tradición no escrita deba ser rechazada a priori y a fortiori.

Los cristianos evangélicos creemos que la Iglesia es columna y fundamento de la verdad, que debe tener maestros piadosos y conocedores de las Escrituras, y que muchas tradiciones son expresiones válidas de la fe cristiana. Aceptamos las expresiones normativas de los Credos de los primeros concilios ecuménicos, y tomamos seriamente las enseñanzas de los Padres, así como de los muchos y muy buenos maestros, doctores y comentaristas que Dios le ha dado a la Iglesia a lo largo de los siglos. No creemos que la Escritura sea de interpretación privada (libre interpretación), pero sí sostenemos el principio del Libre Examen.”

San Agustín de Hipona
“Pero esas razones que yo he dado aquí, las he recogido bien de la autoridad de la iglesia, de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, o del testimonio de las divinas Escrituras, o de la naturaleza misma de números y de similitudes. Ninguna persona sobria decidirá contra la razón, ningún Cristiano contra las Escrituras, ninguna persona pacífica contra la iglesia” (De la Trinidad, 4, 6:10).

(Jetonius) Si usted ha leído el tratado, verá que el ilustre obispo apela fundamentalmente a las Escrituras y a la razón. Es cierto que, en una curiosa maniobra numerológica, alude a la tradición en 4:5 (9):

“Y no sin razón es el número seis entendido como puesto por un año en la construcción del cuerpo del Señor, como un número de lo cual Él dijo que levantaría en tres días el templo destruido por los judíos. Pues ellos dijeron «Cuarenta y seis años estuvo este templo en construcción» [Juan 2:20]. Y seis veces cuarenta y seis hacen doscientos setenta y seis. Y este número de días completa nueve meses y seis días, los cuales son contados, como si fuesen 10 meses para el parto de las mujeres; no porque todos vengan el sexto días después del noveno mes, sino porque la perfección misma del cuerpo del Señor se estima que fue producida en otros tantos días hasta el nacimiento, como la autoridad de la iglesia sostiene basada en la tradición de los ancianos. Pues se cree que fue concebido el 25 de marzo, día en el cual también sufrió; de modo que el vientre de la virgen, en el cual fue concebido, donde ninguno de los mortales fue engendrado, corresponde a la nueva tumba donde fue sepultado, donde ningún hombre fue depositado [Juan 19:41s], ni antes ni después. Pero Él nació según la tradición, el 25 de diciembre. Si, entonces, cuentas desde aquel día hasta éste hallas doscientos setenta y seis días que es cuarenta y seis veces seis. Y en este número de años el templo fue construido, porque en tal número de seis el cuerpo del Señor fue perfeccionado; el cual siendo destruido por el sufrimiento de la muerte, Él resucitó nuevamente en el tercer día. Pues «Él hablaba del templo de Su cuerpo»[Juan 2:19-21], como es declarado por el clarísimo y sólido testimonio del Evangelio; donde dijo, «Porque como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el corazón de la tierra»[Mateo 12:40].”

Conviene tomar nota de que pocos estudiosos actuales, católicos o protestantes, considerarían probable la fecha del 25 de diciembre como la del nacimiento de Cristo. La primera mención conocida de la celebración de la Natividad en ese día data de 336, es decir, menos de dos décadas antes del nacimiento de Agustín. Aparece en el calendario filocano, que refleja la práctica romana, probablemente impuesta para oponerse a la celebración del festival pagano del Sol Invicto. En otras tradiciones, el natalicio de Cristo se recordaba en otros días.

Como puede observarse, Agustín emplea abundantemente las Escrituras (en este breve párrafo citado, hay cuatro citas bíblicas) y ocasionalmente, en asuntos periféricos, a la tradición. Y curiosamente, la «tradición de los ancianos» (al menos tuvo el buen sentido de no atribuírsela a los Apóstoles) es casi seguramente errónea. Esto ilustra el hecho de que cuando por una u otra causa los Padres pretenden llenar la falta de datos bíblicos mediante las tradiciones, con frecuencia yerran.

San Juan Crisóstomo
“Así que, hermanos, estad firmes y conservad las doctrinas que os fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra” (2 Tesalonicenses 2:15 LBLA). Por lo tanto, es manifiesto que no entregaron todas las cosas por Epístola, sino muchas también no escritas, y en igual manera tanto la una como la otra son merecedoras de crédito. En consecuencia, dejadnos considerar la tradición de la Iglesia también merecedora de crédito. Es una tradición, no busquéis más allá” (Sobre la Segunda Epístola a los Tesalonicenses, Homilía 4:2).

(Jetonius) De entre los tres textos que trajo a colación, este es el único que enseña la existencia de enseñanzas apostólicas conservadas por tradición oral. En este caso, sin embargo, parece que el Crisóstomo incurre al menos en una inconsistencia con respecto a la declaración por mí citada, donde juzga severamente las tradiciones carentes de apoyo bíblico. Por lo demás, “digna de crédito” parece una expresión de menor peso que canónica, normativa u obligatoria.

Que los Padres valoraron la tradición nadie lo duda. A mi me parece que todos los cristianos debiéramos asimismo apreciarla en su justo valor para aprender tanto de sus aciertos como de sus errores. Sin embargo, en tanto que la autoridad de las Escrituras es proclamada una y otra vez unánimemente por los Padres, no existe en absoluto un consenso similar en cuanto a una tradición que, proveniente de los Apóstoles, tuviese carácter normativo. En otras palabras, la Iglesia de Roma no puede en absoluto demostrar que su dogma de las dos fuentes de revelación fue la doctrina de la Iglesia Católica antigua, creída siempre y en todas partes.


