Originalmente enviado por: MANUEL MORA:
Arminio profesor de teología en Leiden,rechazó la enseñanza de la reforma y propagó en sus clases el semipelagianismo,pudiendo mas el orgullo humano que la sencilla y verdadera enseñanza de la Escritura,el y sus discípulos cayeron en la antigua trampa del semipelagianismo,rechazando a pesar de las muchas amonestaciones la enseñanza de la corrupción total del y la muerte espiritual del pecador.
Estimado hermano Manuel:
Ignoro de dónde habrá sacado usted semejantes ideas sobre Arminio. Tal vez el siguiente artículo aclare un poco el panorama.
Que Dios le bendiga,
Jetonius
Doctrinas protestantes de la salvación: Un resumen
Las principales posiciones protestantes acerca de la doctrina de la salvación se denominan calvinista y arminiana según, respectivamente, los nombres de Juan Calvino (1509-1564) y Jacobo Arminio (1560-1609). El punto central de la discusión radica en la relación entre la soberanía de Dios y la voluntad humana, lo cual a su vez está estrechamente vinculado con los conceptos de predestinación y elección.
Muchos pasajes bíblicos mencionan a los “elegidos” [griego eklektos, suneklektos] y la “predestinación” [con el verbo proorizö, predestinar o disponer de antemano]. Puede verse, por ejemplo, Mateo 24:24,31; Lucas 18:7; Romanos 8:29-30,33; 9:11; 11:5,7,28; Efesios 1: 3-14; 2:1-10; Colosenses 3:12; 1 Tesalonicenses 1:4; 1 Pedro 1:2 ; 5:13; 2 Pedro 1:10.
Calvinismo
Las opiniones de Calvino fueron, en cierto sentido, un desarrollo de las enseñanzas mucho más antiguas de San Agustín de Hipona (354-430). Los puntos de partida de la doctrina de Calvino, expuestos en su monumental tratado Institución de la Religión Cristiana fueron la depravación total del hombre y la absoluta soberanía de Dios. Según Calvino, Dios ha decretado que algunos se salven y asimismo que otros se pierdan. Luego de la caída causada por el pecado de Adán, ningún hombre es capaz de hacer por sí mismo nada que pueda ayudar a su propia salvación. Toda su voluntad, pensamientos y obras están desesperadamente manchados por el pecado. A esta situación se la conoce como “depravación total.” Como consecuencia, la voluntad humana caída no es libre, por causa de la corrupción.
De toda la humanidad, Dios ha elegido algunos para salvación, y estos son los predestinados u ordenados de antemano, los elegidos. En esta opinión, lo opuesto también es cierto, a saber, que algunos han sido de antemano reprobados o rechazados por voluntad de Dios. Este aspecto negativo de la doctrina es el que ha causado más controversia, y ha conducido a la doctrina intermedia denominada de “predestinación para salvación” . El punto de vista de la mayoría en este grupo es el de la “doble predestinación” , es decir, que cada ser humano está predestinado ora para eterna salvación, ora para eterna perdición. Se argumenta que es prerrogativa de Dios la de poner a toda la raza humana bajo condenación, de modo que determinar que algunos se pierdan no es injusto sino correcto, mientras que el hecho de que Dios haya escogido a algunos para salvación es una manifestación de su misericordia y amor.
La elección de Dios es considerada incondicional, es decir, dependiente sólo de la libre voluntad de Dios y no de nada propio del hombre. El hombre no puede hacer absolutamente nada para merecer la gracia de Dios. Y todo lo que pueda hacer luego de haber aceptado el don de Dios en Cristo es también un don. Como el arrepentimiento, su vida piadosa (santificación) y su perseverancia final son dones de Dios otorgados a través del Espíritu Santo. La expiación de Cristo no se aplica a toda la raza humana, sino solamente a los elegidos. Finalmente, cabe destacar que en esta posición la gracia que Dios otorga a sus elegidos no puede ser resistida; ningún hombre puede resistirse a aceptar la salvación de Dios. El punto de vista calvinista se resume mnemotécnicamente en el acrónimo TILIP: depravación total, elección incondicional, expiación limitada, gracia irresistible y perseverancia final de los santos.
De lo antedicho puede deducirse que la salvación no puede perderse, como dice el dicho: “Una vez salvo, se es salvo para siempre.” Si alguien que parecía salvo se extravía y muere en tal condición, la respuesta típica calvinista es: Bien, esta persona parecía pertenecer a los elegidos, pero en realidad nunca fue auténticamente salva.
Arminianismo
Como ya dije, claramente las Escrituras enseñan alguna forma de predestinación, sea que ésta se entienda al modo calvinista o de otra manera. Según el calvinismo clásico, Dios decretó que algunas personas se salvasen y que otras se perdiesen.
