Re: EL ORIGEN DE LAS RAZAS
HERMANOS LEAN ESTO DETENIDAMENTE ANTES DE CONTINUAR A CUALQUIER LECTURA. LUEGO LES DARE UN COMENTARIO EL PORQUE LA GENTE NO ENTIENDE LAS ESCRITURAS Y MAYORMENTE EN GENESIS.
Piedras y Huesos
Una poderosa Evidencia contra la Evolución
por Carl Wieland
Traducción del inglés por Santiago Escuain
©1994 Creation Science Foundation Ltd.
¿NO ES LA EVOLUCIÓN UNA CIENCIA Y LA CREACIÓN SIMPLEMENTE UNA CREENCIA RELIGIOSA?
Si esta idea tan común fuese cierta, ¿por qué tantos científicos altamente cualificados en la actualidad aceptan la creación directa de un mundo en funcionamiento (tal como se expresa en Génesis, el primer libro de las Escrituras Judeocristianas) y rechazan la evolución (la idea de una lenta autotransformación de todas las cosas a partir de un origen extremadamente simple)? De hecho, el moderno movimiento creacionista es una minoría en rápido crecimiento.
En los Estados Unidos solamente, las estimaciones más cautas son de que hay más de 10.000 científicos profesionales (la gran mayoría de los cuales no están oficialmente vinculados con organizaciones creacionistas) que creen en la creación bíblica. En 1993, en Corea del Sur, la Asociación Coreana de Investigación de la Creación, por ejemplo, tenía una membresía de más de 1.000 científicos, la mayoría de los cuales con un título al menos de licenciado o de doctor en algún campo científico, incluyendo a 100 catedráticos de universidad. La Sociedad Creacionista de Moscú fue constituida por 10 miembros hace poco tiempo. Un año después su membresía ascendía a 120 miembros con títulos científicos avanzados.
Históricamente, la mayoría de las disciplinas científicas fueron fundadas por grandes científicos (Newton, Pasteur, Faraday, para nombrar sólo a unos pocos) que eran totalmente creacionistas.
¿PERO LA CIENCIA . . . ?
La verdadera ciencia depende de medir u observar algo que está sucediendo, y de contrastarlo repitiendo las medidas y observaciones una y otra vez. Por ejemplo, incluso si de verdad los reptiles se hubiesen transformado en aves hace millones de años, como pretenden los evolucionistas, el método científico nunca podría demostrar esto como un hecho, porque no se ha observado el suceso. Si uno pudiese de alguna manera transformar hoy un reptil en un ave, ni con eso se demostraría que sucedió así hace millones de años. Igualmente, no se puede insistir pidiendo que Dios repita la milagrosa creación de muchos grupos de aves y reptiles, programados para reproducirse según su naturaleza, sólo para poderlo ver.
Ambas ideas se sostienen por fe; cada sistema de creencia (evolución o creación) ofrece argumentos y evidencias para sustentar su fe respectiva. Los creacionistas mantienen que el suyo es un sistema de creencia razonable y lógico, sustentado por el peso de la evidencia que se puede observar en el presente.
¿CREEN LOS CREACIONISTAS QUE TIENEN TODAS LAS RESPUESTAS?
No. En el modelo creacionista hay problemas sin resolver y preguntas sin respuesta. Lo mismo sucede con el evolucionismo. Cada año se gastan miles de millones de dólares de los presupuestos públicos tratando de resolver cuestiones relacionadas con la evolución; en comparación, es muy poco lo que se puede gastar en verdadera investigación creacionista.
Sin embargo, algunos de los problemas aparentemente difíciles han sido resueltos por los creacionistas mediante sus investigaciones en los últimos años. (En el proceso, algunas ideas y sugerencias que los creacionistas habían presentado como intento de respuesta a dichos problemas han tenido que ser revisadas o abandonadas, lo que es cosa normal en la ciencia.)
