[/B][/B][/B][/B][/B][/B]Hermano, poniendo el ejemplo de María, todos estamos de acuerdo que Ella hizo la voluntad del Padre -lo vemos claramente en el SÍ que dio en el evangelio según San Lucas 1,38: "Hágase conmigo conforme a tu palabra". Y sin lugar a dudas confirmado este "sí" durante toda la vida, al haber estado con su Hijo en los momentos más importantes (hasta en el dolor de la muerte y gozo de la resurreción). Entonces, evidentemente, la llena de gracia, tal como la llama el ángel (Lc 1,27) hizo la voluntad del Padre. De hecho, ella se transforma en la primera cristiana de toda la historia de la humanidad.
Sin lugar a dudas, todo aquel que hace la voluntad del Padre es el que va a ingresar en el Reino de los Cielos, y en el Cielo no puede existir la impureza: Como bien dice una de las bienaventuranzas: "Bienaventurados los de limpio de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt 5,8). Ahora bien, después de haber sabido esto, que es sencillo, estamos en condiciones de poder responder la siguiente pregunta: ¿La muerte es impura? Sabiendo que la voluntad de Dios es que todos vida, y vida en abundancia, pues, la muerte es impura, porque es imperfecta. Por lo tanto, los que se encuentran en el Cielo están vivos. La Escritura respalda esto en el siguiente pasaje bíblico: "Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él todos viven" (Lc 20,38). María hizo la voluntad de Dios; en consecuencia, ella está en el Cielo, y, como acabamos de ver, está viva. Y está viva hoy, no que está esperando el juicio. Veamos lo que dice la Biblia al respecto, en relación a un hombre que se arrepintió de sus pecados y fue purificado con la sangre de Cristo, en el último momento de su vida, y que en ese mismo día (tal cual cuenta el testimonio evangélico) estaría en el paraíso:
"Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23,42-43).
Y los vivos sí que pueden interceder, y lo hacen en el nombre de Jesucristo, así como cuando nosotros intercedemos por alguien aquí en la tierra.
Que el Señor los bendiga.