Adventismo y Testigos de Jehová

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Re: Adventismo y Testigos de Jehová

Estimado javier andrés. Saludos cordiales.

Veamos ahora el "EL SUEÑO DE GUILLERMO MILLER"

"Soñé que Dios, por una mano invisible, me mandó un cofre de curiosa hechura, que tendría unas diez pulgadas de largo por seis de ancho. Estaba hecho de ébano y de perlas curiosamente engastadas. Junto al cofre estaba atada una llave. Tomé inmediatamente esa llave y abrí el cofre, al que, para mi asombro y sorpresa, encontré lleno de joyas: diamantes, piedras preciosas y monedas de oro y plata, de todo tamaño, valor y clase, hermosamente ordenados en sus lugares dentro del cofre; y así colocados reflejaban una gloria y una luz que sólo podían compararse con la del sol.
Pensé que no debía disfrutar solo de este espectáculo maravilloso, aunque mi corazón rebosaba de gozo frente al esplendor, a la hermosura y al valor del contenido. Lo puse por lo tanto sobre una mesa en el centro de mi habitación e hice saber que cuantos quisieran podían venir y ver el espectáculo más glorioso y brillante que hubiese visto hombre alguno en esta vida.
La gente comenzó a acudir. Al principio eran unos pocos, pero el número fue aumentando hasta ser una muchedumbre. Cuando miraban por primera vez el interior del cofre, se admiraban y dejaban oír exclamaciones de gozo. Pero cuando el número de espectadores aumentó, cada uno se puso a desordenar las joyas, sacándolas del cofre y desparramándolas sobre la mesa.
Comencé a pensar que el dueño iba a exigir de mi 83 mano la devolución del cofre y de las joyas; y si toleraba que las esparciesen, jamás podría volver a colocarlas dentro del cofre; y considerando que nunca podría hacer frente a la inmensa responsabilidad, empecé a rogar a la gente que no tocase las joyas ni las sacase del cofre; pero cuanto más les rogaba, tanto más las esparcían; y llegaban hasta a hacerlo por toda la pieza, sobre el piso y sobre cada mueble.
Vi entonces que entre las joyas y las monedas genuinas se había introducido una innumerable cantidad de joyas y monedas falsas. Me indignó la conducta vil e ingrata de la gente, a la cual dirigí reproches; pero cuanto más los reprendía, tanto más desparramaban joyas y monedas falsas entre las genuinas. Me aire entonces y comencé a valerme de la fuerza física para empujarlos fuera de la habitación; pero mientras echaba a una persona, tres más entraban y traían suciedad, como virutas, arena y toda suerte de basuras, hasta cubrir cada una de las joyas, las monedas y los diamantes, que quedaron todos ocultos de la vista. También hicieron pedazos el cofre, y dispersaron los restos entre la basura. Me parecía que nadie consideraba mi pesar ni mi ira; me desalenté y descorazoné por completo, de manera que me senté a llorar. Mientras estaba así llorando y lamentándome por la gran pérdida y la gran responsabilidad que me tocaba, me acordé de Dios, y le pedí fervorosamente que me mandase ayuda.
Inmediatamente se abrió la puerta, y cuando toda la gente su hubo ido entró un hombre en la habitación. Tenía una escobilla en la mano; abrió las ventanas y comenzó a barrer el polvo y la basura de la habitación.
Le grité que tuviese cuidado, porque había joyas preciosas dispersas entre la basura.
Me contestó que no temiese, porque él "les prestaría su cuidado."
Después, mientras barría el polvo y la basura, las joyas espurias y las monedas falsas subieron todas y salieron por la ventana como una nube, y el viento se las llevó. En el bullicio, cerré los ojos un momento; y cuando los abrí, toda la basura había desaparecido. Las preciosas joyas, las monedas de oro y plata y los diamantes estaban desparramados en profusión por toda la pieza. El hombre puso entonces sobre la mesa un cofre mucho mayor y más hermoso que el primero, y reuniendo a puñados las joyas, las monedas y los diamantes, los puso en el cofre, hasta que ni uno solo quedó afuera, a pesar de que algunos de los diamantes no eran mayores que la punta de un alfiler.
Llamándome entonces, me dijo: "Ven y ve."
Mire en el cofre, pero el espectáculo me deslumbraba. Las joyas brillaban diez veces más que antes. Pensé que habían sido limpiadas en la arena por los pies de aquellos impíos que las habían desparramado y pisoteado en el polvo. Estaban dispuestas en hermoso orden dentro del cofre, cada una en su lugar, sin que el hombre que las había puesto allí se hubiese tomado un trabajo especial. Grité de gozo, y ese grito me despertó."

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: Scout y la Masoneria

Re: Scout y la Masoneria

Estimado javier andrés. Saludos cordiales.

Respondo: Si estás en contra de la indumentaria de los Scouts, ¿por qué la usas, por lo menos en tu avatar?

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
La coloque porque dudabas que ubiera pertenecido a la Iglesia Adventista del Septimo Día. Esta indumentaria es de Origen Mason y se utiliza en la Iglesia Adventista del Séptimo Día como se puede confrontar con los videos que coloque Masones y Adventistas.
 
Re: Adventismo y Testigos de Jehová

Estimado javier andrés. Saludos cordiales.

GUILLERMO MILLER.

Dios envió a su ángel para que moviese el corazón de un agricultor que antes no creía en la Biblia, y lo indujese a escudriñar las profecías. Los ángeles de Dios visitaron repetidamente a aquel varón escogido, y guiaron su entendimiento para que comprendiese las profecías que siempre habían estado veladas al pueblo de Dios. Se le dio el primer eslabón de la cadena de verdades y se le indujo a buscar uno tras otro los demás eslabones hasta que se maravilló de la Palabra de Dios, viendo en ella una perfecta cadena de verdades. Aquella Palabra que había considerado no inspirada, se desplegaba ahora esplendente y hermosa ante su vista. Echó de ver que unos pasajes de la Escritura son explicación de otros, y cuando no entendía uno de ellos lo encontraba esclarecido por otro. Miraba la sagrada Palabra de Dios con gozo, a la par que con profundísimo respeto y reverencia.

