Re: Verdades sobre el Adventismo
Cita
Un saludo
Ahí os envío el artículo de National Geographic sobre los adventistas
Adventistas
California Loma Linda EE UU
Por Dan Buettner
Tener fe
El pastor adventista del séptimo día Scott Smith afirma que la salud física y la espiritual se dan la mano. <<Aceptar a Cristo es una liberación, y eso reduce el estrés. >> Lo mismo opina el doctor Ellsworth Wareham, quien a los 91 años aún asiste en intervenciones de cirugía cardiaca: <<Dios nos dirige y protege.
Es viernes por la mañana y Marge Jetton acelera por la autopista de San Bernardino a bordo de su Cadillac Seville malva. Mira a través del parabrisas y las gafas de sol, con la cabeza apenas por encima del volante. Marge, que en septiembre cumplió 101 años, va con el tiempo justo para acudir a uno de los diversos compromisos de voluntariado que hoy tienen en su agenda, y conduce a gran velocidad. Esta mañana ya ha recorrido un kilómetro y medio andando, ha levantado pesas y se ha tomado sus gachas de avena. <<No sé por qué Dios me ha concedido el privilegio de vivir tantos años –dice señalándose a sí misma-, pero esto es obra suya. >>
Puede que Dios haya tenido algo que ver con la vitalidad de Marge o puede que no, pero su religión sí. Marge es adventista del séptimo día. Estamos en Loma Linda, California, donde vive un grupo de adventistas que ha sido objeto de varios estudios.
La iglesia adventista –surgida durante el movimiento reformista de mediados del siglo XIX que popularizó el vegetarianismo organizado, las galletas digestivas y los cereales de desayuno- siempre ha predicado y practicado un mensaje de salud. Prohíbe el tabaco y el consumo de bebidas alcohólicas y de alimentos bíblicamente impuros, como el cerdo. También desaconseja el consumo de otras carnes, de alimentos muy grasos, de bebidas con cafeína y de condimentos o especias <<estimulantes>>. <<Cereales, fruta, frutos secos y hortalizas son la dieta que nuestro Creador ha elegido para nosotros, escribió Ellen White, una de las primeras figuras que contribuyó a dar forma a la iglesia adventista. Los adventistas observan el sabbat, el séptimo día bíblico, en sábado, durante el cual se reúnen con otros miembros de la iglesia para disfrutar del descanso que les ayuda a aliviar el estrés.
Entre 1975 y 1988, los Institutos Nacionales de Salud financiaron un estudio de 34000 adventistas de California para averiguar si sus hábitos saludables tenían algún efecto sobre la esperanza de vida y los riesgos de padecer cardiopatías y cáncer. El estudio reveló que el elevado consumo de legumbres, lecha de soja, tomates y otros frutos reducía su riesgo de contraer ciertos tipos de cáncer. También indicó que el consumo de pan de harina de trigo integral, la costumbre de beber cinco vasos de agua al día y el hábito de consumir cuatro porciones de frutos secos a la semana reducía el riesgo de cardiopatías. Por último, permitió observar que la abstención del consumo de carne roja había ayudado a evitar tanto los casos de cáncer como de cardiopatías.
El estudio llegó a una conclusión asombrosa, según recuerda Gary Fraser, de la Universidad de Loma Linda: el adventista medio vivía entre seis y diez años más que el californiano medio. Eso convierte a los adventistas en una de las culturas de longevidad más convincentes del país.
Me reúno con Marge en el salón de peluquería Plaza Place, en Redlands, donde cada viernes a las 8 de la mañana, desde hace veinte años, acude invariablemente a su cita con la estilista Barbara Miller. Cuando llego, Marge está hojeando un ejemplar del Reader’s Digest mientras Barbara le alisa uno de sus mechones plateados. << ¡Llega con retraso!>>, exclama. Detrás de Marge, una fila de estilistas peinan lánguidamente otras cabezas, todas en diferentes tonos de gris. <<Aquí somos todas una manada de dinosaurios>>, me susurra Barbara. <<Eso lo serás tú –interviene Marge-. ¡Yo no!>>
Media hora después, con el pelo convertido en una nube de algodón, Marge me lleva hasta su coche. Camina arrastrando los pies con un movimiento rápido y decidido. <<Entre –me ordena-. Podrá ayudar. >> Vamos al centro para personas mayores de Loma Linda, un centro de día donde la mayoría son varios decenios más jóvenes que Marge. Ella abre el maletero y descarga cuatro fardos de revistas que ha estado recolectando a lo largo de la semana. <<A los viejos que vienen aquí les gusta leerlas y recortar las fotografías para hacer manualidades>>, explica. ¿Los viejos?
