Estimados foristas:
Pongo a su consideración algunos textos patrísticos sobre el lugar de las Escrituras.
Bendiciones en Cristo,
Jetonius
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Sola Gratia
Sola Fide
Solus Christus
Sola Scriptura
Soli Deo Gloria!
LOS PADRES PRIMITIVOS Y LAS ESCRITURAS
Justino Mártir (m. ca. 165)
Diálogo con Trifón 85:5
Ridícula cosa sería ... que quien halla su discurso en las Escrituras proféticas haya de abandonarlas y abstenerse de referirse constantemente a las dichas Escrituras, por pensar que él mismo podría proveer algo mejor que la Escritura.
Diál Trifón 86:2-3
El dijo haber visto una escalera, y la Escritura ha declarado que Dios se erguía sobre ella. Pero que éste no era el Padre, lo hemos demostrado por las Escrituras... Y que la roca simbólicamente proclamaba a Cristo, lo hemos demostrado también por muchas Escrituras...
Ireneo (m. ca 203)
Adversus Haereses II, 28:7
Pero no nos equivocaremos si afirmamos la misma cosa respecto de la sustancia de la materia, que Dios la produjo. Pues hemos aprendido de las Escrituras que Dios tiene la supremacía sobre todo. Pero de dónde o en qué forma la produjo, nada de esto ha declarado la Escritura en ninguna parte; ni tampoco cabe que lo conjeturemos, de modo que, según nuestras propias opiniones, formemos conjeturas interminables acerca de Dios, sino que dejemos tal conocimiento en las manos de Dios mismo.
Que el fuego eterno está dispuesto para los pecadores, lo ha declarado llanamente el Señor, y lo demuestran el resto de las Escrituras. Y que Dios conoció de antemano que esto habría de ocurrir, las Escrituras asimismo demuestran, ya que El preparó el fuego eterno para aquellos que habrían de transgredir; pero la causa misma de la naturaleza de tales transgresiones no nos es informada por ninguna Escritura, ni ningún Apóstol nos la ha dicho, ni el Señor nos la ha enseñado. Nos corresponde, en consecuencia, dejar el conocimiento de este asunto a Dios.
Adv Haer II, 35, 4
Pero para que no se piense que evito aquella serie de pruebas que pueden derivarse de las Escrituras del Señor (ya que, de hecho, estas Escrituras proclaman este mismo punto mucho más evidente y claramente), en beneficio al menos de aquellos que no cargan con una mente depravada, dedicaré un libro especial a las Escrituras referidas, que las seguirá adecuadamente, y proveeré con claridad de estas divinas Escrituras pruebas para todos los amantes de la verdad.
Adv Haer III, 1:1
No hemos aprendido de ningunos otros el plan de nuestra salvación, sino de aquellos por quienes el evangelio nos ha venido, el cual ellos en un tiempo proclamaron en público y, en un período posterior, por la voluntad de Dios, los transmitieron a nosotros en las Escrituras, para ser el fundamento y la columna de nuestra fe.
Adv Haer III, 12,12
La ignorancia de las Escrituras y de la economía de Dios ha traído todas estas cosas sobre ellos.
Adv Haer III, 19, 2
Pues he demostrado por las Escrituras que ninguno de los hijos de Adán es jamás y absolutamente llamado Dios, o nombrado Señor. Pero que Aquel quien está por derecho propio por encima de todos los hombres que hayan vivido, Dios, y Señor, y Rey eterno, y el Verbo encarnado, proclamado por todos los profetas, los apóstoles, y por el mismo Espíritu, puede ser visto por todos cuantos hayan alcanzado siquiera una pequeña parte de la verdad. Ahora bien, las Escrituras no hubiesen testificado estas cosas de El si, como otros, hubiera sido un mero hombre. Pero que El tenía, más allá que todos, en Sí mismo aquel nacimiento preeminente que es del Altísimo Padre, y también experimentó la generación preeminente que es de la Virgen, de ambas cosas las Escrituras divinas testifican.
Adv Haer IV, 26, 1
Si cualquiera, por tanto, lee las Escrituras con atención, hallará en ellas un relato de Cristo, y un preanuncio de la nueva vocación. Pues Cristo es el tesoro oculto en el campo, esto es, en este mundo (pues “el campo es el mundo”); pero el tesoro oculto en las Escrituras es Cristo, ya que El fue indicado por medio de tipos y parábolas.
Adv Haer V, 20,2
Nos conviene, por tanto, evitar sus doctrinas, y prestar cuidadosa atención, no sea que algún daño por ellas; y en cambio huir a la Iglesia, y ser criados en su seno, y ser nutridos con las Escrituras del Señor.
Hipólito de Roma (ca. 170-235)
Contra Noecio, 14
Pues el Padre dispuso, el Hijo hizo, el Espíritu manifestó. Las Escrituras todas, entonces, proclaman esta verdad.
Fragmentos de Hipólito (en Eusebio, Hist Eccl V, 28, 4-6, 13-5, 18)
Lo dicho podría resultar convincente si en primer lugar las divinas Escrituras no les contradijesen. Y luego hay obras de algunos hermanos anteriores a los tiempos de Víctor, obras que ellos escribieron contra los paganos y contra las herejías de entonces en defensa de la verdad. Me estoy refiriendo a las de Justino, Milcíades, Taciano, Clemente y muchos otros, obras todas en que atribuyen la divinidad a Cristo. Porque ¿quién desconoce los libros de Ireneo, de Melitón y los restantes, libros que proclaman a Cristo Dios y hombre? ¿Y los muchos salmos y cánticos escritos desde el principio por los hermanos creyentes que cantan himnos al Verbo de Dios, al Cristo, atribuyéndole la divinidad?
