Imaginese si la Iglesia

6 Diciembre 2006
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Imagínese si la Iglesia estuviese verdaderamente dispuesta a asumir el hecho de que ha sido enviada a dar la Buena Noticia a los pobres y sacara todas las consecuencias de su compromiso histórico de levantar a los caídos, servir a los pequeños, defender la Vida…

Imagínese si laicos y pastores pudiesen encontrarse para un diálogo fraterno, franco y abierto sobre los signos de los tiempos que demandan, tanto en la sociedad como en la Iglesia, el coraje del testimonio profético que denuncia, anuncia y arriesga nuevos caminos…

Imagínese si la Iglesia tratase todas sus cuestiones internas como trata las sociales y, para dar el primer paso, comenzase por cuestionar su propio ejercicio del poder, respetando las diferencias y el derecho a discrepar, sin excluir a nadie, para establecer un auténtico espíritu democrático y participativo…

Imagínese si la Iglesia hiciese el mismo itinerario de su Maestro y fuese corriendo al encuentro de la Humanidad toda, que está falta de afecto y de pan, para anunciarle la Buena Noticia de la dignidad y de la paz…

Imagínese si la Iglesia se empeñase de verdad en la demarcación de las tierras de los pueblos indígenas y en la "repatriación" del pueblo negro, para resarcirles todo lo que les fue robado en el pasado y les ha sido negado en el presente…

Imagínese si la Iglesia invirtiese en la formación más seria y comprometida de sus cuadros, teniendo en cuenta la realidad socioeconómica, la diversificación de las culturas, la influencia de las ciencias humanas en la historia del pensamiento y de la praxis, la hermenéutica bíblica, la sexualidad…

Imagínese si la Iglesia revisase toda su moral, pero, esta vez a partir del Evangelio y, de una vez por todas, barriese de sus compendios todas las aberraciones que escribió y proclamó respecto del sexo, para exaltar el cuerpo como fuente de placer, de vida y de alegría, y por tanto, como manifestación del Dios Creador…

Imagínese si la Iglesia fuese consecuente en sus declaraciones contra el machismo y, con lealtad, abriese para la mujer las mismas oportunidades, tanto en el plano de los ministerios cuanto en el de las decisiones…

Imagínese si la Iglesia dejase a las parejas mismas la libertad de encontrar el método que mejor les pareciese para la planificación familiar, y no los maldijese, reproduciendo hoy la torcida moral agustiniana…

Imagínese si la Iglesia tuviese la sensibilidad de acompañar la evolución de la humanidad, del mundo y de las culturas, y tratase con el mismo cariño de Madre a aquellas personas que deshicieron su unión conyugal pero que continúan su camino a la busca del amor y de la felicidad…

Imagínese si la Iglesia cuestionase la obligación inhumana y cruel del celibato, que, impuesta a los clérigos, se hizo obsoleta en la historia, y hoy sólo contribuye para la mentira y el desequilibrio humano y afectivo…

Imagínese si la Iglesia acogiese en un abrazo tierno y fraterno todos aquellos hermanos en el sacerdocio ministerial que, casados, hicieron más completo su ministerio al expresar con la vida en pareja lo que hay de más bello en la creación: mujer y hombre a imagen de Dios…

Imagínese si la Iglesia cambiase sus criterios para seleccionar sus cuadros de mando y sólo tuviese en su jerarquía gente capacitada, abierta, equilibrada, madura humana y afectivamente, capaz de entregar su propia vida por amor al Reino…

El arte de imaginar pone en marcha ya los sueños y permite vislumbrar la posibilidad de realizarlos en la práctica. Ojalá tengamos los corazones abiertos para transformar nuestra imaginación en una realidad que transforme el rostro arrugado y desfigurado de la Iglesia, para que presente una nueva cara y cumpla, con fidelidad y celo apostólico, su misión de servir a la construcción de un nuevo milenio libre de toda prisión y exclusión.
 
Re: Imaginese si la Iglesia

Hola Marta

Por imaginarse... uno puede imaginarse cualquier cosa... hasta a los primeros cristianos gozando de los espectáculos del circo y participando en bacanales hasta con el mismísimo Diocleciano...

