Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Veamos, don NECEDAD... usted llama a Cirilo SANTO... ¿con qué autoridad lo cataloga como SANTO?...

No, no lo catalogo yo, no, que va, que aun no ha leido los versículos que le he dado. Pues oiga, está clarísimo. No digo yo, este mucho hablar y decir que leamos la Biblia, pero cuando se la damos, ala, a salir pitando... ;)
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Ala, otro poquito más. Ya puestos... ;)

Pronunciada en Jerusalén, trata sobre la conversión y el perdón de los pecados, y acerca del enemigo. La lectura de base es de Ezequiel 18, 20b-21: Al justo se le imputará su justicia y al malvado su maldad. En cuanto al malvado, si se aparta de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el perpetua. derecho y la justicia, vivirá sin duda, no morirá»(1).

Realidad del pecado

1. Realidad temible es el pecado y gravísima enfermedad del alma es la iniquidad: le secciona los nervios y además la dispone al fuego eterno. La maldad se da cuando hay delectación libre, un germen que lleva voluntariamente al mal. Ya el profeta señala con claridad que el pecado se comete de modo espontáneo y libre: «Yo te había plantado de la cepa selecta, toda entera de simiente legítima. Pues ¿cómo te has mudado en sarmiento de vid bastarda?» (Jer 2, 21). La plantación es buena, pero el fruto es malo, malo por la libre voluntad: el que plantó está libre de culpa, pero la viña será aniquilada por el fuego; plantada para el bien, produjo el mal por su propio deleite. Pues, según el Eclesiastés, «Dios hizo sencillo al hombre, pero él se complicó con muchas razones» (Ecl 7, 29). Y el Apóstol dice: «Hechura suya somos, creados... en orden a las buenas obras» (Ef 2, 10). Pues siendo bueno el creador, creó «en orden a las buenas obras», pero la creatura se volvió al mal por su propio arbitrio. Grave mal es, según esto, el pecado. Pero no es irremediable: es grave para quien permanece en él. Pero es fácil de sanar a aquel que lo rechaza en la conversión. Imagínate que alguien tiene fuego en sus manos. Sin duda se abrasará mientras retenga el carbón, pero si lo arroja fuera de sí, suprime la causa de su quemadura. Pero si alguien piensa que no se quema al pecar, a ese tal le dice la Escritura: «¿Puede uno meter fuego en su regazo sin que le ardan los vestidos?» (Prov 6, 27). Así pues, el pecado abrasa los nervios del alma.

El origen del pecado en el interior del hombre

2. Pero dirá alguno ¿Qué es el pecado? ¿Es un animal, un ángel o un demonio? ¿Qué es lo que lo produce?(2). Atiende bien: no es un enemigo que te invada desde fuera, sino algo que brota de ti mismo. «Miren de frente tus ojos» (Prov 4, 25) y no experimentarás la pasión. Ten lo tuyo, no te apoderes de lo ajeno y no existirá en ti la rapiña. Acuérdate del juicio y no existirán en ti la fornicación ni el adulterio ni el homicidio ni nada que sea pecaminoso. Pero si te olvidas de Dios, comenzarás a pensar en el mal y a realizar lo ilícito.

El diablo y el pecado

3. Pero no sólo tú eres origen y autor de lo que haces: hay también un depravado instigador, el diablo(3). El tienta a todos, pero no puede con los que no consienten. Por ello dice el Eclesiastés: «Si el espíritu del que tiene poder se abate sobre ti, no abandones tu puesto»(4). Cierra tu puerta y hazlo huir lejos de ti para que no te cause daño. Pero si das entrada con indiferencia al pensamiento libidinoso, oponiéndose a tu ánimo, plantará en ti sus raíces, atará tu mente y te arrastrará hasta la cueva de los malvados. Y si acaso dices: Soy fiel, no podrán conmigo los malos deseos, aunque frecuentemente los tenga en mi ánimo. ¿Ignoras tal vez que la raíz que permanece tiempo ligada a la piedra acaba siempre rompiéndola? No aceptes siquiera el germen, porque hará añicos tu fe. Arranca de raíz el mal antes de que florezca, no sea que, actuando negligentemente desde un comienzo, tengas luego que pensar en el fuego (cf. Jer 23, 29) y en el hacha (Mt3, 10). Cúrate a tiempo la inflamación de ojos, para que no te quedes ciego y busques entonces médico.

4. Causante primero del pecado es el diablo, origen de la maldad. Esto no lo he dicho yo, sino el Señor: «Porque el diablo peca desde el principio»(5). Antes que él nadie pecó. Pero no pecó por fuerza de la naturaleza(6), como si hubiese estado obligado al pecado (en ese caso, habría incurrido en pecado quien le hubiese hecho tal), sino que, creado bueno, se convirtió en diablo tomando nombre de su actuación(7). Pues, habiendo sido arcángel(8), se le ha llamado posteriormente diablo (o calumniador, Satanás), habiéndosele considerado después así en virtud de la cosa misma. Satanás es, pues, lo mismo que adversario (9). Las pruebas no las aporto yo, sino el profeta Ezequiel: «Eras el sello de una obra maestra y corona de hermosura, engendrado en el paraíso divino» (Ez 28, 12 var.). Y poco más abajo: «Fuiste perfecto en tu conducta desde el día de tu creación, hasta el día en que se halló en ti iniquidad» (28, 15)(10). Esto no te vino de fuera, sino que tú mismo engendraste el mal. Poco más abajo señala la causa: «Tu corazón se ha pagado de tu belleza, has sido herido por la muchedumbre de tus pecados, sí, por tus pecados. Yo te he precipitado en tierra» (28, 17 var.). Lo mismo dice el Señor en el Evangelio en el mismo sentido: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lc 10, 18). Ya ves la consonancia entre ambos Testamentos. Al caer aquél, arrastró a muchos consigo. A quienes le siguen les sugiere malos deseos, de lo que se siguen el adulterio, la fornicación y cualquier clase de mal. Por causa suya fue expulsado nuestro primer padre Adán del paraíso y cambió éste, del que brotaban frutos admirables, por una tierra que le ofrecía espinas.

