Primero, la voluntad de Dios era que no comieran del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, y que vivieran:
Gen 2: 16: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.
La serpiente, el ángel, les dijo lo contrario a la voluntad de Dios:
Gen 3:1. “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? … Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”.
Pero si Eva y luego Adán hubieran obedecido a Dios no comiendo del fruto, el ángel no se habría convertido en Satán, pero como le escucharon a él y no a Dios, el ángel se hizo malo y se convirtió en Satán.
El ángel no es sino un espíritu, él por si mismo no puede hacer actos malos en el mundo físico, los ejecutores de su malas intenciones – comer del fruto- fueron Adán y Eva, y con ello le dieron presencia en el mundo físico. La cosa se agravó cuando Caín mata a Abel, que era la intención del ángel caído:
Gen 4:7: ““y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo”
Por ende, cada vez que los hombres caídos hacemos cosas malas, le fortalecemos al ángel caído. Pero si dejamos de pecar, él no podrá manifestar el mal en el mundo físico, y perderá su fuerza, por eso Jesús nos dice que dejemos de pecar.
Que Dios te bendiga