El punto de vista calvinista subraya la soberanía de Dios. El principal problema creado por esta posición es que si las cosas son así, es difícil ver de qué manera las acciones humanas podrían suponer responsabilidad personal. Sólo puede haber responsabilidad cuando hay libre albedrío.
Una forma alternativa de encarar el asunto es la de suponer que lo que Dios ha decretado es que habrán de salvarse todas las personas que se arrepientan, crean y perseveren. En este caso, los elegidos son quienes Dios, en su sabiduría infinita, sabía desde la eternidad que habrían de ser salvos. Por tanto, son predestinados, u dispuestos de antemano, en el sentido de que Dios sabe quiénes se salvarán al final. Lo que Dios ha decidido es que se salvarán todos quienes se arrepientan y crean; a esto se le llama predestinación condicional.
Esta posición fue sostenida por Arminio. La gracia de Dios está disponible para todos los hombres, y es suficiente para que ellos crean en Cristo, perseveren, y se salven. La gracia de Dios no es, sin embargo, irresistible. Puede ser rechazada y, aún después de haber sido recibida puede ser abandonada. Por tanto, la posibilidad de una caída de la gracia es inherente a esta posición. Aunque sus funciones morales e intelectuales están afectadas por el pecado, la voluntad humana es aún lo suficientemente libre como para aceptar o rechazar el don de salvación que Dios ofrece por gracia.
Esta opinión parece hacerle justicia a los numerosos textos que exhortan a los creyentes a perseverar, advertencias que suponen un fuerte elemento de responsabilidad individual (por ejemplo Mateo 24: 42-51; 25: 1-13; Lucas 12: 35-48; Juan 6:27; 1 Corintios 9: 24-27; 10: 12; 15:58; 2 Corintios 7:1 ; Efesios 5:15; Filipenses 2:12; 3: 13-14; 1 Timoteo 6:12; Hebreos 3:7- 4:13; 5:11- 6: 12). Asimismo, es consistente con los textos bíblicos que establecen que tanto la aceptación como el rechazo del Evangelio implica una decisión personal que torna responsables a quienes la toman. Finalmente, concuerda con los textos que establecen que se salvarán todos los que crean (2 Corintios 5:14-15; Tito 2:11; 1 Juan 2:2) y que la voluntad de Dios no es que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento (Mateo 18:14; 1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9).
Cabe destacar, en contra de algunos juicios apresurados, que el llamado arminianismo fue el punto de vista de la mayoría de los teólogos antes de Agustín, al igual que el de John Wesley, funandor del Metodismo. El Metodismo nació en Gran Bretaña, durante el avivamiento del siglo XVIII , el cual se inició en la Iglesia Anglicana. Posteriormente se desarrolló como una denominación diferente. Dentro del Metodismo, se reconocen dos vertientes principales: Una llamada Metodismo Calvinista, cuyo principal líder fue George Whitefield (1714-1770) y la llamada simplemente Metodismo, representada por John Wesley (1703-1791). Wesley favoreció el arminianismo pero también subrayó la relación personal con Dios y el gozoso ejercicio del amor hacia Dios y hacia los semejantes a través del evangelismo activo, la vida piadosa y el trabajo social. Sus distintivos fueron la santidad de vida y el progreso bajo la guía del Espíritu Santo.
Para finalizar, diré que es injusto e inexacto tachar al arminianismo de semipelagianismo. No es ni pelagiano, ni semipelagiano. El pelagianismo es un sistema teológico herético, que sostiene que el hombre es quien debe y puede tomar la iniciativa de su propia salvación , aparte de la asistencia de la gracia de Dios. Su nombre proviene de Pelagio, un monje británico de los siglos IV y V. Sostenía (1) que Adán hubiese muerto aunque no hubiese pecado; (2) que el pecado de Adán le dañó a él pero no a toda la raza humana; (3) que los niños recién nacidos se hallan en la misma condición que Adán antes de la caída; (4) que la raza humana no muere a causa del pecado de Adán, ni resucitará a causa de la resurrección de Cristo; (5) que tanto la Ley como el Evangelio son capaces de abrir las puertas del cielo; y (6) que aún antes de la venida de Cristo había hombres enteramente sin pecado. El semipelagianismo difiere del pelagianismo en que no niega la necesidad de gracia para la salvación, pero insiste en que es el hombre quien ordinariamente toma la iniciativa, y sólo después interviene la gracia.
Sin embargo, ni Arminio ni sus discípulos (como Hugo Grotius) sostuvieron semejantes cosas. De hecho, creía en la existencia del pecado original y sostuvo que la justificación ocurre solamente por gracia, sin méritos de parte del hombre; según Arminio, la salvación es imposible sin la gracia previniente (es decir, anterior a la respuesta humana).