¿Cómo, pues, estando declarado el pensamiento de la Iglesia desde hace tantos años se puede admitir que lo hayan proclamado los anteriores a Víctor en el sentido que éstos dicen?...
Han adulterado sin escrúpulo las divinas Escrituras y han violado la regla de la fe primitiva; y han desconocido a Cristo por no investigar qué dicen las divinas Escrituras... Dejaron las santas Escrituras de Dios y se ocupan de geometría ...
Mas los que se aprovecharon de las artes de los infieles para el designio de su propia herejía y con la maña de los impíos falsificaron la fe sencilla de las divinas Escrituras , ¿qué necesidad hay de decir que no están ya cerca de la fe? Por esta causa pusieron sus manos sin escrúpulo sobre las divinas Escrituras, diciendo que las habían corregido.
De qué atrevimiento sea este pecado, no es probable que lo ignoren ellos, porque, o bien no creen que las divinas Escrituras fueron dictadas por el Espíritu Santo, y en este caso son incrédulos, o bien estiman que ellos son más sabios que el Espíritu Santo...
Novaciano (Siglo III)
Tratado sobre la Trinidad, 12
¿Por qué, entonces, habremos de vacilar en decir lo que la Escritura no se amilana en declarar? ¿Por qué la verdad de la fe vacilará en aquello en lo cual la autoridad de la Escritura nunca ha vacilado?
Ibid., 18
Y los herejes deben entender que se están colocando a sí mismos contra la Escrituras en que, mientras que dicen creer que Cristo fue también un ángel, no están dispuestos a declararle haber sido también Dios, cuando leen en el Antiguo Testamento que El a menudo vino a visitar a la raza humana.
Pues si el mismo Juan dice, que Aquel que está en el seno del Padre, como el Verbo, se hizo carne para declarar el seno del Padre, ciertísimamente Cristo no es sólo un hombre, sino también un ángel; y no sólo un ángel, sino que las Escrituras demuestran que también es Dios.
Segunda Parte, 7 Contra Praxeas, 11
Será empero vuestra obligación aducir vuestras pruebas a partir de las Escrituras tan claramente como nosotros lo hacemos cuando probamos que El hizo a su Verbo un Hijo para Sí.
Orígenes (185-254)
2, Sobre la unidad y armonía de las Escrituras
“Bienaventurados los pacificadores....” para el hombre que es un pacificador en cualquiera de los dos sentidos no hay en los divinos oráculos nada impío o perverso, pues ellos son todos sencillos para quienes entienden. Y porque a los tales no hay nada impío o perverso, él ve abundancia de paz en todas las Escrituras, incluso para aquellas que parecen estar en conflicto y en contradicción unas con otras. Y similarmente se torna un tercer pacificador mientras demuestra que aquello que a otros les parece un conflicto en las Escrituras no es tal, y exhibe su concordia y paz, sea de las Antiguas Escrituras con las Nuevas, o de las Escrituras Apostólicas entre sí.
... quien viene instruido en la música de Dios, siendo un hombre sabio en palabra y hecho y, a este respecto, como otro David ... traerá el sonido de la música de Dios, habiendo aprendido de esto pulsar las cuerdas en el tiempo correcto, ahora las cuerdas de la Ley, ahora las cuerdas del Evangelio en armonía con ella, y nuevamente las cuerdas Proféticas y, cuando la razón lo exige, las cuerdas Apostólicas que están en armonía con las Proféticas, y de igual modo las Apostólicas con aquellas de los Evangelios. Pues él sabe que toda la Escritura es un instrumento de Dios perfecto y armonizado, el cual a partir de diversos sonidos trae una voz de salvación para aquellos dispuestos a aprender, que detiene y restringe toda obra de un mal espíritu, del mismo modo que la música de David ponía a reposar el espíritu malo en Saúl, el cual también lo estaba sofocando. Ves, entonces, que él es en tercer lugar un pacificador, quien ve de acuerdo con la Escritura la paz de toda ella, e implanta esta paz en aquellos que buscan correctamente y hacen distinciones adecuadas en un espíritu genuino.
De Principii, 4
No observo que sea grandemente confirmado por la autoridad de la sagrada Escritura; en tanto que, con respecto a los restantes dos, se encuentra un considerable número de pasajes en las sagradas Escrituras que parecen pasibles de serles aplicados.
De Principii 4,1,9
Ahora bien, la razón de la aprensión errónea de todos estos puntos de parte de quienes he mencionado arriba no es otra que esta: que la santa Escritura no es entendida por ellos según su significado espiritual, sino literal. Y por tanto nos esforzaremos ... en señalar a quienes creen que las sagradas Escrituras no son composiciones humanas, sino escritas por inspiración del Espíritu Santo, y transmitidas a nosotros por la voluntad del Padre, a través de su Hijo unigénito Jesucristo, lo que nos parece a nosotros ... ser la norma y disciplina entregada a los Apóstoles por Cristo Jesús, la cual ellos transmitieron en sucesión a su posteridad, los maestros de la Santa Iglesia.
De Principii 4:15
Ahora bien, todo esto, como hemos subrayado, fue hecho por el Espíritu Santo para que, viendo aquellos sucesos que yacen en la superficie no pueden ser ni verdaderos ni útiles, podamos ser guiados a la investigación de aquella verdad que está oculta más profundamente, y a la afirmación de un significado digno de Dios en aquellas Escrituras que creemos inspiradas por El.
De Principii 4:16
Ni tampoco trató así el Espíritu Santo solamente con respecto a aquellas Escrituras que fueron compuestas hasta el advenimiento de Cristo; sino que siendo uno y el mismo Espíritu, y procediendo de un mismo Dios, procedió de igual modo con los evangelistas y apóstoles.
