Re: La Verdadera Sede de la Iglesia de Cristo seria en: Israel, Grecia, o Roma?
Heleno, el si lo sabe. Es el saltimbanqui de todo el cristianismo.
Primero católico, alli no le tenian en demasiada consderación y se fue con los protestantes. El, por lo visto, creyó que le colocarian en un altar. Como no fué así, se largo con los ortodoxos y claro, tenian todos los altaras ocupados. Volvió al romanismo a la espera que se desocupe alguno de ellos. Lo tiene listo.
Este foro lo usa para hacer méritos.
Pero no hay altares vacios.
Bien, esta vez te voy a responder en el idioma de Cervantes.
Efectivamente yo fui católico en los primeros años de mi vida. Cosa lógico pues nací en un hogar católico y mis padres, a pesar de sus limitaciones, eran verdaderamente creyentes. No se conformaron con bautizarme sino que buscaron darme una educación católica tanto en casa -mi madre era catequista- como en la escuela. Para esto último eligieron enviarme al colegio de los PP Escolapios de Getafe. Siendo un niño católico tuve momentos
de auténtico encuentro con Dios.
Degraciadamente me quedé sin padre a los 16 años. Mi madre también acusó el golpe y cometimos el error de no apoyarnos el uno en el otro, lo cual complicó aún más las cosas. Entré en un periodo depresivo que me llevó a alejarme de la fe católica e incluso a desear la muerte. Por tanto, yerras al decir que me fui con los protestantes porque no me tenían en mucha consideración en la Iglesia Católica. La verdad es que yo me alejé de ella y, peor aún, de Dios mismo. Sin que hubiera culpa de nadie más que yo mismo.
Cuando salí de la depresión clínica, y casi al mismo tiempo que conocía a la que hoy es mi esposa, me metí en el mundillo de la Nueva Era y el esoterismo. Estuve en ese ambiente unos años, pero nunca metido de lleno en ningún grupo en concreto, aunque sí tuve cierta relación con la gente de la Misión Rama (Sixto Paz y cía) en Madrid. En esos años conocí a un matrimonio que luego sería el instrumento que Dios usó para hacerme regresar a la fe cristiana. Esta pareja, que se dedicaba a exponer sus cuadros "esotéricos" (mandalas y material para la meditación) en la librería Bohindra, cercana a la puerta del Sol, se convirtió a Cristo leyendo la Escritura. Desde ese instante renunciaron a todo lo que habían hecho hasta entonces y empezaron a invitar a sus amistades para predicarles el evangelio.
Un puente de Semana Santa que jamás en la vida olvidaré, fui a visitarles junto con mi esposa y mi primogénito. Vivían en un pueblecito de Cuenca, Pozorrubio de Santiago. En esos días, Santiago y Ángeles nos abrieron las Escrituras y nos predicaron el evangelio de salvación en Cristo Jesús. Me acuerdo lo que le dije a mi esposa la primera noche que pasamos allá: "Es como si estuviera reencontrándome con un viejo amigo". Efectivamente, en esos días decidí entregar mi vida al Señor cuando Santiago me invitó a hacerlo. El domingo por la mañana madrugamos para volver a Madrid, pues ellos tenían en la capital de España su congregación: Betel. Ese domingo asistí por primera vez en mi vida a un culto evangélico. Me sentía un poco raro pues no conocía las canciones de alabanza y además me parecía que todo el mundo me estaba mirando. Pero fuera de eso, salí muy edificado de la experiencia.
A las pocas semanas, y una vez que mi esposa decidió también entregar su vida a Cristo, el Señor nos llevó a la que sería nuestra auténtica familia cristiana durante los años siguientes: la congregación de Amistad Cristiana (AC) en la calle madrileña de Joaquín María López, 15. Ha de decir que el primero que me recibió, en un culto de miércoles, fue el hermano Miguel, al cual el Señor había sacado de la práctica de la homosexualidad. Su voz y su porte eran todavía el de un homosexual con plumas, así que lo primero que pensé es dónde me había metido. La verdad es que luego Miguel ha sido una de las personas a la que más hemos amado en el Señor. Aun hoy, él está presente en mis oraciones cada vez que oro por los demás.
Gregorio Jacob era el pastor de AC cuando pasamos a ser parte de aquella congregación. Todo lo bueno que yo pueda decir de él se queda corto. Era, y espero que siga siéndolo, un buen hombre de Dios. Aunque AC era una iglesia pentecostal, él nunca permitió que se dieran los extremismos que suelen darse en las iglesias pentecostales. Así, por ejemplo, nos decía que en los cultos dominicales procuraramos no hacer uso del don de lenguas (el que lo tuviera, claro) en caso de que viéramos que había gente nueva. En mis años en AC apenas vi alguna vez caerse a la gente, risas "santas" y demás farándula pentecostaloide. A los pocos meses me bauticé, junto con otros hermanos, en las Lagunas de Ruidera (desgraciadamente perdí la foto pero no descarto que la logre recuperar algún día porque sé que la tenía más gente). Mi esposa se bautizó al año siguiente.
