Re: Adventistas regreso de Cristo en el 2012
El fundador del Adventismo del Septimo Día William Miller (1782-1849)
Nació en Pittsfield (Massachusetts - USA), de familia pobre y poco religiosa, el mayor de 16 hermanos. En su juventud frecuentó ambientes masónicos y leyó autores iluministas como Voltaire y Hume. Cuando la guerra anglo-americana de 1812 se enroló como "no creyente".
A los 35 años se convirtió a la fe bautista y se dedicó fervorosamente al estudio de la Biblia, especialmente los libros de Daniel y el Apocalipsis. De este modo llegó al convencimiento personal de que el regreso de Cristo debería concretarse en 1843.
En 1831 la iglesia Bautista lo reconoció como predicador itinerante. En este apostolado Miller obtuvo una respuesta notable entre los fieles, su grupo dentro de la Iglesia Bautista llegó a tener 200 predicadores.
En 1833 publicó su tratado "Pruebas deducidas de la Escritura y de la historia sobre el retorno de Cristo en 1843 y su personal reino milenario". En 1840 fundó la revista "Signos de los tiempos".
A partir de este momento se dedicará casi exclusivamente a "preparar" la que él creía era la segunda venida de Cristo. De este modo, entre 1842 y 1843 realizó más de ciento veinte reuniones que agruparon a cerca de medio millón de oyentes. Lo particular de su doctrina, su dedicación casi exclusiva a predicar sus propias ideas hacen que finalmente sea excomulgado, junto con un grupo de sus seguidores más fieles, por la iglesia Bautista en 1845. De aquí que algunos consideren esta fecha como el nacimiento del adventismo.
Es así como profetiza la segunda venida de Cristo, que según su convicción debería tener lugar el 21 de marzo de 1843. Con este propósito incita a sus seguidores a llevar una vida penitente que prepara los corazones para el encuentro con Cristo; de esta manera debían abandonar las ciudades, dejar sus posesiones materiales, dedicarse al ayuno y la oración.
Miller reunirá a sus seguidores para esperar juntos a Cristo la noche del 20 al 21 de marzo, acontecimiento que obviamente no ocurrió. Esto no fue obstáculo para que, tras justificar el fallo, renovara las predicciones para el 21 de marzo de 1844, luego para el 18 de abril de 1844, y finalmente para el 22 de octubre de 1844. El último fiasco puso al grupo en una crisis que lo llevó al borde de la disolución.
En cada ocasión los adeptos se desprendían de todos sus bienes, los entregaban al grupo, y se vestían con túnicas blancas para aguardar la venida de Cristo.
Para realizar estos vaticinios tomaba como punto de partida la profecía de Dn 8,14, en la cual creyó encontrar el anuncio de la fecha del fin del mundo: interpretó los 2.300 días como años, a contar a partir del año 457 a.C. fecha que establece de modo arbitrario como el año del regreso de Esdras a Jerusalén.
Téngase en cuenta que años después, otro fiel adventista, Charles Russel, el fundador de los Testigos de Jehová, se asentaría en la misma Porfecía de Daniel para profetizar que Armagedón tendría lugar en 1914.
La última de las crisis, la del 23 de octubre 1844, se salvó a partir de los afirmaciones de uno de los adeptos de la secta (Hiram Edson) quien afirmó haber tenido una visión según la cual Cristo llegaba a un altar en el cielo. De allí dedujeron que la profecía sobre la segunda venida de Cristo era cierta, aunque errado el lugar, Cristo no venía a la tierra, sino que entraba en el Templo del Cielo.
Pero los dos fracasos no aplacaron el fervor apocalíptico, oficialmente hubo dos anuncios más del Fin del Mundo, en 1854 y 1873.
Posteriormente distintos grupos se han desprendido del adventismo para anunciar una nueva fecha.
Tras la revelación de Edson, un amigo de Miller, Charles Fitch, estableció que todas las iglesias protestantes y la católica eran Babilonia la grande.
Luego vendría Hellen White, la gran reformadora, y con ella un vendaval de renovación y estructuración definitiva de la Iglesia Adventista.
Algunos historiadores afirman que en sus últimos años Miller trató de oponerse a algunos de los oráculos de la Sra. White y combatió su interpretación de la entrada de Jesús en el santuario, pero no tuvo seguidores. La Sra. White se había convertido en el jefe indiscutible.