Re: El ISLAM es una religión de paz sostiene el nuevo Papa ... ¿ Religión de paz ?
La genuflexión de Ratzinger por Pilar Rahola
En medio de la polémica, justo cuando los bramidos de la calle ensordecían las orejas del mundo, osé decir que estábamos equivocándonos de estrategia. Benedicto XVI acababa de pronunciar unas palabras llenas de sensatez que, en boca de un representante religioso, eran del todo exigibles: no se puede matar en nombre de Dios. Hablaba del Islam, pero lo hacía desde la atalaya de una Iglesia, la católica, que ha hecho autocríticas severas, en sus encíclicas, sobre la propia historia. No diré que fuera acertada su cita medieval, sobretodo porque en el Medioevo el cristianismo era aún más bélico que el mundo musulmán. Pero, en síntesis, lo que dijo Ratzinger era impecable, necesario en estos tiempos de guerreros de dios enloquecidos, y resumía moral y razón en una misma reflexión luminosa. El resultado lo conocemos todos, manifestaciones, violencia fanática y miles de personas convertidas en una masa informe totalmente entregada a una concepción totalitaria de la religión y de la sociedad. Ya sé que los expertos me dirán que el término no es preciso, pero lo repito con tozudez, no en vano el Papa, igual que la mujer del César, tiene que parecerlo, además de serlo: Ratzinger pidió perdón. Lo hizo diversas veces, y todos los gestos posteriores fueron en la línea de querer rectificar la palabra dicha. No solo el Vaticano intentó deshacer el camino emprendido, sino que la mayoría de los estamentos políticos y sociales que intervinieron en la polémica, lo hicieron en una doble línea: la inoportunidad de la reflexión de Ratzinger, y la ofensa al mundo musulmán. La pregunta es, ¿a qué mundo musulmán?, porqué dudo mucho que el democrático tuviera ningún problema con sus palabras.
Por bien que estoy radicalmente en contra de esta concepción asustadiza, acomplejada y claudicante que, mayoritariamente, inundó el políticamente correcto europeo, también estoy convencida de que el resultado final de la polémica es una derrota de la razón ante el fanatismo; del sentido común, ante la locura; una derrota, en definitiva, de la convivencia ante la intolerancia. Si tenía dudas, las he dejado de tener al ver los gestos que procedían del viaje del pontífice a Turquía, donde, además de asegurar en cada esquina que el Islam es una religión pacífica, incluso ha hecho de estadista y se ha expresado a favor de la entrada de Turquía en la Unión. Es decir, Ratzinger ya no sabe cómo ponerse, para encontrar todas las variantes del ponerse de rodillas.
Por partes. Respecto a la cuestión turca, poco qué decir en este artículo, ya que los argumentos a favor y en contra tienen, ambos, mucha consistencia. Sin embargo, expresada la adhesión en el marco de una Turquía que protesta en la calle contra la visita, y después de la extorsión que el Islam ha hecho al mismo Ratzinger por sus palabras, tenemos la obligación de pensar que su posición es impostada. Es decir: Benedicto XVI no expresa una opinión libre. Expresa una opinión nacida del miedo. Y es aquí, en el huevo de la serpiente del miedo, donde se gesta la idea y donde, por ende, padecemos la primera y severa derrota. ¿Quién nos derrota, el Islam? No. Nos derrota la intolerancia, es decir, aquellos que usan una religión, la que sea, para imponer una ideología totalitaria. Y eso, en el siglo XXI, solo pasa con el Islam. De aquí que la necesidad, por parte de Ratzinger, de asegurar cuántas veces pueda, que el Islam es una religión de paz, es una pura entelequia. Todas las trascendencias espirituales, entendidas como una gimnasia íntima, son, por naturaleza, expresiones místicas de paz. Pero, vividas las religiones como fenómenos colectivos, pueden llegar a ser auténticas armas de matar. El cristianismo lo fue en su tiempo. El Islam lo es ahora. Y por mucho que una mayoría enorme de ciudadanos vivan su religión de forma pacífica, no significa que no sea usada para imponer, esclavizar o incluso matar. Hay un Islam que vive en paz. Pero hay un Islam que mata. Y los dos, hoy, cohabitan, desgraciadamente, en una misma verdad.
¿Por qué considero que nos equivocamos de estrategia? Primero, porqué cualquiera puede pedir perdón cuando se equivoca, cuando ha cometido una irresponsabilidad, cuando lo cree conveniente. Pero, si pide perdón porqué lo amenazan, lo extorsionan, lo violentan, entonces los violentadores ganan. Además, el Islam necesita, más que nunca, tener nuestra mano abierta para la democracia, para la modernización, para la emancipación de las mujeres, pero también necesita encontrar todas las puertas cerradas cuando, en su nombre, se intenta imponer la ley del más fuerte. Es decir, la ley del sin ley. Si la respuesta a la amenaza es la genuflexión, el mensaje que enviamos no es el de la libertad, sino el de la consolidación de las tiranías. Ratzinger era un hombre libre cuando dijo, ?en nombre de Dios no se puede matar?. Ahora, después del miedo, la violencia, y la disculpa, este mismo hombre parece un hombre secuestrado.
http://www.elreloj.com/article.php?id=21584
www.pilarrahola.com