Marta, no sé si estás dentro o fuera de la Iglesia, y me parece ver buena intención en tí... pero no es el mundo quien debe juzgar la iglesia, sino al revés. Si por ejemplo, echas de menos una valorización del cuerpo, es que ni por asomo has leído nada de la maravillosa teología del cuerpo de Juan Pablo II. Si te provoca escozor que la Iglesia no transe sus principios y quisieras verla danzando al son de los tiempos... creo que no has entendido mucho cuál es el papel de la Iglesia.

“Finalmente —y he aquí lo mas importante— sólo eso nos explica el punto que tan inexplicable parece a todos los críticos de la historia cristiana: las guerras enormes provocadas por minúsculas disensiones teológicas, los terremotos de emoción causados por un simple gesto o una palabra. Todo dependía de una pulgada; mas para el que se está balanceando, una pulgada lo es todo.
La Iglesia, lanzada a este grande y arriesgado experimento de equilibrio irregular, no podía menos de sufrir oscilaciones enormes. Si una idea se debilita, la otra había de fortalecerse en igual grado. El pastor cristiano no tenía que pastorear rebaños de corderos, sino manadas de toros salvajes y de tigres, de ideas terribles y voraces doctrinas, cada una de las cuales se hubiera podido erigir en falsa religión, corrompiendo el mundo para siempre. Y nótese que precisamente la Iglesia parecía acudir a las ideas peligrosas, a la manera de un domador de leones. Los conceptos del nacimiento mediante el Espíritu Santo, de la muerte de un ser divino, del perdón de los pecados o del cumplimiento de las profecías, fácilmente se comprende que, con un leve toque, se hubieran podido transformar en otras tantas blasfemias y ferocidades.
Si los artífices del Mediterráneo hubiesen dejado mellarse el más humilde eslabón, entonces el león ancestral del pesimismo hubiera roto su cadena, arrastrándola rumbo a los bosques olvidados del Norte. De estas ecuaciones teológicas hablaré más tarde, advirtiendo sólo por ahora que la más pequeña equivocación doctrinal hubiera desatado huracanes sobre la felicidad humana. Una sentencia mal deletreada sobre la naturaleza del simbolismo hubiera causado el aniquilamiento de las más bellas estatuas de Europa. Un leve desliz en las definiciones hubiera suprimido las danzas, marchitado los árboles de Navidad o roto los huevos de Pascua. Las doctrinas hay que definirlas dentro de límites muy estrictos para que el hombre pueda gozar de las libertades generales. La Iglesia ha de ser cuidadosa para que el mundo pueda ir descuidado.

De aquí la conmovedora novela de la Ortodoxia. Se habla ligeramente de la ortodoxia como de cosa pesada, monótona, quieta, cuando nunca ha habido otra más emocionante y peligrosa: como que es la salud, y ella fue siempre mucho más dramática que los desvaríos de la locura; como que es el equilibrio de un hombre arrastrado por furiosos caballos, que ya se ladea a la izquierda y ya se quiebra a la derecha, pero siempre con la antigua gracia estatuaria y con la exactitud aritmética.
La Iglesia de los tiempos primitivos se atrevía, sin vacilación, a todos los corceles, y no hay mayor falsedad histórica que el imaginarla embrutecida por una idea fija, como en un caso de fanatismo vulgar. Ora se echaba de un lado y ora de otro, precisamente para evitar el choque de los obstáculos. A una parte dejó la estorbosa mole del arrianismo, apoyada por todos los poderes mundanos que hubieran querido mundanizar demasiado al cristianismo. Y un instante después ya la vemos cuartearse de nuevo para sortear el escollo del orientalismo, que la hubiera desmundanizado en exceso.
La Iglesia nunca cogió el galope pausado ni quiso plegarse a las convenciones; nunca, nunca fue "respetable". Mucho más fácil le hubiera sido ceder a la fuerza del arrianismo, o —en el calvinismo del siglo XVII— abandonarse a las simas sin fondo de la predestinación. Mucho más fácil es ser loco; mucho más fácil ser hereje. Sumamente cómodo es dejar que el tiempo siga su curso; lo duro es conservar bien el propio. Tan sencillo es ser modernista como ser esnob.
El dejarse asir por cualquiera de las trampas que el error y la exageración venían armando con las sucesivas modas y sectas a lo largo de los senderos de la historia, esto era lo más fácil. Caer siempre es fácil: se cae por una infinidad de ángulos; sólo en uno es dable sostenerse. Dejarse ganar por cualquiera de esas torpezas, desde el gnosticismo hasta la llamada Ciencia Cristiana, hubiera sido lo más cómodo y llano. Pero haberse salvado. de todo eso es la más gallarda aventura, y a mis ojos aparece el carro celeste volando por entre los siglos con cortejo de truenos; torciéndose abajo las torpes herejías, y revuelta, pero siempre firme, la verdad.”


