Re: La desobediencia al bautismo y la santa cena NO interfieren en la salvación.
El ladrón en la cruz se salvo sin bautizarse dicen algunos que no leen bien la Biblia. Para de esta manera invalidar el bautismo.
Claro. Según esa lógica también Elías y Moisés se salvaron sin creer en Cristo, entonces deducimos que no es necesario creer en Cristo...
Los católicos creemos que el bautismo es necesario para la salvación, porque así fue la voluntad de Dios. Ahora, si para alguien es absolutamente imposible recibir el bautismo, porque está en una situación en que queriendo recibirlo no puede, pues entonces obviamente Dios no le exige a esa persona cumplir un requisito imposible.
Imagínense a un Dios tan cruel que para salvarse una persona le exiga algo que esa persona no puede hacer. Obviamente la ley cesa cuando hay un impedimento para cumplirla. La ley del bautismo y su obligatoriedad cesa cuando la persona se ve imposibilitada de cumplirla.
Por eso el ladrón de la cruz se salvó sin recibir el bautismo. El requisito de ser bautizado, que es un requisito universal, no rige para ese hombre en ese momento porque no se puede bautizar, y entonces Dios le pide lo que sí puede dar: su profesión de fe. Eso puede hacerlo, y eso le exige Dios.
Pero esto es obviamente una excepción, pus es una conversión en la agonía de la muerte. Sacar una conclusión universal a partir de una situación absolutamente anormal y especial, es una barbaridad. Es como usar de pretexto que Moisés se salvó sin creer en Cristo. A Moisés no se le exigió creer en Cristo, porque para él en ese momento era imposible, pues entonces el requisito universal de la fe en Cristo para salvarse no se exigió a Moisés. Dios no exige imposibles. A Moisés se le exigió seguir la Ley de Dios que tenía en ese momento. Pero eso no implica que nosotros también estemos eximidos de la obligación de creer en Cristo para salvarnos!!!
Las excepciones no son regla. Son excepciones.
Saludos Perdonado, y me parece fascinante unir fuerzas contigo en un tema. Me alegro que coincidamos en una verdad de fe, y podamos profesarla juntos. ¡Qué alegría sería poder profesar juntos una misma fe! Quiera el Espíritu Santo obrar ese prodigio.