Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Y este otro....
1
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.
2
Desde el principio estaba con Dios.
3
Todas las cosas fueron hechas por él.1 Cor. 8: 6; Col. 1: 16; cf. Heb. 1: 1-2; ver com. Juan 1: 9 Y nada de cuanto existe fue hecho sin él.
4
En él estaba la vida, y esa vida era la luz de los hombres.
5
La Luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Todas las cosas por El fueron hechas....?

Las del mundo o las del universo...?

Que crees...?

Lee mas arriba en mi mensaje a Luis Alberto sobre Juan 1:1c. La Biblia dice que todas las cosas fueron creadas "por medio" de Jesus, pero todo procede del Padre. ¿Que te parese? ¿Entiendes los que dice 1 Cor 8:6? Te lo explico, El que creó todas las cosa fue el Padre, Dios, pero lo hizo a travez de su intermediario su Hijo, Jesus. El Padre le dio su poder a su Hijo para que creara lo que el decretara que fuera creado, por eso Dios decía "hagamos", Padre e Hijo participaron en la creación. Esa es la manera correcta de entender los que diice Juan 1:3.

Y que crees de esta prueba....?

Apocalipsis 22:12-13 dice: 12
"Yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para dar a cada uno según su obra.*
13
"Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, el Primero y el Ultimo.

Aleluya...!!!!

Primero y el ultimo...

Grandioso el que nos viene a buscar....Sip Jesus...

Apocalipsis 22:12 y 13 aplica al Padre, no es al Hijo, pero aun si el Padre quisiera darle ese titulo como le dio el titulo de "Señor", recuerde que la Biblia dice "Dios los hizo Señor", aun si le diera todos los titulo a su Hijo eso no lo hace igual al Padre porque solo Jehová es el unico Dios, y el unico Altisimo sobre toda la tierra. (Juan 17:3; Salmo 83:18) Relea 1 Cor 11:3 el Padre sigue siendo la cabeza del Cristo. Y Jesús en la gloria asi lo reconoce (Rev 3:2,12) y seguira sujeto a su Dios y Padre para siempre (1 Cor 15:27,28)
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Lee mas arriba en mi mensaje a Luis Alberto sobre Juan 1:1c. La Biblia dice que todas las cosas fueron creadas "por medio" de Jesus, pero todo procede del Padre. ¿Que te parese? ¿Entiendes los que dice 1 Cor 8:6? Te lo explico, El que creó todas las cosa fue el Padre, Dios, pero lo hizo a travez de su intermediario su Hijo, Jesus. El Padre le dio su poder a su Hijo para que creara lo que el decretara que fuera creado, por eso Dios decía "hagamos", Padre e Hijo participaron en la creación. Esa es la manera correcta de entender los que diice Juan 1:3.

El verbo era Dios....

Donde lo dejastes ...Donde explicas ..."el verbo era Dios.."?

Apocalipsis 22:12 y 13 aplica al Padre, no es al Hijo, pero aun si el Padre quisiera darle ese titulo como le dio el titulo de "Señor", recuerde que la Biblia dice "Dios los hizo Señor", aun si le diera todos los titulo a su Hijo eso no lo hace igual al Padre porque solo Jehová es el unico Dios, y el unico Altisimo sobre toda la tierra. (Juan 17:3; Salmo 83:18) Relea 1 Cor 11:3 el Padre sigue siendo la cabeza del Cristo. Y Jesús en la gloria asi lo reconoce (Rev 3:2,12) y seguira sujeto a su Dios y Padre para siempre (1 Cor 15:27,28)


Aplica al Padre...?
sabes leer...?

Mira el verso de arriba.....lo puse para eso mismo...

De quien esta hablando el verso....?
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Genesis 3:22 dice: Dios el Eterno dijo: "Ahora el hombre es como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal. Así, evitemos que alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre".

Como....?Asi mismo....Dios es uno...Espiritu santo, Jesus y Jehova es uno...

Deuteronomio 6:4-6 dice:
"Escucha, Israel: El Eterno nuestro Dios, El Eterno es uno solo.

Preguntemoles a los judios mismo, si lo israelitas, ¿Entendieron ellos que su Dios Jehová estaba compuesto por tres Dioses, Padre, Hijo y espiritu santo? ¿Verdad que no? Claro que no, no leemos en niguna parte de la Escrituras Hebreas que exista una trinidad de Dioses para los israelitas. Ni siquiera en la tradicion judía existe una enseñanza como esa, y Jesús como judío que fue no le enseño tal disparate a sus discípulos. Eso lo inventaron los cristianos apóstatas gentiles del siglo 4. El libro de Genesis no enseña la trinidad, y se puede entender de diferentes maneras, una que Dios le hablaba a su Hijo y que participaba en la creación como lo enseña Probervios 8:22-31, y quizas otros lo entiendan que dios le hablaba a los angeles ya creados. Asi que el Padre y el Hijo no estaban solos cuando creó la Tierra.

5
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu poder.
6
"Y estas palabras que te mando hoy, estarán sobre tu corazón.

Quien dijo eso en el Nuevo Testamento...? veamos

Lucas 10:27 dice: 27
El respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo".
28
Jesús le dijo: "Has respondido bien. Haz esto, y vivirás".

Asi que ios es uno....guarda sus mandamientos....

Los mandamientos de quien...?

Leviticos 22:31 dice; "Guardad mis Mandamientos y cumplidlos. Yo Soy el Eterno.

Juan 14:15 dice: "Si me amáis, guardaréis mis Mandamientos;

De quien son los mandamientos....?Del unico Dios que son tres en uno...

Pasa por alto el que Jesus dijo que todo lo que dicia y hacia no era de el sino del que lo envió;

porque no he hablado de mi propio impulso, sino que el Padre mismo, que me ha enviado, me ha dado mandamiento en cuanto a qué decir y qué hablar. También, sé que su mandamiento significa vida eterna. Por lo tanto, las cosas que hablo, así como el Padre me [las] ha dicho, así [las] hablo”. Juan 12:49,50

Por lo tanto, el que Jesús diga que los mandamiento de su Padre son sus mandamientos no quiere decir que el se Dios porque Jesus dijo que todo lo que de su Padre es del tambien.
 
Vamos a la raíz de este debate...

Vamos a la raíz de este debate...

No importa si nuestos opositores se convence o no. Después de todo, ni siquiera nuestro Amo y Señor Jesucristo, bajo la jefatura de Jehová, no pudo convencer a la mayoría de sus contemporáneos.

Nuestra convicción, basada en estudio profundo de la Biblia, nos ha enseñado que para que una interpretación sea válida, debe armonizar con TODA las Biblia. Es decir, no puede haber pasajes en el contexto cercano ni en otras partes de la Biblia que deban ser forzados, para que cuadren con una interpretación caprichosa de unos pocos textos.

De hecho, lectores objetivos de nuestra literatura, y de este foro, han comprobado que doctrinas como la Trinidad, son un apartarse radicalmente de la interpretación natural de pasajes de la Biblia, y hasta violan el sentido común, sin el cual, muchísimas ideas falsas pudieran justificarse con un texto bíblico.

Los lectores desprejuiciados que aman la verdad, se habrán dado cuanta de que las intervenciones de opositores como Luis_Alberto42, Manuel96, Remmo, Kimeradrummer, Raul68, Luis_Aguila, Caminante_7, etc. evaden cuando no pueden rebatir los argumentos que se les han presentado.

Para demostrar la trinidad, prefieren aferrarse a uno o dos textos que, si se tomaran aislados del contexto, pudieran dar a entender que Cristo está al mismo nivel que el Padre, y que por tanto es el Dios todopoderoso.
Cuando se les cita textos que son incompatibles con la doctrina de que Cristo y Dios son los mismo seres, saltan a decir, que son seres separados, pero aun a así, equipotentes y que forman una entidad abstracta llamada "Dios" (hasta uno de ellos dijo que "Dios" no es una persona, sino el nombre del trío).

Al decir que las tres supuestas personas de la Trinidad son seres equivalentes, están pasandose al campo del politeísmo craso: se adora a tres seres por igual.

En cambio, las pruebas presentadas han demostrado que la palabra "dios" puede significar también un ser muy poderoso, y por ello, es válido que la Biblia llame "dios" a ángeles y al propio Hijo de Dios. ello no es idolatría, pues, aunque Cristo sea "un dios", al este adorar a otro Dios superior a él, se entiende que hay "un solo Dios verdadero", o supremo, soberano, completamente libre de sujeción... es decir, Jehová, el Padre Supremo.

Los Trinitarios se engañan, y se seguirán engañando y engañando a otros, al aferrarse al débil argumento que los textos que revelan que Cristo está sujeto a Dios, y sabe menos que él, solo aplicaron a cuando Cristo estibo en la Tierra, y que una vez resucitado, volvió a tener la misma autoridad y conocimiento que Dios. Se les ha demostrado, sin lugar a dudas, que la Biblia dice que luego de resucitar e ir al cielo, Cristo continuó (y continuará) sujeto al Padre, no posee el mismo conocimeinto que el Padre (por ejemplo, en Apocalipsis 1 dice que Dios le reveló cosas que no sabía para el tiempo en que Juan escribió ese libro, 98 d.C.), y siguió adorando a un ser superior (Apocalipsis 3:12).

Dicho de otra forma, por cada versículo que, tomado aisladamente, pudiera interpretarse a favor de la Trinidad, hay casi 100 versículos que demuestran que Cristo no es Dios. Lo lógico y honesto sería, examinar el contexto de ese versículo aislado y ver si tiene alguna interpretación válida que no choque con la de los otros 100. Pero los trinitarios hacen lo contrario: forzan los 100 textos para que armonice con la interpretación trinitaria de un versículo, recurriendo a veces a argumentos absurdos. Ejemplo: "Cristo a orar, estaba realmente cumpliendo una representación de lo que hace un humano, pero él sabía que se estaba orando a sí mismo", "En Juan 17:3, él llamó a su Padre el 'único Dios verdadero', pero era mentira, pues el Padre solo no ostenta tal posición. El Hijo y el Espíritu Santo también son el Dios verdadero", "Jehová dice en Isaías que no hay nadie como él, pero se equivocó, pues el Hijo de Jehová es igual al Padre".

No perdamos el tiempo. Seguirá habiendo respuestas muy lógicas, pero si no salen de ese cascarón de razonamientos falaces, seguirán viendo "sombras" de cosas inexistentes. La verdad es demasiado luminosa para quien prefiere vivir en penumbras...

"Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios."
(Juan 3:19-21, La Biblia de Las Américas)​

Se acerca el fin de la religión falsa... apúrense...

w w w .watchtower.org/s/kn37/article_01.htm
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Bueno, volvamos y de nuevo a leer aquello que nos viene desde el principio, totalmente conforme a la Escritura, y que bien declaran y a su vez, hoy, todos los que en y a la verdad a Cristo están unidos. Leamos allá por el s.II

EL HIJO UNIGÉNITO DE DIOS

Sobre las palabras (del Símbolo): «Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre, Dios verdadero antes de todos los siglos, por quien todo fue hecho». Se parte de Hebr 1,1 ss: «Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo...»(1).

1. Con lo que ayer os dijimos se explica suficientemente, por nuestra parte, que esperamos en Jesucristo. Pero no hay que creer en Jesucristo en un modo simple y vulgar, ni hay que aceptarlo como a uno cualquiera de los muchos que, de modo abusivo, han sido llamados «Cristos»>. Ellos eran «cristos» como tipo e imagen, pero es éste el verdadero Cristo, que no fue escogido de entre los hombres y promovido al sacerdocio, sino que recibió del Padre eterno la dignidad sacerdotal. Por eso la fe nos advierte que no pensemos que se trata de uno cualquiera de los «cristos» (ungidos) corrientes: a la confesión de fe se añade que creemos «en un solo Señor Jesucristo, hijo único de Dios».

Hijo de Dios Padre por naturaleza

2. Cuando oyes hablar del Hijo, no pienses en la adopción, sino en un Hijo por naturaleza, Hijo Unigénito que no tiene ningún otro hermano. Por eso se le llama Unigénito, porque no tiene ningún hermano en la dignidad de la deidad y en la generación paterna. Pero no le llamamos Hijo de Dios por nuestro propio impulso, sino porque el Padre mismo le dio el nombre de Hijo, y es verdadero el nombre que los padres ponen a los hijos.

Pedro, en nombre de los apóstoles, reconoce a Jesús como Hijo de Dios

3. Nuestro Señor Jesucristo se revistió en aquel entonces de la naturaleza humana, pero esto era desconocido de muchos. Cuando él, sabiendo que se ignoraba, lo quería enseñar, reuniendo a los discípulos les preguntaba: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» (Mt 16,13). No buscaba una gloria efimera,sino que deseaba decirles la verdad para que no sucediese que, estando ellos conviviendo con el Hijo unigénito de Dios, y Dios mismo, le despreciasen como a un simple hombre. Cuando ellos dicen: «... unos, que Elías; otros, que Jeremías» (16,14), es como si les respondiera: tienen excusa los que no lo saben pero vosotros, que sois apóstoles y curáis leprosos en mi nombre, expulsáis demonios y devolvéis a muertos a la vida, debéis saber quién es aquel por quien realizáis esas maravillas. Cuando todos se mostraban reticentes (pues esta realidad excedía las fuerzas humanas), Pedro, príncipe de los apóstoles y supremo predicador de la Iglesia, no utilizó palabras propias ni razonamientos humanos, sino que, inundado de luz en su mente iluminada por el Padre, le dice: «Tú eres el Cristo» (Mt 16,16), añadiendo: «El Hijo de Dios vivo» (ibid.). E inmediatamente se añade una declaración de bienaventuranza (superior a lo que el hombre puede captar), conformada con la afirmación de que era una revelación procedente del Padre. Pues dice el Salvador: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos (16,17). Así pues, quien reconoce a nuestro SeñorJesucristo como Hijo de Dios, es hecho partícipe de la bienaventuranza; pero quien niega al Hijo de Dios se hace infeliz y desgraciado3.

Hijo en todo semejante al Padre

4. Cuando se le llama Hijo, no pienses que se trata de una exageración, sino que es hijo verdaderamente, por naturaleza, sin un comienzo. No ha pasado de la servidumbre a la adopción, sino que es Hijo engendrado desde toda la eternidad, mediante un proceso de generación inescrutable e inabarcable. De un modo semejante, cuando oyes hablar de «primogénito» (cfr. Hebr 1,6), no lo entiendas al modo humano, pues los hombres tienen además otros hermanos, y en algún lugar está dicho: «Israel es mi hijo, mi primogénito» (Ex 4,22). Pero así como Rubén fue despojado de su honor de primogénito de Jacob por haberse introducido en el lecho de su padres, también Israel crucificó al Hijo arrojándolo de la viña de Dios Padre (Mt 21,39 ss)4. Y a otros la Escritura dice: «Hijos sois de Yahvé vuestro Dios» (Dt 14,1). Y, en otro lugar: «Yo había dicho: "¡Vosotros, dioses sois, todos vosotros, hijos del Altísimo!"» (Sal 82,6)6. Pone: «Dije», y no: «He engendrado». Pues ellos recibieron por la voz y la palabra de Dios la adopción que no tenían. Pero él (el Mesías) no pasó de ser una cosa a convertirse en otra, sino que desde un principio nació como Hijo del Padre existiendo antes de cualquier comienzo y antes de los siglos. Es Hijo del Padre en todo semejante a su progenitor; eterno del Padre eterno, engendrado como vida de la vida, luz de luz, verdad de la verdad, sabiduría de la sabiduría, Rey de Rey, Dios de Dios, potestad de potestad.

Generación eterna del Hijo

5. Cuando oigas el Evangelio que dice: «Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (Mt 1,1), entiende esto en lo referente a la carne. Pues es realmente hijo de David para siempre, pero es Hijo de Dios antes de todos los siglos y sin un principio7. Y asumió realmente lo que no tenía8, pero lo que tiene lo tiene desde la eternidad como engendrado del Padre. Tiene dos padres: uno, David, según la carne; el otro, según la divinidad, Dios Padre. Aquello que tiene de David está sometido al tiempo, puede constatarse y es un linaje que se puede detallar, pero lo que procede de la divinidad no está sometido al tiempo ni al espacio, ni tiene una ascendencia de la que se pueda dar cuenta:«De su ascendencia, ¿quién se preocupa?»9. Dios es espíritu, y lo que es espíritu se engendra espiritualmente, de modo incorpóreo sin que pueda rastrearse linaje alguno. El mismo Hijo dice del Padre: «El me ha dicho: "Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy..."» (Sal 2,7). Ese «hoy» no expresa algo reciente, sino eterno. Es un «hoy» sin tiempo, antes de todos los siglos: «... Desde el seno antes de la aurora te he engendrado» (Sal 110,3, versión clásica griega).

Creer en el Hijo de Dios

6. Cree, por tanto, en Jesucristo Hijo de Dios vivo, Hijo unigénito, según el Evangelio, que dice: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). Y, a su vez: «El que cree en él (el Hijo) no es juzgado» (3,18), sino que ha «pasado de la muerte a la vida» (I Jn 3,14). Pero «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36), «porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios» (Jn 3,18). De él daba testimonio Juan diciendo: «Hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14). Con temor ante él decían los demonios: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo» (Mc 5,7; cf. Lc 4,34).

El Padre engendra al Hijo en la suma perfección 10

7. Por consiguiente, el Hijo de Dios lo es por naturaleza y no por adopción, engendrado por el Padre. Pero el que ama al que le engendró ama también a quien él ha engendrado. Pero quien desprecia al engendrado por él transmite su afrenta a su progenitor. Y cuando oigas hablar de que Dios engendra, no andes pensando en la generación corporal, ni pienses en una reproducción que entraña corrupción, no sea que vayas a caer en la impiedad. «Dios es espíritu» (Jn 4,24) y su generación es espiritual; pues los cuerpos, por su parte, engendran cuerpos y en la generación corporal debe haber un transcurso de tiempo.

Sin embargo, en la generación del Hijo desde el Padre no hay ningún intervalo temporal. Además, cuando se engendra algo, es engendrado como realidad imperfecta; sin embargo, el Hijo de Dios ha sido engendrado como perfecto: existiendo en la actualidad, existe desde el principio, nació sin un comienzo. De ese modo nacemos nosotros, pasando después de la ignorancia infantil al uso de razón: imperfecto es, oh hombre, tu nacimiento, aunque se produce un crecimiento mediante sucesivos añadidos. Pero en el caso que nos ocupa no pienses nada semejante ni te venga a la mente debilidad alguna del progenitor, (como si dijeses): engendró a alguien imperfecto que, pasando el tiempo, logró la perfección. Al progenitor lo acusas de debilidad al decir que lo que después fue concedido por el transcurso del tiempo no se había dado, según tu parecer, desde el principio.

8. No creas, por tanto, que se trata de una generación humana ni semejante a como Abraham engendró a Isaac. Pues Abraham no engendró a Isaac porque quisiese, sino porque alguien distinto a él se lo concedió. Cuando es Dios y Padre el que engendra, no hay en ello ignorancia ni tampoco deliberación. Y decir que no sabía lo que engendraba es una impiedad grandísima. Decir también que estaba sopesando las circunstancias y que luego comenzó a ser padre es también impiedad de la misma categoría: pues no es que Dios existiese primeramente sin hijos y que después, en un momento determinado, llegase a ser padre, sino que siempre ha tenido al Hijo. Lo engendró, no al modo como los hombres generan a los hombres, sino como lo conoció únicamente él, el que lo engendró antes de todos los siglos como Dios verdadero.

9. Al ser, pues, el verdadero Dios Padre, engendró un Hijo, Dios verdadero, semejante a él. Y no como los maestros tienen discípulos, es decir, tampoco al modo como Pablo dice a algunos: «He sido yo quien, por el Evangelio, os engendró en Cristo Jesús» (I Cor 4,15). Pues quien no era hijo por naturaleza ha llegado a serlo como discípulo. Pero en el caso que nos ocupa se trata de un hijo por naturaleza, de un verdadero hijo. Tampoco como vosotros, los que vais a ser iluminados, sois hechos ahora hijos de Dios; pues también vosotros sois hechos hijos, pero en adopción por gracia, según lo que está escrito: «A todos los que lo recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Ellos no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino que nacieron de Dios» (Jn I, 12-13)11. Y nosotros nacemos ciertamente del agua y del Espíritu (cf. Jn 3,5), pero no es así como Cristo ha nacido del Padre. Recuérdese que en el momento del bautismo la voz dijo: «Este es mi hijo» (Mt 3,17; cf. 17,5), y no: «Este ha sido hecho ahora Hijo mío». Al decir «Este es mi Hijo», declaraba que ya era Hijo antes de realizarse el bautismo.