Según fue prosiguiendo en el escrutinio de las profecías, convencióse de que los habitantes de la tierra estaban viviendo sin saberlo en los últimos tiempos de la historia del mundo. Vio que las iglesias estaban relajadas, que habían desviado su afecto de Jesús para ponerlo en el mundo; que procuraban honores mundanos en vez del honor que proviene de lo alto; que codiciaban riquezas terrenales en vez de allegar tesoros en el cielo. Vio por doquiera hipocresía, tinieblas y muerte. Su ánimo estaba desgarrado en sí mismo. Dios le llamaba para que abandonara su granja, como había llamado a Eliseo para que dejara los bueyes y el campo de labranza y siguiese a Elías. Tembloroso empezó Guillermo Miller a declarar ante la gente los misterios del reino de Dios, conduciendo a sus oyentes por medio de las profecías al segundo advenimiento de Cristo. Se iba fortaleciendo con cada esfuerzo. Así como Juan el Bautista anunció el primer advenimiento de Jesús y preparó el camino para su venida, también Guillermo Miller y los que se le unieron proclamaron al mundo la inminencia del segundo advenimiento del Hijo de Dios.

Se me transportó a la era apostólica y se me mostró que Dios había confiado una obra especial a su amado discípulo Juan. Satanás quiso impedir esta obra e indujo a sus siervos a que matasen a Juan; pero Dios le libró milagrosamente por medio de su ángel. Todos cuantos presenciaron el gran poder de Dios en la liberación de Juan, quedaron atónitos, y muchos se convencieron de que Dios estaba con él, y que era verdadero el testimonio que daba de Jesús. Quienes trataban de matarlo temieron atentar de nuevo contra su vida, y le fue permitido seguir sufriendo por Jesús. Finalmente sus enemigos le acusaron calumniosamente y fue desterrado a una isla solitaria, donde el Señor envió a su ángel para revelarle eventos que iban a suceder en la tierra y la condición de la iglesia hasta el tiempo del fin, sus apostasías y la posición que ocuparía si agradaba a Dios y obtenía la victoria final.
El ángel del cielo llegóse majestuosamente a Juan, reflejando en su semblante la excelsa gloria de Dios. Reveló a Juan escenas de profundo y conmovedor interés en la historia de la iglesia de Dios, y le presentó los conflictos peligrosos que habrían de sufrir los discípulos de Cristo. Juan los vió atravesando durísimas pruebas en que se fortalecían y purificaban para triunfar por fin victoriosa y gloriosamente salvados en el reino de Dios. El aspecto del ángel rebosaba de gozo y refulgía extremadamente mientras mostraba a Juan el triunfo final de la iglesia de Dios. Al contemplar el apóstol la liberación final de la iglesia, quedó arrobado por la magnificencia del espectáculo, y con profunda reverencia y pavor postróse a los pies del ángel para adorarle. El mensajero celestial lo alzó instantáneamente del suelo y suavemente le reconvino diciendo: "Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía." Después el ángel le mostró a Juan la ciudad celestial en todo su esplendor y refulgente gloria; y él, absorto y abrumado, olvidándose de la anterior reconvención del ángel, postróse de nuevo a sus pies para adorarle. También esta vez le reconvino el ángel, diciéndole: "Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios."

Los predicadores y el pueblo solían considerar misterioso el libro del Apocalipsis y de menor importancia que otras partes de las Escrituras Sagradas. Pero yo vi que este libro es verdaderamente una revelación dada en beneficio especial de quienes viviesen en los últimos días, para inducirles a discernir su verdadera posición y su deber. Dios dirigió la mente de Guillermo Miller hacia las profecías y le dio gran luz sobre el Apocalipsis.

Si la gente hubiese entendido las visiones de Daniel habría comprendido mejor las de Juan. Pero a su debido tiempo, Dios obró en su siervo elegido, y él, con claridad y el poder del Espíritu Santo, explicó las profecías demostrando la concordancia entre las visiones de Daniel y las de Juan, así como con otros pasajes de la Biblia, e inculcó en el ánimo de la gente las sagradas y temibles amonestaciones de la Escritura a prepararse para el advenimiento del Hijo del hombre. Quienes le oyeron quedaron profundamente convencidos, y clero y pueblo, pecadores e incrédulos, se volvieron hacia el Señor y buscaron la preparación para estar en pie en el juicio.

Los ángeles de Dios acompañaron a Guillermo Miller en su misión. Firme e intrépido, proclamaba el mensaje que se le había confiado. Un mundo sumido en la maldad y una iglesia fría y mundana eran bastante para llamar a la acción todas sus energías y moverlo a sufrir voluntariamente toda clase de penalidades y privaciones. Aunque combatido por los que se llamaban cristianos y por el mundo, y abofeteado por Satanás y sus ángeles, no cesaba Miller de predicar el Evangelio eterno a las multitudes siempre que se le deparara ocasión, pregonando cerca y lejos: "Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado." PE 232.



Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844 Dr. Pedro de Felipe del Rey

EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844 Dr. Pedro de Felipe del Rey

EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844
1) Tras haber fallado las tres fechas anteriores, dicen que recibieron nueva luz, para fijar otra nueva fecha que los llevaría a un dramático final, llamado por ellos “el chasco”:
“En el verano de 1844, un nuevo torrente de luz apareció e iluminó al movimiento adventista hasta su dramática culminación, en octubre.” (1/150).
 
Re: Scout y la Masoneria

Re: Scout y la Masoneria

La coloque porque dudabas que ubiera pertenecido a la Iglesia Adventista del Septimo Día. Esta indumentaria es de Origen Mason y se utiliza en la Iglesia Adventista del Séptimo Día como se puede confrontar con los videos que coloque Masones y Adventistas.
¿Porque la usan los Adventistas la Indumentaria Scout si Identifica al Movimiento Mason, incluyen sus investiduras y sus bandas?
 
Re: Scout y la Masoneria

Re: Scout y la Masoneria

¿Porque la usan los Adventistas la Indumentaria Scout si Identifica al Movimiento Mason, incluyen sus investiduras y sus bandas?

Cita:
Originalmente enviado por Gabriel47
Estimado javier andrés. Saludos cordiales.

Respondo: Si estás en contra de la indumentaria de los Scouts(De los Adventistas) , ¿por qué la usas, por lo menos en tu avatar?

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.