Cuando nos fuimos a vivir a una hermosa casa de alquiler en Peña Gorbea, barrio Puente de Vallecas, tuvimos la oportunidad de dejar primero y alquilar después una de las habitaciones para quien lo necesitara de la Iglesia. Por nuestra casa pasó Elisabet, una misionera de origen uruguayo que vivía en Canadá y que había visitado las iglesias que su fallecido marido había abierto en no me acuerdo qué país africano. También pasó Jane, una muchacha canadiense que había estudiado en "Christ for the nations". Acabó casándose con el hermano que tocaba el piano en la alabanza y creo que hoy los dos llevan una iglesia evangélica en Pamplona. Tuvimos entre nuestros invitados a un muchacho que creo que hoy está en México tras haberse preparado para ser pastor. Estuvo a punto de ser el primer capellan evangélico en el hospital militar de Carabanchel. Y por último, durante varios meses tuvimos con nosotros a Miguel, con el que pudimos compartir sus alegrías, sus penas, sus luchas y sus anhelos.
Personalmente aquellos fueron los años más felices de mi vida y de mi matrimonio. Mi esposa estaba venciendo a uno de los peores enemigos con los que cualquier persona pueda enfrentarse, mi relación con Dios iba viento en popa, AC era un verdadero hogar y todo apuntaba a que pasaríamos el resto de nuestras vidas sirviendo a Dios como cristianos evangélicos. Incluso hubo un día en que un pastor pentecostal que estaba de paso por Madrid, profetizó en un culto que yo llegaría a servir al Señor a tiempo completo, que es la forma en que los evangélicos suelen denominar a las personas que no hacen otra cosa que trabajar para el evangelio, ya sea como pastores, ya sea como misioneros.
Cuando encontré trabajo en Servimax, del grupo Prosegur, aquello empezó a venirse abajo. Yo tenía turno de noche y además cometí el error de salir de Vallecas para ir a Getafe, a una casa de alquiler más barato. Entre mi horario de trabajo y la distancia (no teníamos coche propio), dejamos de asistir a los cultos de AC. Y en el barrio de Getafe donde vivíamos, todo lo que había era una secta rara unitaria y judaizante. Me era más fácil aprovechar las visitas a casa de mis suegros y asistir al culto dominical matutino de la Iglesia reformada que los José de Segovia, padre e hijo, pastoreaban en el puente de Vallecas. Los domingos por la tarde, sencilla y llanamente, los pasaba durmiendo.
Aquello además coincidió con una serie de cambios en AC que, hoy lo sé, rompieron con aquel ambiente familiar que había perdurado todos esos años. El primer error fue suspender las vigilias nocturnas de oración de los viernes, que eran auténtica fuente de bendición para el grupo base de la congregación. Dicha vigilia pasó a ocupar el lugar del culto de los miércoles, lo cual en realidad nos dejó sin culto y sin vigilia porque nunca fue igual.
El lugar de culto se nos había quedado pequeño y se decidió cambiar a un local más grande, cercano al primero. Yo ya estaba en Servimax cuando se produjo el cambio. Pero no sólo era un cambio de local. Personas que habían sido pilares de la congregación decidieron tomar otro camino. Unas, como Lupita Campos, verdadera alma mater de la organización en AC, regresaron a México. Otras, como Cindy y su marido, decidieron montar su propia iglesia en otro lugar de España (creo que Valencia). El caso es que AC ya no era lo que había sido. Y, como he comprobado cuando he vuelto a visitarles antes del verano pasado, no han vuelto a ser lo que éramos. No sé si ahora serán mejor o peor (aunque tengo mi opinión al respecto), pero no es la familia cristiana a la que nos unimos hace más de 16 años.
Los dos años y medio, mes arriba o mes abajo, que transcurrieron entre nuestra salida de AC y mi abandono del protestantismo evangélico, los dediqué a hacer lo que un número nada pequeño de protestantes evangélicos españoles hacen: estar fuera, en mayor o menor medida, del "sistema". Asistía a cultos de forma relativamente irregular, siempre sin ser miembro de ninguna congregación en concreto. Tuve alguna experiencia no muy grata con un personaje que iba de cristiano mesiánico y del cual sospecho que hoy tiene montado un chiringuito sectario por el barrio del Pilar. Creo que lo mejor de aquellos años fueron algunas de las reuniones que la gente de Libertad, asociación evangélica de estudios delas sectas, celebrábamos en la iglesia de los Segovia. Eso y, sin duda, el descubrimiento, leyendo libros, del protestantismo radical del siglo XVI.