Esperanza para el pecador

5. Entonces, dirá alguno, ¿hemos perecido engañados? ¿no habrá salvación alguna? Caímos, ¿podremos levantarnos? (Jer 8, 4). Hemos quedado ciegos ¿podremos recuperar la vista? Estamos cojeando, ¿no hay esperanza de que caminemos correctamente alguna vez? Diré en resumidas cuentas: ¿No podremos alzarnos después de haber caído? (cf.Sal 41, 9) ¿Es que acaso quien resucitó a Lázaro, con hedor ya de cuatro días (Jn 11,39), no te resucitará vivo también a ti? Quien derramó su preciosa sangre por nosotros nos liberará del pecado para que no claudiquemos de nosotros mismos (cf. Ef 4, 19)(11), hermanos, cayendo en un estado de desesperación. Mala cosa es no creer en la esperanza de la conversión. Quien no espera la salvación acumula el mal sin medida; pero el que espera la curación, fácilmente es misericordioso consigo mismo. Igualmente el ladrón que no espera que se le haga gracia llega hasta la insolencia; pero, si espera el perdón, a menudo termina por hacer penitencia. Si incluso una serpiente puede mudar la piel, ¿no depondremos nosotros el pecado? También la tierra que produce espinas se vuelve feraz si se la cultiva con cuidado: ¿Acaso podremos obtener nosotros de nuevo la salvación? La naturaleza es, pues, capaz de recuperación, pero para ello es necesaria la aceptación voluntaria. [...]
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

No, no lo catalogo yo, no, que va, que aun no ha leido los versículos que le he dado. Pues oiga, está clarísimo. No digo yo, este mucho hablar y decir que leamos la Biblia, pero cuando se la damos, ala, a salir pitando... ;)

Veamos, sigue haciendo alarde de su fama de necio -no son pocos los foristas que así lo opinan- al no demostrar en qué se sustenta para llamar a Cirilo "santo" si usted no tiene autoridad ni conocimiento para hacerlo. :srosa:
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Veamos, sigue haciendo alarde de su fama de necio -no son pocos los foristas que así lo opinan- al no demostrar en qué se sustenta para llamar a Cirilo "santo" si usted no tiene autoridad ni conocimiento para hacerlo. :srosa:

Verá, muchas cosas me han llamado en los foros, pero necio... mmmmm, otro de sus razocinios. Y... usted, con apenas unos días por aquí y ya... pues así todo. Si es que no hace falta nada más, usted solito se lo guisa, se lo come, y como no, se antranta solo... ;)

¿Que no ha leido las citas bíblicas que le he dado, uf, pues han sido más de cien... ¿qué no ve?... ¿qué no es usted quien dice que no añadamos ni quitamos nada?... pues entonces ES SANTO, YA QUE ASÍ LA BIBLIA LE DECLARA...

Vaya peazo de Santo el Cirilo, vaya peazo de Santo. Gloira a Dios por habernos dado a este hombre tan santo. :)
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Verá, muchas cosas me han llamado en los foros, pero necio... mmmmm, otro de sus razocinios.

Pues hasta cosas peores, no los culpo.

Y... usted, con apenas unos días por aquí y ya... pues así todo. Si es que no hace falta nada más, usted solito se lo guisa, se lo come, y como no, se antranta solo... ;)

Basta ver el historial de sus aportaciones, de sus muchas y muy criticadas aportaciones para darse cuenta de ello.

Déjese de protagonismos, póngase a estudiar la Biblia que buena falta le hace, no sea necio, no sea torpe.
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Pues hasta cosas peores, no los culpo.



Basta ver el historial de sus aportaciones, de sus muchas y muy criticadas aportaciones para darse cuenta de ello.

Déjese de protagonismos, póngase a estudiar la Biblia que buena falta le hace, no sea necio, no sea torpe.

Es decir, que no hay manera de poder demostrar nada por su parte. Pues lo siento por usted, Cirilo es un santo. :)

Aquí le dejo los versículos que dan razón de ello:

http://forocristiano.iglesia.net/showpost.php?p=470827&postcount=153

Como ve, yo si utilizo la Biblia, usted?... verborrea en estado puro, y ahora, pretende darme descrédito. Mal intento. ;)
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Es decir, que no hay manera de poder demostrar nada por su parte. Pues lo siento por usted, Cirilo es un santo. :)

No sea torpe, el que dice que Cirilo es santo es usted, entonces usted es el que lo debe de demostrar, no yo. Veamos, cómo lo demuestra, veamos hasta dónde llega su espíritu de mentira y necedad.
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Por lo tanto, una cosa está clara, que aquí el único que habla conforme a la Palabra de entre los dos, es el que suscribe... leamos:

Efes. 1:1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso:

Efes. 1:4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,

Efes. 1:15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos,

Efes. 1:18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,

Efes. 2:19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,

Efes. 3:5 misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu:

Efes. 3:8 A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo,

Efes. 3:18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,

Efes. 4:12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,

Efes. 5:3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos;

Efes. 6:18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;

Filip. 1:1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos:

Filip. 4:21 Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan. 22 Todos los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César.

Col. 1:2 a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Col. 1:4 habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos,

Col. 1:12 con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

Col. 1:22 en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;

Col. 1:26 el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,

Col. 3:12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;

1Tes. 3:13 para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.

1Tes. 5:27 Os conjuro por el Señor, que esta carta se lea a todos los santos hermanos.

2Tes. 1:10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).

1Tim. 5:10 que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra.

Filem. 1:5 porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos;

Filem. 1:7 Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos.

Heb. 3:1 Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;

Heb. 6:10 Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.

Heb. 13:24 Saludad a todos vuestros pastores, y a todos los santos. Los de Italia os saludan.

1Ped. 1:15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

2Ped. 1:21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

2Ped. 3:2 para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles;

Jud. 1:3 Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.

Apoc. 5:8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

Apoc. 8:3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. 4 Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.

Apoc. 11:18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.

Apoc. 13:7 Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.

Apoc. 13:10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos.

Apoc. 14:10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero;

Apoc. 14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.

Apoc. 15:3 Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.

Apoc. 16:6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen.

Apoc. 17:6 Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro.

Apoc. 18:20 Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.