Y esto nos trae al siguiente problema generado por el dogma católico romano, que asimismo he hecho notar más de una vez y para el que jamás he recibido una respuesta consistente:

1. La Iglesia de Roma establece que las Escrituras y la Tradición Apostólica transmitida inicialmente en forma oral son ambas fuentes de revelación que justifican la expresión inclusiva Solum Verbum Dei[i/] en lugar de Sola Scriptura. Debe recordarse una vez más que para Roma, como para la mayoría de los protestantes, la revelación normativa concluyó con los Apóstoles.

2. El canon de la Escritura, es decir, la delimitación de lo que es y lo que no es Escritura, fue reconocido a través de un proceso histórico que produjo un consenso virtualmente unánime hacia fines del siglo IV para el Nuevo Testamento y los libros protocanónicos del Antiguo.

3. En el siglo XVI el Concilio de Trento sostuvo contra los Reformadores la doctrina de las dos fuentes de revelación, que ha sido reafirmada hasta nuestros días.

4. Este concilio delimitó claramente el canon bíblico mediante la enumeración de los libros que a su entender componían el Antiguo y el Nuevo Testamento.

5. Sin embargo, ni los obispos de Trento, ni nadie antes que ellos, delimitaron y definieron cuáles eran precisamente las enseñanzas que, transmitidas oralmente por los Apóstoles, se han conservado en la Iglesia hasta nuestros días.

6. En otras palabras, hasta donde tengo noticias, el contenido y los límites de la presunta tradición oral Apostólica jamás ha sido delimitado por aquellos que afirman dogmáticamente su existencia.

7. Por tanto, es absolutamente imposible someter a una prueba histórica, como sí podemos hacerlo con las Escrituras, la indefinida Tradición Apostólica.

8. Concluyo en que la pretensión romana de poseer una fuente de revelación adicional además de las Escrituras, la cual sin embargo no ha podido o querido definir, es una ficción destinada a permitir nuevas doctrinas desconocidas a la Biblia.

Es por estas razones que Solum Verbum Dei queda en la práctica reducida a Sola Scriptura. En los siglos transcurridos desde Trento, los romanistas no han podido demostrar lo contrario.


8. Como colofón, no queda sino concluir que los pasajes por Vd. seleccionados en modo alguno abonan la tesis protestante, mientras que los que preceden son algunos, de entre los muchos, que confirman la postura católica.

Dios le bendiga.

Suyo, en Cristo,

USOZ

><>

Sola Gratia
Solus Christus
Solum Verbum Dei
Soli Deo Gloria

(Jetonius) Es evidente que es diferente nuestra apreciación del significado y las implicaciones de los textos. Para mí es clarísimo que en los Padres la autoridad de las Escrituras es indisputada y axiomática, en tanto que no lo es la existencia de un cuerpo de enseñanzas apostólicas orales que marchase pari passu con las Escrituras, que debiese aceptarse obligatoriamente y que por tanto tuviese carácter igualmente normativo

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

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Metodio
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enviado 25-11-2000 04:18

Desde hace tiempo estoy siguiendo con interés este debate y no puedo por menos que felicitar a algunos de los que han participado por su muestra de conocimiento bíblico y patrístico.
Si me lo permiten, y al hilo de los últimos mensajes, quisiera someter un par de apuntes a su consideración.

Usoz, defiende usted con acierto la idea de que los textos citados por el señor Jetonius no sirven para apoyar la idea protestante del Sola Scritpura sino simplemente para mostrar la gran consideración que tenían esos padres hacia el texto sagrado. Pero no puedo por menos que preguntarle dónde cree que encajaría el dogma de la Asunción de María en medio de las afirmaciones de San Juan Crisóstomo, San Jerónimo y San Gregorio de Nisa.

El resto de los dogmas católicos sobre la Virgen María pueden defenderse mejor o peor usando el texto bíblico pero convendrá conmigo en que la asunción de la Madre del Señor no aparece en la Escritura. Y aunque sí encontramos ejemplos de otras asunciones, Elías y Enoc, lo cierto es que el dogma católico, sin ser anti-escritural, es a-escritural.

Jetonius, usted debería saber si ha estudiado patrología que el concepto sola Scriptura tal y como fue planteado por la Reforma Protestante está ausente en los escritos patrísticos.

(Jetonius) Yo no creo haber dicho lo contrario. Del mismo modo, el Nuevo Testamento se expresa acerca de Jesucristo de una manera diferente de la que se emplea, por ejemplo, en el modo del Credo de Atanasio (Symbolum Quicunque) de formular la doctrina acerca de la persona de Cristo y la fe trinitaria. Sin embargo, ambos coincideremos en que el citado Credo es conforme a las Escrituras. Por lo demás, con el mismo criterio podría decirse que la doctrina de las dos fuentes de revelación tal y como fue formulada en Trento tampoco se encuentra en los Padres.

Desde luego, para el romanista el consenso de los Padres, es por las declaraciones de su propio Magisterium, más importante que para el protestante. Y sin embargo, la Iglesia de Roma no puede demostrar históricamente que lo que Trento transformó en dogma haya sido una doctrina generalmente aceptada por la Iglesia Católica antigua.