Fue por entonces cuando empecé en Internet. Tras un tiempo en el foro del Reino de Dios, del pastor Carlos Devetac, encontré Iglesia.net y su foro primigenio (anterior al que aparece arriba como "Consultar anterior foro"). Allá estaban Elisa, Karolusín y un tipo del cual no quiero decir su nombre porque luego fue una pesadilla para mí y mi familia. Entre los libros de Yoder y de Juan Driver y lo que iba leyendo de los cuáqueros, casi me convierto en una especie de híbrido cuáquero-menonita free-lance. A la vez, probablemente fue entonces la etapa de mi vida en que más leí la Biblia. La leía tanto para mi edificación personal como para argumentar en contra de las doctrinas católicas. En esas estaba cuando apareció en mi vida Fray Nelson Medina, OP, que tuvo la paciencia de aguantar mi anticatolicismo de esos años. Entable una relación de amistad que sin duda fue clave para lo que habría de ocurrirme un par de años más tarde. Por cierto, fue en el Foro del Reino de Dios donde Malcom, forista también acá, me animó a prepararme para ser pastor evangélico. No se me olvidará lo que me dijo Fray Nelson entonces: ¿vas tú también a romper aún más la Iglesia de Cristo? Hasta mi salida del protestantismo no entendí lo que quería decirme.
He llegado al momento en que tuvo lugar el momento, salvando la muerte de mis padres y abuelos, más dramático de mi vida. Año 1999. Fue el año en que, junto con mi esposa, pasé de ser cristiano evangélico a católico, previa estancia de unos meses en la Iglesia ortodoxa. Las razones de ese cambio ya las he explicado repetidas veces en este foro y el que quiera puede leerlas
en este link o
en este otro. Desde luego dichas razones no fueron el absurdo "
creyó que le colocarian en un altar. Como no fué así, se largo con los ortodoxos y claro, tenian todos los altaras ocupados. Volvió al romanismo a la espera que se desocupe alguno de ellos" del que me acusas, estimado Tobi. Yo estaba comodíiiiiisimo como protestante evangélico y como apologeta anticatólico. Y me costó hasta lágrimas secas el dejar el protestantismo, para acercame a los ortodoxos primero y a la Iglesia Católica después. No sólo fue una lucha interna. Fue una pesadilla externa, pues como bien saben algunos, fui objeto de todo tipo de ataques, presiones, calumnias, amenazas, etc, etc. Procuro olvidarlas, por supuesto. Pero claro, si alguno me las hace recordar, pues nada puede hacer para evitarlo.
Mi trayectoria como católico también es pública y notoria. Tú dices que uso este foro para hacer méritos. Y para conseguir un altar. Pues mira, podría haber conseguido perfectamente un púlpito si me hubiera quedad como protestante. Luego podría haber conseguido perfectamente un altar si me hubiera quedado como ortodoxo. Y si tenía algo claro al regresar a la Iglesia Catolica era que, salvo que me quedara viudo (y bendita la gracia que me haría) era imposible "conseguir un altar". Todo lo más que he conseguido es un blog en el portal de información religiosa más importante de España y con eso me doy por bien pagado. Mis "altares" son aquellos hermanos a los que, por la gracia de Dios que me ha usado como instrumento, he ayudado a volver a la Iglesia de Cristo. Mi altar es la defensa de la fe de mis padres, hoy fe mía, y de la Iglesia donde nací para el Señor. Mi altar es servir a Dios en su Iglesia, ya sea como laico sin responsabilidad eclesial o pastoral alguna, ya sea como lo que Él tenga a bien disponer en el futuro si es que tengo futuro por delante. Mi altar es la Eucaristía de la que se alimenta mi alma sedienta de una mayor comunión con Dios. Mi altar es el altar "del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo" (Heb 13,10) y del que os alejáis los que negáis la misa. Y además de altares tengo pecados y cruces. Algunos de los pecados son bastante notorios. Y los ocultos bien los conoce Dios, a cuya misericordia me acojo. Y las cruces, verdaderamente sangrantes, me las guardo para mí, porque el Señor ha dispuesto que las lleve a cuestas con su indispensable ayuda, sin la cual estaría hoy doblemente muerto.
Ahora puedes seguir jugando a ridiculizarme, a burlarte de mi peregrinaje espiritual, a hacer análisis freudianos de mi persona. Da igual. No eres tú el que escudriñas mi corazón. Ese sólo lo escudriña Dios. Sea Él pues, quien me defienda o me acuse.