G. K. Chesterton Ortodoxia
 
La iglesia que amo

La iglesia que amo

Pocas catedrales de canto y oro,

muchas capillas de barro y tabla.



Pocos ricos adiestrados a la indiferencia,

muchos pobres expertos en pasión compartida.



Pocos letrados calculadores y prudentes,

muchos sencillos que saben de fe y de esperanza.



Pocos doctores muy seguros de su doctrina,

muchos testigos que escuchan de verdad.



Poco poder de fariseos y sacerdotes de carrera,

mucho servicio humilde a los hermanos más pequeños.



Pocos proyectos de dólares y marcos,

muchas mingas de sudor y canto.



Pocas ceremonias en palacios y cuarteles,

muchas fiestas en aldeas y barrios marginales.



Pocas bendiciones de armas, bancos y gobiernos,

muchas marchas de paz, justicia y libertad.



Poco temor al Dios del castigo y de la muerte,

mucho respeto al Dios del amor y de la vida.



Poco culto de espaldas al pueblo

a Cristo rey eterno en las alturas;



Mucho amor y seguimiento a Jesús el de María,

Compañero, Profeta, Hijo del Padre.



Poco, cada vez menos,

mucho, cada vez más.
 
Re: Imaginese si la Iglesia

Imagínese si la Iglesia se empeñase de verdad en la demarcación de las tierras de los pueblos indígenas y en la "repatriación" del pueblo negro, para resarcirles todo lo que les fue robado en el pasado y les ha sido negado en el presente…

Imagínese si la Iglesia revisase toda su moral, pero, esta vez a partir del Evangelio y, de una vez por todas, barriese de sus compendios todas las aberraciones que escribió y proclamó respecto del sexo, para exaltar el cuerpo como fuente de placer, de vida y de alegría, y por tanto, como manifestación del Dios Creador…

Imagínese si la Iglesia fuese consecuente en sus declaraciones contra el machismo y, con lealtad, abriese para la mujer las mismas oportunidades, tanto en el plano de los ministerios cuanto en el de las decisiones…

Imagínese si la Iglesia dejase a las parejas mismas la libertad de encontrar el método que mejor les pareciese para la planificación familiar, y no los maldijese, reproduciendo hoy la torcida moral agustiniana…


Imagínese si la Iglesia cambiase sus criterios para seleccionar sus cuadros de mando y sólo tuviese en su jerarquía gente capacitada, abierta, equilibrada, madura humana y afectivamente, capaz de entregar su propia vida por amor al Reino…

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La iglesia no es eso, ni hace eso ni es para eso.

Quizas en un partido político profeminista, intelectual, humanista y socialista encontrarás mas eco a tus aspiraciones que, aunque genuinas, van en dirección algo distinta a muchas iglesias.