La coloque porque dudabas que ubiera pertenecido a la Iglesia Adventista del Septimo Día. Esta indumentaria es de Origen Mason y se utiliza en la Iglesia Adventista del Séptimo Día como se puede confrontar con los videos que coloque Masones y Adventistas.
 
Re: EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844 Dr. Pedro de Felipe del Rey

Re: EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844 Dr. Pedro de Felipe del Rey

EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844
1) Tras haber fallado las tres fechas anteriores, dicen que recibieron nueva luz, para fijar otra nueva fecha que los llevaría a un dramático final, llamado por ellos “el chasco”:
“En el verano de 1844, un nuevo torrente de luz apareció e iluminó al movimiento adventista hasta su dramática culminación, en octubre.” (1/150).
2) La nueva fecha era el 22 de octubre de 1844. Tan convencidos estaban de que Cristo regresaría en esta fecha, gracias a ese “nuevo torrente de luz”, que muchos se deshicieron de sus posesiones:
“Muchos entregaron todas sus posesiones para ayudar a esparcir el mensaje del advenimiento.” (1/154).
 
Re: EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844 Dr. Pedro de Felipe del Rey

Re: EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844 Dr. Pedro de Felipe del Rey

2) La nueva fecha era el 22 de octubre de 1844. Tan convencidos estaban de que Cristo regresaría en esta fecha, gracias a ese “nuevo torrente de luz”, que muchos se deshicieron de sus posesiones:
“Muchos entregaron todas sus posesiones para ayudar a esparcir el mensaje del advenimiento.” (1/154).
3) No faltaron quienes les recordaban las palabras de Jesús, de que nadie sabe el día ni la hora de la segunda venida (Mateo 24:36); pero ellos no tomaron en cuenta esas palabras:
“La predicación de una fecha definida para el advenimiento levantó violenta oposición en todas partes, ‘Pero el día y la hora nadie sabe’.” (3/233).
 
Re: Adventismo y Testigos de Jehová

3) No faltaron quienes les recordaban las palabras de Jesús, de que nadie sabe el día ni la hora de la segunda venida (Mateo 24:36); pero ellos no tomaron en cuenta esas palabras:
“La predicación de una fecha definida para el advenimiento levantó violenta oposición en todas partes, ‘Pero el día y la hora nadie sabe’.” (3/233).

4) Es evidente que los milleritas se habían jugado todo a una fecha, el 22 de octubre de 1844; por tanto, esperaban con gran tensión que llegara ese día; pero ¿se iba a presentar Cristo en esa fecha? He aquí lo que pasó aquel día: llegaron a donde los condujo aquel “nuevo torrente de luz”; a lo que ellos llaman “el chasco”:
“A medida que se acercaba el 22 de octubre de 1844, aumentaba la tensión entre los adventistas. [...].
“Y llegó el día. Los adventistas estaban reunidos en capillas o en los hogares particulares, [...]. Pasó el día, y se puso el sol. [...]. Finalmente pasó la media noche. Se ofrecieron oraciones y los ojos de muchos creyentes derramaron lágrimas. Por fin llegó la mañana, y ya no podían seguir pretendiendo que estaban en el día 22. Aquel día pasó y Jesús no había venido. [...].
 
ADVENTISTAS Y EL CHASCO 1844

ADVENTISTAS Y EL CHASCO 1844

“[...] cuando pasó el 22 de octubre de 1844 y Jesús no apareció, el chascó fue muy amargo. [...].
“[...]. Hiran Edson expresa cuáles eran sus sentimientos: ‘Nuestras más caras esperanzas y expectativas estaban
marchitas y nos sobrevino una necesidad de llorar como nunca antes sentimos. Parecía que la pérdida de todos los
amigos terrenales no tenía comparación con este dolor. Lloramos y lloramos hasta que aclaró el día’.” (1/153-156,
443).
 
Re: EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844 Dr. Pedro de Felipe del Rey

Re: EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844 Dr. Pedro de Felipe del Rey

Estimado javier andrés. Saludos cordiales.

Tú dices:

3) No faltaron quienes les recordaban las palabras de Jesús, de que nadie sabe el día ni la hora de la segunda venida (Mateo 24:36); pero ellos no tomaron en cuenta esas palabras:
“La predicación de una fecha definida para el advenimiento levantó violenta oposición en todas partes, ‘Pero el día y la hora nadie sabe’.” (3/233).

Respondo: En el capítulo "Luz a Través de las Tinieblas" leemos:

LA OBRA de Dios en la tierra presenta, siglo tras siglo, sorprendente analogía en cada gran movimiento reformatorio o religioso. Los principios que rigen el trato de Dios con los hombres son siempre los mismos. Los movimientos importantes de hogaño concuerdan con los de antaño, y la experiencia de la iglesia en tiempos que fueron encierra lecciones de gran valor para los nuestros.

Ninguna verdad se enseña en la Biblia con mayor claridad que aquella de que por medio de su Santo Espíritu Dios dirige especialmente a sus siervos en la tierra en los grandes movimientos en pro del adelanto de la obra de salvación. Los hombres son en mano de Dios instrumentos de los que él se vale para realizar sus fines de gracia y misericordia. Cada cual tiene su papel que desempeñar; a cada cual le ha sido concedida cierta medida de luz adecuada a las necesidades de su tiempo, y suficiente para permitirle cumplir la obra que Dios le asignó. Sin embargo, ningún hombre, por mucho que le haya honrado el Cielo, alcanzó jamás a comprender completamente el gran plan de la redención, ni siquiera a apreciar debidamente el propósito divino en la obra para su propia época. Los hombres no entienden por completo lo que Dios quisiera cumplir por medio de la obra que les da que hacer; no entienden, en todo su alcance, el mensaje que proclaman en su nombre.
"¿Puedes tú descubrir las cosas recónditas de Dios? ¿puedes hasta lo sumo llegar a conocer al Todopoderoso?" "Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos, dice Jehová. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos que vuestros [392] pensamientos." "Yo soy Dios, . . . y no hay ninguno como yo, que declaro el fin desde el principio, y desde la antigüedad cosas aún no hechas." (Job 11: 7; Isaías 55: 8, 9; 46: 9, 10, V.M.)

