Aguas pantanosas: Aclarando la confusión acerca de la selección natural
Por Carl Wieland
Publicado por primera vez en:
revista Creation 23(3):26-29
junio-agosto 2001
‘Selección natural’ a menudo se refiere a la ‘supervivencia del más fuerte’ o, más recientemente, a ‘la reproducción del más fuerte (o apto)’. Mucha gente se confunde por eso, pensando que la evidencia para la selección natural es automáticamente evidencia para la idea que unas moléculas se convirtieron en microbios, que llegaron a ser milpiés, magnolias y directores administrativos. La mayoría de las presentaciones de la evolución añaden a esta confusión señalando convenientemente que incluso en la teoría evolucionista, esto no puede ser verdad; la selección natural por sí misma no hace cosas nuevas.
¿Darwin el usurpador?
La selección natural es en realidad un entendimiento muy recto del sentido común. Un creacionista, el químico y zoólogo Edward Blyth (1810–1873), escribió acerca del tema en 1835–7, antes de Darwin, quien muy probablemente tomó prestada la idea de Blyth.[1]
Un organismo puede poseer algún rasgo o carácter heredable que, en un ambiente dado, le da a ese organismo una mayor oportunidad de transmitir todos sus genes a la siguiente generación (comparado con aquellos de sus compañeros que no los tienen). A través de generaciones exitosas, ese rasgo o carácter tiene una buena probabilidad de esparcirse más en esa población. Esa mayor probabilidad de tener éxito para reproducirse (o sea, teniendo descendencia) puede ser obtenida de varias maneras:
Una mayor oportunidad de sobrevivir. Por ejemplo, el organismo es ‘más apto para sobrevivir’. Esto es lo que significa ‘supervivencia del más fuerte’, que a propósito, no se refiere necesariamente a la buena salud como se entiende comúnmente. Si usted tiene más (o menos) probabilidades de sobrevivir, proporcionalmente usted tiene más (o menos) probabilidades de tener descendencia, y de esa manera, transmitir sus genes. Por ejemplo, los genes para pelaje largo aumentarán las probabilidades de supervivencia del animal en un clima frío. Los genes para el color blanco mejorarán el camuflaje de un oso en una tierra con mucha nieve (el camuflaje no sólo le ayuda al animal el evitar ser atrapado y comido; también le ayuda a un depredador a atrapar a su presa). De esta manera al tener más probabilidades para evitar morir de hambre, un oso de color claro va a tener más probablilidad de pudiendo así transmitir su color claro a la siguiente generación.
Una mayor probabilidad de encontrar pareja. Si las hembras de una especie de pez habitualmente prefiere parejas con colas más largas, entonces el pez macho con genes para colas más largas va a tener en promedio más oportunidad de reproducción, de manera que sus genes (que incluyen aquellos para colas largas) tienen más probabilidad de ser copiados. Los genes de cola larga (y por ende la variedad de cola larga) va a volverse, por lo tanto, más común en esa población.
Cualquier otra forma de incrementar el éxito reproductivo.Considere una especie de planta, cuyas semillas son dispersadas por el viento. Si tiene genes que le dan a sus semillas una forma que les confiere un ‘levantamiento’ aerodinámico ligeramente mejor que las semillas de sus semejantes, entonces los genes de ese rasgo particular (y por ende el rasgo mismo) van a ser favorecidos, o ‘seleccionados’, en esta forma ‘natural’, de donde proviene el término. Inversamente, si esa especie de planta está en una pequeña isla, las semillas que viajan muy lejos tienen más probabilidad de ‘perderse en el mar’. Por lo tanto, los genes que dan un ‘levantamiento’ menor serán favorecidos. Presumiendo que los genes para ambas semillas estuvieran disponibles, este simple efecto aseguraría que todos los miembros de la población de esas plantas en una isla, eventualmente producirían solamente semillas de ‘vuelo corto’; los genes para las semillas de ‘vuelo largo’ habrían sido eliminadas.