Saludos
 
otro Jesús otra Iglesia

otro Jesús otra Iglesia

Otro Jesús, otra iglesia

Desde el Concilio Vaticano II sobre todo, la cuestión de la reforma de la iglesia nunca debería estar fuera del plan del día, como quien dice, de la propia institución, no solo porque lo necesita al estar desfasada y envejecida, sino porque, si vamos a las fuentes y a las raíces bíblicas, Jesús no fundo siquiera una iglesia y, desde luego, la iglesia clerical no tiene nada que ver con Jesús. Él mismo no fue sacerdote, porque no quiso y no quiso porque estaba convencido de la labor de los sacerdotes de su tiempo y de su religión (hoy sucedería algo parecido), y por eso más de una vez les ataco duramente. El rechazó reciamente el culto y las prácticas sacrificiales del Templo, y a sus sacerdotes. Por eso el no instituyo ministerios sacerdotales o clericales.
De ahí que haya que superar de una vez los dos estamentos básicos o las dos clases establecidas en la iglesia católica y clerical: clérigos y laicos, donde unos mandan en todo y los otros en nada, donde unos gobiernan y otros obedecen órdenes. Y si algo hacen es “rezar y pagar”, donde además las mujeres son rudamente discriminadas, donde impera la monarquía absoluta del Papa. Es hora de que ese sistema establecido cambie a favor de una institución universalmente (católicamente, que lo abarca todo y a todos) fraterna, donde todos los miembros de la iglesia, hombres y mujeres, tengan los mismos derechos y deberes, como hijos que son todos de Dios y seguidores de Jesucristo.
Como ya dije, Jesús más bien no fundo iglesia alguna, aun cuando pusiera en marcha un movimiento que podía llegar a ser iglesia, como así fue, con el paso del tiempo. Pero la iglesia clerical propiamente va surgiendo a partir de los siglos II y III. Desde entonces y sobre todo a partir del emperador Constantino siglo (VI), los laicos han ido siempre a menos y los clérigos a más hasta adueñarse de una iglesia que no es suya, que es parcialmente del “pueblo” por ser el “pueblo de Dios”. Es, pues, urgente una revisión y una nueva constitución o nuevas estructuras en la iglesia católica, que sean más acordes con las intenciones y con el mensaje evangélico de Jesús.
A lo largo de los siglos la iglesia católica se ha atado a cadenas que la impiden moverse y ha ideado teorías que no tienen base bíblica.
Jesús era religioso, pero más que nada en el sentido profundamente espiritual y, como doy a entender, de la religión tenía sus dudas y probablemente malas experiencias, como podría suceder hoy.
No hay duda de que la iglesia católica podría hoy permitir que un “laico” presidiera la celebración dada la terrible falta de curas, pero no quiere y se obstina en no querer. Teme por si misma, por sus puestos, aun cuando las necesidades pastorales de los fieles no se cubran, siendo así que “cura animarum est suprema lex” (canónicamente la pastoral es ley suprema). Claro, antes de que esto ocurra y en la iglesia católica se abran las puertas a los laicos, ella tendrá que cambiar de actitudes, de mentalidades y de conciencia, que es lo que radicalmente esta pidiendo el evangelio. Pero ella no parece estar por la labor y además se opone. Injusta e ilegítimamente, por encima del evangelio. Eso será su ruina.
 
La Iglesia es una monarquía absoluta

La Iglesia es una monarquía absoluta

La iglesia no es eso, ni hace eso ni es para eso.

Quizas en un partido político profeminista, intelectual, humanista y socialista encontrarás mas eco a tus aspiraciones que, aunque genuinas, van en dirección algo distinta a muchas iglesias.

Saludos

… La Iglesia católica sigue siendo una monarquía absoluta, y eso hace muy difícil su reconversión.
 
Re: La iglesia que amo

Re: La iglesia que amo

Pocas catedrales de canto y oro,

muchas capillas de barro y tabla.



Pocos ricos adiestrados a la indiferencia,

muchos pobres expertos en pasión compartida.



Pocos letrados calculadores y prudentes,

muchos sencillos que saben de fe y de esperanza.



Pocos doctores muy seguros de su doctrina,

muchos testigos que escuchan de verdad.



Poco poder de fariseos y sacerdotes de carrera,

mucho servicio humilde a los hermanos más pequeños.



Pocos proyectos de dólares y marcos,

muchas mingas de sudor y canto.



Pocas ceremonias en palacios y cuarteles,

muchas fiestas en aldeas y barrios marginales.



Pocas bendiciones de armas, bancos y gobiernos,

muchas marchas de paz, justicia y libertad.



Poco temor al Dios del castigo y de la muerte,

mucho respeto al Dios del amor y de la vida.



