Mis queridos hermanos, visto lo visto, ahora, no deberíamos olvidar que la Oración por excelencia que nos ha sido dada, enseñada, y por ello, legada como la más excelsa de las Oraciones, lo es el Padre Nuestro.
Bien sabemos que toda la Escritura (la Ley, los Profetas y los Salmos) se cumple en Cristo (cf. Lc 24, 44). Él mismo es quien lo dijo en sus últimas palabras dadas en la Cruz del Calvario: CONSUMADO ES!!!!... ("todo está, por su parte, hecho").
Sí, por parte de Nuestro Señor Jesucristo todo está echo, consumado, la Obra Redentora ya ha sido consumada, llevada a su plenitud y consumación, y hoy, ahora, y desde hace cerca de 2.000 años, únicamente hay que creer en Él, el Hijo que Dios nos ha dado, para que creyendo en Él no nos perdamos y tengamos vida eterna en su Nombre, el Nombre que Dios le ha dado. Esta es la Buena Nueva del Evangelio.
No estará demás recordar a santo Tomas de A. (s. th. 2-2, 83, 9) y que bien nos dice:
"La oración dominical es la más perfecta de la Oraciones... En ella, no solo pedimos todo lo que podamos desear con rectitud, sino además según el orden en que conviene desearlo. De modo que esta oración (el Padre Nuestro) no sólo nos enseña a pedir, sino que también forma toda nuestra efectividad"
Y ante ello, uno, se ha de preguntar que necesidad tiene de que intercedan las criaturas, ahora, y en la hora de su muerte, por tanto que la Oración del Padre Nuestro es la Oración por excelencia de todos aquellos que a la verdad han sido hechos hijos de Dios por su fe en el Hijo unigénito del Padre, es decir, DE LOS NACIDOS DE NUEVO, DE ARRIBA, DEL ESPÍRITU. Y Dios es un Dios de vivos que no de muertos.
Ahora, por la gracia de Dios, y al creer en su unigénito Hijo, Jesucristo, el Señor, ahora, podemos ADORAR al Padre porque nos ha hecho renacer a su vida al adoptarnos como hijos suyos en el Hijo único: por el Bautismo hemos sido incorporados al Cuerpo de Cristo, y, por la Unción de su Espíritu que se derrama desde la Cabeza a los miembros, hace de nosotros "cristos" (cf. CCE. 2782)
Y si hemos sido incorporados al Cuerpo de Cristo, si nos ha sido impartida su Vida, si hemos muerto y nacido de nuevo, del Espíritu, si hemos recibido la Unción, y por sobre todo, somos hechos “cristos”.... ante todo ello, pregunto que necesidad tenemos de seguir y cada día rogando a tal cual lo hacen tantos y tantos a tal cual vemos en el Rosario...
... Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte ...
Esto es incoherente, mis hermanos, es un tremendo desconocer el Evangelio, la Buena Nueva, y por sobre todo, un negar y continuamente la nueva vida que Dios Padre y en su Gracia, en unión al Hijo único nos ha dado y por siempre. ¿cómo es posible que habiendo nacido de nuevo, del Espíritu, hoy, en estos momentos, aun los haya que siguen pidiendo por la hora y la hora de su muerte, siendo que Dios es UN DIOS DE VIVOS, QUE NO DE MUERTOS?...
En breve veremos otras oraciones que se dan en el Rosario, y verá, como una tras otra, todas ellas, la dirigidas a María, niegan la Obra Redentora, perfecta, y consumada DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
Que Dios les bendiga.