10. El Padre no engendró al Hijo como la mente genera en los hombres la palabra. Pues en nosotros la mente es algo subsistente, pero la palabra que se pronuncia se pierde en el aire. Nosotros hemos sabido, sin embargo, que Cristo nació no simplemente como una palabra que se pronuncia, sino como Palabra subsistente y viva, no proferida y difundida con los labios, sino engendrada desde el Padre eterno de modo inefable y con una sólida subsistencia12. «En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios» (Jn 1,1), sentado a la derecha (cf. Sal 110,1). Palabra que entiende la voluntad del Padre, Palabra que todo lo construye según su beneplácito, Palabra que baja y asciende (cf. Ef 4,10)13. Pero una palabra, cuando se profiere, no baja y sube al pronunciarla, sino que se expresa diciendo: «Yo hablo lo que he visto donde mi Padre» (Jn 8,38). Es una Palabra llena de autoridad y que ejerce su dominio sobre todas las cosas, pues el Padre ha entregado todo al Hijo (cf. Jn 13,3 y Mt 11,27)14.

11. Lo engendró el Padre, pero no como alguno lo entendió, sino como él solo sabe15. Pues no nos abrevemos a explicar cómo lo ha engendrado. Sólo podemos hablar de cómo no ha sido dicha generación. Es cierto que el Hijo procede del Padre, aunque también toda la naturaleza engendrada o creada. «Pregunta a la tierra y te lo dirá» (Job 12,8 hebr.). Aunque interrogues a todas la cosas que hay sobre la tierra, no te lo podrán decir. Y es que el globo terráqueo no puede explicar quién es su modelador ni su artífice. Y no sólo la tierra lo ignora, sino que también el sol lo desconoce. Pues el sol fue creado el cuarto día sin saber qué había sido creado en los tres días anteriores. Pero quien desconoció lo que se hizo en los tres días anteriores a él, no puede evidentemente decir quien fue el autor. Tampoco lo dirá el cielo, pues éste fue puesto por Cristo, por voluntad del Padre, como si fuese una humareda. Tampoco los cielos de los cielos ni las aguas que están sobre los cielos serán quienes lo cuenten. ¿Por qué, pues, te lamentas, oh hombre, de no saber lo que los mismos cielos ignoran? Y no son sólo los cielos los que ignoran esta generación, sino que incluso no lo saben las criaturas angélicas. Si alguien -suponiendo que fuese posible- subiese all primer cielo y, al observar el lugar de los ángeles que allí habitan16, acercándose, preguntase cómo Dios ha engendrado a su Hijo, tal vez le respondería: Más arriba los hay mayores y más altos que nosotros. Pregúntales a ellos. Sube hasta el segundo y tercer cielo: alcanza, si es que puedes, hasta los tronos y dominaciones, y también los principados y las potestades. Si alguien llegara hasta allí —es imposible—, renunciarían a describirlos, puesto que ni siquiera los habrían explorado.

12. Siempre me he asombrado de la curiosidad de algunos que, opinando temerariamente de cuestiones religiosas, caen en la impiedad. Piensan que los tronos y las dominaciones, creados por Cristo, y además los principados y las potestades17 están sin descubrir, y así intentan averiguar al Creador con mayor curiosidade18. Dime en primer lugar, tú que eres muy atrevido, qué diferencia hay eritre trono y dominación. Busca entonces las cosas que atañen a Cristo. Dime qué es un «principado» y una «potestad» o qué es un «poder» y un ángel. Indaga entonces con curiosidad al Creador, pues «todo se hizo por él» (cf. Jn 1,3). Pero no quieres interrogar a los tronos y dominaciones o quizá más bien es que no puedes. Y, ¿quién hay que conozca hasta la profundidades de Dios sino el Espíritu Santo (cf. 1 Cor 2,10-11), que es el que habló en las Escrituras? Pero ni siquiera el mismo Espíritu Santo habló en las Escrituras de (I modo de) la generación del Hijo por el Padre. ¿Por qué indagas afanosamente lo que ni el mismo Espíritu Santo describió en las Escrituras? Y si ignoras lo que ha quedado escrito, ¿podrás indagar las cosas que no se han escrito? Muchas son las cuestiones de que trata la Escritura: si lo escrito no podemos abarcarlo, ¿por qué fatigarnos nuestro ánimo con lo que no está escrito? Nos es suficiente con saber que Dios engendró a un único Hijo.

13. No te dé vergüenza confesar tu ignorancia cuando en ella tienes algo de común con los ángeles19. Sólo quien engendró conoce a quien engendró, y el que por él ha sido engendrado conoce a su progenitor. Y el que ha engendrado sabe lo que ha engendrado. Y el Santo Espíritu de Dios da testimonio en la Escritura de que el engendrado es Dios sin que haya habido un comienzo. «En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios» (1 Cor 2,11). «Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo» (Jn 5,26). Y, además, «para que todos honren al Hijo como honran al Padre» (5,23). Y: «Como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere» (5,21). Y ni el que engendra queda disminuido en nada ni el engendrado carece de cosa alguna (sé que ya he hablado de estas cosas)20. Pero es por seguridad nuestra por lo que estas cosas se han repetido con frecuencia. Ni quien engendró tiene padre ni el engendrado tiene hermano. Ni el engendrador se convirtió de este modo en hijo ni el engendrado llegó a ser padre. De un solo Padre ha sido engendrado un Hijo único. No se trata de dos ingénitos ni de dos unigénitos. Sino que sólo hay un Padre ingénito (ingénito es el que no tiene Padre) y hay sólo un Hijo, engendrado eternamente por el Padre: no nacido en el tiempo, sino engendrado antes de los siglos: y que tampoco ha experimentado un crecimiento, sino que ha sido engendrado como actualmente es.

14. Creemos, por consiguiente, en el Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre como Dios verdadero21. Pues un Dios verdadero no engendra un dios falso, como ya se ha dicho. Ni engendró tras haber deliberado consigo mismo, sino que lo hizo desde la eternidad de un modo mucho más rápido, como es lógico, que nuestras palabras y nuestro pensamiento. Pues nosotros, cuando hablamos en el tiempo, empleamos tiempo, pero, cuando se habla del poder divino, el acto de engendrar está fuera del tiempo. Y, como se ha dicho muy a menudo, no es que llevara al Hijo de la no existencia al ser, ni al que no era lo recibió en adopción; sino que el Padre, que existía desde la eternidad, engendró eterna e inenarrablemente a su Hijo único, que no tenía ningún otro hermano. Tampoco se trata de dos principios, sino que cabeza del Hijo es el Padre22, que es el principio único. Así pues, el Padre engendró al Hijo como Dios verdadero, llamado «Emmanuel», que, entendiéndolo bien, se traduce como «Dios con nosotros» (cf. Mt 1,23)23

15. ¿Quieres darte cuenta de que es Dios el que ha nacido del Padre y que después se ha hecho hombre? Escucha al profeta: «Este es nuestro Dios, ningún otro es comparable a él. El descubrió el camino entero de la ciencia, y se lo enseñó a su siervo Jacob, y a Israel su amado. Después apareció ella en la tierra, y entre los hombres convivió» (Bar 3,36-38). ¿Crees que Dios, después de la Ley de Moisés no se ha hecho hombre? Acoge también otro testimonio de la divinidad de Cristo acabado de leer: «Tu trono, oh Dios, para siempre jamás» (Sal 45,7). Y para que a propósito de estos pasajes no se pensase que con su venida en carne llegó después, como desarrollándose, a la cima de la divinidad, dice abiertamente: «Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros». ¿No ves acaso que el Mesías Dios ha sido ungido por Dios Padre?

16. ¿Quieres que se te ofrezca también un tercer testimonio de la divinidad de Cristo? Oye a Isaías que dice: «Los productos de Egipto, el comercio de Kush... vendrán a ti y tuyos serán»; y poco después: «Ante ti se postrarán y te suplicarán: "Sólo en ti hay Dios, no hay ningún otro, no hay más dioses". De cierto que tú eres un Dios oculto, el Dios de Israel, salvador» (Is 45,14-15)24. Ves a Dios Hijo que tiene en sí mismo a Dios Padre. Sólo le falta decir lo que dijo en los Evangelios: «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11). No dice «yo soy el Padre», sino «yo estoy en el Padre y el Padre está en mí». Y, a su vez, no dijo: «Yo y el Padre soy uno», sino «Yo y el Padre somos uno» (Jn 10,30), para que ni los separemos a uno del otro, ni hagamos mezcla de Padre e Hijo. «Uno», porque es una la dignidad de la divinidad, puesto que es Dios quien engendró a Dios. «Uno» por la prerrogativa del Reino, pues no es que sobre unas cosas reine el Padre y sobre otras el Hijo, como si éste, a semejanza de Absalón25, se alzase contra el Padre. En realidad, el Hijo reina sobre las mismas cosas sobre las que reina el Padre. Son «uno» también porque no hay disonancia alguna o separación, pues no son unos los deseos del Padre y otros los del Hijo. «Uno» porque no son unas las obras de Cristo y otras las del Padre. El ordenamiento de todas las cosas es unitario, ya que el Padre ha actuado a través del Hijo: «Pues él habló y así fue; él ordenó y fueron creados» (Sal 148,5 LXX), dice el salmista. Pero el que dice, dice a quien oye; y quien manda, manda a quien está presente.

17. El Hijo es, por tanto, verdadero Dios, teniendo en sí mismo al Padre, pero no transformado en el Padre: pues tampoco se hizo hombre el Padre, sino el Hijo—digámoslo en verdad y libremente. No padeció por nosotros el Padre, sino que el Padre envió al que padeció por nosotros. Ni tampoco digamos nunca: «Había un tiempo en el cual no existía el Hijo»26. Tampoco admitamos una filio-paternidad, sino que avancemos por el camino regio sin desviarnos a la izquierda o a la derecha. Ni, creyendo honrar al Hijo, le llamemos a éste Padre ni, pensando en tributar honor al Padre, creamos que el Hijo es una de las cosas creadas. Más bien el Padre único sea adorado a través del Hijo único, sin que se «distribuya» la adoración. Predíquese un Hijo único, sentado a la derecha del Padre antes de los siglos, que no ha recibido en el tiempo esto de sentarse con el Padre tras el sufrimiento y como resultado de una evolución, sino que lo posee desde la eternidad.