Poco culto de espaldas al pueblo

a Cristo rey eterno en las alturas;



Mucho amor y seguimiento a Jesús el de María,

Compañero, Profeta, Hijo del Padre.



Poco, cada vez menos,

mucho, cada vez más.

Hola Marta

Es un poema de hace unos 20 años no?
Lo leí creo que en una agenda del Verbo Divino el año 87 (si no me equivoco)
No sé si es de Ernesto Cardenal

Lamentablemente aquí en latinoamérica esos aires más populistas (o populares) emparentados con la teología de la liberación trajeron muchas opiniones personales y relativismo y cada vez menos verdad... Y mucho alejamiento hacia otras Iglesias, pues la gente que quería que les hablaran de salvación... incluso que se les acusara de sus pecados y se les llamara a la conversión, no les convencían las utopías de corte socialista. Por lo tanto, emigraron de la I. Católica hacia las Evangélicas. En mi humilde opinión, si buscaban a Cristo y no soluciones económico políticas, tuvieron razón en irse.
Y la responsabilidad católica, bueno, Dios la juzgará.
 
La iglesia que yo quiero

La iglesia que yo quiero

En la Iglesia que yo quiero la jerarquía se hará pequeña y servidora, sierva, humilde, toda ella al servicio de la fraternidad y desaparecerán del horizonte los títulos y los honores mundanos, con los que hoy se rodea. Donde el cura se pueda casar, tener mujer e hijos y una experiencia de vida familiar, evitando caer en la tentación de buscar la mujer de otro y de entrometerse en la vida de las parejas.

La comunidad y las comunidades cristianas se meterán en el mundo, que el Señor quiere salvar, como un “fermento”, como una fuerza, que llega de lo alto y en la vida pública darán testimonio del Señor Jesús resucitado. Cabeza de la Iglesia gobernada por el Espíritu del Señor.

La actual praxis de vida sacramentalista, rutinaria, sicológica, se terminará y habrá autenticas celebraciones de fe y de vida reales, participativas, de hombres y mujeres, en las que el reino de Dios se exprese. Serán verdaderas celebraciones de fe, comprometidas. No se cobrará por el culto, porque todos verán un escándalo cobrar dinero por la celebración de la eucaristía, por la memoria de Cristo Crucificado y resucitado.

A una Iglesia así, transformada vendrán jóvenes y habrá más vocaciones a la vida consagrada.

Una Iglesia así parecerá mucho menos formal pero mucho más efectiva, como testimonio vivo del evangelio, como luz en el mundo.
 
Re: La iglesia que yo quiero

Re: La iglesia que yo quiero

Hola otra vez,Marta, aquí van unos comentarios:

En la Iglesia que yo quiero la jerarquía se hará pequeña y servidora, sierva, humilde, toda ella al servicio de la fraternidad y desaparecerán del horizonte los títulos y los honores mundanos, con los que hoy se rodea.

Me parece una propuesta muy lógica y enraizada en la humildad de Cristo.


Donde el cura se pueda casar, tener mujer e hijos y una experiencia de vida familiar, evitando caer en la tentación de buscar la mujer de otro y de entrometerse en la vida de las parejas.

Me parece un poco utópico de tu parte creer que una persona por estar casada está libre de meterse con la mujer de otro. La mayoría de los líos extramatrimoniales son entre dos personas casadas. Y las perversiones sexuales como la pedofilia se dan igualmente en hombres casados. La mayoria de los violadores tienen pareja. El matrimonio no es terapia cuando las personas arrastran algún tipo de obsesión con el sexo.

Y si esperas que un sacerdote o ministro o pastor no se meta en las vidas de las parejas les quitas el trabajo de aconsejar y ayudar a las personas que lo necesitan. Ningun matrimonio puede decir que nunca va a necesitar consejo o ayuda. O que lo sepa todo y no necesite enseñanza. (sería una gran soberbia no?)

La comunidad y las comunidades cristianas se meterán en el mundo, que el Señor quiere salvar, como un “fermento”, como una fuerza, que llega de lo alto y en la vida pública darán testimonio del Señor Jesús resucitado. Cabeza de la Iglesia gobernada por el Espíritu del Señor.
No sé si te has dado cuenta, pero hay católicos que ya están en el mundo tratando de dar testimonio y ser fermento. Y los ha habido a lo largo de la historia de la Iglesia... o no reconoces la existencia de los santos o los mártires???