Adaptación
De esa manera, las criaturas pueden adaptarse mejor (por estar mejor acondicionados) al ambiente en el que se encuentran. Digamos que una población de plantas tiene una mezcla de genes para la longitud de sus raíces. Exponga esa población durante generaciones a temporadas largas y repetidas de un clima muy seco, y las plantas que con mayor probabilidad van a sobrevivir, son las que tienen raíces más largas para llegar hasta las aguas más profundas. De esa manera, los genes para raíces cortas van a tener menos probabilidad de ser transmitidos. Después de un tiempo, ninguna de estas plantas tendrá genes para raíces cortas, así que serán del tipo de ‘raíces largas’. Ahora, ellas estarán mejor adaptadas para condiciones secas, que sus antepasadas.
La creencia de Darwin
Esta adaptación, que viene a ser en realidad una ‘afinación al ambiente’, era vista por Darwin como un proceso que era esencialmente creativo, y virtualmente sin límites. Si ‘nuevas’ variedades pudieron surgir en un corto tiempo para acomodarse al ambiente; entonces, dando el tiempo suficiente, podrían aparecer cualquier número de características nuevas, en relación a la cantidad de criaturas totalmente nuevas. Así fue como, creía él, los pulmones surgieron originalmente en un mundo sin pulmones, y las plumas en un mundo sin plumas. Darwin no sabía cómo funcionaba en realidad la herencia, pero la gente de hoy lo sabe mejor. Él no sabía, por ejemplo, que lo que se pasa en la reproducción es esencialmente un lote completo de bloques de información (genes), o instrucciones codificadas.
Debemos entender claramente que en realidad sucede en la selección natural, es una pérdida de información. Por definición la hace incapaz de crear algo nuevo. En el ejemplo anterior, las plantas se volvieron más aptas para sobrevivir al clima seco debido a la eliminación de ciertos genes, o sea, perdieron una porción de información que sus ancestros tenían. La información para raíces largas ya estaba en la población madre; la selección natural no hizo que nada nuevo surgiera en, o se añadiera a, la población.
El precio pagado por la adaptación, o la especialización, es siempre la pérdida permanente de parte de la información en ese grupo de organismos. Si el ambiente se cambiara de nuevo de manera que las raíces cortas fueran la única manera en que las plantas pudieran sobrevivir, la información para estas no ‘reaparecería’ mágicamente; la población ya no se podría adaptar en esta dirección. La única manera en que una variedad de raíces cortas surgiera como una adaptación al ambiente sería si las cosas comenzaran una vez más con la ‘mezclada’ o ‘mestiza’ población madre, en la que ambos tipos de genes estaban presentes.
Límites inherentes a la variación
En un proceso de pérdida de información como ese, hay automáticamente un límite para la variación, pues las piscinas de genes no pueden seguir perdiendo su información indefinidamente.
Esto puede verse en el apareamiento, que es simplemente otra versión de (en este caso, artificial) selección: el principio es exactamente el mismo al de la selección natural. Tome como ejemplo los caballos. La gente ha podido cruzar toda clase de variedades desde caballos salvajes: grandes caballos trabajadores, hasta ponis miniatura, y así sucesivamente. Pero los límites se alcanzan pronto, porque la selección sólo puede trabajar con lo que ya está allí. Usted puede hacer cruces para variedades de caballos piel blanca, café y así en adelante, pero ninguna cantidad de cruces selectivos va a generar una variedad de caballos con el pelo verde: la información para pelo verde no existe en la población de caballos.
Límites a la variación también se dan porque cada una de las variedades de caballo lleva menos información que el tipo ‘salvaje’ del que descendieron. El sentido común confirma que usted no puede empezar con pequeños ponis Shetland e intentar seleccionarlos para caballos Clydesdale: ¡la información simplemente ya no está ahí!! Entre más grande sea la especialización (o ‘adaptación’, en este caso a las demandas del criador humano, quien representa el ‘ambiente’), más se puede estar seguro de que la piscina de genes ha sido extensamente ‘adelgazada’ o agotada, y la menor variación futura es posible empezando de esa existencia de animales.
Estos hechos lógicos y obvios hacen claro que la selección natural es un lamento lejano del proceso creativo, ‘cuesta arriba’, e ilimitado que Darwin imaginó (y muchos de sus simpatizantes laicos, engañados por la negligente educación pública).