18. «El que ve al Hijo, ve al Padre»27. Pues en todo es semejante el Hijo a quien lo engendró: vida que procede de vida, luz de luz, poder de poder, Dios de Dios. En nada son diferentes las características de la divinidad en el Hijo, y quien ha sido considerado digno de ver la divinidad del Hijo ha sido llevado con ello a gozar del Padre. Este modo de hablar no es mío, sino del Hijo unigénito: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre» (Jn 14,9)29. Y, para decirlo más compendiosamente, debemos evitar tanto separar como confundir: no digas nunca que el Hijo es ajeno al Padre ni aceptes a quienes dicen que el Padre es a veces Padre y a veces Hijo: son afirmaciones extrañas e impías, no testimonios de la Iglesia, pues el Padre permaneció tal aunque hubiese engendrado al Hijo sin sufrir él mismo transformación. Engendró a la Sabiduría (cf. I Cor 1,24), pero él no fue despojado de ella; engendró la fuerzan sin perder con ello su energía. Engendrando a Dios, no fue despojado de su divinidad ni nada perdió quedando disminuido o transformado, ni a su vez el engendrado carece de algo: perfecto es el que engendró y perfecto es el engendrado. Dios es quien engendró y Dios es el que ha sido engendrado, el cual es Dios de todas las cosas y llama Padre a su Dios, sin miedo de decir: «Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios» (Jn 20,17).

19. Pero para que no creas que se trata de una paternidad igual tanto para el Hijo como para las demás criaturas, en las frases que siguen hizo una distinción. Pues no dijo: «Subo a nuestro Padre», de modo que se dedujese una comunidad de las creaturas con el Unigénito; sino que dice: «mi Padre y vuestro Padre». De un modo, mío, por naturaleza; y de otro modo, vuestro, por adopción. Y, a su vez: «A mi Dios y a vuestro Dios». De una forma, Padre mío por vínculo natural y como Hijo unigénito; de otra forma, vuestro como criaturas. Por consiguiente, el Hijo de Dios es verdadero Dios, engendrado de modo inefable antes de todos los siglos. Os repito a menudo todo esto para que se os grabe bien en vuestra mente. Cree ciertamente que Dios tiene un Hijo, pero no tengas mayor curiosidad en el cómo, pues si lo indagas no encontrarás respuesta. No te ensalces a ti mismo, no sea que caigas.

Entrégate simplemente a la meditación de lo que se te confía. Dime quién es en realidad el que engendró y te darás cuenta entonces de qué engendró. Si con el pensamiento no puedes abarcar la naturaleza del que engendra, no escrutes con impaciencia quién es el engendrado.

20. Para la piedad te basta saber que dijimos que Dios tiene un Hijo único: un Hijo engendrado por naturaleza, que no comenzó a existir cuando nació en Belén, sino antes de todos los siglos. Escucha, en efecto, al profeta Miqueas, que dice: «Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquél que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño» (Miq 5,1). No pongas tu atención, por tanto, en aquél que entonces nació en Belén, sino adora al que desde la eternidad ha sido engendrado por el Padre. No toleres a quien diga que el Hijo comenzó a existir en algún momento del tiempo, sino que debes reconocer que el Padre es principio sin tiempo, un principio que nada tiene que ver con un Hijo temporal, inabarcable, él por su parte sin principio: en suma el Padre30, fuente del río de la justicia, del Unigénito, a quien engendró como el sólo sabe. ¿Quieres saber que nuestro Señor Jesucristo es también rey eterno? Escúchalo otra vez cuando dice: «Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró» (Jn 8,56). Pero al endurecerse los judíos ante esto, les dijo algo todavía más duro: «Antes de que Abraham existiera, Yo Soy» (8,58). Y, a su vez, dice al Padre: «Ahora, Padre, glorifíicame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese» (Jn 17,5). Claramente lo dijo: Antes que el mundo fuese, yo tenía gloria junto a ti. Y dice a su vez: «... me has amado antes de la creación del mundo» (17, 24).

21. Creamos, por consiguiente, «en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, que nació del Padre como Dios verdadero antes de todos los siglos, y por el cual "todo se hizo" (Jn 1,3)»: «los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades, todo fue creado por él» (Col 1,16), y ninguna de las cosas creadas está sustraída a su poder. Enmudezca toda herejía que hable de diversos agentes y autores del mundo; conténgase la lengua que azota con blasfemias a Cristo Hijo de Dios; callen quienes dicen que el sol es el Cristo, pues él no es este sol brillante, sino el artífice del sol; enmudezcan quienes dicen que el mundo es obra de los ángeles, pues pretenden invadir lo que es prerrogativa del Hijo único. Tanto las cosas visibles como invisibles, los tronos y dominaciones (cf. Col 1,16), y «todo cuanto tiene nombre», todo ha sido hecho por Cristo. El Hijo reina sobre las cosas que han sido hechas por él, y no cogiendo los despojos de otros sino ejerciendo su señorío sobre sus propias obras, como dijo el evangelista Juan: «Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe» (JUn 1,3). Todo ha sido hecho por él, actuando el Padre a través del Hijo.

22. Querría aducir un ejemplo de lo que se dice, aunque sé que es un ejemplo débil. Pues, ¿cuál de las cosas visibles puede ser un ejemplo idóneo de la invisible potestad divina? Adúzcase, sin embargo, como un ejemplo débil, puesto por un débil a los débiles. Es, pongamos por caso, como si un rey que tiene un hijo que también es rey juntamente con él, y deseando fundar una ciudad, pone ante él una maqueta de la ciudad que ha de construir. El hijo, con la maqueta, llevará a su término el proyecto. Del mismo modo, cuando el Padre quiso hacer todas las cosas, el Hijo fue quien lo realizó todo en obediencia al Padre, de modo que esa obediencia preserva incólume para el Padre la libertad de su poder supremo, pero el Hijo tiene el dominio sobre las cosas que ha hecho: de ese modo ni queda rebajado el dominio del Padre sobre las cosas que ha hecho ni el Hijo obtiene poder sobre cosas hechas por otro, sino sobre las que él mismo ha fundado. Pues no fueron los ángeles quienes fundaron el mundo -de ello ya se ha hablado31-, sino el Hijo unigénito engendrado, como dijimos, antes de todos los siglos. Por él todo fue hecho, sin excluir nada de su actividad creadora. Y todo sea dicho hasta aquí por nosotros por la gracia de Cristo.

23. Volviendo ahora a la confesión de fe, concluyamos ya estas palabras. Todo lo hizo Cristo, los ángeles, los arcángeles, las dominaciones y los tronos. No es que el Padre careciese del poder suficiente para crear por sí mismo, sino que quiso que el Hijo reinase sobre las cosas que había hecho, mostrándole el ordenamiento de las cosas que habían de ser creadas. Pues dice el Unigénito tributando honor a su Padre: «El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo» (Jn 5,19). Y a su vez: «Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo» (Jn 5,17). No existe contradicción entre las actuaciones de ambos. «Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío» (Jn 17,10), dice el Señor en el Evangelio. Esto puede conocerse con claridad, tanto desde el Antiguo como desde el Nuevo Testamento. Pues el que dice: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» (Gén 1,26), es que se estaba dirigiendo a alguien que estaba a todas luces presente. Pero quien más claramente habla (en este sentido) es el salmista, que dice: «El lo dijo, y existió; él lo mandó, y fueron creados»32, como si el Padre mandase y dijese, y el Hijo todo lo ejecutase según sus deseos. Esto lo dijo, en sentido místico, también Job: «El sólo desplegó los Cielos y holló la espalda de la Mar (Job 9,8), queriendo decir con ello a los inteligentes que quien, estando aquí, caminaba sobre el mar era el que anteriormente había hecho los cielos33. Y, por su parte, el Señor dice: «¿Fuiste tú34 quien tomó la tierra como barro e hiciste un ser viviente a quien, dotado de la facultad de hablar, lo pusiste sobre la tierra?» (Job 38,14 LXX). Y, un poco más abajo: «¿Se te han mostrado las puertas de la Muerte? ¿Has visto las puertas del país de la Sombra? (38,17). Con ello declara que el que, por su bondad, descendió a los infiernos es quien desde el principio hizo al hombre del barro.

24. Cristo es, por consiguiente, Hijo unigénito de Dios y autor del mundo. Pues «en el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él» (Jn 1,10). Y «vino a su casa» (1,11), como nos enseña el Evangelio. Cristo no es autor, en unión con el Padre, sólo de las cosas que se ven, sino también de las que no se ven. Pues «en él, según el Apóstol, fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia» (Col 1,16-17). Incluso si te refieres a los siglos35, el autor de éstos, en obediencia al Padre, es también Jesucristo, pues «en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos» (Hebr 1,2). Al cual sea la gloria, el honor y el poder, con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.


Ver fuente aquí
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Aleluya...!!!!

Primero y el ultimo...

Grandioso el que nos viene a buscar....Sip Jesus...

Se van a quedar como la mujer de la canción del grupo musical Maná... En el muelle de San Blas, esperando...
www.
musica.com/video.asp?video=1226

(Mateo 7:21-23)
 
Re: Vamos a la raíz de este debate...

Re: Vamos a la raíz de este debate...

Al decir que las tres supuestas personas de la Trinidad son seres equivalentes, están pasandose al campo del politeísmo craso: se adora a tres seres por igual.

Al decir que Jesus es un dios menor es como si dijesen que la biblia fue inspirada por el dios Jupiter y escrita por filosofos griegos. Eso es paganismo.
Al decir que Jesus es un angel es como si dijesen que la biblia fue escrita por pensadores gnosticos. Eso es paganismo.

De verdad Apolos, creo que los TJ son los menos indicados para hacer un planteamiento como el que acabas de hacer.

Si no eres capaz de sacar de tu cabeza la idea enlatada de los dioses menores y los super angeles, mucho menos seras capaz de entender una trinidad que habla de UN SOLO DIOS, no de dioses menores y dioses mayores.
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Se van a quedar como la mujer de la canción del grupo musical Maná... En el muelle de San Blas, esperando...
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(Mateo 7:21-23)




Heb 9:28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.


Rev 1:8 “Yo soy el Alfa y la Omega —dice Jehová Dios—, Aquel que es y que era y que viene, el Todopoderoso.”