Contra Celso III, 33
En tanto que la divinidad de Jesús es establecida tanto por la existencia de las Iglesias de los salvos, como por las profecías expresadas concernientes a Él, y por las curaciones producidas en Su nombre, y por la sabiduría y conocimiento que son en Él, y las verdades más profundas que son descubiertas por aquellos que saben cómo ascender desde una fe simple, e investigar el significado que subyace en las Escrituras divinas, conforme a las admoniciones de Jesús, quien dijo «Escrudriñad las Escrituras» y al deseo de Pablo, quien enseñó que «debemos saber cómo contestar a todo hombre», sí, y también de quien dijo «estad siempre preparados para dar una respuesta que os pida razón de la fe que hay en vosotros.»
Gregorio de Nisa (ca 335-394)
Tratado Dogmático sobre la Fe
Y uno puede hallar multitudes de otras pruebas de las Escrituras de que todos los atributos supremos y divinos que son aplicados por las Escrituras al Padre y al Hijo han de ser contempladas asimismo en el Espíritu Santo... el Espíritu Santo no es llamado el Padre, o el Hijo; pero todos los otros nombres por los cuales el Padre y el Hijo son nombrados son aplicados por la Escritura también al Espíritu Santo.
Del alma y la resurrección
“No nos está permitido afirmar lo que nos plazca. La Sagrada Escritura es, para nosotros, la norma y la medida de todos los dogmas. Aprobamos solamente aquello que podemos armonizar con la intención de estos escritos.” ; “hay algo más confiable que cualquiera de estas conclusiones artificiales, a saber, aquello que señalan las enseñanzas de la Sagrada Escritura; y así yo considero necesario averiguar, además de lo que se ha dicho [una discusión metafísica] hasta qué punto esta enseñanza inspirada armoniza con todo ello.” (NPNF, 2nd Series, 5: 439)
Jerónimo (345-419), traductor de la Vulgata y el más erudito de su tiempo
Adversus Helvetium
Es una arrogancia criminal añadir algo a las Escrituras; lo que está escrito, créelo; lo que no está escrito, no lo busques.
Agustín de Hipona (354-430)
El ilustre obispo puso fin a su controversia con los donatistas con el siguiente argumento:
...nada más queremos oír de «tú dices» y «yo digo», sino oigamos el «Así dice el Señor». Indudablemente existen Libros del Señor, a cuya autoridad ambos damos nuestro consentimiento, sumisión y obediencia; en ellos pues busquemos la iglesia, y en ellos discutamos nuestra disputa.”
Confesiones VI, 5: 2-3
Me persuadiste de que no eran de reprender los que se apoyan en la autoridad de esos libros que Tú has dado a tantos pueblos, sino más bien los que en ellos no creen ... Porque en ese divino origen y en esa autoridad me pareció que debía yo creer ... Por eso, siendo yo débil e incapaz de encontrar la verdad con las solas fuerzas de mi razón, comprendí que debía apoyarme en la autoridad de las Escrituras; y que Tú no habrías podido darle para todos los pueblos semejante autoridad si no quisieras que por ella te pudiéramos buscar y encontrar...
10 homilías sobre 1 Juan. Hom 2
Nos conviene escuchar con diligentísima atención todas las cosas que se leen de las Santas Escrituras para nuestra instrucción y salvación. Sin embargo, sobre todo deben ser encomendadas a nuestra memoria aquellas que son más fuertes contra los herejes; cuyos designios insidiosos no cesan para rodear a los que son débiles y más negligentes.
Contra Pelagio (4, 3, 14)
Ya que, empero, como ya he señalado, estamos acostumbrados en nuestro uso corriente de las palabras, a designar todas aquellas Escrituras de la ley y los profetas que feron dadas antes de la encarnación del Señor bajo el nombre y título del Antiguo Testamento, qué hombre quien esté siquiera moderadamente informado en el léxico eclesiástico puede ignorar que el reino de los cielos podría de igual manera ser prometido en aquellas primitivas Escrituras como en el Nuevo Testamento mismo, al cual pertenece el reino de los cielos?
Un tratado sobre el alma y su origen, 4,14
Pero aunque las preguntas que surgen concernientes al origen de las almas son “más elevadas”, sin duda, que la que trata de la fuente del aliento que inhalamos y exhalamos, tú crees empero que son más elevadas aquellas cosas que has aprendido fuera de las Sagradas Escrituras, de las cuales derivamos lo que aprendemos por fe; y como tales no son detectables por ninguna mente humana... Ahora bien, estos asuntos, a los cuales he llamado como más excelentes y como mejores, no podríamos de modo alguno hallarlos, a menos que los creamos por el testimonio de las Escrituras inspiradas.
Sobre la Doctrina Cristiana II, 2,3
Deseamos, pues, considerar y discutir esta clase de signos en la medida en que los hombres se relacionan con ella, porque aun los signos que nos han sido dados de Dios, y que se contienen en las Sagradas Escrituras, fueron hechos conocidos para nosotros a través de hombres – aquellos, a saber, que escribieron las Escrituras.
Sobre la Doctrina Cristiana II, 7, 10
Después de estos dos pasos de temor y piedad, llegamos al tercero, el conocimiento, del cual me propongo ahora tratar. Porque en esto todo estudiante diligente de las Sagradas Escrituras se ejercita a sí mismo, para no hallar nada más en ellas sino que Dios ha de ser amado por Sí mismo, y nuestro prójimo por causa de Dios... Es pues necesario que ante todo cada hombre encuentre en las Escrituras que él, por haber sido enredado por el amor de este mundo –es decir, de las cosas temporales- ha sido extraviado muy lejos del amor por Dios y por el prójimo que enseñan las Escrituras. Entonces aquel temor que le lleva a pensar en el juicio de Dios, y aquella piedad que no le deja opción sino la de creer y someterse a la autoridad de la Escritura, lo obligan a lamentarse de su condición. Porque el conocimiento de una buena esperanza no hace a un hombre presuntuoso, sino apenado.