Por nuestra parte, nos basta con comprobar que, aunque los Padres sin duda valoraron y defendieron la tradición, en su conjunto nunca la pusieron a un mismo nivel que la Escritura. Tampoco desarrollaron la idea de un cuerpo de enseñanzas paralelas al Nuevo Testamento que, transmitidas oralmente, tuviesen valor normativo para la Iglesia universal. Por tanto, aunque deban admitirse las diferencias condicionadas por las circunstancias históricas y culturales, sostengo que la posición de los Padres de los primeros siglos se aproxima más al enfoque protestante de someter todo a la prueba de la Escritura que al de la Contrarreforma con su recurso a la autoridad eclesiástica de la Sede romana.


(Metodio)
Y eso es así no por el hecho de que los Padres de la Iglesia no admitieran la autoridad suprema de las Escrituras sino porque, al mismo tiempo, sostenían con igual firmeza que sólo la Iglesia tenía autoridad para interpretar dichas Escrituras.

(Jetonius)
Al hacer esto, los Padres no estaban sino defendiendo lo que la misma Biblia enseña. Las verdades espirituales han de discernirse espiritualmente y nadie puede hacerlo si no tiene el Espíritu de Cristo (vea por ejemplo 1 Corintios 2 y 1 Juan 2:26ss). Las confesiones protestantes históricas no le niegan a la Iglesia la autoridad para interpretar, predicar y aplicar la Palabra de Dios; por el contrario, la afirman claramente.
Ahora bien, el problema es que el Magisterio romano ha usurpado en exclusividad esta responsabilidad de cada congregación local y de la Iglesia universal en su conjunto, al arrogarse la prerrogativa de ser el único auténtico intérprete de la revelación, y por añadidura infalible.

(Metodio)
Dado que en el protestantismo ha sido incapaz hasta ahora de dar un discurso unificado acerca de varias doctrinas fundamentales del credo cristiano, considero que el fruto del Sola Scriptura tal y como es entendido por la Reforma ha sido nefasto para aquello que siempre fue tan apreciado por los Padres, como es la unidad de la Iglesia.

(Jetonius)
Sin duda la unidad es un don preciado (Juan 17) pero no a costa de la verdad bíblica. Así lo entendieron obviamente también los Padres, pues de lo contrario no hubiese habido tantas controversias. A causa del crecimiento desmesurado de sus pretensiones a partir del siglo V, la Iglesia de Roma no fue capaz de mantener la unidad con las Iglesias orientales, y la ruptura fue definitiva a partir del siglo XI. Y luego, aliada promiscuamente con el poder temporal y empleando del modo más anticristiano que pueda concebirse el infame aparato inquisitorial, solamente logró, ahogando en sangre a los disidentes cuando fue necesario, mantener la “unidad” por la fuerza hasta el siglo XVI. La historia de la Iglesia de Roma en materia de unidad es tan lamentable que me sorprende que los romanistas insistan en ella.


(Metodio)
San Agustín dijo en una ocasión lo siguiente:
"No creería en el Evangelio, si no me moviera a ello la autoridad de la Iglesia católica" (San Agustín, fund. 5, 6)

(Jetonius)
Yo no diría tanto como el eminente obispo africano, pero comprendo su declaración desde el momento en que, según Pablo, la Iglesia es columna y fundamento de la verdad, y fue llamada a ser la proclamadora y maestra del Evangelio. Por tanto, aquellas partes de la Iglesia que no han cumplido cabalmente con esta tarea son responsables ante el Señor y recibirán tanto mayor condenación.

(Metodio)
Jetonius, la Reforma privó de autoridad a la Iglesia latina y se mostró incapaz de sustituir esa Iglesia monolítica con base en Roma por una Iglesia que mantuviese la autoridad apostólica para fijar el credo cristiano. Como usted bien sabrá, el propio Martín Lutero se quejaba de algo que no era sino el resultado de su propia acción al rebelarse contra la autoridad eclesial. Dijo el reformador lo siguiente:
"Hay tantas sectas y opiniones como cabezas. Este niega el bautismo; el de más allá cree que hay otro mundo en el nuestro y el día del juicio. Unos dicen que Jesucristo no es Dios; otros dicen lo que se les antoja. No hay palurdo ni patán que no considere inspiración del cielo lo que no es más que sueño y alucinación suya."
Jetonius, quisera saber su opinión acerca de cuál es el papel de la Iglesia a la hora de dar la correcta interpretación de la Palabra de Dios.

La paz de Dios sea con todos ustedes

(Metodio)
La opinión que solicita ya la he dado. Tenía razón Lutero, y sus palabras siguen siendo ciertas hasta hoy. La recta aplicación del principio de Sola Scriptura requiere responsabilidad, fidelidad, conocimiento y caridad. El hecho de que se pueda abusar de él no lo torna menos cierto, del mismo modo que el hecho de que algunos hombres cometan delitos no justifica encarcelar a todas las personas. Abusar de la libertad que Cristo nos ha dado, como han hecho algunos grupos derivados de Iglesias protestantes, es tan grave como abusar de la autoridad del modo en que históricamente lo ha hecho y continúa haciéndolo la Iglesia de Roma.