Tit 2:13 mientras aguardamos la feliz esperanza y la gloriosa manifestación del gran Dios y de[l] Salvador nuestro, Cristo Jesús,



Vienen 2 o viene UNO ??




Luis Alberto42
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Preguntemoles a los judios mismo, si lo israelitas, ¿Entendieron ellos que su Dios Jehová estaba compuesto por tres Dioses, Padre, Hijo y espiritu santo? ¿Verdad que no? Claro que no, no leemos en niguna parte de la Escrituras Hebreas que exista una trinidad de Dioses para los israelitas. Ni siquiera en la tradicion judía existe una enseñanza como esa, y Jesús como judío que fue no le enseño tal disparate a sus discípulos. Eso lo inventaron los cristianos apóstatas gentiles del siglo 4. El libro de Genesis no enseña la trinidad, y se puede entender de diferentes maneras, una que Dios le hablaba a su Hijo y que participaba en la creación como lo enseña Probervios 8:22-31, y quizas otros lo entiendan que dios le hablaba a los angeles ya creados. Asi que el Padre y el Hijo no estaban solos cuando creó la Tierra.



Pasa por alto el que Jesus dijo que todo lo que dicia y hacia no era de el sino del que lo envió;



Por lo tanto, el que Jesús diga que los mandamiento de su Padre son sus mandamientos no quiere decir que el se Dios porque Jesus dijo que todo lo que de su Padre es del tambien.

Que mucho abundas.....

Donde estan los textos...?

Crees que los Judios tienen la verdad...?

Tanto asi que negaron a Jesus...

Vamos ...prueba con la biblia....

esfuerzate...

Que opinas de este verso.....?

Apocalipsis cap 21 o 22 no me acuerdo, tampoco tengo biblia en mano....

dice: Dios mismo sera su Dios y ellos su pueblo....

De quien esta hablando...?
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

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(Mateo 7:21-23)

Que buen texto utilizas...
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Con todo respeto Uncion01, pero lo que no armoniza con la Biblia es esa doctrina extraña que le han enseñado a usted. Si Jesús fuera Jehová, ¿cómo se explica usted que en el Salmo 110:1 la persona de Jehova le dijera a la persona de Jesús por inspiración que se sentara a su diestra hasta que colocara a sus enemigos como banquillo para sus pies? ¿Como se explica usted tambien que en el verso 4 del mismo Salmo Jehová nombrara a Jesús sacerdote a la manera de Melquisedec? ¿Verdad que no armoniza Uncion01? A mi, ni a ninguna persona razonable le armoniza tal enseñaza.

Otro texto que desbarata tan absurda enseñaza es Apocalipsis 14:1 que dice:



¿Verdad que son dos nombres distintos, Uncion01? El de Jehová y el de Jesús escritos en las frentes de los fieles. Este pasaje de la Biblia distingue los dos nombres, el de Jehová y el de Jesús. Por lo tanto, Jesús no es Jehová.



No lo digo yo lo dicen los escritores de la Biblia:



Y el mismo apóstol Pedro escribió que fue Dios el Padre o Jehová el que inspiró las escrituras, no Jesús.



¿Y a quién consideraba Dios el apostol Pedro? No a Jesús, sino al Padre.



E hizo una distinción clara entre quién era Dios y quién era Jesús:

Con todo respeto Papias pero al ud. explicar que el Padre es Jehová esta en lo correcto pues el Padre es Dios, y para su conocimiento las escrituras nos revelan tambíen que Jehová es el Espíritu Santo:

Hechos 28:25,26,27

25............Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo:
26 Ve a este pueblo y diles:
De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis;
27 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado...........

Isaías 6:8,9,10

8 Después oí la voz del Señor, que decía.....Entonces respondí yo:Heme aquí enviame a mí.
9 y dijo: Anda, y di a este pueblo:eek:íd bien y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis.
10 Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, ni oiga con sus oídos.......


Ya va entendiendo de que se trata esto Papias?
 
Una criatura puede ser llamada "dios"

Una criatura puede ser llamada "dios"

Al decir que Jesus es un dios menor es como si dijesen que la biblia fue inspirada por el dios Jupiter y escrita por filosofos griegos. Eso es paganismo.
Al decir que Jesus es un angel es como si dijesen que la biblia fue escrita por pensadores gnosticos. Eso es paganismo.

De verdad Apolos, creo que los TJ son los menos indicados para hacer un planteamiento como el que acabas de hacer.

Si no eres capaz de sacar de tu cabeza la idea enlatada de los dioses menores y los super angeles, mucho menos seras capaz de entender una trinidad que habla de UN SOLO DIOS, no de dioses menores y dioses mayores.

Es incuestionable que tanto a ángeles como a algunos humanos se denomina "dioses" en la Biblia:
Mensajes que lo comprueban: 1045, 1046, 763
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Bueno, volvamos y de nuevo a leer aquello que nos viene desde el principio, totalmente conforme a la Escritura, y que bien declaran y a su vez, hoy, todos los que en y a la verdad a Cristo están unidos. Leamos allá por el s.II

EL HIJO UNIGÉNITO DE DIOS

Sobre las palabras (del Símbolo): «Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre, Dios verdadero antes de todos los siglos, por quien todo fue hecho». Se parte de Hebr 1,1 ss: «Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo...»(1).

1. Con lo que ayer os dijimos se explica suficientemente, por nuestra parte, que esperamos en Jesucristo. Pero no hay que creer en Jesucristo en un modo simple y vulgar, ni hay que aceptarlo como a uno cualquiera de los muchos que, de modo abusivo, han sido llamados «Cristos»>. Ellos eran «cristos» como tipo e imagen, pero es éste el verdadero Cristo, que no fue escogido de entre los hombres y promovido al sacerdocio, sino que recibió del Padre eterno la dignidad sacerdotal. Por eso la fe nos advierte que no pensemos que se trata de uno cualquiera de los «cristos» (ungidos) corrientes: a la confesión de fe se añade que creemos «en un solo Señor Jesucristo, hijo único de Dios».

Hijo de Dios Padre por naturaleza

2. Cuando oyes hablar del Hijo, no pienses en la adopción, sino en un Hijo por naturaleza, Hijo Unigénito que no tiene ningún otro hermano. Por eso se le llama Unigénito, porque no tiene ningún hermano en la dignidad de la deidad y en la generación paterna. Pero no le llamamos Hijo de Dios por nuestro propio impulso, sino porque el Padre mismo le dio el nombre de Hijo, y es verdadero el nombre que los padres ponen a los hijos.

Pedro, en nombre de los apóstoles, reconoce a Jesús como Hijo de Dios

3. Nuestro Señor Jesucristo se revistió en aquel entonces de la naturaleza humana, pero esto era desconocido de muchos. Cuando él, sabiendo que se ignoraba, lo quería enseñar, reuniendo a los discípulos les preguntaba: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» (Mt 16,13). No buscaba una gloria efimera,sino que deseaba decirles la verdad para que no sucediese que, estando ellos conviviendo con el Hijo unigénito de Dios, y Dios mismo, le despreciasen como a un simple hombre. Cuando ellos dicen: «... unos, que Elías; otros, que Jeremías» (16,14), es como si les respondiera: tienen excusa los que no lo saben pero vosotros, que sois apóstoles y curáis leprosos en mi nombre, expulsáis demonios y devolvéis a muertos a la vida, debéis saber quién es aquel por quien realizáis esas maravillas. Cuando todos se mostraban reticentes (pues esta realidad excedía las fuerzas humanas), Pedro, príncipe de los apóstoles y supremo predicador de la Iglesia, no utilizó palabras propias ni razonamientos humanos, sino que, inundado de luz en su mente iluminada por el Padre, le dice: «Tú eres el Cristo» (Mt 16,16), añadiendo: «El Hijo de Dios vivo» (ibid.). E inmediatamente se añade una declaración de bienaventuranza (superior a lo que el hombre puede captar), conformada con la afirmación de que era una revelación procedente del Padre. Pues dice el Salvador: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos (16,17). Así pues, quien reconoce a nuestro SeñorJesucristo como Hijo de Dios, es hecho partícipe de la bienaventuranza; pero quien niega al Hijo de Dios se hace infeliz y desgraciado3.

Hijo en todo semejante al Padre

4. Cuando se le llama Hijo, no pienses que se trata de una exageración, sino que es hijo verdaderamente, por naturaleza, sin un comienzo. No ha pasado de la servidumbre a la adopción, sino que es Hijo engendrado desde toda la eternidad, mediante un proceso de generación inescrutable e inabarcable. De un modo semejante, cuando oyes hablar de «primogénito» (cfr. Hebr 1,6), no lo entiendas al modo humano, pues los hombres tienen además otros hermanos, y en algún lugar está dicho: «Israel es mi hijo, mi primogénito» (Ex 4,22). Pero así como Rubén fue despojado de su honor de primogénito de Jacob por haberse introducido en el lecho de su padres, también Israel crucificó al Hijo arrojándolo de la viña de Dios Padre (Mt 21,39 ss)4. Y a otros la Escritura dice: «Hijos sois de Yahvé vuestro Dios» (Dt 14,1). Y, en otro lugar: «Yo había dicho: "¡Vosotros, dioses sois, todos vosotros, hijos del Altísimo!"» (Sal 82,6)6. Pone: «Dije», y no: «He engendrado». Pues ellos recibieron por la voz y la palabra de Dios la adopción que no tenían. Pero él (el Mesías) no pasó de ser una cosa a convertirse en otra, sino que desde un principio nació como Hijo del Padre existiendo antes de cualquier comienzo y antes de los siglos. Es Hijo del Padre en todo semejante a su progenitor; eterno del Padre eterno, engendrado como vida de la vida, luz de luz, verdad de la verdad, sabiduría de la sabiduría, Rey de Rey, Dios de Dios, potestad de potestad.

Generación eterna del Hijo

5. Cuando oigas el Evangelio que dice: «Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (Mt 1,1), entiende esto en lo referente a la carne. Pues es realmente hijo de David para siempre, pero es Hijo de Dios antes de todos los siglos y sin un principio7. Y asumió realmente lo que no tenía8, pero lo que tiene lo tiene desde la eternidad como engendrado del Padre. Tiene dos padres: uno, David, según la carne; el otro, según la divinidad, Dios Padre. Aquello que tiene de David está sometido al tiempo, puede constatarse y es un linaje que se puede detallar, pero lo que procede de la divinidad no está sometido al tiempo ni al espacio, ni tiene una ascendencia de la que se pueda dar cuenta:«De su ascendencia, ¿quién se preocupa?»9. Dios es espíritu, y lo que es espíritu se engendra espiritualmente, de modo incorpóreo sin que pueda rastrearse linaje alguno. El mismo Hijo dice del Padre: «El me ha dicho: "Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy..."» (Sal 2,7). Ese «hoy» no expresa algo reciente, sino eterno. Es un «hoy» sin tiempo, antes de todos los siglos: «... Desde el seno antes de la aurora te he engendrado» (Sal 110,3, versión clásica griega).