Sobre la Doctrina Cristiana II, 6,5
Y de aquí ocurrió que hasta la Sagrada Escritura, que trae un remedio para las terribles enfermedades de la voluntad humana, siendo al principio establecida en un lenguaje, por medio del cual podría en el momento propicio ser diseminada en todo el mundo, fue traducida a varias lenguas, y diseminada ampliamente, y así se tornó conocida a las naciones para su salvación. Y al leerla, los hombres no buscan nada más que hallar el pensamiento y la voluntad de aquellos por quienes fue escrita, y a través de ellos hallar la voluntad de Dios, según la cual creen que esos hombres hablaron.
Sobre la Doctrina Cristiana II,9, 14
En todos estos libros aquellos que temen a Dios y son de humilde y pía disposición buscan la voluntad de Dios. Y al proseguir esta búsqueda la primera regla a ser observada es, como dije, conocer estos libros, si todavía no con el entendimiento, leerlos al menos para memorizarlos, o al menos no permanecer completamente ignorantes de ellos. Luego, aquellos asuntos que están claramente establecidos en ellos, sean reglas de vida o reglas de fe, han de ser buscados más cuidadosa y diligentemente; y cuanto más descubre un hombre, más capaz se torna su entendimiento. Pues entre las cosas claramente dispuestas en las Escrituras se hallarán todos los asuntos que conciernen a la fe y las costumbres.
Sermones, 1:35
Pero, sobre todas las cosas, recuerda esto: no seas perturbado por las Escrituras que aún no entiendes, ni seas envanecido por lo que entiendes; sino espera sumisamente por lo que no entiendes y de lo que entiendes, aférrate con caridad.
Un tratado sobre la corrección de los donatistas, 1:2
No permitas, empero, que cosas como estas te perturben, mi amado hijo... Pues se nos anuncia que es necesario que existan herejías y piedras de tropiezo, para que podamos ser instruidos entre nuestros enemigos,; y para que así tanto nuestra fe como nuestro amor pueda ser más aprobado –nuestra fe, es decir, que no seamos engañados por ellos; y nuestro amor, para que nos esforcemos hasta lo sumo para corregir a los mismos que yerran; no sólo cuidando que no dañen a los débiles, sino también orando por ellos, para que Dios abra su entendimiento, y puedan comprender las Escrituras. Pues en los libros sagrados, donde el Señor Cristo es hecho manifiesto, está también declarada Su Iglesia; pero ellos, con sorprendente ceguera, mientras que nada saben de Cristo excepto lo que se revela en las Escrituras, aún así forman su noción de la Iglesia de él de la vanidad de la falsedad humana, en lugar de aprender lo que está en la autoridad de los libros sagrados.
Las cartas de Petiliano el donatista, III, 7
Porque tampoco me instruyó [Jesús] con Su palabra, sin confirmarme también con Su ejemplo. Sigue la fe de las sagradas Escrituras, y hallarás que Cristo resucitó de los muertos, ascendió al cielo, se sentó a la diestra del Padre.
Teodoreto de Ciro (386-454)
Hist Ecl 4,3
La verdadera y piadosa fe en nuestro Señor Jesucristo ha sido hecha clara para todos ya que es conocida y leída de las Santas Escrituras. En esta fe los santos mártires fueron perfeccionados, y ahora , ausentes, están con el Señor.
Juan Crisóstomo (347-407)
Homilía 49 sobre Mateo
Las cosas que se inventan bajo el nombre de la tradición apostólica, sin la autoridad de las Escriuras, son castigadas por el estoque de Dios.
Homilía 29 sobre los Hechos (13: 16s)
Os exhorto y os ruego que no penséis que baste haber invadido la Iglesia, sino que también os retirís de aquí habiendo tomado algo, alguna medicina, para la cura de vuestras propias enfermedades; y si no de nosotros, en todo caso de las Escrituras tenéis los remedios adecuados para cada una.
Homilía 37 sobre los Hechos (17:1-3)
(Recapitulación.) “Por tres sábados” dice, siendo el tiempo en que descansaban de su labor, “razonó con ellos, abriéndoles las Escrituras” (v. 2): pues así acostumbraba también hacerlo Cristo: como en muchas ocasiones, Le hallamos razonando a partir de las Escrituras, y no en todas las ocasiones por milagros. Porque contra esto de cierto ellos adoptaban una postura de hostilidad; pero a que El persuadiera a los hombres por razones provenientes de las Escrituras, no le cabe esta acusación.
Dos homilías sobre Eutropio (Hom 2)
El jardín está confinado a un lugar, pero las Escrituras están en todas parte del mundo; el jardín está sujeto a las necesidades de las estaciones, pero las Escrituras son ricas en follaje, y cargadas igualmente con fruto en invierno y verano por igual. Prestemos por tanto diligente atención al estudio de la Escritura; porque si lo haces, ella expulsará tu desesperación, y engendrará placer, extirpará el vicio, y hará que se arraigue la virtud, y en el tumulto de la vida te salvará de sufrir como aquellos que son sacudidos por turbulentas olas. El mar ruge pero tú navegas con tiempo calmo, pues tienes el estudio de las Escrituras como timonel; pues este es el cable que las pruebas de la vida no pueden cortar.