Los romanistas no cesan de acusar a la Reforma del siglo XVI por la desunión de la Iglesia universal. Sin embargo, Roma había quebrantado la unidad de la Iglesia universal desde hacía siglos. No fue la Reforma lo que privó de autoridad a la Iglesia de Roma. Lo que la privó de autoridad fue el cúmulo de falsas doctrinas y prácticas antibíblicas que fue incorporando paulatinamente, sumado a su descuido por las almas y la creciente corrupción del episcopado, con el papa a la cabeza. Cuando ocurrió la Reforma, hacía siglos que los sectores más lúcidos de la Iglesia occidental clamaban por una reforma radical , “en la cabeza y en los miembros. Dada la inveterada contumacia del papado renacentista a escuchar las advertencias cada vez más serias y generalizadas, el cisma de Occidente era cuestión de tiempo.

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

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¡Sola Gracia,
Sola Fe,
Solo Cristo,
Sola Biblia,
Sólo a Dios la Gloria!
 
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Originalmente enviado por USOZ:
Querido Metodio:


1. He estado esperando a que Jetonius contestara para, por mi parte, contestarles a Vds. a la vez.


2. Comoquiera que, al parecer, Jetonius no tiene ningún comentario que hacer, he optado por contestarle a Vd. sólo.


3. Me pregunta:



6. No sé si Vd. sabrá que algunos autores descubren el último fundamento bíblico de la doctrina de la asunción en Apocalipsis 12,1.


7. Le recuerdo que dice, en la traducción de LBLA:


Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.


8. No, obstante, a otros, como a Cándido Pozo, S.J., miembro que fue de la Comisión Teológica Internacional, en su obra María en la Escritura y en la Fe de la Iglesia), les “parece imposible este texto como fundamento por sí solo sólido respecto al tema de la asunción de María”, por razones que nos apartarían demasiado del tema que nos ocupa.


9. Y prefieren, como el mencionado autor, “fundamentar la asunción del mismo modo que lo hizo Pío XII al definirla (cf. Bula definitoria de la asunción: DENZINGER, n. 2331)”, esto es, mediante “un argumento mixto de Escritura y Tradición, aunque… el paso que Pío XII tomó de la Tradición está sugerido en la misma Escritura”.


10. Confío en que, de esta forma, haya contestado a su pregunta, pues, como dijo San Juan Crisóstomo,


“Así que, hermanos, estad firmes y conservad las doctrinas que os fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra” (2 Tesalonicenses 2:15 LBLA). Por lo tanto, es manifiesto que no entregaron todas las cosas por Epístola, sino muchas también no escritas, y en igual manera tanto la una como la otra son merecedoras de crédito. En consecuencia, dejadnos considerar la tradición de la Iglesia también merecedora de crédito. Es una tradición, no busquéis más allá”
.


Dios le bendiga.


Suyo, en Cristo,


USOZ


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Sola Gratia
Solus Christus
Solum Verbum Dei
Soli Deo Gloria


[/QUOTE]

Estimado Usoz:

No confunda gordura con hinchazón. No había visto su actualización del tema, y he estado muy ocupado en la organización de la Reunión Científica de la Sociedad de Biología de Cuyo que presido. Es por estas razones, y no porque no tenga “ningún comentario que hacer”, que no he contestado antes.

Con respecto a la asunción de María, reitero que podría tolerarse como una creencia piadosa, jamás transformarse en un dogma de fe .

Carece de prueba escritural y no es atestiguado por ninguna tradición que pueda atribuirse con algún viso de seriedad a los Apóstoles. Se transformó en dogma porque para Roma, cuando algo se ha creído durante cierto tiempo, el sentir popular reemplaza en la opinión del Magisterio tanto a Sola Scriptura como a Solum Verbum Dei[/b]. La elevación a la condición de dogma de la Asunción de la Virgen, como un siglo antes la Inmaculada Concepción tiene esa fuente, y no otra, por mucho que se busque. Por esta razón, no me extrañaría que dentro de no mucho se definiese también la corredención de María.

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

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¡Sola Gracia,
Sola Fe,
Solo Cristo,
Sola Biblia,
Sólo a Dios la Gloria!
 