La actual praxis de vida sacramentalista, rutinaria, sicológica, se terminará y habrá autenticas celebraciones de fe y de vida reales, participativas, de hombres y mujeres, en las que el reino de Dios se exprese. Serán verdaderas celebraciones de fe, comprometidas.
Qué pasa, Marta... ¿te molestan los sacramentos? Crees que ningún católico de los que participa actualmente está realmente comprometido?
Recuerda que TODOS los santos y mártires (por ejemplo, un Maximiliano Kolbe o una Teresa de Calcuta) salieron de esa iglesia que tanto criticas. Todavía no se ha visto ningún fruto de las nuevas utopías.

No se cobrará por el culto, porque todos verán un escándalo cobrar dinero por la celebración de la eucaristía, por la memoria de Cristo Crucificado y resucitado.
Me parece muy bien, que no se cobre por la Misa. Sí me parecería muy mal que creyeras que la Iglesia come aire y que no necesita un cierto ingreso por lo menos para pagar la cuenta de la electricidad que posibilita que se hagan las reuniones y celebraciones.
A una Iglesia así, transformada vendrán jóvenes y habrá más vocaciones a la vida consagrada.
Pero si es porque se le presentarán ideales fáciles y de poco vuelo... me parece por decir lo menos, peligroso. Jesús no prometía vacaciones en el caribe a sus seguidores... y me parece que tú quieres a toda costa borrar lo más posible la cruz.

Una Iglesia así parecerá mucho menos formal pero mucho más efectiva, como testimonio vivo del evangelio, como luz en el mundo.
Ojalá, Marta, ojalá, pero a mí me parece más como un club de amigos admiradores de Jesús, con muy poca visión sobrenatural. Una fe peligrosamente horizontalista y poco exigente. Claro que es atractiva... pero no es realista. Y a la primera cruz... puede quedar la desbandada, porque los que se acercaban a Jesús por que les daba pan, a la hora del dolor fueron los primeros en huir.
 
jesús y las mujeres

jesús y las mujeres

Jesús y las mujeres

Jesús siempre reacciono contra todas las desigualdades de las que eran victimas las mujeres. Por ejemplo, en el caso de la mujer sorprendida en adulterio (Gn 8:11) enfrentándose a la doble moral que los escribas y fariseos practicaban y que servía de apoyo para mantener privilegios masculinos. Pero es interesante que para eso no recurrió a costumbres legalistas, puesto que la ley establecía el mismo castigo para el hombre que para la mujer (Lu 20-10) y requería, además dos testigos (Dt. 19-15), si no que apelo a principios espirituales: El que de vosotros este sin pecado sea el primero en tirar la piedra en contra de ella”.
Jesús, por otro lado, enseño tanto a los hombres como a las mujeres (Mt. 14:13-21), e incluso permitió que algunas de ellas lo acompañaran a lo largo de su ministerio (Lc. 8:1-3).
Los judíos no enseñaban la torah a las mujeres y en el templo levantado por Herodes, las mujeres estaban separadas de los hombres. Conforme la Mishna, el patio de las mujeres estaba no sólo más lejos del lugar Santísimo que el patio de los hombres, si no que, además, se encontraba quince escalones más abajo.
Jesús, sin embargo, no dudo en usar el mundo femenino en las parábolas, como la de la levadura (Mt. 13-33), la de las vírgenes (Mt. 25:1-3), la de la viuda y el juez injusto (Lc. 18: 1-15) o la comparación del reino con la parturienta (Jn. 16:21). Entre todas destaca, sin duda, la de la humilde ama de casa que barre todo su hogar hasta que encontró la moneda perdida (Lc. 15-8). Por otro lado en comparación con las costumbres de la época, donde las relaciones entre hombres y mujeres estaban muy restringidas, las relaciones de Jesús con las mujeres fueron tan abiertas que sin duda sorprendían y escandalizaban.
Otro ejemplo importante donde Jesús rompe los tabúes del sistema es la curación de la mujer con flujo de sangre (Mr. 5:25-34). Según la ley, durante la menstruación la mujer no sólo se volvía impura, si no que contaminaba todo lo que tocaba. Esta mujer, por lo tanto, debía vivir prácticamente al margen de la sociedad, pues padecía esta enfermedad desde hacía doce años.
Jesús dejándose tocar por una mujer impura demuestra que el cuerpo femenino es parte de la buena creación de Dios.
Pero sin duda uno de los hechos que mejor demuestra el concepto que Jesús tenía de las mujeres, tiene que ver con su resurrección. En el judaísmo, la mujer no tenía derecho a prestar testimonio, puesto que según los rabinos, de (Gn 18-15) se desprendía que era mentirosa.
Jesús, sin embargo, haciendo caso omiso de estas creencias denigratorias sobre las mujeres, las escogió como primeros testimonios de la resurrección (Mt. 28:29-10, Jn20:11-18), haciéndolas no sólo las primeras receptoras del mensaje del cristianismo, si no también las primeras predicadoras del mismo (Mt. 28:10), derecho y privilegio que más tarde y aún hoy en día sus seguidores varones niegan a las mujeres.
 