Creer en el Hijo de Dios

6. Cree, por tanto, en Jesucristo Hijo de Dios vivo, Hijo unigénito, según el Evangelio, que dice: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). Y, a su vez: «El que cree en él (el Hijo) no es juzgado» (3,18), sino que ha «pasado de la muerte a la vida» (I Jn 3,14). Pero «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36), «porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios» (Jn 3,18). De él daba testimonio Juan diciendo: «Hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14). Con temor ante él decían los demonios: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo» (Mc 5,7; cf. Lc 4,34).

El Padre engendra al Hijo en la suma perfección 10

7. Por consiguiente, el Hijo de Dios lo es por naturaleza y no por adopción, engendrado por el Padre. Pero el que ama al que le engendró ama también a quien él ha engendrado. Pero quien desprecia al engendrado por él transmite su afrenta a su progenitor. Y cuando oigas hablar de que Dios engendra, no andes pensando en la generación corporal, ni pienses en una reproducción que entraña corrupción, no sea que vayas a caer en la impiedad. «Dios es espíritu» (Jn 4,24) y su generación es espiritual; pues los cuerpos, por su parte, engendran cuerpos y en la generación corporal debe haber un transcurso de tiempo.

Sin embargo, en la generación del Hijo desde el Padre no hay ningún intervalo temporal. Además, cuando se engendra algo, es engendrado como realidad imperfecta; sin embargo, el Hijo de Dios ha sido engendrado como perfecto: existiendo en la actualidad, existe desde el principio, nació sin un comienzo. De ese modo nacemos nosotros, pasando después de la ignorancia infantil al uso de razón: imperfecto es, oh hombre, tu nacimiento, aunque se produce un crecimiento mediante sucesivos añadidos. Pero en el caso que nos ocupa no pienses nada semejante ni te venga a la mente debilidad alguna del progenitor, (como si dijeses): engendró a alguien imperfecto que, pasando el tiempo, logró la perfección. Al progenitor lo acusas de debilidad al decir que lo que después fue concedido por el transcurso del tiempo no se había dado, según tu parecer, desde el principio.

8. No creas, por tanto, que se trata de una generación humana ni semejante a como Abraham engendró a Isaac. Pues Abraham no engendró a Isaac porque quisiese, sino porque alguien distinto a él se lo concedió. Cuando es Dios y Padre el que engendra, no hay en ello ignorancia ni tampoco deliberación. Y decir que no sabía lo que engendraba es una impiedad grandísima. Decir también que estaba sopesando las circunstancias y que luego comenzó a ser padre es también impiedad de la misma categoría: pues no es que Dios existiese primeramente sin hijos y que después, en un momento determinado, llegase a ser padre, sino que siempre ha tenido al Hijo. Lo engendró, no al modo como los hombres generan a los hombres, sino como lo conoció únicamente él, el que lo engendró antes de todos los siglos como Dios verdadero.

9. Al ser, pues, el verdadero Dios Padre, engendró un Hijo, Dios verdadero, semejante a él. Y no como los maestros tienen discípulos, es decir, tampoco al modo como Pablo dice a algunos: «He sido yo quien, por el Evangelio, os engendró en Cristo Jesús» (I Cor 4,15). Pues quien no era hijo por naturaleza ha llegado a serlo como discípulo. Pero en el caso que nos ocupa se trata de un hijo por naturaleza, de un verdadero hijo. Tampoco como vosotros, los que vais a ser iluminados, sois hechos ahora hijos de Dios; pues también vosotros sois hechos hijos, pero en adopción por gracia, según lo que está escrito: «A todos los que lo recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Ellos no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino que nacieron de Dios» (Jn I, 12-13)11. Y nosotros nacemos ciertamente del agua y del Espíritu (cf. Jn 3,5), pero no es así como Cristo ha nacido del Padre. Recuérdese que en el momento del bautismo la voz dijo: «Este es mi hijo» (Mt 3,17; cf. 17,5), y no: «Este ha sido hecho ahora Hijo mío». Al decir «Este es mi Hijo», declaraba que ya era Hijo antes de realizarse el bautismo.

10. El Padre no engendró al Hijo como la mente genera en los hombres la palabra. Pues en nosotros la mente es algo subsistente, pero la palabra que se pronuncia se pierde en el aire. Nosotros hemos sabido, sin embargo, que Cristo nació no simplemente como una palabra que se pronuncia, sino como Palabra subsistente y viva, no proferida y difundida con los labios, sino engendrada desde el Padre eterno de modo inefable y con una sólida subsistencia12. «En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios» (Jn 1,1), sentado a la derecha (cf. Sal 110,1). Palabra que entiende la voluntad del Padre, Palabra que todo lo construye según su beneplácito, Palabra que baja y asciende (cf. Ef 4,10)13. Pero una palabra, cuando se profiere, no baja y sube al pronunciarla, sino que se expresa diciendo: «Yo hablo lo que he visto donde mi Padre» (Jn 8,38). Es una Palabra llena de autoridad y que ejerce su dominio sobre todas las cosas, pues el Padre ha entregado todo al Hijo (cf. Jn 13,3 y Mt 11,27)14.

11. Lo engendró el Padre, pero no como alguno lo entendió, sino como él solo sabe15. Pues no nos abrevemos a explicar cómo lo ha engendrado. Sólo podemos hablar de cómo no ha sido dicha generación. Es cierto que el Hijo procede del Padre, aunque también toda la naturaleza engendrada o creada. «Pregunta a la tierra y te lo dirá» (Job 12,8 hebr.). Aunque interrogues a todas la cosas que hay sobre la tierra, no te lo podrán decir. Y es que el globo terráqueo no puede explicar quién es su modelador ni su artífice. Y no sólo la tierra lo ignora, sino que también el sol lo desconoce. Pues el sol fue creado el cuarto día sin saber qué había sido creado en los tres días anteriores. Pero quien desconoció lo que se hizo en los tres días anteriores a él, no puede evidentemente decir quien fue el autor. Tampoco lo dirá el cielo, pues éste fue puesto por Cristo, por voluntad del Padre, como si fuese una humareda. Tampoco los cielos de los cielos ni las aguas que están sobre los cielos serán quienes lo cuenten. ¿Por qué, pues, te lamentas, oh hombre, de no saber lo que los mismos cielos ignoran? Y no son sólo los cielos los que ignoran esta generación, sino que incluso no lo saben las criaturas angélicas. Si alguien -suponiendo que fuese posible- subiese all primer cielo y, al observar el lugar de los ángeles que allí habitan16, acercándose, preguntase cómo Dios ha engendrado a su Hijo, tal vez le respondería: Más arriba los hay mayores y más altos que nosotros. Pregúntales a ellos. Sube hasta el segundo y tercer cielo: alcanza, si es que puedes, hasta los tronos y dominaciones, y también los principados y las potestades. Si alguien llegara hasta allí —es imposible—, renunciarían a describirlos, puesto que ni siquiera los habrían explorado.

12. Siempre me he asombrado de la curiosidad de algunos que, opinando temerariamente de cuestiones religiosas, caen en la impiedad. Piensan que los tronos y las dominaciones, creados por Cristo, y además los principados y las potestades17 están sin descubrir, y así intentan averiguar al Creador con mayor curiosidade18. Dime en primer lugar, tú que eres muy atrevido, qué diferencia hay eritre trono y dominación. Busca entonces las cosas que atañen a Cristo. Dime qué es un «principado» y una «potestad» o qué es un «poder» y un ángel. Indaga entonces con curiosidad al Creador, pues «todo se hizo por él» (cf. Jn 1,3). Pero no quieres interrogar a los tronos y dominaciones o quizá más bien es que no puedes. Y, ¿quién hay que conozca hasta la profundidades de Dios sino el Espíritu Santo (cf. 1 Cor 2,10-11), que es el que habló en las Escrituras? Pero ni siquiera el mismo Espíritu Santo habló en las Escrituras de (I modo de) la generación del Hijo por el Padre. ¿Por qué indagas afanosamente lo que ni el mismo Espíritu Santo describió en las Escrituras? Y si ignoras lo que ha quedado escrito, ¿podrás indagar las cosas que no se han escrito? Muchas son las cuestiones de que trata la Escritura: si lo escrito no podemos abarcarlo, ¿por qué fatigarnos nuestro ánimo con lo que no está escrito? Nos es suficiente con saber que Dios engendró a un único Hijo.

13. No te dé vergüenza confesar tu ignorancia cuando en ella tienes algo de común con los ángeles19. Sólo quien engendró conoce a quien engendró, y el que por él ha sido engendrado conoce a su progenitor. Y el que ha engendrado sabe lo que ha engendrado. Y el Santo Espíritu de Dios da testimonio en la Escritura de que el engendrado es Dios sin que haya habido un comienzo. «En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios» (1 Cor 2,11). «Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo» (Jn 5,26). Y, además, «para que todos honren al Hijo como honran al Padre» (5,23). Y: «Como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere» (5,21). Y ni el que engendra queda disminuido en nada ni el engendrado carece de cosa alguna (sé que ya he hablado de estas cosas)20. Pero es por seguridad nuestra por lo que estas cosas se han repetido con frecuencia. Ni quien engendró tiene padre ni el engendrado tiene hermano. Ni el engendrador se convirtió de este modo en hijo ni el engendrado llegó a ser padre. De un solo Padre ha sido engendrado un Hijo único. No se trata de dos ingénitos ni de dos unigénitos. Sino que sólo hay un Padre ingénito (ingénito es el que no tiene Padre) y hay sólo un Hijo, engendrado eternamente por el Padre: no nacido en el tiempo, sino engendrado antes de los siglos: y que tampoco ha experimentado un crecimiento, sino que ha sido engendrado como actualmente es.