Apoc. 18:24 Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra.

Apoc. 19:8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

Apoc. 20:9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.

Por su parte, TRATE DE DESMENTIRLO... :)
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Por lo tanto, una cosa está clara, que aquí el único que habla conforme a la Palabra de entre los dos, es el que suscribe... leamos:



Por su parte, TRATE DE DESMENTIRLO... :)

No sea torpe, ya sabemos que existen santos, la Escritura nos lo dice, pero cosa diferente es llamarle santo a un tal Cirilo. ¿Cómo puede usted probar que éste fué santo?...
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Veamos, leyendo estos versículos vemos que Cirilo es santo porque:

1.- es Cristiano

2.- creen en Cristo

3.- da a conocer el Evangelio

4.- es un Ministro de la Palabra reconocido

5.- forma parte del Cuerpo de Cristo

6.- habla conforme y a tal cual las Escrituras

7.- es miembro de la Igleisa

8.- perteneció a una congregación cristiana

9.- es mi hermano en la fe

10.- Dios es quien así lo ha dispuesto


Algo más?... pues ale, ya tiene suficientes argumentos... ;)
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

No sea torpe, ya sabemos que existen santos, la Escritura nos lo dice, pero cosa diferente es llamarle santo a un tal Cirilo. ¿Cómo puede usted probar que éste fué santo?...

No, yo ya lo he probado, ahora usted trate de desmentirlo. Citas bíblicas no nos trae, ahora bien, razocinios a tal cual le vienen en gana, sí, de ello estamos ya cansaditos. Razón conforme a la Escritura un 0... distinto y distante a tal cual yo se lo vengo dando. MÁS DE CIEN VERSÍCULOS YA LE HE MOSTRADO... desmienta... simplemente desmienta... :)
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

¿Cómo puede saber que éste creyó en Cristo? ¿puede ver su corazón a través de los tiempos? Para terminarr, si éste tal es su "hermano en la fe" usted es CATÓLICO, porque Cirilo era tal, no sea torpe e hipócrita.
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

No, yo ya lo he probado, ahora usted trate de desmentirlo. Citas bíblicas no nos trae, ahora bien, razocinios a tal cual le vienen en gana, sí, de ello estamos ya cansaditos. Razón conforme a la Escritura un 0... distinto y distante a tal cual yo se lo vengo dando. MÁS DE CIEN VERSÍCULOS YA LE HE MOSTRADO... desmienta... simplemente desmienta... :)

Señor NECEDAD, sólo Dios conoce los corazones, ¿usted cómo es que pretende venir a decirnos que conoció el corazón de un hombre de siglos atrás? no sea empecinado, vea la verdad, ello le librará de la condenación.
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Señor NECEDAD, sólo Dios conoce los corazones, ¿usted cómo es que pretende venir a decirnos que conoció el corazón de un hombre de siglos atrás? no sea empecinado, vea la verdad, ello le librará de la condenación.

Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.

Usted no puede juzgar nada, no sea necio, sólo Dios, sólo Él sabe quién guarda a Cristo en su corazón y quién no, déjese de torpezas.
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

¿Cómo puede saber que éste creyó en Cristo? ¿puede ver su corazón a través de los tiempos? Para terminarr, si éste tal es su "hermano en la fe" usted es CATÓLICO, porque Cirilo era tal, no sea torpe e hipócrita.

No verá, por la sencilla razón que puedo leer cual era su fe, y a quien predicaba, cosa que no vemos en usted... leámosle de nuevo:


Sobre aquello de «Y en un solo Señor Jesucristo». Se parte del pasaje de 1 Co 8,5-6: «Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores, para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros»(1).

El Hijo, puerta para llegar al Padre

1. Aquellos a quienes se ha enseñado a creer en «un solo Dios, Padre todopoderoso», deben creer también en el Hijo unigénito. Pues «todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre» (I Jn 2, 33). «Yo soy la puerta» (Jn 10, 9), dice Jesús. «Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14, 6). Si niegas la puerta, te permanecerá cerrado el conocimiento que lleva al Padre. «Nadie conoce bien al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt I 1, 27b). Pues si niegas a aquel que revela, permanecerás en la ignorancia. Dice una sentencia en los Evangelios: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3, 36). El Padre se indigna cuando el Hijo unigénito es privado de su honor. Un rey considera grave que alguien insulte a un simple soldado. Por tanto, si se trata indecorosamente a alguien de las personas más honorables, compañeros o amigos, más se enciende la propia cólera. Y si alguien injuria al Hijo único del Rey, ¿quién aplacará y suavizará al Padre del Hijo unigénito de tal modo conmovido?

Es en el Hijo en quien se cumplen los designios de Dios

2. Si alguien, por consiguiente, quiere ser piadoso para con Dios, adore al Hijo; de otro modo, el Padre no admitirá su culto. El Padre exclamó desde el cielo diciendo: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco» (Mt 3, 17). En el Hijo se complugo el Padre. Si tú no encuentras también en él tu complacencia, no tendrás la vida. No te dejes arrastrar por los judíos, que mala y astutamente dicen, sí, que hay un solo Dios. Pero, junto a este reconocimiento de que sólo hay un Dios, reconoce a la vez que existe un Hijo único de Dios. No he sido yo el primero en decir esto, sino que acerca de la persona del Hijo dice el salmista: «Voy a anunciar el decreto de Yahvé: El me ha dicho: "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy"» (Sal 2, 7)(2). No atiendas, pues, a lo que dicen los judíos, sino a lo que hablan los profetas. ¿Te asombras de que desprecien las voces de los profetas cuando ellos mismos los lapidaron y entregaron a la muerte?