Señor Jetonius, es de agradecer que usted reconozca que el Sola Scriptura protestante no es apoyado por los Padres de la Iglesia. Si a ello le unimos el hecho de que la propia Biblia no apoya las tesis protestantes acerca del libre examen, convendremos los dos en que en el siglo XVI se introdujo una novedad doctrinal por parte de los reformadores que pretendían, paradójicamente, retrotraer al cristianismo a su estado primitivo. Pero además no tiene usted razón cuando dice que los Padres no pusieron la tradición a un mismo nivel que la Escritura. El concepto de los Padres sobre la Tradición era muy similar al que tienen hoy las Iglesias Católica y Ortodoxa, así como la Alta Iglesia anglicana. La Palabra de Dios fue, y es, transmitida tanto por la Palabra escrita, Biblia, como por la Tradición eclesial, básicamente oral. No se planteaba la disyuntiva de "o Biblia o Tradición" porque la Biblia formaba parte de dicha Tradición, cosa que queda demostrada fehacientemente por el hecho de que el propio canon de la Biblia no fue cerrado hasta el siglo V. Además, es inaudito que usted siquiera plantee que la posición de los Padres se aproxima más al enfoque protestante que al de la Contrarreforma. Para empezar, no hay un solo enfoque protestante sino varios. Mientras que unos aceptan la Tradición como ayuda para interpretar la doctrina cristiana, otros, a decir verdad la mayoría, rechazan siquiera la hipótesis de que la Iglesia de los grandes concilios tenga algo que decirnos hoy en día, en los albores del tercer milenio, acerca de elementos muy importantes del credo cristiano como es el bautismo o la comunión de los santos. Pero por si eso no fuera suficiente, si algo queda claro en los Padres de la Iglesia es la enorme importancia que ellos le dieron a las decisiones doctrinales de las autoridades eclesiásticas. De no haber sido así, los concilios ecuménicos nunca habría servido como parapeto contra la permanencia de las principales herejías. De hecho, es de destacar que buena parte de las discusiones entre la Ortodoxia y la heterodoxia giraron alrededor de cuál de ambas recibía el apoyo de la autoridad de los grandes concilios. Los arrianos y especialmente los homoiusianos buscaron con ahínco fórmulas que les permitieran adherirse al símbolo niceno, en el cual la Iglesia había tomado parte por la doctrina trinitaria.
Además, ni tan siquiera hace falta acudir al testimonio de los Padres para entender la importancia de la autoridad eclesial en el desarrollo y fijación de la doctrina cristiana. En la Escritura tenemos ejemplos claros de esa autoridad eclesial que está apoyada por el Espíritu Santo. Hechos 15 es el botón de muestra que nos enseña, si prestamos atención, la realidad bíblica sobre la que se basa la necesidad de la existencia de esa autoridad eclesiástica.
Tal autoridad eclesial, que es bíblica y se apoya en la Tradición, brilla por su ausencia en el protestantismo o queda reducida al ámbito de cada una de las distintas confesiones protestantes. No comparto su opinión cuando afirma que el Magisterio romano ha usurpado en exclusividad la responsabilidad de cada congregación local y de la Iglesia universal. Lo primero es que las congregaciones locales no pueden tener responsabilidad alguna sobre el credo universal. Espero que entienda Vd. mi postura que -creo sinceramente- no admite réplica fundada. Lo segundo es que la responsabilidad de la sede romana, sucesora del ministerio petrino, ahonda también sus raíces en el texto bíblico y en la Tradición de la Iglesia. Pero dicha responsabilidad no es excluyente en el sentido de que priva de autoridad al resto de la Iglesia, sino que debe de actuar al servicio de Ésta. La infalibilidad papal deriva de la propia infalibilidad de la Iglesia, la cual, como muy bien ha recordado usted, es fundamento y pilar de la verdad.

El crecimiento de las pretensiones de la sede romana tiene un aliado perfecto en el concilio de Calcedonia, donde quedó demostrado con claridad meridiana el concepto que tenía la Iglesia del primado petrino. El hecho de que sea un concilio ecuménico el que corone a la sede romana y al Papa como "intérprete del bendito Pedro y el único encargado de la custodia de la viña del Señor", deja a las claras la verdad sobre la autoridad del Obispo de Roma. El que luego aparecieran patriarcas ortodoxos que no aceptaran dicha autoridad y que provocaran el cisma no es sino muestra de a dónde lleva el oponerse a la voluntad de Cristo al constituir a Pedro como Príncipe de sus apóstoles.
Ciertamente ha habido papas que han cometido abusos en no pocas ocasiones, pero no por ello la primacía petrina deja de ser necesaria y pertinente para la Iglesia de Cristo. Lo que ha de buscarse es la forma de mejorar el ejercicio de dicha autoridad y no el destruirla y vaciarla de sentido tal y como propusieron los Reformadores. Ellos, al atacar a la autoridad de la Iglesia y, en especial, a las prerrogativas petrinas, abrieron la puerta al espíritu cismático y al descontrol doctrinal y eclesial propio del protestantismo de todas las épocas.
Acabo recalcando que el Sola Scriptura no puede requerir nada para una recta aplicación, por la sencilla razón de que es errónea su misma existencia. Ni está en la Palabra de Dios, ni está en la Tradición de la Iglesia. La responsabilidad de los diversos cismas que ha sufrido la Iglesia es de todos, y no sólo de los papas. Y aunque fuera de ellos la máxima responsabilidad, lo cierto es que la solución nunca será el privar al papado del papel que le corresponde tanto por la verdad revelada en la Palabra de Dios como por la enseñanza de la Iglesia de Cristo a lo largo de 20 siglos.

La paz de Dios sea con usted
 
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Pero más allá de estos dichos (escriturales), miremos a la misma tradición, enseñanza y fe de la Iglesia Católica desde el principio, que el Señor dio, los Apóstoles predicaron y los Padres guardaron. Sobre esto está fundada la Iglesia, y el que apostatara de eso no sería cristiano, y no debería ser llamado más así. San Atanasio, Ad Serapion 1:28 (A.D. 360)[/quote]


Querido Jetonius:


1. Me consta efectivamente su interés por los escritores cristianos primitivos. E insisto en que confío (más bien, deseo) en que sus aportaciones patrísticas nos animen a todos a leer -o a leer más- a los Padres de la Iglesia.


2. No discuto que en lo que Vd. califica como “romanismo” y a lo que yo, por razones que supongo comprenderá, prefiero referirme como catolicismo, la supremacía de la Escritura sea “oficialmente compartida con la tradición apostólica”. Según el Concilio Vaticano II, que Vd. cita, “ambas han de ser recibidas y veneradas con igual sentimiento de piedad y con la misma reverencia” (Dei Verbum, 9), si bien “la predicación apostólica se expresa de modo especial en los libros inspirados” (Dei Verbum, 8).


Obviamente no comparto sus afirmaciones de que “la autoridad suprema de la Biblia en la Iglesia de Roma es letra muerta” ni la de que “si las Escrituras apoyan sus enseñanzas, perfecto; de lo contrario, tanto peor para ellas”. Es más, se trata de manifestaciones que, en su generalidad, no aconsejan ni merecen refutación.