La conducta sexual del clero

La conducta sexual del clero

Intentar llevar un vida de castidad, en principio, no tiene porque ser el origen de problemas emocionales o psicopatológicos, pero sí lo es, siempre y en todos los casos, cuando ésta viene forzada por decreto y sin haber pasado por un adecuado proceso previo de maduración-asimilación-aceptación y, también, cuando incide sobre personalidades frágiles y problemáticas (ya que suele hacer aflorar los conflictos larvados y conduce a situaciones netamente psicopatológicas).

Salta a la vista que la moral católica dominante ha considerado a las sensaciones físicas (es decir, a cualquier sensación placentera) como algo peligroso y amenazante para "el buen orden" físico y espiritual. Éste es uno de los motivos por los cuales la Iglesia Católica jamás se ha preocupado por enseñar a comprender el propio cuerpo y, a mayor despropósito y daño, no ha enseñado a dialogar con él, con sus pulsiones, más que a través de caminos moralizantes, culpabilizadores, fríos, y carentes de todo afecto y valores humanos.

El vacío afectivo —y no me refiero ahora a las necesidades sexuales— que experimenta un sacerdote, especialmente si es diocesano, no puede ni debe llenarse, sin más, con "los frutos de su labor apostólica", tal como propugna la teología vaticana. El sacerdote es un ser humano más y, en muchos momentos, para poder seguir adelante, le hace falta disponer de algún afecto humano verdadero, sólido, próximo y concreto; y de nada le sirve la caridad, el afecto chato, frío e institucionalizado que suele prodigarse el clero entre sí.

El trato afectivo con la mujer, con lo femenino, le es indispensable a todo varón para poder madurar adecuadamente y enriquecer su personalidad con matices y sensibilidades que el hombre solo es incapaz de desarrollar. Pero, en su lugar, los sacerdotes reciben una mezquina educación manipuladora que les hace ver como sumamente peligroso y despreciable el mundo de la mujer y a ella misma en tanto que ser humano (siempre de naturaleza muy inferior al varón, para el clero), y acaban sumergidos bajo un concepto sacralizado de la autoridad, y ahogados por una fuerza institucional que obliga a aceptar que la negación de sí mismo (de los sentimientos más humanos) es el sumum de la perfección.

Así nace un mundo de varones que han aceptado el celibato sólo porque es el precio que exige la Iglesia Católica para poder ser sacerdote o religioso —y poder disfrutar así de sus privilegios para subsistir—, que se han comprometido a ser castos en un momento de su vida en que aún ignoraban casi todo —o tenían una visión maniquea y deformada, que es mucho peor— sobre aquello que más teme el clero: la afectividad, la sexualidad y la mujer. Lo que sucede es que, con el paso del tiempo, la vida siempre se encarga de situar a cada sacerdote ante estas tres necesidades. Y la práctica totalidad de ellos suspende el examen de forma aparatosa.