Pongo a su consideración algunos textos patrísticos sobre el lugar de las Escrituras.
Bendiciones en Cristo,
Jetonius
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Sola Gratia
Sola Fide
Solus Christus
Sola Scriptura
Soli Deo Gloria!
LOS PADRES PRIMITIVOS Y LAS ESCRITURAS
Justino Mártir (m. ca. 165)
Diálogo con Trifón 85:5
Ridícula cosa sería ... que quien halla su discurso en las Escrituras proféticas haya de abandonarlas y abstenerse de referirse constantemente a las dichas Escrituras, por pensar que él mismo podría proveer algo mejor que la Escritura.
Diál Trifón 86:2-3
El dijo haber visto una escalera, y la Escritura ha declarado que Dios se erguía sobre ella. Pero que éste no era el Padre, lo hemos demostrado por las Escrituras... Y que la roca simbólicamente proclamaba a Cristo, lo hemos demostrado también por muchas Escrituras...
Ireneo (m. ca 203)
Adversus Haereses II, 28:7
Pero no nos equivocaremos si afirmamos la misma cosa respecto de la sustancia de la materia, que Dios la produjo. Pues hemos aprendido de las Escrituras que Dios tiene la supremacía sobre todo. Pero de dónde o en qué forma la produjo, nada de esto ha declarado la Escritura en ninguna parte; ni tampoco cabe que lo conjeturemos, de modo que, según nuestras propias opiniones, formemos conjeturas interminables acerca de Dios, sino que dejemos tal conocimiento en las manos de Dios mismo.
Que el fuego eterno está dispuesto para los pecadores, lo ha declarado llanamente el Señor, y lo demuestran el resto de las Escrituras. Y que Dios conoció de antemano que esto habría de ocurrir, las Escrituras asimismo demuestran, ya que El preparó el fuego eterno para aquellos que habrían de transgredir; pero la causa misma de la naturaleza de tales transgresiones no nos es informada por ninguna Escritura, ni ningún Apóstol nos la ha dicho, ni el Señor nos la ha enseñado. Nos corresponde, en consecuencia, dejar el conocimiento de este asunto a Dios.
Adv Haer II, 35, 4
Pero para que no se piense que evito aquella serie de pruebas que pueden derivarse de las Escrituras del Señor (ya que, de hecho, estas Escrituras proclaman este mismo punto mucho más evidente y claramente), en beneficio al menos de aquellos que no cargan con una mente depravada, dedicaré un libro especial a las Escrituras referidas, que las seguirá adecuadamente, y proveeré con claridad de estas divinas Escrituras pruebas para todos los amantes de la verdad.
Adv Haer III, 1:1
No hemos aprendido de ningunos otros el plan de nuestra salvación, sino de aquellos por quienes el evangelio nos ha venido, el cual ellos en un tiempo proclamaron en público y, en un período posterior, por la voluntad de Dios, los transmitieron a nosotros en las Escrituras, para ser el fundamento y la columna de nuestra fe.
Adv Haer III, 12,12
La ignorancia de las Escrituras y de la economía de Dios ha traído todas estas cosas sobre ellos.
Adv Haer III, 19, 2
Pues he demostrado por las Escrituras que ninguno de los hijos de Adán es jamás y absolutamente llamado Dios, o nombrado Señor. Pero que Aquel quien está por derecho propio por encima de todos los hombres que hayan vivido, Dios, y Señor, y Rey eterno, y el Verbo encarnado, proclamado por todos los profetas, los apóstoles, y por el mismo Espíritu, puede ser visto por todos cuantos hayan alcanzado siquiera una pequeña parte de la verdad. Ahora bien, las Escrituras no hubiesen testificado estas cosas de El si, como otros, hubiera sido un mero hombre. Pero que El tenía, más allá que todos, en Sí mismo aquel nacimiento preeminente que es del Altísimo Padre, y también experimentó la generación preeminente que es de la Virgen, de ambas cosas las Escrituras divinas testifican.
Adv Haer IV, 26, 1
Si cualquiera, por tanto, lee las Escrituras con atención, hallará en ellas un relato de Cristo, y un preanuncio de la nueva vocación. Pues Cristo es el tesoro oculto en el campo, esto es, en este mundo (pues “el campo es el mundo”); pero el tesoro oculto en las Escrituras es Cristo, ya que El fue indicado por medio de tipos y parábolas.
Adv Haer V, 20,2
Nos conviene, por tanto, evitar sus doctrinas, y prestar cuidadosa atención, no sea que algún daño por ellas; y en cambio huir a la Iglesia, y ser criados en su seno, y ser nutridos con las Escrituras del Señor.
Hipólito de Roma (ca. 170-235)
Contra Noecio, 14
Pues el Padre dispuso, el Hijo hizo, el Espíritu manifestó. Las Escrituras todas, entonces, proclaman esta verdad.
Fragmentos de Hipólito (en Eusebio, Hist Eccl V, 28, 4-6, 13-5, 18)
Lo dicho podría resultar convincente si en primer lugar las divinas Escrituras no les contradijesen. Y luego hay obras de algunos hermanos anteriores a los tiempos de Víctor, obras que ellos escribieron contra los paganos y contra las herejías de entonces en defensa de la verdad. Me estoy refiriendo a las de Justino, Milcíades, Taciano, Clemente y muchos otros, obras todas en que atribuyen la divinidad a Cristo. Porque ¿quién desconoce los libros de Ireneo, de Melitón y los restantes, libros que proclaman a Cristo Dios y hombre? ¿Y los muchos salmos y cánticos escritos desde el principio por los hermanos creyentes que cantan himnos al Verbo de Dios, al Cristo, atribuyéndole la divinidad?