3. Creo que no hay ningún inconveniente en referirse a la tradición apostólica como tradición cristiana. He podido comprobar el uso de tal expresión en teólogos católicos, junto con otras análogas (sagrada tradición, tradición eclesiástica, …).


Como J. Collantes, S.I., expone, en su obra La Fe de la Iglesia Católica,


<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>La Iglesia primitiva vivió la realidad de la Tradición antes de que se formulara la doctrina. Los Padres apostólicos conocen y citan la mayor parte de los escritos que constituyen el canon del Nuevo Testamento; pero también conocen otras tradiciones orales o escritas que contienen dichos o hechos de Cristo y de los apóstoles. Las enseñanzas de Cristo (revelación) transmitidas por los apóstoles son la norma suprema de la fe de la Iglesia. Sin embargo, las formulaciones de esa fe, aun contenidas en los escritos apostólicos, no son la instancia última, si se las aísla del contexto de la tradición viva de la Iglesia, en el que han sido escritas. Porque toda formulación escrita es susceptible de diversas interpretaciones. Por eso, el cristiano que quiere conocer el sentido verdadero de los dichos y hechos del Señor, ha de recurrir a la doctrina transmitida desde el principio en la predicación de la Iglesia. La carta de San Policarpo es muy significativa: “Cualquiera que interprete las palabras del Señor en el sentido de sus deseos perversos y niega la resurrección y el juicio, ése es el primogénito de Satanás. Despidamos las vanidades de los gentiles y de los falsos doctores para volver de nuevo a la doctrina que nos han enseñado” (Flp 7, 1.2). [/quote]


Me parece que sus consideraciones sobre la Inmaculada Concepción se alejan en exceso del tema que nos ocupa, que es el de la “autoridad suprema de las Escrituras en los Padres primitivos”. Espero que entienda Vd. que deje su discusión para otro momento, puesto que introducirla aquí no redundaría, en mi opinión, en la claridad del debate.


Conozco la obra de Salmon. De hecho, dispongo de un ejemplar de la edición de la CLIE en mi biblioteca. Tal vez le interese esta crítica de un autor católico, que puede encontrar Vd. en la red, aunque no completa:

http://hometown.aol.com/philvaz/articles/num11.htm


Repare en cómo demuestra, entre otros errores y confusiones:

(1) where Salmon badly misrepresents Cardinal Newman (the brilliant 19th century convert from Anglicanism) on the First Vatican Council and papal infallibility;

(2) where Salmon misrepresents Newman on the Immaculate Conception of Mary;

(3) Salmon's misunderstanding of Catholic theology on infallibility;

(4) Salmon's misuse of the Church Fathers on the Rule of Faith and "Bible reading";

(5) Salmon's misrepresentation of Cardinal Manning on "appeal to antiquity";

(6) Salmon's misunderstanding of the nature of the Church;

(7) Salmon's confusion of "certainty" with infallibility;

(8) Salmon's misreporting of the history of Vatican Council I”
.


4. Le agradezco sinceramente que, al menos, reconozca que “no cabe duda de que la Iglesia de Roma recurre con muchísimo gusto a las Escrituras en todas aquellas doctrinas en donde la prueba bíblica es sólida o al menos puede construirse un caso plausible”.


5. Me dice:


<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Desde luego, ninguna declaración oficial del Magisterio afirma que les esté permitido decir lo que le plazca, o que haya inventado cosas bajo el nombre de la tradición apostólica. Sin embargo, esto es precisamente lo que ha hecho una y otra vez. Tal el caso de la inmaculada concepción, del culto a las imágenes, de la confesión auricular, de la validez de la comunión en una especie, del purgatorio, de la infalibilidad pontificia... Por lo demás, la declaración de Jerónimo en el sentido de que es una arrogancia criminal el añadir a las Escrituras se aplica de maravillas a la doctrina de una segunda fuente de revelación paralela a la Biblia.[/quote]


Limitándome a lo único que Vd. concreta, esto es, a que “la declaración de Jerónimo en el sentido de que es una arrogancia criminal el añadir a las Escrituras se aplica de maravillas a la doctrina de una segunda fuente de revelación paralela a la Biblia”, debo insistir en cuál era el auténtico pensamiento de San Jerónimo, valiéndome de las siguientes citas:


<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>Y no les dejes adularse a sí mismos pensando que tienen la autoridad de la Escritura para sus afirmaciones, puesto que el mismo diablo ha citado textos de la Escritura, y la esencia de las Escrituras no es la letra, sino el significado. De otro modo, si seguimos la letra, nosotros también podemos urdir un nuevo dogma y afirmar que las personas que llevan zapatos y tienen dos abrigos no deben ser recibidas en la Iglesia. Diálogo contra los Luciferinos, 28.


Estos ejemplos han sido meramente tocados por mí (los límites de una carta impiden su trato más prolijo) para convencerte de que en las Sagradas Escrituras no puedes hacer ningún progreso sino tienes una guía para mostrarte el camino. A Paulino, Epístola 53[/quote]


6. Comenta Vd. seguidamente la cita de San Gregorio de Nisa que dice:


“… debemos guardar para siempre, firme e inalterada la tradición que recibimos por sucesión de los padres…” (Que no hay tres Dioses).


