MI REFLEXIÓN 
No creo que se justifique la etiqueta de "Reforma Protestante" por cuanto la etiqueta “protestante” fue útil para el catolicismo romano, pues permitía encasillar el movimiento como una reacción política o sectaria, en lugar de reconocerlo como una restauración espiritual.
Somos discípulos de Cristo, no seguidores de una protesta y mucho más cuando hoy mismo se celebra "Haloween" mostrando un claro contraste entre la “oscuridad” de Halloween y la “luz” de la Reforma que en ningún sentido es "protestante" sino un volver al Libro, es decir, un recordatorio del retorno a la Sola Scriptura, en oposición a las tradiciones humanas, doctrinas de demonios y la idolatría propia del catolicismo romano.
La reacción de Roma no se hizo esperar, dejando como siempre, ríos de sangre corriendo por las calles; su objetivo principal era identificar, juzgar y castigar a quienes promovieran doctrinas contrarias al dogma católico, especialmente las ideas reformadas que se expandían por Europa.
Se intensificó la censura de libros, incluyendo la creación del Índice de Libros Prohibidos, donde se incluyeron obras de Lutero, Calvino y otros reformadores.
La persecución se volvió sistemática, con interrogatorios, torturas y ejecuciones en varios territorios, especialmente en Italia, España y los Países Bajos.
Una evidencia más del catolicismo romano como un camino al mismo infierno es su identificación con los propósitos del diablo, la mentira y el asesinato (Jn.8:44) al instituir la inquisición en 1542 por el Jefe mundial de operaciones, el Papa Paulo III como parte de las medidas asesinas de la "contrarreforma" para frenar el avance de "volver al Libro" que estos miserables etiquetaron como "protestantismo".
La persecución se volvió sistemática, con interrogatorios, torturas y ejecuciones en varios territorios, especialmente en Italia, España y los Países Bajos.
Foristas de la clase de Sebas y Jorge Enrique, escuchan estos registros históricos y lo que hacen es etiquetarnos como "anticatólicos" en lugar de venir presurosos a los pies de Cristo dando gracias por haberle quitado una venda de sus ojos.
Peor aún, endurecen su corazón contra Cristo al amar más al catolicismo romano con sus rituales, sus estatuas, sus dioses, sus papas, sus templos y catedrales, que al mismo Señor.