Ni siquiera los profetas que fueron favorecidos por la iluminación especial del Espíritu comprendieron del todo el alcance de las revelaciones que les fueron concedidas. Su significado debía ser aclarado, de siglo en siglo, a medida que el pueblo de Dios necesitase la instrucción contenida en ellas.

Escribiendo San Pedro acerca de la salvación dada a conocer por el Evangelio, dice: "Respecto de la cual salvación, buscaron e inquirieron diligentemente los profetas, que profetizaron de la gracia que estaba reservada para vosotros: inquiriendo qué cosa, o qué manera de tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, cuando de antemano daba testimonio de los padecimientos que durarían hasta Cristo, y de las glorias que los seguirían. A quienes fue revelado que no para sí mismos, sino para nosotros, ministraban estas cosas." (1 S. Pedro 1: 10-12, V.M.)

No obstante, a pesar de no haber sido dado a los profetas que comprendiesen enteramente las cosas que les fueron reveladas, procuraron con fervor toda la luz que Dios había tenido a bien manifestar. "Buscaron e inquirieron diligentemente," "inquiriendo qué cosa o qué manera de tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos." ¡Qué lección para el pueblo de Dios en la era cristiana, para cuyo beneficio estas profecías fueron dadas a sus siervos! "A quienes fue revelado que no para sí mismos, sino para nosotros, ministraban estas cosas." Considerad a esos santos hombres de Dios que "buscaron e inquirieron diligentemente" tocante a las revelaciones que les fueron dadas para generaciones que aún no habían nacido. Comparad su santo celo con la indiferencia con que los favorecidos en edades posteriores trataron este don del cielo. ¡Qué censura contra la apatía, amiga de la comodidad y de la mundanalidad, que se contenta con declarar que no se pueden entender las profecías!

Si bien es cierto que la inteligencia de los hombres no es capaz de penetrar en los consejos del Eterno, ni de comprender enteramente el modo en que se cumplen sus designios, el hecho de que le resulten tan vagos los mensajes del cielo se debe con frecuencia a algún error o descuido de su parte. A menudo la mente del pueblo —y hasta de los siervos de Dios— es ofuscada por las opiniones humanas, las tradiciones y las falsas enseñanzas de los hombres, de suerte que no alcanzan a comprender más que parcialmente las grandes cosas que Dios reveló en su Palabra. Así les pasó a los discípulos de Cristo, cuando el mismo Señor estaba con ellos en persona. Su espíritu estaba dominado por la creencia popular de que el Mesías sería un príncipe terrenal, que exaltaría a Israel a la altura de un imperio universal, y no pudieron comprender el significado de sus palabras cuando les anunció sus padecimientos y su muerte.

El mismo Cristo los envió con el mensaje: "Se ha cumplido el tiempo, y se ha acercado el reino de Dios: arrepentíos, y creed el evangelio." (S. Marcos 1: 15, V.M.) El mensaje se fundaba en la profecía del capítulo noveno de Daniel. El ángel había declarado que las sesenta y nueve semanas alcanzarían "hasta el Mesías Príncipe," y con grandes esperanzas y gozo anticipado los discípulos anhelaban que se estableciera en Jerusalén el reino del Mesías que debía extenderse por toda la tierra.

Continuará...
 
Re: Adventismo y Testigos de Jehová

Continuación...

Predicaron el mensaje que Cristo les había confiado aun cuando ellos mismos entendían mal su significado. Aunque su mensaje se basaba en Daniel 9:25, no notaron que, según el versículo siguiente del mismo capítulo, el Mesías iba a ser muerto. Desde su más tierna edad la esperanza de su corazón se había cifrado en la gloria de un futuro imperio terrenal, y eso les cegaba la inteligencia con respecto tanto a los datos de la profecía como a las palabras de Cristo.

Cumplieron su deber presentando a la nación judaica el llamamiento misericordioso, y luego, en el momento mismo en que esperaban ver a su Señor ascender al trono de David, le vieron aprehendido como un malhechor, azotado, escarnecido y condenado, y elevado en la cruz del Calvario. ¡Qué desesperación y qué angustia no desgarraron los corazones de esos discípulos durante los días en que su Señor dormía en la tumba!

Cristo había venido al tiempo exacto y en la manera que anunciara la profecía. La declaración de las Escrituras se había cumplido en cada detalle de su ministerio. Había predicado el mensaje de salvación, y "su palabra era con autoridad." Los corazones de sus oyentes habían atestiguado que el mensaje venía del cielo. La Palabra y el Espíritu de Dios confirmaban el carácter divino de la misión de su Hijo.

Los discípulos seguían aferrándose a su amado Maestro con afecto indisoluble. Y sin embargo sus espíritus estaban envueltos en la incertidumbre y la duda. En su angustia no recordaron las palabras de Cristo que aludían a sus padecimientos y a su muerte. Si Jesús de Nazaret hubiese sido el verdadero Mesías, ¿habríanse visto ellos sumidos así en el dolor y el desengaño? Tal era la pregunta que les atormentaba el alma mientras el Salvador descansaba en el sepulcro durante las horas desesperanzadas de aquel sábado que medió entre su muerte y su resurrección.

Aunque el tétrico dolor dominaba a estos discípulos de Jesús, no por eso fueron abandonados. El profeta dice: "¡Aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz! . . . El me sacará a luz; veré su justicia." "Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día: lo mismo te son las tinieblas que la luz." Dios había dicho: "Para el recto se levanta luz en medio de tinieblas." "Y conduciré a los ciegos por un camino que no conocen; por senderos que no han conocido los guiaré; tornaré tinieblas en luz delante de ellos, y los caminos torcidos en vías rectas. Estas son mis promesas; las he cumplido, y no las he dejado sin efecto." (Miqueas 7: 8, 9; Salmos 139: 12; 112: 4, V.M.; Isaías 42: 16, V.M.)