Para mí es muy clara. Y el contexto, que Vd. ha transcrito, también:


“Por otra parte, aun si nuestro razonamiento no estuviese a la altura del problema, debemos guardar para siempre, firme e inamovible, la tradición que recibimos por sucesión de los padres, y buscar del Señor la razón que es la abogada de nuestra fe: y si ésta fuese hallada por cualquiera de aquellos dotados con gracia, debemos agradecer a Aquel que otorgó la gracia; pero de lo contrario, sostendremos de todos modos, en aquellos puntos que han sido determinados, nuestra fe inmutablemente”.


Para mí es de meridiana evidencia que lo que el Niseno afirma es que “debemos guardar para siempre, firme e inamovible, la tradición que recibimos por sucesión de los padres”, y esto incluso “si nuestro razonamiento no estuviese a la altura del problema”. Guardar esa tradición y “buscar del Señor la razón que es la abogada de nuestra fe”. “Si ésta fuese hallada por cualquiera de aquellos dotados con gracia, debemos agradecer a Aquel que otorgó la gracia; pero de lo contrario, sostendremos de todos modos, en aquellos puntos que han sido determinados, nuestra fe inmutablemente”, determinados, para mí no hay ninguna duda, por “la tradición que recibimos por sucesión de los padres”.


Aprecio el esfuerzo que hace seguidamente, pero se me antoja innecesario, y no sólo por lo expuesto, sino porque, insisto, el sentir de Gregorio Niseno es claro, como se deduce, además, de las siguientes citas:


<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>E incluso si ésos hubieran sido los nombres más apropiados, la Verdad Misma no habría estado perdida para descubrirlos, ni tampoco esos hombres en quienes sucesivamente delegó la predicación del misterio, fueran de los primeros testigos oculares y ministros de la Palabra o los que, como sucesores de éstos, llenaron el mundo entero con las doctrinas evangélicas, y de nuevo, en varios periodos después de esto, definieron en una asamblea común las ambigüedades surgidas en torno a la doctrina, cuyas tradiciones se preservan constantemente por escrito en las iglesias. Contra Eunomio, I:13.


La doctrina de la verdadera fe es clara en la primera tradición que recibimos, de acuerdo con el deseo del Señor, en el baño del nuevo nacimiento. Epístolas, 24[/quote]


7. En cuanto al pasaje de San Jerónimo, que, recordemos, decía:


<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>“Te agradezco tu recuerdo en relación con los cánones de la Iglesia. En verdad, “a quien el Señor ama, le castiga, y azota a todo hijo que recibe”. Aún te aseguraría que no tengo mayor pretensión que la de mantener los derechos de Cristo, que guardar las líneas trazadas por los padres, y recordar siempre la fe de Roma; esa fe que es alabada por los labios de un apóstol, y que la iglesia alejandrina se precia de compartir” (A Teófilo, Epístola 63:2). [/quote]


Dice Vd.:


<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR> No aclara mucho su alusión a Roma, pero dado que en esta ciudad corrían vientos desfavorables al origenismo (condenado por Anastasio en 400), la entiendo como una alusión a la necesidad de mantener la ortodoxia.[/quote]


También yo entiendo la alusión a Roma “como una alusión a la necesidad de mantener la ortodoxia”, aunque con mayor amplitud que Vd., que es la de las propias palabras de San Jerónimo: no tengo mayor pretensión que la de mantener los derechos de Cristo, que guardar las líneas trazadas por los padres, y recordar siempre la fe de Roma; esa fe que es alabada por los labios de un apóstol, y que la iglesia alejandrina se precia de compartir /i].


Nota Vd.:


<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>… que de hecho, Jerónimo no apela aquí a la Tradición Apostólica como fuente de revelación… [/quote]


Pero fíjese en la manera en que S. Jerónimo construye su oración, estableciendo un paralelismo entre “los derechos de Cristo”, que hay que mantener, y “las líneas trazadas por los padres” y “la fe de Roma”, que hay que guardar y recordar, respectivamente.


Espero que comprenda que mi propósito en este tema no es discutir el principio protestante de “Sola Scriptura”. Tiempo habrá, Dios mediante, para ello, puesto que lo que aquí nos ocupa ahora es el escogido por Vd., que es el de la autoridad suprema de las Escrituras en los Padres.


8. Se extiende Vd. seguidamente en consideraciones en torno, no a la cita de San Agustín de Hipona escogida por mí (La Trinidad, IV, 6, 10), sino a un pasaje anterior (IV, 5, 9).


Permítame la siguiente cita, tomada de la Introducción general a las Obras de San Agustín del P. Victorino Capanaga, que deja bien claro cuál era el lugar que ocupaba la tradición en el pensamiento de San Agustín:


<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>No basta la Biblia para vivir en la verdad católica, pues la regla de la fe comprende la Escritura y la autoridad de la Iglesia (De doct. christ. III 2: PL 34, 65).


"El símbolo bautismal, grande con el peso de las sentencias" (Serm. 58, 1: PL 38,393), las plegarias de los fieles, las costumbres salubérrimas de la Iglesia (De Bapt. 11 7,12: PL 43,133), las tradiciones apostólicas y universales, los estatutos de los concilios, el consentimiento común de los fieles (Ibid., VII 53, 102: PL 43,243), la enseñanza de los esclarecidos y aprobados varones de la Iglesia, como San Ambrosio, San Hilario, San Cipriano, San Juan Crisóstomo (Contra Iul. op. imp. III 10: PL 45,1251), los cuales enseñaron lo que aprendieron de la Iglesia (Ibid., I 117: PL 45,1125), y, sobre todo, la autoridad del Romano Pontífice, “ministro de la fe católica” (Ibid., VI 11: PL 45,1520) y la cátedra de San Pedro, invencible a los poderes del infierno, porque ipsa est Petra, quam non vincunt superbae inferorum portae (Psal. cont. part. Don.: PL 43,30): he aquí la escuela viva de la tradición cristiana que el teólogo ha de frecuentar.