Por evolución, nos referimos a la creencia no demostrable (esto es, religiosa) de que todas las cosas se han hecho por sí mismas por medio de sus propiedades naturales intrínsecas sin ninguna intervención sobrenatural. El caos, por sí mismo, ha venido a ser el cosmos; las partículas han dado origen a los planetas, a las palmeras, a los pelícanos y a las personas, sin ayuda alguna aparte de las propiedades de la materia y de la energía. Las teorías de cómo esto pueda haber sucedido (o sea, los mecanismos de la evolución) pueden surgir y desaparecer, pero la creencia subyacente de que de alguna manera sucedió es un artículo de fe inmutable de muchas personas en la actualidad.
Algunas personas intentan involucrar a algún «dios» en este proceso, pero, en su mayoría, los teorizadores evolucionistas rechazan enérgicamente toda sugerencia de dirección inteligente. Incluso muchos científicos académicos «evolucionistas teístas» (que afirman creer a la vez en la evolución y en un dios) insisten en que el proceso fue íntegramente natural. Este «proceso de creación» por evolución tuvo lugar, se supone, a lo largo de miles de millones de años, tiempo en el que incontables seres vivientes se debatieron, sufrieron y murieron, siendo en muchos casos los débiles implacablemente exterminados por los más fuertes.
¿QUÉ IMPORTANCIA TIENE?
1. El evolucionismo justifica el ateísmo
Todo aquel que insiste en que no hay Dios se apoya en el evolucionismo para explicar la naturaleza sin un Diseñador. El evolucionismo es el fundamento imprescindible para muchas perspectivas religiosas del mundo y de la vida, como el ateísmo, el agnosticismo y su asociado el humanismo secular, con su lema: «Si nadie nos hizo, nadie nos posee, de modo que nadie pone las reglas más que nosotros.» No hay, por ejemplo, razón lógica alguna para quedar ligados por los principios expresados en los Diez Mandamientos si otras partes del Antiguo Testamento son rechazadas como «mitos culturales».
2. El evolucionismo es contrario al Cristianismo
A lo largo de toda la Biblia (que los cristianos mantienen que es la sagrada revelación del Creador mismo) aparece el tema de que el Dios que se revela de manera coherente en ella hizo un mundo bueno (sin muerte, sin lucha, sin violencia, sin crueldad y sin derramamiento de sangre). Este universo en su totalidad ha quedado bajo la maldición de Dios (Génesis 3, Romanos 8) como consecuencia de la rebelión (pecado) del primer hombre, Adán, contra su Hacedor.
Sin embargo, la entrada de la muerte y del sufrimiento, etc., es sólo una intrusión temporal, por cuanto este mundo será restaurado (Hechos 3:21). No de vuelta a miles de millones de años de muerte, crueldad y derramamiento de sangre, sino a un estado de ausencia de pecado y de muerte, porque así es como comenzó. Jesucristo, el Creador hecho carne (el «postrer Adán»), derramó Su sangre inocente muriendo para redimir/restaurar no sólo a aquellos de la humanidad pecadora que crean, sino en último término para liberar al universo mismo de esta maldición de muerte y derramamiento de sangre que fue introducida por el primer Adán.
Si la historia evolucionista fuese cierta, se perdería todo el peso del mensaje de este Evangelio («Buenas Noticias»), porque los predecesores de Adán habrían estado matándose entre sí a garrotazos o a arañazos en un mundo de lucha y sangre. También significaría que la idea de una Caída real de Adán en el tiempo y en el espacio sería un mito, y un mito también la maldición que la misma conlleva sobre la creación.
La verdad de las buenas noticias acerca de Jesucristo (que las personas pueden ser eternamente restauradas a la comunión con su Creador) depende totalmente de la verdad de las malas noticias acerca de cómo se rebeló nuestro antecesor Adán, quebrando la armonía original entre Dios y el hombre (1 Corintios 15:21–22 relaciona el Evangelio de manera inexorable con la introducción de la muerte por parte de Adán: «Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.») Globalmente hablando, dudar acerca de Génesis ha llevado a más y más personas a dudar del resto de la Biblia.