Diversas denominaciones de Cristo en la Escritura

3. Tú cree «en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios». Decimos «un solo Señor Jesucristo», porque es una filiación única; decimos «único», para que su actividad múltiple, que se expresa mediante nombres diversos, no te lleve a hablar impíamente de hijos diversos. Se le llama «puerta» (Jn 10, 7), pero no pienses, por esta denominación, que se trata de una puerta de madera, sino racional, viva y que se da cuenta de quiénes pasan. Se le llama «camino» (Jn 14, 6), pero no porque sea pisado por los pies, sino porque conduce hasta el Padre. Se le llama «oveja», pero no desprovista de razón, sino que por su preciosa sangre limpia al mundo de sus pecados: es llevada ante el esquilador y sabe cuándo conviene guardar silencio (cf. Hech 8, 32; vid. Is 53, 7-8). Pero esta misma oveja cambia a la vez su nombre por el de pastor cuando dice: «Yo soy el buen pastor» (Jn10, 11)(3). Es oveja por su humana naturaleza, pero es pastor por el amor a los hombres que muestra su divinidad. Pero, ¿quieres saber cómo nos referimos a ovejas racionales? Dice el Salvador a los apóstoles: «Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos» (Mt 10, 16). También se le llama «león» (cf. Gén 49, 9)(4), pero no porque sea devorador de hombres, sino que con tal denominación se muestra la dignidad regia de la propia naturaleza y su propio vigor en el que puede confiar. Se le llama también león en oposición al «adversario, el Diablo», que «ronda como león rugiente, buscando a quién devorar» (I Pe 5, 8). Pues viene el Salvador, no mudando su mansedumbre natural, sino como el poderoso león de la tribu de Judá (cf. Apoc 5, 5), trayendo la salvación a los que creen y aplastando al adversario. Se le llama «piedra», no inanimada ni tampoco extraída con manos humanas (cf. Dan 2, 34), sino «piedra angular» (cf. Sal 118, 225; cf. Mt 21, 42 par)(5), en la que quien crea no será confundido (cf. Is 28, 16).

Más denominaciones de Cristo

4. Se le llama «Cristo»(6), aunque no ha sido consagrado por manos humanas, sino ungido por el Padre para un sacerdocio eterno superior a las cosas de los hombres (cf. Hech 4,27). Se le cuenta entre los que han muerto, pero sin permanecer entre los muertos(7), como todos los demás en el Hades (cf. Hech 2, 31), sino el único libre entre los que murieron. Se le llama «Hijo del hombre» (Mt 16, 13); no como cada uno de nosotros, que hemos tenido nuestro nacimiento en esta tierra, sino como quien ha de venir sobre las nubes a juzgar a los vivos y a los muertos (Mt 24, 30)(8). Se le llama «Señor», no de manera abusiva, como a los «señores» que hay entre los hombres, sino como quien tiene un poder natural y eterno(9). Se le llama «Jesús» con nombre apropiado(10), que hace referencia a su labor como médico(11). Se le proclama «Hijo»(12), que no ha llegado a serlo por adopción, sino que por naturaleza ha sido engendrado Son muchas realmente las denominaciones de nuestro Salvador. Pero que esta multitud de nombres no te haga pensar en una multitud de hijos. Y que no pienses, a causa de los errores de los herejes, que dicen que uno es el Cristo, pero otro es Jesús, y otra es la puerta, y así sucesivamente. Frente a todo ello te previene la recta fe: en un solo Señor Jesucristo. Aunque las distintas denominaciones sean muchas, bajo ellas es una única realidad lo que se entiende.

Jesucristo, Salvador y Señor

5. El actúa como Salvador diversamente según las circunstancias de cada uno. Para quienes necesitan de la alegría, él es la viña (cf. Jn 15, 1). Para quienes tienen necesidad de entrar, él es la puerta (Jn 10, 7). Para quienes tienen que presentar sus súplicas, ha sido constituido «único mediador» ( 1 Tim 2, 5) y «Sumo Sacerdote» (Hebr 7, 26). Pero, a su vez, se convierte en oveja en favor de los pecadores para ser sacrificado en su lugar (Is 53, 6-7). Se hace todo para todos permaneciendo él lo que es según su naturaleza. Pues permaneciendo así y detentando una dignidad de hijo que no está sujeta a mutación alguna, desciende hasta nuestras debilidades como médico excelente y maestro bondadoso. Y esto siendo en verdad el Señor, que no ha adquirido el señorío para provecho propio, sino que posee por naturaleza la dignidad de ese señorío(13). No es llamado abusivamente «Señor» nuestro, sino que verdaderamente lo es: cuando por voluntad del Padre domina sobre las propias criaturas. Nosotros ejercemos un derecho de dominio sobre hombres iguales a nosotros en honor y que están sujetos a las mismas debilidades: a menudo mandamos sobre quienes nos sobrepasan en edad y no es raro que un joven gobierne sobre criados más viejos. Pero en nuestro Señor Jesucristo no existe tal tipo de dominio. Pues en primer lugar es Hacedor y, después, Señor: en primer lugar ha hecho la voluntad del Padre, y es después cuando domina sobre las cosas que ha hecho.

Cristo, siempre en unión con el Padre

6. «Cristo Señor»(14) es aquel que «nació en la ciudad de David»(15). ¿Y quieres saber que Cristo el Señor está con el Padre ya antes de hacerse hombre(16), de modo que lo que se dice no lo aceptes sólo por la fe, sino que tengas también una prueba desde el Antiguo Testamento? Busca el primero de los libros, el Génesis, donde dice Dios: «Hagamos al ser humano», no dice a mi imagen, sino «a nuestra imagen» (Gén 1, 26). Y después de que Adán fue hecho, dice: «Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya» (1, 27). No restringió, pues, la dignidad divina a sólo el Padre, sino que también se refirió conjuntamente al Hijo, declarando así que el hombre no es simplemente obra de Dios, sino también de nuestro Señor Jesucristo, que también es verdadero Dios. Este mismo es el Señor, que coopera con el Padre, como lo hizo también en el asunto de Sodoma, según lo dicho por la Escritura: «Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte de Yahvé»(17). Y en otra ocasión, se mostró a Moisés en cuanto éste fue capaz de verlo (cf. Ex 3, 2-6; 33, 18-20; 34, 5-6). Pues el Señor es benigno y siempre desciende indulgentemente a nuestras debilidades.