Con el magisterio de la Iglesia y el depósito de las verdades contenidas en la Sagrada Escritura, la razón humana puede intentar cierta comprensión de los misterios. El primer grado es abrevar en las fuentes de la revelación para certificar la existencia de un artículo o verdad; el segundo aspira a penetrar en su esencia con un método racional: Crede ut intelligas (Serm. 43,9: PL 38,253). La sed de conocimiento religioso y, a la vez, la necesidad de la propaganda religiosa y defensa. de los dogmas cristianos contra los herejes mantuvieron a San Agustín en una tensión intelectual que han logrado pocos. “Permite Dios la abundancia de las herejías para que no seamos siempre unos rorros y permanezcamos en la ruda infancia: ne semper lacte nutriamur et in bruta infantia remaneamus.[/quote]


9. Reconoce Vd. finalmente que el texto de San Juan Crisóstomo “enseña la existencia de enseñanzas apostólicas conservadas por tradición oral”. Créame, no me sería difícil traer a colación más textos del Crisóstomo que permitirían afirmar la existencia de tales enseñanzas. Habla Vd. de “inconsistencia”, que yo no aprecio, puesto que, en definitiva, lo que niega en el pasaje escogido por Vd. son “las cosas que se inventan bajo el nombre de la tradición apostólica”.


10. Obviamente, todo lo expuesto no me permite llegar a la misma conclusión que Vd., y, salvo que Vd. entienda lo contrario, no me parece que sea éste el lugar más adecuado para dar una respuesta razonablemente “consistente” al “problema generado por el dogma católico romano” que le preocupa. No obstante, quedo a su disposición, y si Vd. así lo desea, procuraré dársela en este mismo tema abierto por Vd.


Dios le bendiga.


Suyo, en Cristo,


USOZ


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Sola Gratia
Solus Christus
Solum Verbum Dei
Soli Deo Gloria




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“Amemos a Dios nuestro Señor y amemos a su Iglesia: a Aquél como a padre; a ésta como a madre; a Aquél como a Señor, a ésta como a su servidora... Pero fijaos que se trata de un matrimonio fundado en un gran amor. Por eso, nadie ama al uno y ofende al otro" (San Agustín).

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Hno. Jetonius:

Dios te bendiga hoy y siempre.

Por supuesto que continuaré

Si tu te fijas en mis mensajes iniciales podrás percibir claramente que Yo no necesité recurrir a la patrística, la conclusión es muy clara: Para mi la supremacía no la tienen los santos padres, sino Jesús, y a quien Él ha entregado las llaves del reino como su mayordomo.

He tenido muchísimo trabajo en días anteriores, y veo que te dedicas a
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espantar a mis hermanos.

Afortunadamente he encontrado un lugar dentro de mis posibilidades para compartir mis opiniones, no tendré oportunidad de prolongar mucho mis intervenciones, pero por lo menos se harán mucho más frecuentes.

Con respecto a la patrística a su tiempo veremos que entre los santos padres hay discordancias en opiniones y creencias. Solo dime cuales documentos de los padres, o a cual de ellos consideras acertado para tratarlo, y mostrarte lo que asevero. Esto me llevará tiempo, ya que deboi conseguir los documentos que me menciones, confrontarlos con otros santos padres que no coincidan y sintetizar ajustando la discusión a la Biblia.

Ya me encuentro rescatando los archivos del dialogo anterior para continuar en un próximo epígrafe, esto ocurrirá después de navidad.

A propósito, que en esta navidad el Espíritu que encarnó a Jesús en la virgen de Israel te colme y renueve y haga crecer con más vigor a Jesús en tu corazón, al grado que no te quede má remedio que decir con San Pablo, <<Ya no vivo yo, es Cristo el que vive en mi>>.

Es mi deseo para ti y todos los verdaderos cristianos de este foro.

QDTB+
 
Ah, me faltó decir que los mismos santos padres que menciones los confrontaré en muchos otros puntos que se han puesto en disputa en este foro, a ver si luego no sales en que en algunas cosas tienen razón y en otras no, y descubras el hilo negr
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.

Otra última cosa, en el anterior mensaje dejé de contestarte porque tardaste casi tres semanas en responder, lo que me hizo pensar que estabas meditando, y no quise interrumpir tus meditaciones, sino que te puse en mis oraciones, tal vez me equivoque, pero empiezo a pensar que estás muy mal acostumbrado, y tal vez te pueda hacer un pequeño favor al hablar con claridad en el diálogo y no tener tantas contemplaciones con quien no las concede.

A pesar de que ah veces no escriva
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bien (¿Recuerdas?) te puedes llevar una sorpresa.

Saludos y no te inquietes antes de tiempo.
 
Hola, cierro este mensaje para evitar la saturación y que los foros funcionen lentamente.

Si desean continuar con el tema, añadan (2ª parte o parecido al título de este tema), también deberían poner en el nuevo mensaje un link a este mensaje para que las personas que lo lean puedan acceder a él y seguir el ritmo del debate
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DLB.

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