14. Creemos, por consiguiente, en el Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre como Dios verdadero21. Pues un Dios verdadero no engendra un dios falso, como ya se ha dicho. Ni engendró tras haber deliberado consigo mismo, sino que lo hizo desde la eternidad de un modo mucho más rápido, como es lógico, que nuestras palabras y nuestro pensamiento. Pues nosotros, cuando hablamos en el tiempo, empleamos tiempo, pero, cuando se habla del poder divino, el acto de engendrar está fuera del tiempo. Y, como se ha dicho muy a menudo, no es que llevara al Hijo de la no existencia al ser, ni al que no era lo recibió en adopción; sino que el Padre, que existía desde la eternidad, engendró eterna e inenarrablemente a su Hijo único, que no tenía ningún otro hermano. Tampoco se trata de dos principios, sino que cabeza del Hijo es el Padre22, que es el principio único. Así pues, el Padre engendró al Hijo como Dios verdadero, llamado «Emmanuel», que, entendiéndolo bien, se traduce como «Dios con nosotros» (cf. Mt 1,23)23

15. ¿Quieres darte cuenta de que es Dios el que ha nacido del Padre y que después se ha hecho hombre? Escucha al profeta: «Este es nuestro Dios, ningún otro es comparable a él. El descubrió el camino entero de la ciencia, y se lo enseñó a su siervo Jacob, y a Israel su amado. Después apareció ella en la tierra, y entre los hombres convivió» (Bar 3,36-38). ¿Crees que Dios, después de la Ley de Moisés no se ha hecho hombre? Acoge también otro testimonio de la divinidad de Cristo acabado de leer: «Tu trono, oh Dios, para siempre jamás» (Sal 45,7). Y para que a propósito de estos pasajes no se pensase que con su venida en carne llegó después, como desarrollándose, a la cima de la divinidad, dice abiertamente: «Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros». ¿No ves acaso que el Mesías Dios ha sido ungido por Dios Padre?

16. ¿Quieres que se te ofrezca también un tercer testimonio de la divinidad de Cristo? Oye a Isaías que dice: «Los productos de Egipto, el comercio de Kush... vendrán a ti y tuyos serán»; y poco después: «Ante ti se postrarán y te suplicarán: "Sólo en ti hay Dios, no hay ningún otro, no hay más dioses". De cierto que tú eres un Dios oculto, el Dios de Israel, salvador» (Is 45,14-15)24. Ves a Dios Hijo que tiene en sí mismo a Dios Padre. Sólo le falta decir lo que dijo en los Evangelios: «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11). No dice «yo soy el Padre», sino «yo estoy en el Padre y el Padre está en mí». Y, a su vez, no dijo: «Yo y el Padre soy uno», sino «Yo y el Padre somos uno» (Jn 10,30), para que ni los separemos a uno del otro, ni hagamos mezcla de Padre e Hijo. «Uno», porque es una la dignidad de la divinidad, puesto que es Dios quien engendró a Dios. «Uno» por la prerrogativa del Reino, pues no es que sobre unas cosas reine el Padre y sobre otras el Hijo, como si éste, a semejanza de Absalón25, se alzase contra el Padre. En realidad, el Hijo reina sobre las mismas cosas sobre las que reina el Padre. Son «uno» también porque no hay disonancia alguna o separación, pues no son unos los deseos del Padre y otros los del Hijo. «Uno» porque no son unas las obras de Cristo y otras las del Padre. El ordenamiento de todas las cosas es unitario, ya que el Padre ha actuado a través del Hijo: «Pues él habló y así fue; él ordenó y fueron creados» (Sal 148,5 LXX), dice el salmista. Pero el que dice, dice a quien oye; y quien manda, manda a quien está presente.

17. El Hijo es, por tanto, verdadero Dios, teniendo en sí mismo al Padre, pero no transformado en el Padre: pues tampoco se hizo hombre el Padre, sino el Hijo—digámoslo en verdad y libremente. No padeció por nosotros el Padre, sino que el Padre envió al que padeció por nosotros. Ni tampoco digamos nunca: «Había un tiempo en el cual no existía el Hijo»26. Tampoco admitamos una filio-paternidad, sino que avancemos por el camino regio sin desviarnos a la izquierda o a la derecha. Ni, creyendo honrar al Hijo, le llamemos a éste Padre ni, pensando en tributar honor al Padre, creamos que el Hijo es una de las cosas creadas. Más bien el Padre único sea adorado a través del Hijo único, sin que se «distribuya» la adoración. Predíquese un Hijo único, sentado a la derecha del Padre antes de los siglos, que no ha recibido en el tiempo esto de sentarse con el Padre tras el sufrimiento y como resultado de una evolución, sino que lo posee desde la eternidad.

18. «El que ve al Hijo, ve al Padre»27. Pues en todo es semejante el Hijo a quien lo engendró: vida que procede de vida, luz de luz, poder de poder, Dios de Dios. En nada son diferentes las características de la divinidad en el Hijo, y quien ha sido considerado digno de ver la divinidad del Hijo ha sido llevado con ello a gozar del Padre. Este modo de hablar no es mío, sino del Hijo unigénito: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre» (Jn 14,9)29. Y, para decirlo más compendiosamente, debemos evitar tanto separar como confundir: no digas nunca que el Hijo es ajeno al Padre ni aceptes a quienes dicen que el Padre es a veces Padre y a veces Hijo: son afirmaciones extrañas e impías, no testimonios de la Iglesia, pues el Padre permaneció tal aunque hubiese engendrado al Hijo sin sufrir él mismo transformación. Engendró a la Sabiduría (cf. I Cor 1,24), pero él no fue despojado de ella; engendró la fuerzan sin perder con ello su energía. Engendrando a Dios, no fue despojado de su divinidad ni nada perdió quedando disminuido o transformado, ni a su vez el engendrado carece de algo: perfecto es el que engendró y perfecto es el engendrado. Dios es quien engendró y Dios es el que ha sido engendrado, el cual es Dios de todas las cosas y llama Padre a su Dios, sin miedo de decir: «Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios» (Jn 20,17).

19. Pero para que no creas que se trata de una paternidad igual tanto para el Hijo como para las demás criaturas, en las frases que siguen hizo una distinción. Pues no dijo: «Subo a nuestro Padre», de modo que se dedujese una comunidad de las creaturas con el Unigénito; sino que dice: «mi Padre y vuestro Padre». De un modo, mío, por naturaleza; y de otro modo, vuestro, por adopción. Y, a su vez: «A mi Dios y a vuestro Dios». De una forma, Padre mío por vínculo natural y como Hijo unigénito; de otra forma, vuestro como criaturas. Por consiguiente, el Hijo de Dios es verdadero Dios, engendrado de modo inefable antes de todos los siglos. Os repito a menudo todo esto para que se os grabe bien en vuestra mente. Cree ciertamente que Dios tiene un Hijo, pero no tengas mayor curiosidad en el cómo, pues si lo indagas no encontrarás respuesta. No te ensalces a ti mismo, no sea que caigas.

Entrégate simplemente a la meditación de lo que se te confía. Dime quién es en realidad el que engendró y te darás cuenta entonces de qué engendró. Si con el pensamiento no puedes abarcar la naturaleza del que engendra, no escrutes con impaciencia quién es el engendrado.

20. Para la piedad te basta saber que dijimos que Dios tiene un Hijo único: un Hijo engendrado por naturaleza, que no comenzó a existir cuando nació en Belén, sino antes de todos los siglos. Escucha, en efecto, al profeta Miqueas, que dice: «Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquél que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño» (Miq 5,1). No pongas tu atención, por tanto, en aquél que entonces nació en Belén, sino adora al que desde la eternidad ha sido engendrado por el Padre. No toleres a quien diga que el Hijo comenzó a existir en algún momento del tiempo, sino que debes reconocer que el Padre es principio sin tiempo, un principio que nada tiene que ver con un Hijo temporal, inabarcable, él por su parte sin principio: en suma el Padre30, fuente del río de la justicia, del Unigénito, a quien engendró como el sólo sabe. ¿Quieres saber que nuestro Señor Jesucristo es también rey eterno? Escúchalo otra vez cuando dice: «Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró» (Jn 8,56). Pero al endurecerse los judíos ante esto, les dijo algo todavía más duro: «Antes de que Abraham existiera, Yo Soy» (8,58). Y, a su vez, dice al Padre: «Ahora, Padre, glorifíicame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese» (Jn 17,5). Claramente lo dijo: Antes que el mundo fuese, yo tenía gloria junto a ti. Y dice a su vez: «... me has amado antes de la creación del mundo» (17, 24).

21. Creamos, por consiguiente, «en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, que nació del Padre como Dios verdadero antes de todos los siglos, y por el cual "todo se hizo" (Jn 1,3)»: «los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades, todo fue creado por él» (Col 1,16), y ninguna de las cosas creadas está sustraída a su poder. Enmudezca toda herejía que hable de diversos agentes y autores del mundo; conténgase la lengua que azota con blasfemias a Cristo Hijo de Dios; callen quienes dicen que el sol es el Cristo, pues él no es este sol brillante, sino el artífice del sol; enmudezcan quienes dicen que el mundo es obra de los ángeles, pues pretenden invadir lo que es prerrogativa del Hijo único. Tanto las cosas visibles como invisibles, los tronos y dominaciones (cf. Col 1,16), y «todo cuanto tiene nombre», todo ha sido hecho por Cristo. El Hijo reina sobre las cosas que han sido hechas por él, y no cogiendo los despojos de otros sino ejerciendo su señorío sobre sus propias obras, como dijo el evangelista Juan: «Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe» (JUn 1,3). Todo ha sido hecho por él, actuando el Padre a través del Hijo.

22. Querría aducir un ejemplo de lo que se dice, aunque sé que es un ejemplo débil. Pues, ¿cuál de las cosas visibles puede ser un ejemplo idóneo de la invisible potestad divina? Adúzcase, sin embargo, como un ejemplo débil, puesto por un débil a los débiles. Es, pongamos por caso, como si un rey que tiene un hijo que también es rey juntamente con él, y deseando fundar una ciudad, pone ante él una maqueta de la ciudad que ha de construir. El hijo, con la maqueta, llevará a su término el proyecto. Del mismo modo, cuando el Padre quiso hacer todas las cosas, el Hijo fue quien lo realizó todo en obediencia al Padre, de modo que esa obediencia preserva incólume para el Padre la libertad de su poder supremo, pero el Hijo tiene el dominio sobre las cosas que ha hecho: de ese modo ni queda rebajado el dominio del Padre sobre las cosas que ha hecho ni el Hijo obtiene poder sobre cosas hechas por otro, sino sobre las que él mismo ha fundado. Pues no fueron los ángeles quienes fundaron el mundo -de ello ya se ha hablado31-, sino el Hijo unigénito engendrado, como dijimos, antes de todos los siglos. Por él todo fue hecho, sin excluir nada de su actividad creadora. Y todo sea dicho hasta aquí por nosotros por la gracia de Cristo.