PERO, ¿CÓMO SABEMOS QUE GÉNESIS FUE ESCRITO PARA DECIRNOS QUE LAS COSAS FUERON REALMENTE HECHAS EN SEIS DÍAS? ¿NO PODRÍA HABER ALGÚN OTRO SIGNIFICADO?
Si queremos ser sinceros, ya no es posible sugerir que quizá Génesis fue dado como algo diferente a una historia real y verdadera. Según uno de los principales eruditos de Hebreo del mundo,1 todos los profesores universitarios de lengua Hebrea más destacados del mundo que él conoce son unánimes en el sentido de que Génesis 1–11 fue escrito para hablarnos de una creación real y reciente de todas las cosas en seis días ordinarios, y de un diluvio cataclísmico que cubrió todo el globo.
Esto no significa que esos profesores necesariamente lo crean, sino sólo que el lenguaje de Génesis nos dice que el escritor no pudo haber tenido otra intención. Evidentemente significa lo que dice, que es lo que siempre ha sido evidente para cualquier niño de diez años.
Seamos francos: toda otra idea acerca del significado de Génesis casi jamás surge de la Biblia, sino del intento de hacer ajustar la Biblia con otras creencias (como la idea de largas eras geológicas).
¡ESPERA UN MINUTO!
«Si no hubo muerte ni derramamiento de sangre antes de Adán –podrías responder–, ¿qué hay de las capas rocosas sedimentarias depositadas por agua alrededor del mundo, y que contienen los restos sepultados de miles de millones de seres muertos?»
¿No es precisamente lo que deberíamos esperar si la Biblia dice la verdad acerca de la destrucción de toda la tierra por agua, por el Diluvio Universal? Los fósiles muestran precisamente señales de sepultamiento rápido, no de procesos lentos y graduales, a diferencia de lo que creen la mayoría. Por ejemplo, hay incontables millones de peces fósiles bien preservados, que incluso muestran las escamas, aletas y cuencas oculares. En la naturaleza, un pez muerto es rápidamente atacado por carroñeros y se descompone con rapidez. A no ser que el pez fuese sepultado rápidamente y que los sedimentos (p.e., lodo, arena) se hubiesen endurecido con bastante rapidez, estos rasgos no habrían quedado preservados.
PERO, ¿NO SE FORMÓ ELCARBÓN EN PANTANOS A TRAVÉS DE MILLONES DE AÑOS?
La evidencia señala de manera abrumadora a una formación rápida del carbón, con el desarraigo y deposición de inmensos bosques, que luego fueron rápidamente sepultados. En Yallourn, en Victoria (Australia), hay enormes capas de carbón marrón que contienen grandes cantidades de troncos de pino, de tipos que en la actualidad no crecen en pantanos.
Unas capas gruesas y clasificadas de hasta un 50% de polen puro a lo largo de inmensas áreas exhiben de manera inequívoca que estas capas de carbón marrón fueron transportadas por agua. Además, muchos depósitos de carbón del Hemisferio del Sur no dan traza alguna de nada que pudiera considerarse como un «suelo» fósil en el que hubiesen podido crecer los bosques.2
Los investigadores en el Argonne National Laboratory (EE.UU.) han ensayado fragmentos ordinarios de madera, mezclándolos con lodos y agua acidulada, calentándolos durante un periodo de 28 dias a sólo 150 grados centígrados sin ninguna presión adicional en un tubo de cuarzo sellado herméticamente y sin aire, obteniendo carbón negro de grado alto. ¡No se precisa de millones de años! Se conocen vetas de carbón que se bifurcan (véase diagramas), y otras que se interconectan en una formación en «Z».
En su artículo de 1907, el famoso geólogo Australiano Sir Edgeworth David describió troncos carbonificados de árboles en posición vertical (como el fósil poliestrático) entre vetas de carbón negro de Newcastle (Australia). Estos troncos tenían sus extremos inferiores incrustados en una veta de carbón, y luego iban ascendiendo por los estratos intermedios ¡terminando dentro de la veta de carbón superior!