Cristo, aparecido a Moisés

7. Y para que sepas que es él mismo el que se apareció a Moisés, acepta este testimonio de Pablo: «Pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo» (I Cor 10, 4) y, además (refiriéndose a Moisés): «Por la fe, salió de Egipto» (Hebr 11, 27), poco después de haber dicho: «estimando como riqueza mayor que los tesoros de Egipto el oprobio de Cristo» (Hebr 11, 26)(18). Y Moisés le dice: «Déjame ver, por favor, tu gloria» (Ex 33, 18). ¿Acaso no ves que también entonces los profetas veían a Cristo, aunque en la medida en que eran capaces de ello? «Déjame que te vea», clamaba Moisés. Pero Dios le dice: «No puede verme el hombre y seguir viviendo» (Ex 33, 20). Por consiguiente, puesto que nadie podría ver el rostro de la divinidad, adoptó el rostro del hombre para que, viéndolo, viviésemos(19). Pero cuando quiso mostrarlo con brillo, es decir, cuando su rostro «resplandeció como el sol», «los discípulos cayeron rostro a tierra llenos de miedo» (Mt 17, 2-6). Por consiguiente, si al brillar el rostro de su cuerpo no lo hacía cuanto podía sino cuanto eran capaces de soportarlo los discípulos, ¿cómo podría nadie mirar a la majestad de la divinidad? «Grande es, Moisés, lo que deseas», dice el Señor. «Doy mi aprobación, sin embargo, a tu deseo no saciado. "Haré también esto que me acabas de pedir" (Ex 33, 17), en la medida en que tú puedes captarlo.» «Mira, hay un lugar junto a mí; tú te colocarás sobre la peña. Y al pasar mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado. Luego apartaré mi mano, para que veas mis espaldas; pero mi rostro no se puede ver» (Ex 33, 21-23)(20).

La presencia de Cristo entre los israelitas, invocada por Moisés

8. Guarda con firmeza, a causa de los Judíos, todo lo que voy a decir. Pues era nuestro propósito mostraros que, junto al Padre, se encontraba el Señor Jesucristo. Porque dice el Señor a Moisés: «Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahvé» (Ex 33, 19). El que es el Señor en persona, ¿a quién llama Señor?(21). Ves cómo, aunque de modo oscuro enseñó la piadosa doctrina acerca del Padre y el Hijo. Y además, en las palabras que siguen se encuentra escrito(22) «Descendió Yahvé en forma de nube y se puso allí junto a él. Moisés invocó el nombre de Yahvé. Yahvé pasó por delante de él y exclamó: "Yahvé, Yahvé, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por millares, que perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado, pero no los deja impunes; que castiga la iniquidad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación"». Después, según lo que sigue, Moisés, cayendo en tierra de rodillas y adorando al Padre ante el Señor, a quien llamaba, dice: «Dígnese mi Señor venir de en medio de nosotros» (Ex 34, 5-9, para todo en conjunto).

Cristo es, como el Padre, Señor de todo

9. Tienes así una primera demostración. Admite otra que es evidente. «Dijo el Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha"» (Sal 110, 1). El Señor dice estas cosas al Señor, no al siervo(23). Pero se trata del Señor de todas las cosas, de su propio Hijo al que todo se lo sometió (cf. 1 Cor 15, 27-28; Hebr 2, 8). «Mas cuando dice que "todo está sometido", es evidente que se excluye a Aquel que ha sometido a él todas las cosas» (1 Cor 15, 27)..., «para que Dios sea todo en todo» (15, 28). Señor de todo es el Hijo unigénito: es Hijo del Padre, sumiso a él y que no ha usurpado su soberanía, sino que la ha recibido espontáneamente y de modo natural. Pues ni el Hijo se la robó al Padre ni éste ha sentido envidia del Hijo al entregarle el dominio. Es este mismo el que dice: «Todo me ha sido entregado por mi Padre» (Mt 11, 27). Pero no me ha sido entregado como si anteriormente careciese de ello(24), aunque las conservo cuidadosamente sin que se empobrezca su largueza.

Más sobre el señorío de Cristo

10. Por consiguiente, el Hijo de Dios es «Señor». Señor nacido en Belén de Judá, según las palabras del ángel a los pastores: «Os anuncio una gran alegría...: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor» (Lc 2, 10-11). Del cual, en otro lugar, dice uno de los Apóstoles: «El ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la paz por medio de Jesucristo que es el Señor de todo» (Hech 10, 36). Y cuando dice «de todo», no sustraigas absolutamente nada a su soberanía, pues tanto los ángeles como los arcángeles, «los Principados, las Potestades» (Col 1, 16) o cualquier otra de las realidades creadas nombradas por los apóstoles, todo ha sido sometido al señorío del Hijo. Es Señor de los ángeles, como tienes en los evangelios: «Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían» (Mt 4, 11). No dice «le ayudaban», sino «le servían», es decir, realizaban un oficio servil. Y cuando iba a nacer de la Virgen, le sirvió entonces Gabriel, que convirtió así su propia dignidad en servicio (cf. Lc 1, 26 ss.). Cuando tenía que ir a Egipto para deshacer los ídolos de éste(25), de nuevo un ángel se aparece en sueños a José (cf. Mt 2, 13). Habiendo resucitado tras su crucifixión, un ángel lo anunció y, como un siervo diligente, dijo a las mujeres: «Ahora id enseguida a decir a los discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis": Ya os lo he dicho» (Mt 28, 7). Como si dijera: no he descuidado el encargo; testifico que os lo he dicho para que, si lo descuidáis, no sea mía la culpa sino de quienes han sido negligentes. Así, pues, aquel es el único Señor Jesucristo, acerca del cual la lectura que se proclamó(26) contiene estas palabras: «Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores, para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros» ( I Cor 8, 5-6).