Lo que los discípulos habían anunciado en nombre de su [395] Señor, era exacto en todo sentido, y los acontecimientos predichos estaban realizándose en ese mismo momento. "Se ha cumplido el tiempo, y se ha acercado el reino de Dios," había sido el mensaje de ellos. Transcurrido "el tiempo" —las sesenta y nueve semanas del capítulo noveno de Daniel, que debían extenderse hasta el Mesías, "el Ungido"— Cristo había recibido la unción del Espíritu después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán, y el "reino de Dios" que habían declarado estar próximo, fue establecido por la muerte de Cristo. Este reino no era un imperio terrenal como se les había enseñado a creer. No era tampoco el reino venidero e inmortal que se establecerá cuando "el reino, y el dominio, y el señorío de los reinos por debajo de todos los cielos, será dado al pueblo de los santos del Altísimo;" ese reino eterno en que "todos los dominios le servirán y le obedecerán a él." (Daniel 7: 27, V.M.) La expresión "reino de Dios," tal cual la emplea la Biblia, significa tanto el reino de la gracia como el de la gloria. El reino de la gracia es presentado por San Pablo en la Epístola a los Hebreos. Después de haber hablado de Cristo como del intercesor que puede "compadecerse de nuestras flaquezas," el apóstol dice: "Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia." (Hebreos 4: 16.) El trono de la gracia representa el reino de la gracia; pues la existencia de un trono envuelve la existencia de un reino. En muchas de sus parábolas, Cristo emplea la expresión, "el reino de los cielos," para designar la obra de la gracia divina en los corazones de los hombres.

Asimismo el trono de la gloria representa el reino de la gloria y es a este reino al que se refería el Salvador en las palabras: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria; y serán reunidas delante de él todas las gentes." (S. Mateo 25: 31, 32.) Este reino está aún por venir. No quedará establecido sino en el segundo advenimiento de Cristo.

Continuará
 
Re: Adventismo y Testigos de Jehová

Continuación...

El reino de la gracia fue instituído inmediatamente después de la caída del hombre, cuando se ideó un plan para la redención de la raza culpable. Este reino existía entonces en el designio de Dios y por su promesa; y mediante la fe los hombres podían hacerse sus súbditos. Sin embargo, no fue establecido en realidad hasta la muerte de Cristo. Aun después de haber iniciado su misión terrenal, el Salvador, cansado de la obstinación e ingratitud de los hombres, habría podido retroceder ante el sacrificio del Calvario. En Getsemaní la copa del dolor le tembló en la mano. Aun entonces, hubiera podido enjugar el sudor de sangre de su frente y dejar que la raza culpable pereciese en su iniquidad. Si así lo hubiera hecho no habría habido redención para la humanidad caída. Pero cuando el Salvador hubo rendido la vida y exclamado en su último aliento: "Consumado es," entonces el cumplimiento del plan de la redención quedó asegurado. La promesa de salvación hecha a la pareja culpable en el Edén quedó ratificada. El reino de la gracia, que hasta entonces existiera por la promesa de Dios, quedó establecido.
Así, la muerte de Cristo —el acontecimiento mismo que los discípulos habían considerado como la ruina final de sus esperanzas— fue lo que las aseguró para siempre. Si bien es verdad que esa misma muerte fuera para ellos cruel desengaño, no dejaba de ser la prueba suprema de que su creencia había sido bien fundada. El acontecimiento que los había llenado de tristeza y desesperación, fue lo que abrió para todos los hijos de Adán la puerta de la esperanza, en la cual se concentraban la vida futura y la felicidad eterna de todos los fieles siervos de Dios en todas las edades.

Los designios de la misericordia infinita alcanzaban a cumplirse, hasta por medio del desengaño de los discípulos. Si bien sus corazones habían sido ganados por la gracia divina y el poder de las enseñanzas de Aquel que hablaba como "jamás habló hombre alguno," conservaban, mezclada con el oro puro de su amor a Jesús, la liga vil del orgullo humano y de las ambiciones egoístas. Hasta en el aposento de la cena pascual, en aquella hora solemne en que su Maestro estaba entrando ya en las sombras de Getsemaní, "hubo también entre ellos una contienda sobre quién de ellos debía estimarse como el mayor." (S. Lucas 22: 24, V.M.) No veían más que el trono, la corona y la gloria, cuando lo que tenían delante era el oprobio y la agonía del huerto, el pretorio y la cruz del Calvario. Era el orgullo de sus corazones, la sed de gloria mundana lo que les había inducido a adherirse tan tenazmente a las falsas doctrinas de su tiempo, y a no tener en cuenta las palabras del Salvador que exponían la verdadera naturaleza de su reino y predecían su agonía y muerte Y estos errores remataron en prueba —dura pero necesaria— que Dios permitió para escarmentarlos. Aunque los discípulos comprendieron mal el sentido del mensaje y vieron frustrarse sus esperanzas, habían predicado la amonestación que Dios les encomendara, y el Señor iba a recompensar su fe y honrar su obediencia confiándoles la tarea de proclamar a todas las naciones el glorioso Evangelio del Señor resucitado. Y a fin de prepararlos para esta obra, había permitido que pasaran por el trance que tan amargo les pareciera."

Continuará...
 
EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844 Dr. Pedro de Felipe del Rey

EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844 Dr. Pedro de Felipe del Rey

LA MENSAJERA ESCOGIDA (Elena G. de White)
http://www.youtube.com/watch?v=vvo2qMBMIV8
EL CHASCO DEL ADVENTISMO EN 1844 Dr. Pedro de Felipe del Rey
Capítulo III
LAS CONSECUENCIAS DEL CHASCO
1) Como consecuencias del chasco del 22 de octubre de 1844, el grupo de milleritas (o adventistas) seguidores de Guillermo Miller saltó por los aires; se hizo pedazos:
a) Hubo muchos milleritas que, sencillamente, se apartaron del movimiento de Miller en cuanto se produjo el chasco; pero continuó un grupo de ellos:
“Muchos milleritas se echaron atrás en seguida después del chasco, aunque un grupo considerable continuó durante varios años.” (1/155).
b) Este grupo que continuó con Miller, después de la muerte de éste, se extinguió:
“Miller murió en diciembre de 1849. Sus colaboradores continuaron fijando fechas durante años. Estos llegaron a ser los adventistas evangélicos [...]. Gradualmente se fueron extinguiendo.”(Ib.).
c) Antes que este grupo se extinguiera, muchos de sus miembros se separaron y dieron lugar a otros grupos de adventistas: de uno de ellos, se originó “la Iglesia Cristiana Adventista”, que observaba el domingo como día de reposo, y que fijó una nueva fecha para la segunda venida de Cristo. En contraposición con este grupo, otros de estos milleritas formaron la “Iglesia Adventista del Séptimo Día”; la continuación del relato así lo dice:
“Un grupo considerable se separó de estos milleritas fijando una nueva fecha para la venida de Cristo. [...].
Fueron conocidos como la Iglesia Cristiana Adventista, observadores del domingo; el único grupo adventista importante fuera de los Adventistas del Séptimo Día.
 