¿Cómo, pues, estando declarado el pensamiento de la Iglesia desde hace tantos años se puede admitir que lo hayan proclamado los anteriores a Víctor en el sentido que éstos dicen?...
Han adulterado sin escrúpulo las divinas Escrituras y han violado la regla de la fe primitiva; y han desconocido a Cristo por no investigar qué dicen las divinas Escrituras... Dejaron las santas Escrituras de Dios y se ocupan de geometría ...
Mas los que se aprovecharon de las artes de los infieles para el designio de su propia herejía y con la maña de los impíos falsificaron la fe sencilla de las divinas Escrituras , ¿qué necesidad hay de decir que no están ya cerca de la fe? Por esta causa pusieron sus manos sin escrúpulo sobre las divinas Escrituras, diciendo que las habían corregido.
De qué atrevimiento sea este pecado, no es probable que lo ignoren ellos, porque, o bien no creen que las divinas Escrituras fueron dictadas por el Espíritu Santo, y en este caso son incrédulos, o bien estiman que ellos son más sabios que el Espíritu Santo...
Novaciano (Siglo III)
Tratado sobre la Trinidad, 12
¿Por qué, entonces, habremos de vacilar en decir lo que la Escritura no se amilana en declarar? ¿Por qué la verdad de la fe vacilará en aquello en lo cual la autoridad de la Escritura nunca ha vacilado?
Ibid., 18
Y los herejes deben entender que se están colocando a sí mismos contra la Escrituras en que, mientras que dicen creer que Cristo fue también un ángel, no están dispuestos a declararle haber sido también Dios, cuando leen en el Antiguo Testamento que El a menudo vino a visitar a la raza humana.
Pues si el mismo Juan dice, que Aquel que está en el seno del Padre, como el Verbo, se hizo carne para declarar el seno del Padre, ciertísimamente Cristo no es sólo un hombre, sino también un ángel; y no sólo un ángel, sino que las Escrituras demuestran que también es Dios.
Segunda Parte, 7 Contra Praxeas, 11
Será empero vuestra obligación aducir vuestras pruebas a partir de las Escrituras tan claramente como nosotros lo hacemos cuando probamos que El hizo a su Verbo un Hijo para Sí.
Orígenes (185-254)
2, Sobre la unidad y armonía de las Escrituras
“Bienaventurados los pacificadores....” para el hombre que es un pacificador en cualquiera de los dos sentidos no hay en los divinos oráculos nada impío o perverso, pues ellos son todos sencillos para quienes entienden. Y porque a los tales no hay nada impío o perverso, él ve abundancia de paz en todas las Escrituras, incluso para aquellas que parecen estar en conflicto y en contradicción unas con otras. Y similarmente se torna un tercer pacificador mientras demuestra que aquello que a otros les parece un conflicto en las Escrituras no es tal, y exhibe su concordia y paz, sea de las Antiguas Escrituras con las Nuevas, o de las Escrituras Apostólicas entre sí.
... quien viene instruido en la música de Dios, siendo un hombre sabio en palabra y hecho y, a este respecto, como otro David ... traerá el sonido de la música de Dios, habiendo aprendido de esto pulsar las cuerdas en el tiempo correcto, ahora las cuerdas de la Ley, ahora las cuerdas del Evangelio en armonía con ella, y nuevamente las cuerdas Proféticas y, cuando la razón lo exige, las cuerdas Apostólicas que están en armonía con las Proféticas, y de igual modo las Apostólicas con aquellas de los Evangelios. Pues él sabe que toda la Escritura es un instrumento de Dios perfecto y armonizado, el cual a partir de diversos sonidos trae una voz de salvación para aquellos dispuestos a aprender, que detiene y restringe toda obra de un mal espíritu, del mismo modo que la música de David ponía a reposar el espíritu malo en Saúl, el cual también lo estaba sofocando. Ves, entonces, que él es en tercer lugar un pacificador, quien ve de acuerdo con la Escritura la paz de toda ella, e implanta esta paz en aquellos que buscan correctamente y hacen distinciones adecuadas en un espíritu genuino.
De Principii, 4
No observo que sea grandemente confirmado por la autoridad de la sagrada Escritura; en tanto que, con respecto a los restantes dos, se encuentra un considerable número de pasajes en las sagradas Escrituras que parecen pasibles de serles aplicados.
De Principii 4,1,9
Ahora bien, la razón de la aprensión errónea de todos estos puntos de parte de quienes he mencionado arriba no es otra que esta: que la santa Escritura no es entendida por ellos según su significado espiritual, sino literal. Y por tanto nos esforzaremos ... en señalar a quienes creen que las sagradas Escrituras no son composiciones humanas, sino escritas por inspiración del Espíritu Santo, y transmitidas a nosotros por la voluntad del Padre, a través de su Hijo unigénito Jesucristo, lo que nos parece a nosotros ... ser la norma y disciplina entregada a los Apóstoles por Cristo Jesús, la cual ellos transmitieron en sucesión a su posteridad, los maestros de la Santa Iglesia.
De Principii 4:15
Ahora bien, todo esto, como hemos subrayado, fue hecho por el Espíritu Santo para que, viendo aquellos sucesos que yacen en la superficie no pueden ser ni verdaderos ni útiles, podamos ser guiados a la investigación de aquella verdad que está oculta más profundamente, y a la afirmación de un significado digno de Dios en aquellas Escrituras que creemos inspiradas por El.
De Principii 4:16
Ni tampoco trató así el Espíritu Santo solamente con respecto a aquellas Escrituras que fueron compuestas hasta el advenimiento de Cristo; sino que siendo uno y el mismo Espíritu, y procediendo de un mismo Dios, procedió de igual modo con los evangelistas y apóstoles.