Aarón y Josué, figuras de Cristo sacerdote y salvador

11. Jesucristo es llamado así con un doble vocablo: Jesús, porque otorga la salvación; Cristo, porque posee el sacerdocio(27). Dándose cuenta perfectamente de la situación, el divino profeta Moisés llamó con estos nombres a dos hombres escogidísimos: a Ausés, sucesor suyo en la jefatura, al que llamó Jesús cambiándole el nombren, y a su propio hermano Aarón, añadiéndole el nombre de Ungido(28); de esta manera, por medio de estos dos hombres eximios, representaba la potestad regia y la potestad pontifical que habían de estar unidas en el Jesucristo único que habría de venir. Pues Cristo es sumo pontífice a semejanza de Aarón(29), si es verdad aquello de que «tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: ... Tú eres sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec» (Hebr 5, 5-6). Y en muchas cosas fue imagen de él, Josué, hijo de Nun(30), pues la jefatura sobre el pueblo tuvo su comienzo en el Jordán(31), donde también Cristo comenzó a evangelizar una vez recibido el bautismo (Mt 3, 13). El hijo de Nun hizo doce partes de toda la herencia (Jos 14, 1-5) yJ esús envió a doce apóstoles de la verdad como predicadores a todo el mundo (Mt. 10). Como imagen (de Jesús), protegió él (Josué) a la prostituta que había creído (Jos 2,1 ss; 6,17 cf. Hebr 11, 31). Pero el verdadero(32) exclama: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios» (Mt 21, 31). Ante el clamor de la alegría, aunque aquello sólo era imagen, se derrumbaron las murallas de la ciudad de Jericó (Jos 6, 20), y por la palabra de Jesús: «No quedará aquí piedra sobre piedra» (Mt 24, 2), cayó lo que a nosotros se opone, el templo de los judíos. Y no porque la sentencia de Jesús fuese causa del derrumbe, sino que esta caída la provocó el pecado de los impíos.

Jesús, Salvador, llamado así por el ángel

12. Unico es el Señor Jesucristo, nombre admirable indirectamente anunciado por los profetas. Pues dice el profeta Isaías: «Mira que viene tu salvación; mira, su salario le acompaña» (Is 62, 11)(33). Pero Jesús, en hebreo, significa «salvador»; sin embargo, la gracia otorgada a los profetas, previendo el torcido sentimiento de los judíos hacia la destrucción del Señor, les ocultó la verdadera denominación para que no pudiesen, conociéndolo demasiado pronto, estar al acecho contra él de manera más insidiosa. Pero Jesús fue llamado claramente de ese modo, no por todos, sino por el ángel, que no vino por su iniciativa, sino por la autoridad de Dios, y dijo a José: «No temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombra Jesús» (Mt 1, 20-21). Y al dar razón de este nombre, añadió de modo inmediato: «Porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (1, 21b). Pero has de entender cómo puede tener un pueblo quien todavía no ha nacido, y es que en realidad ya existía antes de nacer. Esto es lo que de su persona dice el profeta: «Yahvé desde el seno materno me llamó: desde las entrañas de mi madre recordó mi nombre» (Is 49, 1)(34). Por eso predijo el ángel que habría de ser llamado Jesús. Como también deben entenderse de las insidias de Herodes estas palabras: «En la sombra de su mano me escondió» (Is 49, 2).

El Salvador que sana

13. Así pues, «Jesús» significa en hebreo «salvador», y en la lengua griega, «el que sana». En realidad él es médico de las almas y los cuerpos, y sanador de los espíritus: cura a los que están ciegos en sus ojos sensibles, pero lleva también la luz a las mentes: es médico(36) de los que están visiblemente cojos, y dirige también los pies de los pecadores a la conversión cuando dice al paralítico: «No peques más» (Jn 5, 14) y: «Toma tu camilla y anda» (5, 8)(36). Pues ya que a causa del pecado del alma había sido entregado el cuerpo a la parálisis, sanó primero el alma para llevar también después la medicina al cuerpo. Por tanto, si la mente de alguien está agarrotada por la enfermedad de los pecados, tiene ahí médico. Pero si alguien es de poca fe, dígale: «Ayuda a mi incredulidad» (Mc 9, 23). Y si alguien está plagado de enfermedades corporales, no desconfíe, sino acérquese, que también recibirá remedio, y reconozca que Jesús es el Mesías.

Eternidad e inmutabilidad del sacerdocio de Cristo

14. Los judíos conceden que Jesús es algo más, pero niegan que sea el Mesías. Por ello dice el Apóstol: «¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo (1 Jn 2, 22)?». Pero Cristo es el sumo sacerdote con un sacerdocio intransferible(37). No comenzó en el tiempo a ser sacerdote ni tiene sucesor alguno en su pontificado, tal como nos oísteis hablando el domingo en la asamblea(38) sobre aquello de «según el orden de Melquisedec» (Sal 110, 4; cf. Hebr 5, 6)(39). No ha obtenido el pontificado por sucesión corporal ni ha sido ungido con óleo terreno(40), sino que procede del Padre antes de los siglos; y es tanto más excelente que otros cuanto ha sido Sacerdote a través de un juramento: «Pues los otros fueron hechos sacerdotes sin juramento, mientras éste lo fue bajo juramento por Aquel que le dijo: "Juró el Señor y no se arrepentirá..."» (Hebr 7, 20b-21a). Para la seguridad del asunto bastaba con la voluntad del Padre. Pero esta seguridad se ha duplicado al añadirse a la voluntad además un juramento: «Para que mediante dos cosas inmutables por las que es imposible que Dios mienta, nos veamos más poderosamente animados» (Hebr 6, 18)(41) quienes acogemos a Jesucristo Hijo de Dios.

Pese a los anuncios, Cristo fue rechazado

15. A este Cristo le rechazaron los judíos cuando llegó(42), pero lo confesaron los demonios (cf. Lc 4, 41). Tampoco lo ignoraba el patriarca David cuando decía: «Aprestaré una lámpara a mi ungido» (Sal 132, 17). Algunos han entendido esta lámpara como el esplendor de la profecía; otros han entendido por esta lámpara la carne tomada de la Virgen, según aquello que dice el apóstol: «Llevamos este tesoro en vasos de barro» (2 Cor 4, 7). No desconocía a Cristo el profeta al decir: «Anunciando a los hombres a su Cristo» (Am 4, 13 LXX). También lo había conocido Moisés, lo había conocido Isaías y también Jeremías: ninguno de los profetas lo desconoció. Lo reconocieron incluso los mismos demonios. «Les conminaba», y, se añade, «porque sabían que él era el Cristo» (Lc 4, 41). Los príncipes de los sacerdotes lo ignoraron, pero lo confesaron los demonios. Mientras los príncipes de los sacerdotes le desconocían, lo anunciaba la mujer samaritana diciendo: «Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?» (Jn 4, 29).

