Maripaz. Tu estudio bíblico no me dice nada de nada. Son solo palabras escritas en libros religiosos antiguos. No demuestran nada. Te podría mostrar también todas las recopilaciones de los cuentos de los hermanos Grimm, de Perrault o de Andersen y con las mismas palabras te podría "demostrar" que efectivamente existieron Caperucita Roja, Garbancito, Hansel y Gretel, el Ogro y la Bruja Malvada. Son solo historias, cuentos, iguales que las historias y los cuentos bíblicos.
Lo único que sale a la luz de tales "profecías" es la duda, mas que razonable, de que Jesucristo haya sido un personaje histórico. Nos da idea de hasta que punto la biografía de Jesús fue preconstruida por los apologetas judeo-cristianos a base de recortes de referencias del Antiguo Testamento sacadas de contexto. Nos puede dar idea, incluso, de cómo una mala traducción de la palabra hebrea "Almah", que significa mujer joven al griego, como "Parthenos", que significa Virgen hecha en el Libro de los Sesenta puede dar lugar a toda una teología sobre la virginidad de la madre de Jesús edificada sobre un error de traducción.
Han sido ya demasiados los apocalípticos que han esperado en vano la segunda venida de Jesús. Te citaré unos cuantos.
Un visionario llamado Montano, allá por el año 156 predicó en Frigia la segunda venida. Cuando entraba en trance veía como la Jerusalén celestial bajaría a la Tierra y se establecería en los llanos de las poblaciones frigias de Pepuza y Timión. Fueron muchas las veces que los montanistas acudieron al lugar indicado a esperar el acontecimiento, algo que, huelga decirlo, no se produjo.
La apocalíptica declinó en el mismo momento en que la Iglesia acaparaba mas y mas poder terrenal y temporal. Por supuesto, quienes defienden el orden establecido lo primero que hacen es desterrar cualquier profecía apocalíptica que les pueda aguar la fiesta.
En el año 1525 el anabaptista Thomas Müntzer estaba convencido de que su época era la del final de los tiempos. Incitó a los campesinos alemanes de Turingia a la rebelión. Finalmente fue capturado por los luteranos muriendo bajo tormentos en el potro y decapitado.
En 1840, cien mil fieles seguidores siguieron a rajatabla las indicaciones del visionario estadounidense William Miller. Miller había pronosticado, según su interpretación de los Apocalipsis de Daniel y de Juan que Cristo regresaría entre el 21 de marzo de 1843 y el 21 de marzo de 1844. Como no sucedió (a la vista está) Miller puso otra fecha, el 22 de octubre de 1844. Tampoco apareció. Hijos del movimiento de Miler son los adventistas del Séptimo Día.
Otro visionario por el estilo fue Charles Taze Russell, fundador de los Testigos de Jehová. Según el la venida invisible de Cristo se produjo en el 1874 y la verdadera segunda venida en el 1914 ¡buena fecha esta para colocar el apocalipsis! Pero tampoco se desencadenó el Armagedón esperado.
Pero la fe es así, las pruebas en contra le resbalan. No hay quien la pare. Años de cifras redondas, milenios, cábalas, veremos siempre apocalípticos acometiendo sacrificios, inmolaciones o suicidios colectivos a la espera de la llegada de Jesús, de los extraterrestres o de quienes ellos digan que van a venir.
Lo único que sale a la luz de tales "profecías" es la duda, mas que razonable, de que Jesucristo haya sido un personaje histórico. Nos da idea de hasta que punto la biografía de Jesús fue preconstruida por los apologetas judeo-cristianos a base de recortes de referencias del Antiguo Testamento sacadas de contexto. Nos puede dar idea, incluso, de cómo una mala traducción de la palabra hebrea "Almah", que significa mujer joven al griego, como "Parthenos", que significa Virgen hecha en el Libro de los Sesenta puede dar lugar a toda una teología sobre la virginidad de la madre de Jesús edificada sobre un error de traducción.
Han sido ya demasiados los apocalípticos que han esperado en vano la segunda venida de Jesús. Te citaré unos cuantos.
Un visionario llamado Montano, allá por el año 156 predicó en Frigia la segunda venida. Cuando entraba en trance veía como la Jerusalén celestial bajaría a la Tierra y se establecería en los llanos de las poblaciones frigias de Pepuza y Timión. Fueron muchas las veces que los montanistas acudieron al lugar indicado a esperar el acontecimiento, algo que, huelga decirlo, no se produjo.
La apocalíptica declinó en el mismo momento en que la Iglesia acaparaba mas y mas poder terrenal y temporal. Por supuesto, quienes defienden el orden establecido lo primero que hacen es desterrar cualquier profecía apocalíptica que les pueda aguar la fiesta.
En el año 1525 el anabaptista Thomas Müntzer estaba convencido de que su época era la del final de los tiempos. Incitó a los campesinos alemanes de Turingia a la rebelión. Finalmente fue capturado por los luteranos muriendo bajo tormentos en el potro y decapitado.
En 1840, cien mil fieles seguidores siguieron a rajatabla las indicaciones del visionario estadounidense William Miller. Miller había pronosticado, según su interpretación de los Apocalipsis de Daniel y de Juan que Cristo regresaría entre el 21 de marzo de 1843 y el 21 de marzo de 1844. Como no sucedió (a la vista está) Miller puso otra fecha, el 22 de octubre de 1844. Tampoco apareció. Hijos del movimiento de Miler son los adventistas del Séptimo Día.
Otro visionario por el estilo fue Charles Taze Russell, fundador de los Testigos de Jehová. Según el la venida invisible de Cristo se produjo en el 1874 y la verdadera segunda venida en el 1914 ¡buena fecha esta para colocar el apocalipsis! Pero tampoco se desencadenó el Armagedón esperado.
Pero la fe es así, las pruebas en contra le resbalan. No hay quien la pare. Años de cifras redondas, milenios, cábalas, veremos siempre apocalípticos acometiendo sacrificios, inmolaciones o suicidios colectivos a la espera de la llegada de Jesús, de los extraterrestres o de quienes ellos digan que van a venir.