Sigue siendo un sacramento aunque a usted no le guste el nombre.
No somos dignos de nada, pero tenemos que colaborar con el designio salvífico del Señor. Si no hay un esfuerzo de nuestra parte, no llegamos al cielo. No es un proceso automático....
Con nuestra vida y fe nos vamos haciendo merecedores de la salvación que se concreta al estar en la presencia del Señor.
-La gracia es el favor inmerecido de Dios; por eso somos salvos por los méritos de Cristo, pues nosotros no aportamos más que la culpa de nuestro pecado.