23. Volviendo ahora a la confesión de fe, concluyamos ya estas palabras. Todo lo hizo Cristo, los ángeles, los arcángeles, las dominaciones y los tronos. No es que el Padre careciese del poder suficiente para crear por sí mismo, sino que quiso que el Hijo reinase sobre las cosas que había hecho, mostrándole el ordenamiento de las cosas que habían de ser creadas. Pues dice el Unigénito tributando honor a su Padre: «El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo» (Jn 5,19). Y a su vez: «Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo» (Jn 5,17). No existe contradicción entre las actuaciones de ambos. «Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío» (Jn 17,10), dice el Señor en el Evangelio. Esto puede conocerse con claridad, tanto desde el Antiguo como desde el Nuevo Testamento. Pues el que dice: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» (Gén 1,26), es que se estaba dirigiendo a alguien que estaba a todas luces presente. Pero quien más claramente habla (en este sentido) es el salmista, que dice: «El lo dijo, y existió; él lo mandó, y fueron creados»32, como si el Padre mandase y dijese, y el Hijo todo lo ejecutase según sus deseos. Esto lo dijo, en sentido místico, también Job: «El sólo desplegó los Cielos y holló la espalda de la Mar (Job 9,8), queriendo decir con ello a los inteligentes que quien, estando aquí, caminaba sobre el mar era el que anteriormente había hecho los cielos33. Y, por su parte, el Señor dice: «¿Fuiste tú34 quien tomó la tierra como barro e hiciste un ser viviente a quien, dotado de la facultad de hablar, lo pusiste sobre la tierra?» (Job 38,14 LXX). Y, un poco más abajo: «¿Se te han mostrado las puertas de la Muerte? ¿Has visto las puertas del país de la Sombra? (38,17). Con ello declara que el que, por su bondad, descendió a los infiernos es quien desde el principio hizo al hombre del barro.

24. Cristo es, por consiguiente, Hijo unigénito de Dios y autor del mundo. Pues «en el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él» (Jn 1,10). Y «vino a su casa» (1,11), como nos enseña el Evangelio. Cristo no es autor, en unión con el Padre, sólo de las cosas que se ven, sino también de las que no se ven. Pues «en él, según el Apóstol, fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia» (Col 1,16-17). Incluso si te refieres a los siglos35, el autor de éstos, en obediencia al Padre, es también Jesucristo, pues «en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos» (Hebr 1,2). Al cual sea la gloria, el honor y el poder, con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.


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Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

Re: Una criatura puede ser llamada "dios"

Es incuestionable que tanto a ángeles como a algunos humanos se denomina "dioses" en la Biblia:
Mensajes que lo comprueban: 1045, 1046, 763

Es increible como los TJ agarran un versiculo, lo sacan de contexto lo tuercen y lo enmarañan para finalmente hacernos creer que la biblia y la mitología griega es la misma cosa.


Psa 8:5 Le has hecho poco menor que los ángeles,
Y lo coronaste de gloria y de honra.

H430
אֱלֹהִים elojím; plur. de 433; dioses en el sentido ordinario; pero espec. que se usa (en plur. así, espec. con el art.) del Dios supremo; ocasionalmente se aplica como forma deferente a magistrados; y algunas veces como superlativo:-ángeles, Dios (dioses), diosa, extremo, grande, ídolo, juez, poderoso, rey.

Los siguientes versiculos aclaran esto de "dioses":

Psa 8:6 Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
Todo lo pusiste debajo de sus pies:
Psa 8:7 Ovejas y bueyes, todo ello,
Y asimismo las bestias del campo,
Psa 8:8 Las aves de los cielos y los peces del mar;
Todo cuanto pasa por los senderos del mar.

El contexto me dice que el termino elhoim tiene que ver con la autoridad que el hombre ejerce sobre la naturaleza. No tiene que ver nada con "divinidad" y/o "deidad".

-------------------------------

2Pe 1:4 Mediante estas cosas nos ha dado libremente las preciosas y grandiosísimas promesas, para que por estas ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por la lujuria.

Una cosa es ser partícipe de algo y otra cosa es ser ese algo:

Heb 6:4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,

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En Salmo 82:6 vuelves a mostar la manía heredada de tus maestros de WT y de tus padres adventistas de sacar los versiculos de su contexto para torcerlos y acomodarlos:

Psa 82:1 Dios está en la reunión de los dioses;
En medio de los dioses juzga.
Psa 82:2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente,
Y aceptaréis las personas de los impíos? Selah
Psa 82:3 Defended al débil y al huérfano;
Haced justicia al afligido y al menesteroso.
Psa 82:4 Librad al afligido y al necesitado;
Libradlo de mano de los impíos.
Psa 82:5 No saben, no entienden,
Andan en tinieblas;
Tiemblan todos los cimientos de la tierra.
Psa 82:6 Yo dije: Vosotros sois dioses,
Y todos vosotros hijos del Altísimo;
Psa 82:7 Pero como hombres moriréis,
Y como cualquiera de los príncipes caeréis.
Psa 82:8 Levántate, oh Dios, juzga la tierra;
Porque tú heredarás todas las naciones.

H430
אֱלֹהִים elojím; plur. de 433; dioses en el sentido ordinario; pero espec. que se usa (en plur. así, espec. con el art.) del Dios supremo; ocasionalmente se aplica como forma deferente a magistrados; y algunas veces como superlativo:-ángeles, Dios (dioses), diosa, extremo, grande, ídolo, juez, poderoso, rey.

Aqui no se refiere a divinidad.
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

Off Topic:

Apolos, he visto que tanto tu como Papías hacen referencia al Apostol Pablo como el autor de la carta a los Hebreos.

¿De donde sacan esa conclusión??
 
Re: Testigos de Jehová...¿restauración del cristianismo original?

La Trinidad:

Apocalipsis 1:8
Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, "Aquel que es, que era y que va a venir", el Todopoderoso.

El que era:

El Padre YHWH Señor de la Antigua Alianzam, y que ha cedido todo juicio al Hijo.

El que es: Jesús; "YO SOY la luz del mundo... YO SOY el pan de vida... YO SOY el camino la verdad y la vida."

El que vendrá: El Espíritu Santo;

Juan 16:7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré;

Juan 15:26 Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí.

Aqui los seres más elevados que conocen a Dios lo alaban en todo su esplendor:

Isaias 6:1-3
El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo.
Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban.
Y se gritaban el uno al otro: "Santo, santo, santo [3 veces], Yahvé Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria."


Tres veces, para 3 personas.

DLB.
 
Remmo necesita su jugo con Remmo-lacha para que piense con claridad...

Remmo necesita su jugo con Remmo-lacha para que piense con claridad...

La Trinidad:

Apocalipsis 1:8
Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, "Aquel que es, que era y que va a venir", el Todopoderoso.

El que era:

El Padre YHWH Señor de la Antigua Alianzam, y que ha cedido todo juicio al Hijo.

El que es: Jesús; "YO SOY la luz del mundo... YO SOY el pan de vida... YO SOY el camino la verdad y la vida."

El que vendrá: El Espíritu Santo;

Juan 16:7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré;

Juan 15:26 Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí.

Aqui los seres más elevados que conocen a Dios lo alaban en todo su esplendor:

Isaias 6:1-3
El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo.
Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban.
Y se gritaban el uno al otro: "Santo, santo, santo [3 veces], Yahvé Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria."


Tres veces, para 3 personas.

DLB.

En ninguno de estos versículos se dice que DIos sea tres personas, solo en tu imaginación. Hay al menos 2 razones que lo demuestran:

1) Apocalipsis 1:4 hace una clara distinción entre “Aquel que es y que era y que viene” y Jesucristo. El mismo texto dice que no son los mismos.
2) En Apocalipsis 1:8 se dice que “Aquel que es y que era y que viene” es el Todopoderoso, y a Jesús nunca se le llama así.
3) El que se alabe a Jehová con la triple expresión "Santo, santo, santo",no demuestra que sea tres personas. En la Biblia se usa el numero 3 para denotar énfasis, y referido a cualidades, lo superlativo:
*** it-2 pág. 508 Número ***

Tres. A pesar de que el testimonio de dos personas acerca del mismo asunto suministraba prueba suficiente para tomar acción legal, el hecho de que lo hiciesen tres confería más fuerza al testimonio. El número 3, por lo tanto, se usa a veces para representar intensidad, énfasis o más fuerza: “Una cuerda triple no puede ser rota en dos pronto”. (Ec 4:12.) De modo que la pregunta que por tres veces Jesús formuló a Pedro, después que este le negó tres veces, denotaba intensidad o énfasis. (Mt 26:34, 75; Jn 21:15-17.) La visión por la que se comunicó a Pedro que podía comer de toda clase de animales, incluso de aquellos que según la Ley eran inmundos, se le dio de forma intensificada, es decir, tres veces. Seguramente este hecho hizo más fácil que Pedro entendiera que el que Cornelio y su casa aceptaran las buenas nuevas indicaba que Dios había vuelto su atención hacia la gente incircuncisa de las naciones, a quienes los judíos consideraban inmundos. (Hch 10:1-16, 28-35, 47, 48.)

La santidad y limpieza perfectas de Jehová se recalcan con el carácter enfático de la declaración de las criaturas celestiales, que dicen: “Santo, santo, santo es Jehová”. (Isa 6:3; Rev 4:8.) Cuando Jehová predijo la caída del último rey del linaje davídico, dijo: “Ruina, ruina, ruina la haré. En cuanto a esta también, ciertamente no llegará a ser de nadie hasta que venga aquel que tiene el derecho legal, y tengo que dar esto a él”. De esa manera manifestó que ningún otro rey davídico se sentaría sobre el trono de Jerusalén en su nombre —el trono permanecería vacante— hasta que llegase el tiempo señalado de Dios para colocar en el poder del Reino a su Mesías. (Eze 21:27.) La intensidad de los ayes que les sobrevienen a los habitantes de la Tierra también se representa mediante la repetición triple de la interjección “ay”. (Rev 8:13.)