Universalidad del cristianismo

16. Este Jesucristo es el «Sumo Sacerdote de los bienes futuros» (Hebr 9, 1 1), que por la largueza de su divinidad nos comunicó a todos su mismo nombre. Cuando alguien es rey, no comunica a los demás la denominación de su dignidad regia. Pero Jesús, el Cristo, Hijo de Dios, se dignó denominarnos con el nombre de cristianos. Verdaderamente, dirá alguno, se trata de algo nuevo. Este nombre de «cristianos» no se había oído anteriormente, y a veces se despierta oposición a las cosas nuevas simplemente por el hecho de ser nuevas. De esto trató el profeta al decir: «A sus siervos les dará un nombre nuevo tal que quien desee ser bendecido en la tierra deseará serlo en el Dios del Amén...» (Is 65, 15-16)(43). Preguntemos a los judíos: ¿servís a Dios o no? Mostradme, si acaso, vuestro nuevo nombre. Pues en tiempo de Moisés y de los demás profetas erais llamados judíos e israelitas, e igualmente después del retorno de Babilonia y hasta nuestros días. ¿Tenéis acaso un nuevo nombre? Pero nosotros, sirviendo al Señor, tenemos un nombre nuevo: y es realmente nuevo, nombre nuevo que «será bendecido sobre la tierra»: este nombre ha arrebatado toda la tierra, como quiera que los judíos están limitados a los confines de una sola región, pero los cristianos están extendidos por todo el mundo. Lo que ellos anuncian es el nombre del Hijo unigénito de Dios.

Pablo, anunciador del Evangelio tras haber perseguido a los cristianos

17. ¿Quieres saber que los apóstoles conocieron y anunciaron el nombre de Cristo, y que más bien tuvieron en sí mismos al mismo Cristo? Pablo dice a sus oyentes: «... ya que queréis una prueba de que habla en mí Cristo» (2 Cor 13, 3). Pablo anuncia a Cristo diciendo: «No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús» (2 Cor 4, 5). Pero, ¿quién es el que así habla? El que anteriormente era perseguidor. ¡Oh gran milagro! El que antes fue perseguidor anuncia ahora a Cristo. ¿Y por qué razón? ¿Ganado por el dinero? Pero no había nadie que lo persuadiese con tales artes. ¿O acaso lo había visto personalmente en la tierra y actuaba impulsado por reverencia y pudor? En realidad ya había marchado al cielo. El (Pablo) había partido como perseguidor y, luego de tres días en Damasco, el que se dedicaba a perseguir se convierte en su pregonero (Hech 9, 1-25). ¿En virtud de qué? Algunos citan testigos de su casa para cosas familiares, pero yo te he traído como testigo a quien antes había sido enemigo. ¿Todavía tienes dudas? Grande es ciertamente el testimonio de Pedro y Juan, pero podría considerarse con cierta sospecha, pues eran familiares (de Cristo). Pero cuando quien antes era enemigo ahora afronta la muerte en favor del mismo asunto, no hay ya lugar para dudar acerca de la verdad.

Conversión de Pablo a Jesucristo. Fecundidad de su actividad escritora

18. Mientras se habla de estas cosas, sorprende gratamente el admirable designio del Espíritu Santo de que fuesen muy escasas en número las cartas de los demás, pero concedió a Pablo, que anteriormente había sido perseguidor, que escribiese catorce. Y no es que restringiese esa gracia en Pedro y Juan, como si fuesen menores. Nada de eso, sino que para afirmar la autoridad indudable de la doctrina, a quien antes había sido enemigo y perseguidor le concedió escribir ampliamente para que así tuviésemos todos una fe cierta. Ciertamente todos se asombraban de Pablo y decían: «¿No es éste el que en Jerusalén perseguía encarnizadamente a los que invocaban ese nombre, y no ha venido aquí con el objeto de llevárselos a todos a los sumos sacerdotes?» (Hech 9, 21). «No os asombréis», dice Pablo, sé que para mí «es duro dar coces contra el aguijón» (Hech 26, 14)(44). Sé que «no soy digno de ser llamado apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios» (I Cor 15, 9), pero «por ignorancia» (I Tim 1, 13). Pues creía que la predicación de Cristo era la ruina de la Ley: no sabía que él había venido a cumplir la Ley, no a anularla (cf. Mt 5, 17). «Y la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí» (I Tim 1, 14).