Re: Adventismo y Testigos de Jehová

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Después de su resurrección, Jesús apareció a sus discípulos en el camino de Emaús, y "comenzando desde Moisés y todos los profetas, les iba interpretando en todas las Escrituras las cosas referentes a él mismo." (S. Lucas 24: 27, V.M.) Los corazones de los discípulos se conmovieron. Su fe se reavivó. Fueron reengendrados "en esperanza viva," aun antes de que Jesús se revelase a ellos. El propósito de éste era iluminar sus inteligencias y fundar su fe en la "palabra profética" "más firme." Deseaba que la verdad se arraigase firmemente en su espíritu, no sólo porque era sostenida por su testimonio personal sino a causa de las pruebas evidentes suministradas por los símbolos y sombras de la ley típica, y por las profecías del Antiguo Testamento. Era necesario que los discípulos de Cristo tuviesen una fe inteligente, no sólo en beneficio propio, [398] sino para comunicar al mundo el conocimiento de Cristo. Y como primer paso en la comunicación de este conocimiento, Jesús dirigió a sus discípulos a "Moisés y todos los profetas." Tal fue el testimonio dado por el Salvador resucitado en cuanto al valor e importancia de las Escrituras del Antiguo Testamento.

¡Qué cambio el que se efectuó en los corazones de los discípulos cuando contemplaron una vez más el amado semblante de su Maestro! (S. Lucas 24:32.) En un sentido más completo y perfecto que nunca antes, habían hallado "a Aquel, de quien escribió Moisés en la ley, y asimismo los profetas." La incertidumbre, la angustia, la desesperación, dejaron lugar a una seguridad perfecta, a una fe serena. ¿ Qué mucho entonces que después de su ascensión ellos estuviesen "siempre en el templo alabando y bendiciendo a Dios"? El pueblo, que no tenía conocimiento sino de la muerte ignominiosa del Salvador, miraba para descubrir en sus semblantes una expresión de dolor, confusión y derrota; pero sólo veía en ellos alegría y triunfo. ¡Qué preparación la que habían recibido para la obra que les esperaba! Habían pasado por la prueba más grande que les fuera dable experimentar, y habían visto cómo, cuando a juicio humano todo estaba perdido, la Palabra de Dios se había cumplido y había salido triunfante. En lo sucesivo ¿qué podría hacer vacilar su fe, o enfriar el ardor de su amor? En sus penas más amargas ellos tuvieron "poderoso consuelo," una esperanza que era "como ancla del alma, segura y firme." (Hebreos 6: 18, 19, V.M.) Habían comprobado la sabiduría y poder de Dios, y estaban persuadidos de "que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni poderes, ni cosas presentes, ni cosas por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna otra cosa creada" podría apartarlos "del amor de Dios, que es en Cristo Jesús nuestro Señor." "En todas estas cosas —decían— somos vencedores, y más aún, por medio de Aquel que nos amó." "La Palabra del Señor permanece para siempre." Y "¿quién es el que condena? ¡Cristo Jesús es el que murió; más [399] aún, el que fue levantado de entre los muertos; el que está a la diestra de Dios; el que también intercede por nosotros!" (Romanos 8: 38, 39, 37; 1 Pedro 1: 25; Romanos 8: 34, V.M.)

El Señor dice: "Nunca jamás será mi pueblo avergonzado." (Joel 2: 26.) "Una noche podrá durar el lloro, mas a la mañana vendrá la alegría." (Salmo 30: 5, V.M.) Cuando en el día de su resurrección estos discípulos encontraron al Salvador, y sus corazones ardieron al escuchar sus palabras; cuando miraron su cabeza, sus manos y sus pies que habían sido heridos por ellos; cuando antes de su ascensión, Jesús les llevara hasta cerca de Betania y, levantando sus manos para bendecirlos, les dijera: "Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura," y agregara: "He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (S. Marcos 16:15; S. Mateo 28: 20); cuando en el día de Pentecostés descendió el Consolador prometido, y por el poder de lo alto que les fue dado las almas de los creyentes se estremecieron con el sentimiento de la presencia de su Señor que ya había ascendido al cielo, —entonces, aunque la senda que seguían, como la que siguiera su Maestro, fuera la senda del sacrificio y del martirio, ¿habrían ellos acaso cambiado el ministerio del Evangelio de gracia, con la "corona de justicia" que habían de recibir a su venida, por la gloria de un trono mundano que había sido su esperanza en los comienzos de su discipulado? Aquel "que es poderoso para hacer infinitamente más de todo cuanto podemos pedir, y aun pensar," les había concedido con la participación en sus sufrimientos, la comunión de su gozo — el gozo de "llevar muchos hijos a la gloria," dicha indecible, "un peso eterno de gloria," al que, dice San Pablo, nuestra "ligera aflicción que no dura sino por un momento," no es "digna de ser comparada." Lo que experimentaron los discípulos que predicaron el "evangelio del reino" cuando vino Cristo por primera vez tuvo su contraparte en lo que experimentaron los que proclamaron el mensaje de su segundo advenimiento.

Así como los discípulos fueron predicando: "Se ha cumplido el tiempo, y se ha acercado el reino de Dios," así también Miller y sus asociados proclamaron que estaba a punto de terminar el período profético más largo y último de que habla la Biblia, que el juicio era inminente y que el reino eterno iba a ser establecido. La predicación de los discípulos en cuanto al tiempo se basaba en las setenta semanas del capítulo noveno de Daniel. El mensaje proclamado por Miller y sus colaboradores anunciaba la conclusión de los 2.300 días de Daniel 8:14, de los cuales las setenta semanas forman parte. En cada caso la predicación se fundaba en el cumplimiento de una parte diferente del mismo gran período profético.