Contra Celso III, 33
En tanto que la divinidad de Jesús es establecida tanto por la existencia de las Iglesias de los salvos, como por las profecías expresadas concernientes a Él, y por las curaciones producidas en Su nombre, y por la sabiduría y conocimiento que son en Él, y las verdades más profundas que son descubiertas por aquellos que saben cómo ascender desde una fe simple, e investigar el significado que subyace en las Escrituras divinas, conforme a las admoniciones de Jesús, quien dijo «Escrudriñad las Escrituras» y al deseo de Pablo, quien enseñó que «debemos saber cómo contestar a todo hombre», sí, y también de quien dijo «estad siempre preparados para dar una respuesta que os pida razón de la fe que hay en vosotros.»
Gregorio de Nisa (ca 335-394)
Tratado Dogmático sobre la Fe
Y uno puede hallar multitudes de otras pruebas de las Escrituras de que todos los atributos supremos y divinos que son aplicados por las Escrituras al Padre y al Hijo han de ser contempladas asimismo en el Espíritu Santo... el Espíritu Santo no es llamado el Padre, o el Hijo; pero todos los otros nombres por los cuales el Padre y el Hijo son nombrados son aplicados por la Escritura también al Espíritu Santo.
Del alma y la resurrección
“No nos está permitido afirmar lo que nos plazca. La Sagrada Escritura es, para nosotros, la norma y la medida de todos los dogmas. Aprobamos solamente aquello que podemos armonizar con la intención de estos escritos.” ; “hay algo más confiable que cualquiera de estas conclusiones artificiales, a saber, aquello que señalan las enseñanzas de la Sagrada Escritura; y así yo considero necesario averiguar, además de lo que se ha dicho [una discusión metafísica] hasta qué punto esta enseñanza inspirada armoniza con todo ello.” (NPNF, 2nd Series, 5: 439)
Jerónimo (345-419), traductor de la Vulgata y el más erudito de su tiempo
Adversus Helvetium
Es una arrogancia criminal añadir algo a las Escrituras; lo que está escrito, créelo; lo que no está escrito, no lo busques.
Agustín de Hipona (354-430)
El ilustre obispo puso fin a su controversia con los donatistas con el siguiente argumento:
...nada más queremos oír de «tú dices» y «yo digo», sino oigamos el «Así dice el Señor». Indudablemente existen Libros del Señor, a cuya autoridad ambos damos nuestro consentimiento, sumisión y obediencia; en ellos pues busquemos la iglesia, y en ellos discutamos nuestra disputa.”
Confesiones VI, 5: 2-3
Me persuadiste de que no eran de reprender los que se apoyan en la autoridad de esos libros que Tú has dado a tantos pueblos, sino más bien los que en ellos no creen ... Porque en ese divino origen y en esa autoridad me pareció que debía yo creer ... Por eso, siendo yo débil e incapaz de encontrar la verdad con las solas fuerzas de mi razón, comprendí que debía apoyarme en la autoridad de las Escrituras; y que Tú no habrías podido darle para todos los pueblos semejante autoridad si no quisieras que por ella te pudiéramos buscar y encontrar...
10 homilías sobre 1 Juan. Hom 2
Nos conviene escuchar con diligentísima atención todas las cosas que se leen de las Santas Escrituras para nuestra instrucción y salvación. Sin embargo, sobre todo deben ser encomendadas a nuestra memoria aquellas que son más fuertes contra los herejes; cuyos designios insidiosos no cesan para rodear a los que son débiles y más negligentes.
Contra Pelagio (4, 3, 14)
Ya que, empero, como ya he señalado, estamos acostumbrados en nuestro uso corriente de las palabras, a designar todas aquellas Escrituras de la ley y los profetas que feron dadas antes de la encarnación del Señor bajo el nombre y título del Antiguo Testamento, qué hombre quien esté siquiera moderadamente informado en el léxico eclesiástico puede ignorar que el reino de los cielos podría de igual manera ser prometido en aquellas primitivas Escrituras como en el Nuevo Testamento mismo, al cual pertenece el reino de los cielos?
Un tratado sobre el alma y su origen, 4,14
Pero aunque las preguntas que surgen concernientes al origen de las almas son “más elevadas”, sin duda, que la que trata de la fuente del aliento que inhalamos y exhalamos, tú crees empero que son más elevadas aquellas cosas que has aprendido fuera de las Sagradas Escrituras, de las cuales derivamos lo que aprendemos por fe; y como tales no son detectables por ninguna mente humana... Ahora bien, estos asuntos, a los cuales he llamado como más excelentes y como mejores, no podríamos de modo alguno hallarlos, a menos que los creamos por el testimonio de las Escrituras inspiradas.
Sobre la Doctrina Cristiana II, 2,3
Deseamos, pues, considerar y discutir esta clase de signos en la medida en que los hombres se relacionan con ella, porque aun los signos que nos han sido dados de Dios, y que se contienen en las Sagradas Escrituras, fueron hechos conocidos para nosotros a través de hombres – aquellos, a saber, que escribieron las Escrituras.
Sobre la Doctrina Cristiana II, 7, 10
Después de estos dos pasos de temor y piedad, llegamos al tercero, el conocimiento, del cual me propongo ahora tratar. Porque en esto todo estudiante diligente de las Sagradas Escrituras se ejercita a sí mismo, para no hallar nada más en ellas sino que Dios ha de ser amado por Sí mismo, y nuestro prójimo por causa de Dios... Es pues necesario que ante todo cada hombre encuentre en las Escrituras que él, por haber sido enredado por el amor de este mundo –es decir, de las cosas temporales- ha sido extraviado muy lejos del amor por Dios y por el prójimo que enseñan las Escrituras. Entonces aquel temor que le lleva a pensar en el juicio de Dios, y aquella piedad que no le deja opción sino la de creer y someterse a la autoridad de la Escritura, lo obligan a lamentarse de su condición. Porque el conocimiento de una buena esperanza no hace a un hombre presuntuoso, sino apenado.
