Nada más que porque la respuesta que mi colaborador (el polemista) da a tu mensaje en el otro foro paralelo que acabo de pegar, se refiere particularmente a los pastores, quise incluirlo aquì tambièn, por las dudas que ellos nos lean aquì y no allì, y si fuese el caso que no fueras ùnico en el mundo - como parece - con tu excepcional tesis, convendrà que quede debidamente informado de la situaciòn. Si te dignas responder, puedes hacerlo allì, aquì o en ambos lugares. Ricardo.
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Uno de estos días me van a matar de un susto. Tal fue el que me llevé al leerte, que primero te desconocí, y luego pensé que estarías bromeando.
Así que ya que lo aludías, pasé el mensaje al polemista para que viera él qué responderte.
Yo ya no estoy para estos lances, y cedo tu punto de discusión a quien con mejores bríos, entendimiento y perspicacia, pueda contestar a tus sutilezas.
Ricardo.
Hermano DJ:
Felicito a Vd. porque finalice diciendo “Aclaro que es MI entendimiento”, por lo cual deduzco que no es usted sino Su entendimiento que necesita ser aclarado.
Así que me alegro de que mientras Vd. mantiene en paralelo la misma postura que Ricardo, apenas sea Su punto de vista el que se desvía buscando un enfoque tan particular, que de conocerlo MINIYO - y sobrevivir al infarto –, délo por seguro que retorna al foro de inmediato.
Yo no sé si a esta altura del partido usted calculó que Ricardo estaría cansado, pidiendo agua por señas, y porque hicieran el relevo. Pues no se equivocó, y aquí me ve.
Ha estado muy acertado en hacer constar ya de entrada, que la suya es creencia particular a Vd., y nada le debe a gramático, lingüista, filólogo o espécimen parecido.
Si la “fornicación” les cae a los solteros como anillo al dedo, será porque oficiando de pastor usted me los casa con anillo y todo. Si ya son marido y mujer y están con la soga al cuello, pues “un tropezón cualquiera da en la vida” canta la letra de un tango, y una “cana al aire” podría usted tomarla como no tipificando un adulterio a lo bruto, sino apenas un desliz, que no sé realmente si con la excepcionalidad me lo achica o me lo agrava. Pues pareciendo en primera instancia lo primero, en segunda como que me lo convierte en causa suficiente como para demandar el divorcio. O sea, si por tonto cae el cónyuge en unión carnal fuera del matrimonio, en acto único e irrepetible, podrá aprovechar cualquiera de los esposos a reclamar la cláusula de excepción de Mt.19:9 y obtener el divorcio con nuevo casamiento en puerta. Pero si por retontos reinciden una y otra vez en el mismo acto ilícito, tal torpeza ya tipifica adulterio, lo que los dejaría fuera de la aludida salvedad, de modo que aunque llegaran al divorcio no podrían recasarse.
Tal como ve Vd. la cosa, entonces, si el pastor tuviera una aventura con su secretaria, y ambos desearan perpetuarla de por vida, pero en forma legítima para continuar en el ministerio, tendrán que documentar válidamente esa “única vez”, de modo que las “malas lenguas” en la iglesia no empiecen luego a chismear que desde hacía ya tiempo venían en esas cosas. Pero si la incontenible fuerza de la pasión los calificara ya como amantes consuetudinarios, entonces tendría que optar entre el ministerio y su nuevo amor, pues por menos legalista que fuera la congregación, difícilmente admitiera a un pastor adúltero con una esposa en la casa y otra en la iglesia sentada en el banco de suplentes.
Así que ahora, y gracias a su aporte, esta antigua doctrina del divorcio que ya deambula por los pasillos de las iglesias doblegada por el peso de sus tres mil quinientos años de historia, recibe el refresco de la “renovación conyugal” que podrán disfrutar los pastores antes de acogerse a los beneficios de la jubilación. Si eligen bien, como el vino añejo y la mujer joven, podrán todavía tener, al mejor estilo Rey David, quien le caliente los pies en las noches de invierno. Si son previsores, engendrarán primero - como los antiguos patriarcas -, hijos e hijas, para que a su mamá la pastora recojan cuando Papá Pastor reinicie su nueva vida.
Apreciado DJ, si no te entendí bien por el apagón de tu entendimiento, o del mío, por los efluvios del vino añejo, te agradeceré hagas las correcciones del caso.
Mis cordiales saludos.
El polemista.