Innumerables testimonios y testigos de Cristo

19. Queridos, hay muchos testimonios acerca de Cristo(45). Desde el cielo testifica el Padre acerca del Hijo (cf. Mt 3,17; 17, 5); testifica el Espíritu Santo descendiendo corporalmente bajo el aspecto de paloma (Lc 3, 22); testifica el arcángel Gabriel anunciando el evangelio a María (Lc 1, 26-38); testifica la Virgen madre de Dios (ibid.); testifica el lugar dichoso del pesebre (Lc 2, 7). Es testigo Egipto, que acogió en cuerpo al Señor cuando era todavía un niño muy pequeño. Es testigo Simeón, que lo tomó en brazos y dijo: «Ahora, Señor, puedes según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz, porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos» (cf. Lc 2, 28-31). Y Ana, la profetisa, continente (y viuda)(46) piadosísima y que llevaba una vida ascética, testifica igualmente de él (Lc 2, 36-38). Testifica Juan Bautista, el mayor de los profetas (Jn 1, 15; 1, 19 ss) y el primero del Nuevo Testamento, que en cierto modo conecta en sí ambas Alianzas, la antigua y la nueva(47). Entre los ríos es testigo el Jordán, entre los mares, el de Tiberíades. Dan testimonio los ciegos, los cojos, los muertos llamados de nuevo a la vida. Los demonios dan testimonio diciendo: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret?... Sé quién eres tú: el Santo de Dios» (Mc 1, 24). Testifican los vientos refrenados por su poder (Mt 8, 23-27); testifican los cinco panes repartidos entre cinco mil hombres (Mt 14, 13-21). Lo testifica el santo leño de la cruz, que se contempla entre nosotros hasta el día de hoy y que ha llenado casi todo el mundo con los trozos que algunos, por su fe, han cogido de él. Testifica en el valle la palmera que proporcionó las palmas a los niños que en su momento acogieron con alabanzas a Cristo (Jn 12, 13). Da testimonio Getsemaní como mostrando también todavía a Judas a quienes entienden lo sucedido (Mt 26, 47 ss). Este santo monte, el Gólgota, destacando sobre los demás, también testifica al dejarse ver; también dan testimonio el santo sepulcro y la piedra junto a él colocada hasta el día de hoy (cf. Mt 27, 60). El sol que está ahora luciendo es testigo por haber experimentado un eclipse en la pasión. Testigo fueron también las tinieblas que en aquella ocasión se extendieron desde la hora sexta hasta la hora nona (Lc 23, 44). Testigo es la luz que iluminó desde la hora nona hasta la tarde. Testigo es el monte santo de los Olivos desde el cual ascendió al Padre (Hech 1, 9-12). Testigos también las nubes de tormenta que acogieron al Señor(48). Igualmente las puertas celestiales que acogieron al Señor, de las que dice el salmista: «¡Alzaos, puertas, alzad los dinteles, puertas eternas, para que entre el rey de la gloria!» (Sal 23, 7). Testifican asimismo quienes con anterioridad habían sido enemigos, de los que ahora hay que recordar al bienaventurado Pablo, que por un cierto tiempo vivió en la enemistad, pero (después) ejerció su ministerio de modo duradero. Testifican los doce apóstoles, que no sólo con palabras predicaron sino también con sus propios tormentos y su muerte. Testifica la sombra de Pedro, que en nombre de Cristo sanaba a los enfermos (Hech 5, 15); testifican los pañuelos y los mandiles, que a través de Pablo realizaban igualmente curaciones con el poder de Cristo. Son testigos los persas, los godos y todos los convertidos de los gentiles que no dudan en enfrentarse a la muerte por aquel (49) a quien no vieron con los ojos de la carne. Testifican los demonios, exorcizados hasta el día de hoy por el servicio de los fieles.

Con tantos testigos la fe se hace evidente

20. Muchos, diversos y diferentes son los testigos. ¿Se rehusará, pues, la fe a un Mesías comprobado por tantos testimonios? Si alguien, por consiguiente, no ha creído ya antes, crea ahora; pero si ya creyó, reciba un mayor incremento de fe: creyendo en nuestro Señor Jesucristo, sepa de quién recibe la forma de llamarla. Has sido llamado cristiano: que no sea blasfemado por tu causa nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, sino que tus buenas obras resplandezcan ante los hombres, para que los hombres que las vean glorifiquen en Cristo Jesús, Señor nuestro, al Padre que está en los cielos (Mt 5, 16), a quien sea la gloria ahora y por lo siglos de los siglos. Amén.


CREE O NO CREE EN CRISTO????... esa es la cuestión. Porque está hablando de Cristo, no?... si, y tanto. No como usted, que nomás verborrea y da descrédito, pero ni versículos, ni Palabra, ni testimonio... en fin... quien tiene ojos para ver, bien que ha visto... ;)
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

No verá, por la sencilla razón que puedo leer cual era su fe, y a quien predicaba, cosa que no vemos en usted... leámosle de nuevo:

CREE O NO CREE EN CRISTO????... esa es la cuestión. Porque está hablando de Cristo, no?... si, y tanto. No como usted, que nomás verborrea y da descrédito, pero ni versículos, ni Palabra, ni testimonio... en fin... quien tiene ojos para ver, bien que ha visto... ;)

Ah que necio, no porque escriba de Cristo ya es cristiano, lo que se escribe (supuestamente escrito por él) no necesariamente es lo que se siente, lo que se cree. No sea necio, no puede juzgar usted a un hombre, en toda su vida, por un escrito, no sea ciego, no sea tonto.
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.

Usted no puede juzgar nada, no sea necio, sólo Dios, sólo Él sabe quién guarda a Cristo en su corazón y quién no, déjese de torpezas.

Y usted le llama idolatra, le juzga... y a la vez... me llama necio, me llama ciego, me llama... uf, vaya forma de tomar la Biblia y para si mismo. Ala, alegría, todo es una juerga, tomando de donde viene en gana y a tal cual... en fin... ;)
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Ah que necio, no porque escriba de Cristo ya es cristiano, lo que se escribe (supuestamente escrito por él) no necesariamente es lo que se siente, lo que se cree. No sea necio, no puede juzgar usted a un hombre, en toda su vida, por un escrito, no sea ciego, no sea tonto.

Ah, ya, entonces ni Pablo, ni Lucas, ni Mateo, ni Pedro, ni Marcos, ni Isaias, ni Daniel, ni Jeremias, ni Moises... ala... y todo los versículos que le he dado, todos a tomar... en fin... aquí tienen al superungido, tomo la Biblia a tal cual me interesa, pero... je, je, je... JAMÁS LA UTILIZO... ala, así es nuestro amigo... en fin... :)
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Y usted le llama idolatra, le juzga... y a la vez... me llama necio, me llama ciego, me llama... uf, vaya forma de tomar la Biblia y para si mismo. Ala, alegría, todo es una juerga, tomando de donde viene en gana y a tal cual... en fin... ;)

Cirilo es católico ¿usted lo va a negar? sería el colmo que lo hiciera. No se equivoque, usted no puede juzgar los corazones a como lo tiene pretendido. No porque usted se eneamoró del escrito de Cirilo, ya significa que éste sea santo, no se confunda.

Cirilo habla de Cristo, si. ¿Y eso ya lo hace santo? no sea torpe, muchos hablaron de Cristo llevando una vida contraria al Evangelio, déjese de tonterías, ello es mi sano consejo.
 
Re: Existen Santos fuera de la Iglesia Católica

Ah, ya, entonces ni Pablo, ni Lucas, ni Mateo, ni Pedro, ni Marcos, ni Isaias, ni Daniel, ni Jeremias, ni Moises...

No se equivoque, todos estos vienen en las Escrituras... ¿dónde está su Cirilo en la Biblia? no sea necio. Escudriñe las Escrituras, y será salvo.