Los sacerdotes, acosados por sus estímulos y necesidades afectivo-sexuales, se ven forzados a refugiarse en mecanismos psicológicos de tipo defensivo, tales como el aislamiento emocional o la intelectualización, o en otros más patógenos como la negación, la proyección y la represión, que, en todos los casos, les llevarán a tener que padecer cotas muy elevadas de sufrimiento y de deterioro de su salud mental. O sucumben a esas necesidades y empiezan a vivir una doble vida que, en todo caso, tampoco les servirá para realizarse mejor como personas ni, en general, les evitará sufrir estados de culpabilidad y neurosis más o menos profundos.

El psicólogo norteamericano George Christian Anderson, creador de la Academia de Religión y Salud Mental, sostiene, con gran acierto, que "una religión sana, lejos de alimentar una neurosis, puede favorecer nuestra salud mental; ayuda a estabilizar el comportamiento, a favorecer la madurez psicológica, y a ser creativo e independiente."[iii]

la estructura formativa dominante dentro de la Iglesia Católica, especialmente en cuanto a la preparación de sacerdotes y religiosos/as se refiere, está aún muy lejos de poderse considerar "una religión sana", razón por la cual tanto los clérigos como los creyentes se ven obligados a pagar un alto precio en sus vidas.

Náufragos entre el cielo y la tierra, espoleados por leyes eclesiales muy discutibles pero anclados por su indiscutible humanidad biológica, miles de sacerdotes y religiosos viven sus existencias con dolor y frustración; un sinsentido que, lejos de elevar por el camino de la espiritualidad, acaba enbruteciendo todo aquello que pudo ser bello, liberador y creativo.

La ley del celibato obligatorio de la Iglesia Católica, es un absurdo, carece de fundamento evangélico, daña a todo el mundo, responde a la visión maniquea del ser humano que aún sostiene la Iglesia, y sólo se mantiene en razón de ser uno de los instrumentos de poder y control más eficaces que tiene la jerarquía para domeñar al clero.

En buena lógica, cuando una religión llega a convertir en incompatibles la expresión de lo humano y el servicio a lo divino, parece justo volver la cara hacia sus jerarcas y demandarles responsabilidades
 
Re: Imaginese si la Iglesia

Marta, una vez en otro tema te pregunté si los textos que posteas son tuyos, porque si no, tienes que señalar los autores. Es lo lógico.

Por otra parte, me da la impresión de que no te importa tanto dialogar sino que tener una plataforma desde donde publicar tus escritos. No es obligación de nadie responder, pero en un foro solemos comentar, ya sea que concordemos o discrepemos, las ideas de los otros.

Por mi parte me encantaría conversar contigo, pero sacas un tema tras otro y no retroalimentas, y no es fácil seguir un diálogo así. Quizás en un par de días más cuando disponga de más tiempo.

Hasta pronto.
 
Los textos son Míos

Los textos son Míos

Marta, una vez en otro tema te pregunté si los textos que posteas son tuyos, porque si no, tienes que señalar los autores. Es lo lógico.
Por otra parte, me da la impresión de que no te importa tanto dialogar sino que tener una plataforma desde donde publicar tus escritos. No es obligación de nadie responder, pero en un foro solemos comentar, ya sea que concordemos o discrepemos, las ideas de los otros.

Por mi parte me encantaría conversar contigo, pero sacas un tema tras otro y no retroalimentas, y no es fácil seguir un diálogo así. Quizás en un par de días más cuando disponga de más tiempo.

Hasta pronto.

Son escritos que tengo se parados por temas en cedes y procuro contestarte con amplitud. Hay algunos que son cosecha mía por una parte y por otra documentación que amplio con articulos y bibliografía
 
Re: Imaginese si la Iglesia

De todos modos me gustaría continuar, pero, por mi parte, por ahora lo dejo en pausa. Gracias por tu respuesta y ojalá podamos retomar los temas cuando disponga de más tiempo.
 
Re: Los textos son Míos

Re: Los textos son Míos

Son escritos que tengo se parados por temas en cedes y procuro contestarte con amplitud. Hay algunos que son cosecha mía por una parte y por otra documentación que amplio con articulos y bibliografía
Son muchas horas y años de escribir como válvula de escape para salir de los problemas que me ha causado la ICAR