Los teóricos evolucionistas saben esto, por supuesto. Ellos saben que deben confiar en algún otro proceso para crear la nueva información requerida, porque el cuento de la evolución lo demanda. Había una vez, dice, un mundo de criaturas vivientes sin pulmones. Luego la información para pulmones surgió de alguna manera, pero no había plumas en ninguna parte del mundo: más tarde estas también se originaron. Pero el punto básico es que la selección natural, por sí misma, no tiene el poder para crear. Es un proceso de ‘entresacar’, de escoger entre varias cosas que deben ser primero en existencia.
¿Cómo explican los evolucionistas la nueva información?
Puesto que la selección natural solo puede escoger, los teóricos evolucionistas de hoy se apoyan en las mutaciones (errores de copia al azar en el proceso reproductivo) para crear la materia prima sobre la que la selección natural pueda luego operar. Pero ese es un asunto separado. Se ha mostrado convincentemente que mutaciones observadas no añaden información, y que la mutación está seriamente entorpecida en los terrenos teóricos en esta área.[1]
Uno de los principales científicos de la información del mundo, el Dr. Werner Gitt del Instituto Federal de Física y Tecnología en Braunschweig, Alemania, dice, ‘No se conoce una ley natural a través de la cual la material pueda dar origen a la información, ni tampoco se conoce un proceso físico o fenómeno material que pueda hacer eso.’[3]
Su desafío a falsear científicamente esta afirmación ha permanecido sin respuesta desde que se publicó por primera vez. Incluso aquellas mutaciones que dan un beneficio de supervivencia son vistas como pérdidas de información, no creando el tan necesitado nuevo material sobre el que la selección natural pueda ir luego a trabajar.[4]
En resumen:
La selección natural no añade información, de hecho la reduce. La evolución requiere una forma de añadir nueva información.
Las mutaciones (errores genéticos copiados) deben ser invocadas para explicar cómo nueva información se origina para que la selección natural pueda ‘guiar’ el asumido proceso evolutivo.
Las mutaciones estudiadas hasta la fecha aparecen todas como pérdidas de información: algo no sorprendente para un proceso al azar.
Es por lo tanto bastante ilegítimo usar ejemplos en los que la selección natural está ocurriendo (reduciendo la información en poblaciones) como ejemplos de ‘evolución ocurriendo’.
La selección natural, operando en la información creada en las piscinas de genes, tiene bastante sentido en un mundo caído. Puede refinar la manera en que los organismos se ‘adaptan’ a su ambiente, y ayudan a apartar la extinción en un mundo maldecido y que se muere. Al ‘partir’ una piscina de genes grande en otras pequeñas, puede añadir a la cantidad de variedad observada dentro de los descendientes de un tipo original, así como las muchas variedades de caballo de un solo tipo. Incluso nuevas ‘especies’ pueden salir así, pero no información nueva. Esto ayuda a explicar la mayor diversidad de hoy a la que iba a bordo del Arca.
Quizá si los ‘verdaderos creyentes’ de la evolución en realidad tuvieran evidencia convincente de un proceso creativo, no se sentirían obligados a enlodar las aguas tan a menudo al presentar este proceso ‘cuesta abajo’ (la selección natural) como si demostrara su creencia en el último ascenso ‘cuesta arriba’ de la evolución de las moléculas al hombre.
Necesitamos decirle a este mundo cada vez más educado cómo los hechos acerca del cambio biológico se conectan a la historia real del mundo desde la Biblia, para ayudarles a entender y creer el mensaje del evangelio que está firmemente basado en esta historia real.Referencias
Taylor, I., In the Minds of Men, TFE Publishing, Toronto, Canada, pp. 125–133, 1984.
Video From a Frog to a Prince, producido por Keziah, distribuido por Answers in Genesis. Vea también Spetner, L.S., Not by chance!, The Judaica Press Inc., New York, 1998.
Gitt, W., In the beginning was information, Christliche Literatur-Verbreitung, Germany, p. 79, 1997.
Wieland, C., Beetle bloopers, Creation 19(3):30, 1997.