"Sedación vs dolor. Materialismo vs evangelio"
"Sedación vs dolor. Materialismo vs evangelio"
Hay una diferencia entre la cultura de la vida en Cristo y la cultura de la muerte. La diferencia es dramática y divide de forma poderosa a los hombres. Es la diferencia entre admitir la existencia trascendente y la intrascendente del ser humano. Por eso es normal que aquellas personas que niegan lo trascendente en el fondo se ven obligadas a defender la cultura de la muerte.
Algunos de los que han intervenido en este hilo pertenecen a ese grupo manifestándose abiertamente como ateos ó materialistas. Y no solo por las intervenciones que aquí se produjeron, sino por el conocimiento general que tenemos de la sociedad que nos rodea, hay una relación directa entre mantener estas posturas y defender lo que yo denomino como cultura de la muerte: aborto, eutanasia, liquidaciones sociales y liquidaciones étnicas.
Es lógico que desde este punto de vista que mantiene la idea ya sea clara ó celadamente que un ser humano es un ser intrascendente. Un producto biológico del azar de la naturaleza y apenas un escalón más arriba que un animal irracional en la escala evolutiva. Una simple cadena de estructuras y elementos químicos.
La base filosófica de esta postura está claramente planteada en las doctrinas materialistas del siglo XIX, así que tampoco es de extrañar que dirigentes políticos y científicos convencidos de ese dogma pensaran sin remordimiento de conciencia (mecanismo cuya existencia también niegan) y pusieran en práctica durante el siglo XX toda una maquinaria de matar. El comunista Stalin determinó y realizó la limpieza de veinte millones de campesinos que se mostraban opuestos a los planes de reforma agraria como un simple ejercicio de la ingeniería social necesario para el desarrollo de su concepción de la sociedad.
De modo semejante, Adolfo Hitler escribía en “Mein Kampf”: “cuando no hay ya fuerzas para combatir por la propia salud, el derecho a la vida es menor”. Y la moral que de esa idea proponía era que “solo una acción es piadosa: dejar morir a los enfermos”. Por esa concepción, escribía personalmente en una carta en 1939, que el Jefe de la Cancillería del Estado en unión con su médico personal se habían “encargado de conceder a una serie de médicos los poderes necesarios para que a los pacientes considerados incurables según el mejor diagnóstico humano disponible, les fuese concedida una muerte piadosa”. Así que, ese mecanismo nazi de la “muerte dulce” eliminó según se desprende de las sesiones de los tribunales de guerra de Nüremberg a unas 275.000 personas y entre ellas unos 8.000 niños.
Con las mismas bases materialistas, los nacional-socialistas alemanes de Hitler, como todos sabemos, pusieron en marcha “la limpieza de infrahumanos” que llevó a las cámaras de gas a unos ocho millones de seres humanos, la mayoría judíos, a cuya persecución y eliminación se unió la mayoría del pueblo alemán.
Así que estas ideas de inspiración marxista llevadas a la política (nazis, comunistas y fascistas compartían una visión del mundo atea y materialista) convirtieron al siglo XX en un océano sangriento como la humanidad no conoció otro en su historia. Cien millones de asesinados llevados a cabo por las ideas materialistas del comunismo, sin contar los centenares de millones de personas que pasaron una gran parte de su vida encerrados en unos países carcelarios. Sesenta millones de muertos entre civiles y militares provocados por las ideas del nacional socialismo. Y no hay estadísticas para contar los millones y millones de abortos.
¿Este era el camino del progreso? Si atendemos a lo que defienden los que hoy se llaman a si mismos progresistas parece que si. El mundo implacable que proponían los nazis y el que hoy proponen los partidos de izquierdas en sus idearios y programas es el mundo de la sangre con el mismo disfraz que usaba Hitler. Como hemos visto, los términos de “muerte piadosa”, “humanitaria”, “digna”, que usa la izquierda ni siquiera son nuevos. Son los mismos que usaban los nazis. Todo mentira.
Y la sociedad en general ¿qué? Pues engañada, como no podía ser de otra manera. La sociedad no quiere el dolor. Así que los filósofos y estrategas “progres” preparan sin descanso con su ingeniería social los slogans y las palabras a las que los dormidos corderos deben pastar mientras depositan sus votos. Paz, felicidad, dignidad, nada de sufrimiento. En la propaganda desde la escuela y el continuo bombardeo mediático dejan a los más torpes narcotizados con su ración de “soma”. Convierten en cantos de sirena agradables al oído que su meta es alcanzar una sociedad borreguil, perdón feliz, semejante a la que describía Huxley, en su Mundo Feliz, y como la veía Mond: “Las gentes son felices; tienen cuanto desean, y no desean nunca lo que no pueden tener. Están a gusto; están seguras; nunca están enfermas; no tienen miedo de la muerte; viven en una bendita ignorancia de la pasión y la vejez ¡no están cargados de padres ni madres; no tienen esposas, ni amantes que les causen emociones violentas; están acondicionados de tal suerte que, prácticamente, no pueden dejar de comportarse como deben. Y si cualquier cosa no anda bien, ahí está el soma”.
Pero la propuesta cristiana arranca de la perspectiva opuesta. Acepta el dolor y sufrimiento en todas las áreas de la vida, y también a la hora de la muerte. No que el dolor sea gozoso ó deseable, pero puede afrontarse con gozo cuando hay una esperanza viva un poco más allá. Lo que describió Jesús como semejante al dolor del parto: Juan 16:21 “La mujer cuando da a luz tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz a un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de haber traído un ser humano al mundo”. Bueno, ahora también en el parto se ha reducido el dolor, pero yo creo, hablando en términos generales, que en la misma proporción que se ha reducido el gozo de lo que representa la llegada de un hijo en comparación con lo que fue en el pasado.
El apóstol Pablo que aceptó que vivir en Cristo le traería poca comodidad y relata en sus epístolas una parte de sus padecimientos, sin embargo describe la base de su reiterado gozo en la vida: Rom 8:18 “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse…” Rom 8:22, 23 “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”
Y si la muerte es dolorosa (yo sé lo que es dolor físico, a menudo padezco cólicos nefríticos, que dicen los médicos que es lo más parecido a un parto), participar del sufrimiento a la hora de la muerte es también una forma de comunión con los padecimientos de la muerte de nuestro salvador, quién no quiso atenuantes para su dolor en aquel momento, y rechazó beber la sedación que le ofrecían del vino mezclado con mirra.
Si mi querido lector no eres creyente y piensas que la muerte termina con toda tu existencia y crees que lo mejor de ese paso es darlo dormido, piensa… ¿Y si Cristo no era un mentiroso como los filósofos y los políticos, sino que decía la verdad y después de esta vida hay un juicio y una condenación para todo aquel que rechaza su evangelio? Solo piénsalo un instante. A ti que te preocupa el dolor y no quieres padecerlo por unos momentos ó unos pocos días ¿crees que podrás encontrar una sedación para ti, si acabas en el lugar “donde el gusano nunca muere y el fuego nunca se apaga”, en una existencia de lloro y crujir de dientes?