Re: ¿JESUS ES DIOS O ES EL HIJO DE DIOS?
Hola a todos, soy nuevo en el foro y me gustaría presentarme participando en éste post.
Ya se han aportado los suficientes argumentos bíblicos. A mi parecer, en los mensajes que me preceden ha quedado claro que las Santas Escrituras enseñan que Jesucristo es Dios, al igual que el Padre Eterno.
Creo que ya es hora, y me gustaría que no me despreciéis por esto, de echar mano de la Teología. Lo primero, me gustaría dejar claro cuál es el Dogma de la Santísima Trinidad, puntualizando que declaro, desde éste mismo momento, mi absoluta fe en Toda Ella, y si, Dios no lo quiera, digo algo que vaya en contra del Dogma o de las enseñanzas de la Santa Iglesia, desde ya me desdigo.
El dogma de la Santísima Trinidad, misterio sublime y central de la fe cristiana, se puede, por decirlo así, presentar en los siguientes artículos:
1º Existe un solo Dios
2º El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios; y sin embargo no hay tres dioses, sino un sólo Dios
3º El Padre es Dios, en Él está contenida la plenitud de toda la divinidad; El Hijo es Dios, en Él está contenida la plenitud de toda la divinidad; El Espíritu Santo es Dios, en Él esta contenida la plenitud de toda la divinidad. Cada una de las Hipóstasis Divinas son por sí solas, Dios; El Padre no es un tercio de Dios, Él todo y solo es Dios entero; lo mismo con el Hijo, lo mismo con el Espíritu Santo.
4º El Padre no es el Hijo ni el Espíritu; el Hijo no es el Padre ni el Espíritu; el Espíritu no es el Padre ni el Hijo. Son, realmente, tres personas distintas.
5º El Padre es el Protoprincipio Eterno, el Hijo proviene Eternamente del Padre, y el Espíritu Santo proviene Eternamente del Padre y del Hijo. No ha de considerarse nunca, y es una herejía, pensar que un tiempo estuvo el Padre sin el Hijo y sin el Espíritu Santo. Dios siempre, desde la eternidad, ha sido la Santísima e Individua Trinidad.
Aquellos, como decía, son los artículos que explican el Dogma de la Trinidad, la verdad revelada. En éste momento empieza la teología, tomando como objeto de pensamiento a la Trinidad:
Lo primero, inicia el tema con la pregunta: "¿Jesús es Dios, o es el Hijo de Dios?", como si hubiera una contradicción intrínseca entre ser Dios, o ser el Hijo de Dios. Seguramente por el condicionamiento social o por prejuicios ideológicos, al que todos estamos sometidos, se puede llegar a pensar que, en la Trinidad, va implícita una jerarquía como la que se da en la vida familiar: el Paterfamilias es siempre el que manda, el Hijo es siempre el que obedece y honra a su Padre. Debe hacerse lo posible por romperse de aquel prejuicio y cuidar de no hacer barreras epistemológicas entre lo temporal y lo eterno, entre lo absoluto y lo contingente, entre El Ser y el No-ser.
Bien, postulo como principio fundamental para esta charla, que todos tengamos muy claro y siempre presente esta verdad: los nombres "Padre, Hijo y Espíritu Santo" están más orientados al consuelo de los fieles, que a la intelección perfecta del Misterio Trinitario.
Una vez salvado aquel que descubro como el principal obstáculo para la comprensión o asimilación del Misterio, inicio una explicación teológica. Lo que voy a decir es parte de la filosofía de uno de los teólogos rusos más importantes en la historia de esa Nación: Vladimir S. Soloviev. Quizás haga uso de ejemplos aristotélicos o de otras escuelas filosóficas.
Para empezar:
Dios se revela asimismo como "El Ser"; dijo Dios a Moisés: "Yo Soy el Que Soy", éste es mi nombre y con él seré recordado por todos los siglos" [Éxodo 3:14]
En el nombre de Dios se ha querido ver que el Santo Señor se revela como la Verdad Absoluta: "Yo soy el único que realmente ES; Soy el que Soy"; el nombre, en explicación superficial, expresa que Dios es el único que subsiste per se, el único que es. Toda la creación no-es; toda ella un día desaparecerá, no puede subsistir por si misma: se consume y muere. Dios, en cambio, ES.
Pero para que Dios sea realmente, no basta con ser un ser abstracto: sólo "ser" no se puede, es necesario "ser algo". Ello lo prueba el mismo uso corriente de la palabra ser, cuando la usamos in abstracto: sirve únicamente como vínculo entre sujeto y predicado; decimos, esto es aquello, no podemos decir simplemente "ES", porque entonces hablamos de una abstracción, y toda abstracción es negación.
Así, abstraer es negar: ¿como llego a la abstracción "HOMBRE"?, simple, negando las notas diferenciales entre todos los hombres hasta construir un concepto que los abarque a todos. Es por ello que, si se admite que Dios "ES", sin admitir que "ES ALGO", no se está diciendo otra cosa sino que Dios no es nada, no existe.
Por ello Dios, para Ser, necesita de un contenido positivo. Algo de lo cual se pueda predicar cuando respondamos a la pregunta: ¿Qué o quién es Dios?. Pero ¿qué es Dios?; evidentemente no podemos saberlo, nos es desconocido, así que sólo podemos contestar un contenido positivo in abstracto: Dios es Todo. Claro está, no es que Dios no sea Todo, sino que ante la imposibilidad de decir algo más concreto, tenemos que limitarnos a decir la verdad más evidente para la razón: Dios es Todo.