Siguiente parada: llevar botellas reciclables a una mujer muy pobre para que las venda. Por el camino, Marge me cuenta que nació en una familia pobre, de padre mulero y madre ama de casa, en Yuba city, California. Trabajó de enfermera, mantuvo a su marido mientras él hacía la carrera de medicina y crió a dos hijos. Su marido, James, murió dos días antes de su 77 aniversario de bodas. <<Claro que me siento sola de vez en cuando, pero eso para mí siempre ha sido la señal de que tengo que salir a ayudar a alguien. >>
Como muchos adventistas, Marge pasa la mayor parte del tiempo con otros adventistas. <<Es difícil tener amigos que no sean adventistas –reconoce-, ¿Dónde voy a conocerlos? No hacemos las mismas cosas. Yo no voy al cine, ni a bailar. >> Como resultado, según los investigadores, los adventistas incrementan sus probabilidades de longevidad porque se relacionan con gente que refuerza sus hábitos saludables.
A mediodía, de regreso en Linda Valley Villa, la urbanización de adventistas jubilados donde vive, Marge me invita a comer. Estamos solos, pero no dejan de pasar vecinos a saludarla. Mientras comemos Tolú a la cazuela y ensalada verde, pido a Marge que me dé sus consejos para una vida larga.
<<Hace 50 años que no como carne y nunca he picado entre comidas –dice, señalándose sus dientes perfectos-. Son todos míos. >> Sus actividades de voluntariado la han ayudado a eludir la destructiva sensación de soledad que afecta a muchas personas mayores y le hacen sentir que su vida tiene un propósito, tal como les sucede a otras personas que ya han cumplido los 100 años. <<Hace mucho tiempo comprendí que era yo quien tenía que salir al mundo –dice-, y no esperar que el mundo viniera a mí.>>
Tengo una última pregunta para Marge. Después de entrevistar a más de 50 centenarios en tres continentes, todos me han parecido agradables. No ha habido ni un solo gruñón en el grupo, ¿Cuál es el secreto de un siglo de cordialidad?
<<Verá, me gusta hablar con la gente –responde-. Para mí, los extraños son amigos que aún no conozco. >> Hace una pausa para volver a pensarse la respuesta. <<Por otra parte, puede que la gente me mire y se pregunte: “¿Alguna vez parará de hablar esta mujer?>>
Tomarse tiempo libre
Los Rawson, de Colton, Caliornia, disfrutan del fin de semana juntos: el sábado, día de descanso para los adventistas, acuden a la iglesia, por las tardes van de excursión, y los domingos dan un paseo en moto. Observar el sabbat y mantenerse puros es su manera de acatar el cuarto mandamiento de Dios. <<En un día corriente estaría cortando el césped>>, dice Tim, el padre de familia.
Apreciar la vida
<<La Biblia dice que no comamos cerdo>>, dice Lydia Newton, que prefiere comer legumbres, queso, pan y un trozo de su pastel de cumpleaños. Con 112 años, Lydia figura entre las 20 personas más ancianas del mundo, a sólo tres años del primer puesto. Los supercentenarios están redefiniendo la duración y la calidad de nuestra vida, pero no es tarea fácil. <<Lo que más me gusta del día es la hora de la siesta>>, dice Lydia.
LOMA LINDA, CALIFORNIA
El año pasado, cuando cumplió 100 años. Marge Jetton renovó por cinco años más el carnet de conducir. Pero lo que realmente la sostiene, según dice, es su fe cristiana. Ella y otros adventistas del séptimo día, que evitan la comida basura y la cafeína, suelen vivir entre seis y diez años más que el californiano medio. <<Necesitamos a alguien que nos guíe en la vida y necesitamos mucha esperanza –dice Marge-. Es bueno tener a Dios por amigo. >>[/SIZE]
Espero sea de utilidad este artículo
Cita
Un saludo
Ahí os envío el artículo de National Geographic sobre los adventistas
Adventistas
California Loma Linda EE UU
Por Dan Buettner
Tener fe
El pastor adventista del séptimo día Scott Smith afirma que la salud física y la espiritual se dan la mano. <<Aceptar a Cristo es una liberación, y eso reduce el estrés. >> Lo mismo opina el doctor Ellsworth Wareham, quien a los 91 años aún asiste en intervenciones de cirugía cardiaca: <<Dios nos dirige y protege.