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Re: Adventismo y Testigos de Jehová

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Como los primeros discípulos, Guillermo Miller y sus colaboradores no comprendieron ellos mismos enteramente el alcance del mensaje que proclamaban. Los errores que existían desde hacía largo tiempo en la iglesia les impidieron interpretar correctamente un punto importante de la profecía. Por eso si bien proclamaron el mensaje que Dios les había confiado para que lo diesen al mundo, sufrieron un desengaño debido a un falso concepto de su significado.

Al explicar Daniel 8:14 "Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el santuario," Miller, como ya lo hemos dicho, aceptó la creencia general de que la tierra era el santuario, y creyó que la purificación del santuario representaba la purificación de la tierra por el fuego a la venida del Señor. Por consiguiente, cuando echó de ver que el fin de los 2.300 días estaba predicho con precisión, sacó la conclusión de que esto revelaba el tiempo del segundo advenimiento. Su error provenía de que había aceptado la creencia popular relativa a lo que constituye el santuario.
En el sistema típico —que era sombra del sacrificio y del sacerdocio de Cristo— la purificación del santuario era el último servicio efectuado por el sumo sacerdote en el ciclo anual de su ministerio. Era el acto final de la obra de expiación— una remoción o apartamiento del pecado de Israel. Prefiguraba la obra final en el ministerio de nuestro Sumo Sacerdote en el cielo, en el acto de borrar los pecados de su pueblo, que están consignados en los libros celestiales. Este servicio envuelve una obra de investigación, una obra de juicio, y precede inmediatamente la venida de Cristo en las nubes del cielo con gran poder y gloria, pues cuando él venga, la causa de cada uno habrá sido fallada. Jesús dice: "Mi galardón está conmigo, para dar la recompensa a cada uno según sea su obra." (Apocalipsis 22: 12, V.M.) Esta obra de juicio, que precede inmediatamente al segundo advenimiento, es la que se anuncia en el primer mensaje angelical de Apocalipsis 14:7: "¡Temed a Dios y dadle honra; porque ha llegado la hora de su juicio!" (V.M.)

Los que proclamaron esta amonestación dieron el debido mensaje a su debido tiempo. Pero así como los primitivos discípulos declararan: "Se ha cumplido el tiempo, y se ha acercado el reino de Dios," fundándose en la profecía de Daniel 9, sin darse cuenta de que la muerte del Mesías estaba anunciada en el mismo pasaje bíblico, así también Miller y sus colaboradores predicaron el mensaje fundado en Daniel 8:14 y Apocalipsis 14:7 sin echar de ver que el capítulo 14 del Apocalipsis encerraba aún otros mensajes que debían ser también proclamados antes del advenimiento del Señor. Como los discípulos se equivocaron en cuanto al reino que debía establecerse al fin de las setenta semanas, así también los adventistas se equivocaron en cuanto al acontecimiento que debía producirse al fin de los 2.300 días. En ambos casos la circunstancia de haber aceptado errores populares, o mejor dicho la adhesión a ellos, fue lo que cerró el espíritu a la verdad. Ambas escuelas cumplieron la voluntad de Dios, proclamando el mensaje que él deseaba fuese proclamado, y ambas, debido a su mala comprensión del mensaje, sufrieron desengaños.

Sin embargo, Dios cumplió su propósito misericordioso permitiendo que el juicio fuese proclamado precisamente como lo fue. El gran día estaba inminente, y en la providencia de Dios el pueblo fue probado tocante a un tiempo fijo a fin de que se les revelase lo que había en sus corazones. El mensaje tenía por objeto probar y purificar la iglesia. Los hombres debían ser inducidos a ver si sus afectos pendían de las cosas de este mundo o de Cristo y del cielo. Ellos profesaban amar al Salvador; debían pues probar su amor. ¿Estarían dispuestos a renunciar a sus esperanzas y ambiciones mundanas, para saludar con gozo el advenimiento de su Señor? El mensaje tenía por objeto hacerles ver su verdadero estado espiritual; fue enviado misericordiosamente para despertarlos a fin de que buscasen al Señor con arrepentimiento y humillación.

Además, si bien el desengaño era resultado de una comprensión errónea del mensaje que anunciaban, Dios iba a predominar para bien sobre las circunstancias. Los corazones de los que habían profesado recibir la amonestación iban a ser probados. En presencia de su desengaño, ¿se apresurarían ellos a renunciar a su experiencia y a abandonar su confianza en la Palabra de Dios o con oración y humildad procurarían discernir en qué puntos no habían comprendido el significado de la profecía ? ¿Cuántos habían obrado por temor o por impulso y arrebato? ¿Cuántos eran de corazón indeciso e incrédulo? Muchos profesaban anhelar el advenimiento del Señor. Al ser llamados a sufrir las burlas y el oprobio del mundo, y la prueba de la dilación y del desengaño, ¿renunciarían a su fe? Porque no pudieran comprender luego los caminos de Dios para con ellos, ¿rechazarían verdades confirmadas por el testimonio más claro de su Palabra?

Esta prueba revelaría la fuerza de aquellos que con verdadera fe habían obedecido a lo que creían ser la enseñanza de la Palabra y del Espíritu de Dios. Ella les enseñaría, como sólo tal experiencia podía hacerlo, el peligro que hay en aceptar las teorías e interpretaciones de los hombres, en lugar de dejar la Biblia interpretarse a sí misma. La perplejidad y el dolor que iban a resultar de su error, producirían en los hijos de la fe el escarmiento necesario. Los inducirían a profundizar aún más el estudio de la palabra profética. Aprenderían a examinar más detenidamente el fundamento de su fe, y a rechazar todo lo que no estuviera fundado en la verdad de las Sagradas Escrituras, por muy amplia que fuese su aceptación en el mundo cristiano.

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: Adventismo y Testigos de Jehová

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A estos creyentes les pasó lo que a los primeros discípulos: lo que en la hora de la prueba pareciera obscuro a su inteligencia, les fue aclarado después. Cuando vieron el "fin que vino del Señor," supieron que a pesar de la prueba que resultó de sus errores, los propósitos del amor divino para con ellos no habían dejado de seguir cumpliéndose. Merced a tan bendita experiencia llegaron a saber que el "Señor es muy misericordioso y compasivo;" que todos sus caminos "son misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus testimonios." CS 404.

