Re: Adventistas y El Juicio Investigador 1844
Estimado manuel5. Saludos cordiales.
Tú dices:
Saludos desde España.
Pero...no necesitaban "un estudio profundo" bastaba con que miraran lo que venían haciendo durante siglos los judíos,...pero...
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...pero...NO: Los pioneros adventistas pensaban que ellos eran el centro del mundo y que lo que ellos "descubrieran" era lo que Dios quería, menospreciando las creencias del resto de los cristianos.
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...(Otro ejemplo lo tenemos en su mensajera la señora Elena G. de White que comió ostras hasta que ella se convenció que no era correcto, ignorando previamente lo que podía leer en Levítico 11 sobre "lo que se mueve en el mar"..
..Pero NO: Por encima de la palabra de Dios escrita estaba lo que ella personalmente entendiera).
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..Saludos.
Respondo: Los primeros adventístas no eran judiós, provenían de muchas iglesias cristianas e ignoraban las leyes dietéticas.
"La distinción entre las carnes limpias y las inmundas, basada en Levítico 11 y Deuteronomio 14, hoy es aceptada y comprendida por la mayoría de los adventistas. A diferencia de las leyes ceremoniales del Antiguo Testamento, que señalan a Cristo, o de las leyes civiles, que gobernaban la teocracia, estas leyes de salud se basaban en leyes naturales y por lo tanto no se aplican solamente a una época o tiempo.
Así, incluso entre los adventistas que consumen carne, se evitan estas carnes inmundas. No obstante, los adventistas del siglo diecinueve, por lo general no aceptaban esta distinción entre las carnes limpias e inmundas basada en la ley Levítica, aunque condenaban claramente el cerdo.
La primera en establecerse fue la prohibición en cuanto al cerdo, pero incluso esto llevó tiempo. Antes de que Elena G. de White recibiera el mensaje de salud en 1863, ella y Jaime White desalentaban a los creyentes que intentaban forzar una prohibición de la carne de cerdo. “Por ninguna razón creemos que la Biblia enseña que su [del cerdo] uso, durante la dispensación evangélica, es pecado”, escribió Jaime White en 1850.
En 1858, un hermano en Nueva Inglaterra, sin duda S. N. Haskell, intentaba nuevamente desalentar el uso del cerdo y hacer de esto una prueba de lealtad a la Palabra de Dios. La Sra. White le escribió diciendo que “si es el deber de la iglesia abstenerse de la carne de cerdo, Dios se lo mostrará a más de dos o tres personas”.
Después de la reforma pro salud, por supuesto, la Sra. White salió a hablar en contra del uso del cerdo, argumentando que producía “escrófula, lepra y tumores cancerosos”. Es significativo que ella junto con otros adventistas que escribieron en contra del uso del cerdo hasta 1866, argumentaron estrictamente desde un punto de vista de la salud. En otras palabras, sólo porque se usaban algunos argumentos bíblicos para reforzar al grupo que argumentaba contra el cerdo, no podemos concluir que en ese punto los adventistas estaban bien en la forma que presentaban sus enseñanzas en cuanto a la distinción entre las carnes limpias e inmundas.
D. M. Canright, en 1866, alude a Deuteronomio 14:8, “Tampoco el cerdo, porque tiene la pezuña hendida, pero no rumia; os será inmundo. De la carne de estos no comeréis, ni tocaréis sus cuerpos muertos”. Pero Canright no hace mención de otras carnes inmundas, y no hace uso del material posterior de Deuteronomio 14 sobre el tema.Cuando él menciona las ostras en un artículo al año siguiente, habla de sus supuestos poderes para incitar “ciertas clases de sensaciones” y no da argumentos bíblicos.
En 1870, W. C. Gage intenta refutar un periódico adventista rival que toma como excepción la “declaración bíblica de que el cerdo es inmundo”. Pero Gage no cita Deuteromio 14 ni Levítico 11. De hecho, Gage declara “si las Escrituras fallan en fijar la cuestión, dejen que domine la razón. Examinen el animal y vean sus hábitos sucios”. Sí trata algunos de los testimonios de la Biblia sobre el cerdo, pero su artículo está lejos de ser una contribución para comprender ampliamente las enseñanzas de la Biblia sobre las carnes limpias e inmundas, siendo, como lo es en realidad, abundante en argumentos naturalistas e interesado exclusivamente en la cuestión del cerdo.
Jaime White, en un artículo de 1872 sobre la “Carne de cerdo”, muestra los inicios de una aplicación más amplia de la ley levítica. Menciona Deuteronomio 14:8 nuevamente, y busca refutar el argumento de que la prohibición del cerdo era meramente una ley judía y que por lo tanto no afectaba a los cristianos. Les recuerda a sus lectores que la distinción entre limpio e inmundo fue reconocida en la Biblia mucho antes de la “existencia de un solo judío”. Todavía, el propósito de su argumento es desacreditar el cerdo, no establecer categorías generales de carnes limpias e inmundas. No discute el criterio bíblico para hacer la distinción.
La distinción general entre las carnes limpias e inmundas en los círculos adventistas permanece sin desarrollarse durante el siglo diecinueve. Mientras que los adventistas argumentaban fervientemente contra el cerdo, el peso de su argumento continuaba siendo los criterios fisiológicos. Urías Smith rechazó explícitamente la aplicación de la distinción mosaica: “Creemos que hay un terreno mejor en el cual apoyar [la prohibición sobre el cerdo] que la ley ceremonial de la primera dispensación, porque si asumimos la posición de que la ley está todavía en vigencia, debemos aceptarla completamente, y entonces tendremos más en nuestras manos de lo que podemos hacernos cargo”.
Para los adventistas del siglo diecinueve se desalentaba el consumo de todo tipo de carne, mientras que el consumo de cerdo estaba virtualmente prohibido. Otras carnes que podríamos considerar inmundas no se veían, aparentemente, con la misma luz que la carne de cerdo.
Una vez, cuando Elena G. de White estaba enferma, su hijo, W. C. White, informa que se la alentó a beber un poco de sopa de ostras para que su estómago se asiente. Se dice que intentó con una o dos cucharadas, pero luego rechazó el resto.
No obstante hay evidencia de que en un momento de su vida, la Sra. White, gustaba de comer algunas ostras. En 1882, cuando vivía en Healdsburg, California, escribió una carta a su nuera, Mary Kelsey White, en Oakland, en la cual le hizo el siguiente pedido: “Mary, si puedes consígueme una buena caja de arenques, frescos, por favor. Los últimos que Willie consiguió estaban amargos y viejos. Si puedes comprar latas, una media docena de latas de buenos tomates, por favor hazlo. Los necesitaremos. Si puedes conseguir unas pocas latas de buenas ostras, cómpralas”.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.