Es viernes por la mañana y Marge Jetton acelera por la autopista de San Bernardino a bordo de su Cadillac Seville malva. Mira a través del parabrisas y las gafas de sol, con la cabeza apenas por encima del volante. Marge, que en septiembre cumplió 101 años, va con el tiempo justo para acudir a uno de los diversos compromisos de voluntariado que hoy tienen en su agenda, y conduce a gran velocidad. Esta mañana ya ha recorrido un kilómetro y medio andando, ha levantado pesas y se ha tomado sus gachas de avena. <<No sé por qué Dios me ha concedido el privilegio de vivir tantos años –dice señalándose a sí misma-, pero esto es obra suya. >>
Puede que Dios haya tenido algo que ver con la vitalidad de Marge o puede que no, pero su religión sí. Marge es adventista del séptimo día. Estamos en Loma Linda, California, donde vive un grupo de adventistas que ha sido objeto de varios estudios.
La iglesia adventista –surgida durante el movimiento reformista de mediados del siglo XIX que popularizó el vegetarianismo organizado, las galletas digestivas y los cereales de desayuno- siempre ha predicado y practicado un mensaje de salud. Prohíbe el tabaco y el consumo de bebidas alcohólicas y de alimentos bíblicamente impuros, como el cerdo. También desaconseja el consumo de otras carnes, de alimentos muy grasos, de bebidas con cafeína y de condimentos o especias <<estimulantes>>. <<Cereales, fruta, frutos secos y hortalizas son la dieta que nuestro Creador ha elegido para nosotros, escribió Ellen White, una de las primeras figuras que contribuyó a dar forma a la iglesia adventista. Los adventistas observan el sabbat, el séptimo día bíblico, en sábado, durante el cual se reúnen con otros miembros de la iglesia para disfrutar del descanso que les ayuda a aliviar el estrés.
Entre 1975 y 1988, los Institutos Nacionales de Salud financiaron un estudio de 34000 adventistas de California para averiguar si sus hábitos saludables tenían algún efecto sobre la esperanza de vida y los riesgos de padecer cardiopatías y cáncer. El estudio reveló que el elevado consumo de legumbres, lecha de soja, tomates y otros frutos reducía su riesgo de contraer ciertos tipos de cáncer. También indicó que el consumo de pan de harina de trigo integral, la costumbre de beber cinco vasos de agua al día y el hábito de consumir cuatro porciones de frutos secos a la semana reducía el riesgo de cardiopatías. Por último, permitió observar que la abstención del consumo de carne roja había ayudado a evitar tanto los casos de cáncer como de cardiopatías.
El estudio llegó a una conclusión asombrosa, según recuerda Gary Fraser, de la Universidad de Loma Linda: el adventista medio vivía entre seis y diez años más que el californiano medio. Eso convierte a los adventistas en una de las culturas de longevidad más convincentes del país.
Me reúno con Marge en el salón de peluquería Plaza Place, en Redlands, donde cada viernes a las 8 de la mañana, desde hace veinte años, acude invariablemente a su cita con la estilista Barbara Miller. Cuando llego, Marge está hojeando un ejemplar del Reader’s Digest mientras Barbara le alisa uno de sus mechones plateados. << ¡Llega con retraso!>>, exclama. Detrás de Marge, una fila de estilistas peinan lánguidamente otras cabezas, todas en diferentes tonos de gris. <<Aquí somos todas una manada de dinosaurios>>, me susurra Barbara. <<Eso lo serás tú –interviene Marge-. ¡Yo no!>>
Media hora después, con el pelo convertido en una nube de algodón, Marge me lleva hasta su coche. Camina arrastrando los pies con un movimiento rápido y decidido. <<Entre –me ordena-. Podrá ayudar. >> Vamos al centro para personas mayores de Loma Linda, un centro de día donde la mayoría son varios decenios más jóvenes que Marge. Ella abre el maletero y descarga cuatro fardos de revistas que ha estado recolectando a lo largo de la semana. <<A los viejos que vienen aquí les gusta leerlas y recortar las fotografías para hacer manualidades>>, explica. ¿Los viejos?