Aclaro que, cuando decimos que Dios es Todo, no nos referimos a los árboles y a la naturaleza, como el panteísmo naturalista; nos referimos a que en Dios está la plenitud: está Todo. La naturaleza cambia, muere, no es-todo. Dios tiene que ser todo: ser absolutamente pleno, perfecto.
Ahora, la plenitud, la perfección, implica una serie de presuposiciones. Por ejemplo: Dios no puede ser creado, porque ser creado es una imperfección: tiene que ser eterno; nada puede tener existencia fuera de Dios, es decir, afirmarse fuera de Él, porque si así fuera esto que se afirma a sí mismo fuera de Dios, es independiente de Él y Dios no sería Dios.
Así, ¿cuál es la primera perfección?, ¿qué es lo primero que se tiene que ser, para ser plenos o, en el caso de Dios, ¿lo protoprimero?. Fácil: ser algo.
Ahora, no basta con ser algo. Hay que saberse algo. Dios tiene que saber que es algo: es lo que se llama auto-afirmación. Es una nota primordial de la plenitud: lo vemos en todos lados, para ser plenos, los hombres buscan autoafirmarse.
¿Y cómo se autoafirma?. Yo, por ejemplo, me sé persona, me sé algo, cuando hablo con otras personas: poniéndome de frente con mis iguales me testimonio a mí mismo. Platicando, conviviendo, testimonio la verdad de mi existencia.
Pero supongamos que soy el único hombre sobre la tierra: ¿como podría, entonces, auto-afirmarme?. No vayamos lejos, no es necesario ser un ser solitario para recurrir a la auto-afirmación de la que voy a hablar.
El padre del racionalismo, René Descartes, postuló el principio de la duda: no podemos estar seguros de absolutamente nada, es necesario dudar de todo. De la duda viene el conocimiento, decía. Entonces, para llegar a conocer, hay que partir de la duda y empezar, desde abajo, a construir la filosofía: ¿qué es lo primero que quiero saber?, fácil, lo primero que quiero saber es que existo; ¿y cómo puedo llegar a saber que existo?: dudando. Porque precisamente dudando testimonio la existencia de mi ser que duda.
Finalmente, ¿qué es dudar?. Es un acto del pensamiento. Entonces, tenemos la primera certeza: cogito, ergo sum [pienso, luego entonces, existo]. Así es como René Descartes se autoafirmo: sabiéndose un ser pensante, testimonió su propia existencia.
Llevemos nuestra teología un poco más allá: ¿qué es pensar?; pensar es crear. Es una aspiración por la cual el hombre quiere, no sólo ser, sino poseerse a sí mismo. Pasa, por ejemplo, con el artista: sin duda la obra de arte no es otra cosa que lo que el artista lleva dentro, su quid; pero el artista no se da por satisfecho con tenerlo dentro de sí, quiere tenerlo para sí. Crear es pretender sacar mi interior y tenerlo fuera de mí, para poseerlo y saberlo mío. Si nos apuran, incluso el artista desea dotar de personalidad a su obra.
Lo mismo con Dios. Dios, para ser pleno, no se basta con poseer en sí, tiene que poseer para sí, distinguir lo que es ÉL, de lo que es Suyo. ¿y acaso, lo que Dios ES, y lo que de EL ES, no es lo mismo?. ¿Cómo hace esto Dios?: separando su contenido positivo de si mismo, de la misma manera que uno separa lo que es de lo que le pertenece.
Entonces Dios, para ser pleno, se autoafirma poniéndose enfrente de su contenido positivo, enfrente de su conocimiento, de su plenitud. [incluso, en la Biblia se habla de Cristo como la sabiduría de Dios].
Como ya es un poco tarde, voy a tratar de no profundizar tanto a partir de ahora. Decía que Dios, para ser pleno, esto es, para ser Dios, necesita autoafirmarse. Se autoafirma separando su contenido positivo y poniéndolo frente de sí. Pero en Dios no puede haber potencias, porque la potencia es una imperfección. Algo en potencia es algo que, sin ser, puede llegar a ser; un árbol es una silla en potencia. Dios no puede ser, nunca, potencia, tiene que ser acto puro desde siempre y para siempre. Si es Dios, tiene que haber sido Dios en acto puro desde la eternidad.
Entonces, que Dios se ponga frente a su contenido positivo, no es algo que haya ocurrido en un momento determinado, es algo que ocurre en acto puro desde siempre: El Hijo y el Padre son, desde siempre, juntos. Tampoco, ese contenido positivo de Dios, se puede quedar impersonal, porque la impersonalidad es una imperfección: es necesario y la plenitud exige que el Hijo de Dios, esto es, su contenido positivo, engendrado eternamente por el Padre, tenga también la perfección del Padre: que sea persona.
Ahora, un Padre que se encuentra en la Eternidad con el Hijo, no puede permanecer indiferente ante Él. ¿Cuál es la respuesta del Padre ante Él Hijo, y del Hijo ante el Padre?: El Amor.
El Amor, que volviendo a lo mismo, no puede ser "sólo amor", tiene que ser perfecto: un amor perfecto. Para tener la perfección, debe, como el Padre y el Hijo, ser persona. Cerrándose así, el círculo trinitario: Dios no puede serlo sin la Palabra que lo expresa y sin el Espíritu que lo afirma. Preguntarse qué necesidad hay de esto, es como preguntarse qué necesidad hay de que Dios sea Dios.
Ahora, como último, es necesario tener en cuenta que esta relación de Dios consigo mismo es Eterna. No tuvo comienzo en el tiempo, no tendrá final. Por ello se dice que el Padre engendra al Hijo eternamente, y que el Espíritu Santo proviene del Padre y del Hijo.
Espero que os haya parecido interesante éste mi primer aporte. Un saludo.