Estimado andrés. Saludos cordiales.
Tú dices:
Respondo: Es lamentable que el mensaje del Señor sea distorcionado y cambiado por estas nuevas doctrinas engañosas y falsas.
¿Vas a negar que nuestro Señor está en el Santuario Celestial, abogando por su pueblo?
La purificación del santuario terrenal se daba por medio del Día de la Expiación, Día del juicio o Yom kippur en hebreo. (Levitico 16). HAY QUE ESTUDIAR MAS LA BIBLIA.
"En consecuencia, las actividades atribuídas a este 'cuerno pequeño' en Daniel 8:10-13,23-25; 11:31; y 12:11 han de entenderse como que abarcan a la Roma tanto pagana como papal en sus esferas de acción". (The Prophecy of Daniel, The Four Kingdoms, The Sanctuary, and the 2300 Days, pp. 69-70).
Miller enseñó una vez la relación de 1844 y la segunda venida, pero estaba equivocado, como estaban equivocados los miembros de la comunidad cristiana primitiva en sus expectativas acerca de la obra de Cristo y también acerca del momento de su segunda venida, la cual esperaban para sus días, sin que ello haga nada contra su sinceridad, honestidad y santidad cristiana.
1844: ¿Coincidencia o providencia?
¿Fueron los sucesos ocurridos durante el año 1844 mera casualidad o tiene este año un profundo significado para la comprensión bíblica del plan de redención de Dios?
Los adventistas del séptimo día deberíamos concordar con el último planteo. Para nosotros es el año en que termina la profecía de los 2300 días de Daniel 8:14. Es el hito que marca el comienzo del juicio previo al advenimiento en el cielo y la culminación de la profecía de mayor duración de la Biblia, proclamando al mundo que el fin no va demorar y que la segunda venida de Cristo está próxima.
Lo que muchos no entienden, incluso siendo adventistas, es que 1844 es un año clave no sólo en la historia sagrada sino también en relación a una serie de eventos mundiales de gran magnitud, ocurridos en torno a esta fecha, que marcan una especie de divisoria de aguas. Pero primero, analicemos la importancia de 1844 para la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
De un gran error a un mensaje poderoso
En torno a 1840, muchos predicadores alrededor del mundo proclamaban que Jesús volvería pronto. El investigador Le Roy Edwin Froom señala que estos predicadores, provenientes de una variedad de denominaciones cristianas incluían blancos, negros, mujeres e incluso niños predicadores. Sabemos que una niña de campo en Europa captó la atención de tres a cuatro mil personas predicando acerca del fin del mundo y el impacto se extendió a muchos otros.1
En los Estados Unidos las predicaciones y los escritos de William Miller, un granjero convertido en predicador, encendieron la pasión de creyentes así también como de no creyentes. Miller y sus ayudantes proclamaban este simple mensaje: “Tal como el primer advenimiento de Jesucristo fue predicho en Daniel capítulo 9, así también su segundo advenimiento se identifica en Daniel 8:14. Siendo que la tierra debe ser el ‘santuario' a ser ‘purificado', esto ocurrirá con fuego cuando Jesús regrese. Comenzando con el año 457 a.C., la profecía de los 2300 días/años de Daniel 8:14 culmina alrededor de 1843-1844. ¡Jesús volverá aproximadamente en ese momento, así que prepárate para encontrarte con Él! Su regreso será un evento literal, visible que precederá el milenio”. Esta era la clave del mensaje millerita.
Se estableció que el 22 de octubre de 1844 sería el día cuando culminaría la profecía de los 2300 años y cuando la tierra sería purificada por el regreso de Jesús. Miles de milleritas, más exactamente decenas de miles, esperaron paciente y expectantemente hasta que el reloj marcó el comienzo de aquel día. Esperaron largas horas pero Jesús no vino. ¡Qué decepción amarga! Tuvieron que reconocer el temible hecho de que en algún lado había un error.
Unos pocos de los que sufrieron el chasco estudiaron las Escrituras aún con más fervor. Pronto descubrieron que, aunque la fecha del 22 de octubre de 1844 era correcta, ¡su comprensión del evento estaba equivocada! Comprendieron que el santuario a ser purificado no estaba en la tierra sino en el cielo. Jesús había ingresado al lugar más santo del santuario celestial para comenzar el juicio. Como observó Elena White más tarde: “El asunto del santuario fue la clave que aclaró el misterio del desengaño de 1844”.
Ángel Manuel Rodríguez comenta: “Habiendo cumplido en la tierra la labor para la cual había venido (Juan 17:4, 5; 19:30), Cristo fue ‘tomado [...] al cielo' (Hechos 1:11) para ‘salvar a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos' (Hebreos 7:25), hasta que en su segunda venida aparecerá ‘sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan' (Hebreos 9:28). Entre estos dos polos, la cruz y el retorno glorioso del Señor, Cristo actúa como real sacerdote ‘de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre' (Hebreos 8:2), el abogado (1 Juan 2:1) e intercesor en favor de aquellos que creen en él (Romanos 8:34). Como Sumo Sacerdote, Cristo está impartiendo los beneficios de su sacrificio a aquellos que se le acercan, un ministerio tan esencial para nuestra salvación como su muerte expiatoria”.
De esta forma, la devastadora decepción del 22 de octubre de 1844 se convirtió en un mensaje maravilloso. Es verdad que Jesús no volvió como los milleritas habían esperado, pero un pequeño grupo de creyentes decepcionados descubrió nueva luz bíblica; la verdad que Cristo había entrado a la fase final de su ministerio sumo sacerdotal en el Santuario celestial, y que luego vendría a la tierra a redimir a su pueblo. Así nació la Iglesia Adventista del Séptimo Día, cuya fe está firmemente arraigada en el pronto retorno de Jesús y el compromiso de predicar toda la verdad en nombre de Jesús. El año 1844 es sin duda significativo para el nacimiento del adventismo.
Pero el año1844 es interesante en otras áreas también. Movimientos alarmantes y destructivos de la fe comenzaron a agitar al mundo aproximadamente al mismo tiempo, formando un escenario desafiante respecto a la urgencia de la proclamación adventista que llamaba a la humanidad a observar la verdad acerca de Dios y su papel al final de la historia humana.