Siguiente parada: llevar botellas reciclables a una mujer muy pobre para que las venda. Por el camino, Marge me cuenta que nació en una familia pobre, de padre mulero y madre ama de casa, en Yuba city, California. Trabajó de enfermera, mantuvo a su marido mientras él hacía la carrera de medicina y crió a dos hijos. Su marido, James, murió dos días antes de su 77 aniversario de bodas. <<Claro que me siento sola de vez en cuando, pero eso para mí siempre ha sido la señal de que tengo que salir a ayudar a alguien. >>
Como muchos adventistas, Marge pasa la mayor parte del tiempo con otros adventistas. <<Es difícil tener amigos que no sean adventistas –reconoce-, ¿Dónde voy a conocerlos? No hacemos las mismas cosas. Yo no voy al cine, ni a bailar. >> Como resultado, según los investigadores, los adventistas incrementan sus probabilidades de longevidad porque se relacionan con gente que refuerza sus hábitos saludables.
A mediodía, de regreso en Linda Valley Villa, la urbanización de adventistas jubilados donde vive, Marge me invita a comer. Estamos solos, pero no dejan de pasar vecinos a saludarla. Mientras comemos Tolú a la cazuela y ensalada verde, pido a Marge que me dé sus consejos para una vida larga.
<<Hace 50 años que no como carne y nunca he picado entre comidas –dice, señalándose sus dientes perfectos-. Son todos míos. >> Sus actividades de voluntariado la han ayudado a eludir la destructiva sensación de soledad que afecta a muchas personas mayores y le hacen sentir que su vida tiene un propósito, tal como les sucede a otras personas que ya han cumplido los 100 años. <<Hace mucho tiempo comprendí que era yo quien tenía que salir al mundo –dice-, y no esperar que el mundo viniera a mí.>>
Tengo una última pregunta para Marge. Después de entrevistar a más de 50 centenarios en tres continentes, todos me han parecido agradables. No ha habido ni un solo gruñón en el grupo, ¿Cuál es el secreto de un siglo de cordialidad?
<<Verá, me gusta hablar con la gente –responde-. Para mí, los extraños son amigos que aún no conozco. >> Hace una pausa para volver a pensarse la respuesta. <<Por otra parte, puede que la gente me mire y se pregunte: “¿Alguna vez parará de hablar esta mujer?>>
Tomarse tiempo libre
Los Rawson, de Colton, Caliornia, disfrutan del fin de semana juntos: el sábado, día de descanso para los adventistas, acuden a la iglesia, por las tardes van de excursión, y los domingos dan un paseo en moto. Observar el sabbat y mantenerse puros es su manera de acatar el cuarto mandamiento de Dios. <<En un día corriente estaría cortando el césped>>, dice Tim, el padre de familia.
Apreciar la vida
<<La Biblia dice que no comamos cerdo>>, dice Lydia Newton, que prefiere comer legumbres, queso, pan y un trozo de su pastel de cumpleaños. Con 112 años, Lydia figura entre las 20 personas más ancianas del mundo, a sólo tres años del primer puesto. Los supercentenarios están redefiniendo la duración y la calidad de nuestra vida, pero no es tarea fácil. <<Lo que más me gusta del día es la hora de la siesta>>, dice Lydia.
LOMA LINDA, CALIFORNIA
El año pasado, cuando cumplió 100 años. Marge Jetton renovó por cinco años más el carnet de conducir. Pero lo que realmente la sostiene, según dice, es su fe cristiana. Ella y otros adventistas del séptimo día, que evitan la comida basura y la cafeína, suelen vivir entre seis y diez años más que el californiano medio. <<Necesitamos a alguien que nos guíe en la vida y necesitamos mucha esperanza –dice Marge-. Es bueno tener a Dios por amigo. >>[/SIZE]
Espero sea de utilidad este artículo