Sobre la Doctrina Cristiana II, 6,5
Y de aquí ocurrió que hasta la Sagrada Escritura, que trae un remedio para las terribles enfermedades de la voluntad humana, siendo al principio establecida en un lenguaje, por medio del cual podría en el momento propicio ser diseminada en todo el mundo, fue traducida a varias lenguas, y diseminada ampliamente, y así se tornó conocida a las naciones para su salvación. Y al leerla, los hombres no buscan nada más que hallar el pensamiento y la voluntad de aquellos por quienes fue escrita, y a través de ellos hallar la voluntad de Dios, según la cual creen que esos hombres hablaron.
Sobre la Doctrina Cristiana II,9, 14
En todos estos libros aquellos que temen a Dios y son de humilde y pía disposición buscan la voluntad de Dios. Y al proseguir esta búsqueda la primera regla a ser observada es, como dije, conocer estos libros, si todavía no con el entendimiento, leerlos al menos para memorizarlos, o al menos no permanecer completamente ignorantes de ellos. Luego, aquellos asuntos que están claramente establecidos en ellos, sean reglas de vida o reglas de fe, han de ser buscados más cuidadosa y diligentemente; y cuanto más descubre un hombre, más capaz se torna su entendimiento. Pues entre las cosas claramente dispuestas en las Escrituras se hallarán todos los asuntos que conciernen a la fe y las costumbres.
Sermones, 1:35
Pero, sobre todas las cosas, recuerda esto: no seas perturbado por las Escrituras que aún no entiendes, ni seas envanecido por lo que entiendes; sino espera sumisamente por lo que no entiendes y de lo que entiendes, aférrate con caridad.
Un tratado sobre la corrección de los donatistas, 1:2
No permitas, empero, que cosas como estas te perturben, mi amado hijo... Pues se nos anuncia que es necesario que existan herejías y piedras de tropiezo, para que podamos ser instruidos entre nuestros enemigos,; y para que así tanto nuestra fe como nuestro amor pueda ser más aprobado –nuestra fe, es decir, que no seamos engañados por ellos; y nuestro amor, para que nos esforcemos hasta lo sumo para corregir a los mismos que yerran; no sólo cuidando que no dañen a los débiles, sino también orando por ellos, para que Dios abra su entendimiento, y puedan comprender las Escrituras. Pues en los libros sagrados, donde el Señor Cristo es hecho manifiesto, está también declarada Su Iglesia; pero ellos, con sorprendente ceguera, mientras que nada saben de Cristo excepto lo que se revela en las Escrituras, aún así forman su noción de la Iglesia de él de la vanidad de la falsedad humana, en lugar de aprender lo que está en la autoridad de los libros sagrados.
Las cartas de Petiliano el donatista, III, 7
Porque tampoco me instruyó [Jesús] con Su palabra, sin confirmarme también con Su ejemplo. Sigue la fe de las sagradas Escrituras, y hallarás que Cristo resucitó de los muertos, ascendió al cielo, se sentó a la diestra del Padre.
Teodoreto de Ciro (386-454)
Hist Ecl 4,3
La verdadera y piadosa fe en nuestro Señor Jesucristo ha sido hecha clara para todos ya que es conocida y leída de las Santas Escrituras. En esta fe los santos mártires fueron perfeccionados, y ahora , ausentes, están con el Señor.
Juan Crisóstomo (347-407)
Homilía 49 sobre Mateo
Las cosas que se inventan bajo el nombre de la tradición apostólica, sin la autoridad de las Escriuras, son castigadas por el estoque de Dios.
Homilía 29 sobre los Hechos (13: 16s)
Os exhorto y os ruego que no penséis que baste haber invadido la Iglesia, sino que también os retirís de aquí habiendo tomado algo, alguna medicina, para la cura de vuestras propias enfermedades; y si no de nosotros, en todo caso de las Escrituras tenéis los remedios adecuados para cada una.
Homilía 37 sobre los Hechos (17:1-3)
(Recapitulación.) “Por tres sábados” dice, siendo el tiempo en que descansaban de su labor, “razonó con ellos, abriéndoles las Escrituras” (v. 2): pues así acostumbraba también hacerlo Cristo: como en muchas ocasiones, Le hallamos razonando a partir de las Escrituras, y no en todas las ocasiones por milagros. Porque contra esto de cierto ellos adoptaban una postura de hostilidad; pero a que El persuadiera a los hombres por razones provenientes de las Escrituras, no le cabe esta acusación.
Dos homilías sobre Eutropio (Hom 2)
El jardín está confinado a un lugar, pero las Escrituras están en todas parte del mundo; el jardín está sujeto a las necesidades de las estaciones, pero las Escrituras son ricas en follaje, y cargadas igualmente con fruto en invierno y verano por igual. Prestemos por tanto diligente atención al estudio de la Escritura; porque si lo haces, ella expulsará tu desesperación, y engendrará placer, extirpará el vicio, y hará que se arraigue la virtud, y en el tumulto de la vida te salvará de sufrir como aquellos que son sacudidos por turbulentas olas. El mar ruge pero tú navegas con tiempo calmo, pues tienes el estudio de las Escrituras como timonel; pues este es el cable que las pruebas de la vida no pueden cortar.