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
ADVENTISTAS Y EL CHASCO 1844

ADVENTISTAS Y EL CHASCO 1844

“En contraste con éstos que persistieron en la idea de que el Señor vendría pronto y continuaron fijando fechas, hubo grupos de creyentes que se mantuvieron firmes en la convicción de que la profecía de los dos mil y trescientos días había sido calculada correctamente al señalar 1844 como terminación de dicho período, y que la purificación del santuario empezó en esta fecha. Pero hallaron otra explicación que señalaba otro acontecimiento en vez de la segunda venida de Cristo. Este incluía a Hiram Edson, José Bates, Jaime White; Elena Harmon y José Turner.
“[...[. Nos interesa especialmente el grupo de Hiram Edson, José Bates, Jaime White y Elena Harmon, porque
formaron el núcleo de nuestra iglesia.” (1/155-156).
Elena de White
http://www.youtube.com/watch?v=SKFWWmW7PcQ&feature=related
Adentistas/ White/La mano de error al Timon...P/2
http://www.youtube.com/watch?v=9uPOe8ftxHk&feature=related
Elena White defensa
http://www.youtube.com/watch?v=HSgLnMhq7Qw&feature=related
¿Saque sus conclusiones al respecto?
 
Re: Adventismo y Testigos de Jehová

2) Vemos que, de los seguidores de Miller, tras el chasco de 1844, se formaron varios grupos; pero los dos más importantes que permanecieron, fueron:
a) La Iglesia Cristiana Adventista que observaba el domingo como día de reposo. Tengamos bien en cuenta a esta Organización, porque, como veremos en su lugar correspondiente, por medio de ella aparecerá el Jehovismo (Testigos de Jehová).
b) La Iglesia Adventista del Sétimo Día, que no se llamará así hasta 1860, ya que, en el principio de su formación, también observaba el domingo como día de reposo hasta 1846, cuando aceptaron de forma oficial el reposo del sábado, tras debatir este tema en un congreso celebrado a finales del año anterior. Antes de esta fecha, hubo algunos adventistas que empezaron a observar el sábado por su cuenta, a raíz de que Raquel Oakes (miembro de la Iglesia Bautista del Séptimo Día) transmitiera esta enseñanza al pastor adventista Federico Wheeler, en cuya iglesia estuvo escuchando su predicación un domingo tras "el chasco” en 1844.

Vive tu historia
http://www.youtube.com/watch?v=SCVtV8tuxA8
 
Re: Adventismo y Testigos de Jehová

Estimado javier andrés. Saludos cordiales.

Una Profecía Significativa

UN AGRICULTOR íntegro y de corazón recto, que había llegado a dudar de la autoridad divina de las Santas Escrituras, pero que deseaba sinceramente conocer la verdad, fue el hombre especialmente escogido por Dios para dar principio a la proclamación de la segunda venida de Cristo. Como otros muchos reformadores. Guillermo Miller había batallado con la pobreza en su juventud, y así había aprendido grandes lecciones de energía y abnegación. Los miembros de la familia de que descendía se habían distinguido por un espíritu independiente y amante de la libertad, por su capacidad de resistencia y ardiente patriotismo; y estos rasgos sobresalían también en el carácter de Guillermo. Su padre fue capitán en la guerra de la independencia norteamericana, y a los sacrificios que hizo durante las luchas de aquella época tempestuosa pueden achacarse las circunstancias apremiantes que rodearon la juventud de Miller.

Poseía una robusta constitución, y ya desde su niñez dio pruebas de una inteligencia poco común, que se fue acentuando con la edad. Su espíritu era activo y bien desarrollado, y ardiente su sed de saber. Aunque no gozara de las ventajas de una instrucción académica, su amor al estudio y el hábito de reflexionar cuidadosamente, junto con su agudo criterio, hacían de cl un hombre de sano juicio y de vasta comprensión. Su carácter moral era irreprochable, y gozaba de envidiable reputación, siendo generalmente estimado por su integridad, su frugalidad y su benevolencia. A fuerza de energía y aplicación no tardó en adquirir bienestar, si bien conservó siempre sus hábitos de estudio. Desempeñó con éxito varios cargos civiles y militares, y el camino hacia la riqueza y los honores parecía estarle ampliamente abierto. Su madre era mujer de verdadera piedad, de modo que durante su infancia estuvo sujeto a influencias religiosas. Sin embargo, siendo aún niño tuvo trato con deístas, cuya influencia fue reforzada por el hecho de que la mayoría de ellos eran buenos ciudadanos y hombres de disposiciones humanitarias y benévolas. Viviendo como vivían en medio de instituciones cristianas, sus caracteres habían sido modelados hasta cierto punto por el medio ambiente. Debían a la Biblia las cualidades que les granjeaban respeto y confianza; y no obstante, tan hermosas dotes se habían malogrado hasta ejercer influencia contra la Palabra de Dios. Al rozarse con esos hombres Miller llegó a adoptar sus opiniones. Las interpretaciones corrientes de las Sagradas Escrituras presentaban dificultades que le parecían insuperables; pero como, al paso que sus nuevas creencias le hacían rechazar la Biblia no le ofrecían nada mejor con que substituirla, distaba mucho de estar satisfecho. Sin embargo conservó esas ideas cerca de doce años. Pero a la edad de treinta y cuatro, el Espíritu Santo obró en su corazón y le hizo sentir su condición de pecador. No hallaba en su creencia anterior seguridad alguna de dicha para más allá de la tumba. El porvenir se le presentaba sombrío y tétrico. Refiriéndose años después a los sentimientos que le embargaban en aquel entonces, dijo:
"El pensar en el aniquilamiento me helaba y me estremecía, y el tener que dar cuenta me parecía entrañar destrucción segura para todos. El cielo antojábaseme de bronce sobre mi cabeza, y la tierra hierro bajo mis pies. La eternidad — ¿qué era? y la muerte ¿por qué existía? Cuanto más discurría, tanto más lejos estaba de la demostración. Cuanto más pensaba, tanto más divergentes eran las conclusiones a que llegaba. Traté de no pensar más; pero ya no era dueño de mis pensamientos. Me sentía verdaderamente desgraciado, pero sin saber por qué. Murmuraba y me quejaba, pero no sabía de quién.

Continuará...