¿Cómo podríamos tratar de explicar nada de esto por medio de lentos procesos de crecimiento en dos pantanos separados por inmensos períodos de tiempo? Es evidente que el prejuicio de «los lentos procesos graduales» ha impedido contemplar la explicación evidente del origen del carbón: un sepultamiento rápido de vegetación desarraigada cataclísmicamente por un masivo cataclismo acuoso.
El agua en movimiento, especialmente si hay mucha, puede llevar a cabo rápidamente una enorme cantidad de trabajo geológico que la mayoría de la gente cree que precisaría de millones de años. La fotografía muestra más de siete metros (25 pies) de roca sedimentaria estratificada ¡formada en una tarde! Esto tuvo lugar en asociación con la convulsión causada por la erupción de 1980 del Monte St. Helens en el Estado de Washington, en los EE.UU. Cuando voló la cumbre de esta montaña (y después de posteriores erupciones), hubo corrimientos de tierra, corrientes de lodos y otros fenómenos sedimentarios; se han formado más de 180 metros (600 pies) de roca sedimentaria estratificada desde la explosión inicial.
En un solo día un flujo de lodo labró un cañón de 30 metros (100 pies) de profundidad y algo más de anchura (véase foto de la izquierda).3
Algunos expertos dicen ahora (aunque siguen creyendo en millones de años) que el Gran Cañón fue formado cataclísmicamente de una manera similar (cuando un enorme lago se salió de madre, en lugar de ser el resultado de una lenta acción erosiva del Río Colorado a lo largo de millones de años.
LOS FÓSILES, ¿MUESTRAN EVOLUCIÓN?
Darwin dijo, con toda razón, que si su teoría era cierta, deberían existir grandes números de «tipos intermedios» que se encontrarían como fósiles. Por ejemplo, si la extremidad anterior de un reptil se ha transformado en el ala de un ave, ¿por qué no encontramos una serie de fósiles que exhiban estas etapas: en parte extremidad anterior, en parte ala; o en parte escama, en parte pluma?
Darwin dijo que la ausencia de esas formas intermedias era la «más evidente y grave objeción» contra su teoría. Ciento veinte años después, el doctor David Raup, director de uno de los grandes museos en América, decía que la situación acerca de los eslabones perdidos «no ha cambiado mucho», y que «tenemos aún menos ejemplos de transición evolutiva que en los tiempos de Darwin».4
El doctor Colin Patterson es el Paleontólogo Decano en el Museo Británico de Historia Natural. Es evolucionista y un experto en fósiles. Escribió un significativo libro sobre la evolución, pero cuando alguien le preguntó por qué en su libro no aparecía ninguna ilustración de formas intermedias (de transición), escribió lo siguiente:5
Estoy totalmente de acuerdo con sus comentarios acerca de la ausencia de ilustración directa de transiciones evolutivas en mi libro. Si yo supiera de alguno, fosil o viviente desde lúegó que lo hubiera incluido. Me sugiere usted que se le debiera haber pedido a un artista que visualizase tales transformaciones, pero, ¿de dónde sacaría él esta información? Honradamente, yo no la podría dar, y si se hubiese de dejar a la licencia artística, ¿no se engañaría con esto al lector?
Mi libro lo escribí hace cuatro años [en este libro se refiere a su creencia en algunas transiciones — Nota del Autor]. Si fuese a escribirlo ahora, creo que sería bastante diferente. El gradualismo es un concepto en el que creo, no sólo debido a la autoridad de Darwin, sino porque mi comprensión de la genética parece exigirlo. Sin embargo, es difícil refutar a [un famoso experto en fósiles, Stephen J.] Gould y a la gente del Museo Americano cuando dicen que no hay fósiles de transición. Como paleontólogo que soy, me ocupo mucho de los problemas filosóficos de identificar formas ancestrales en el registro fósil. Usted me dice que al menos deberíamos «mostrar una foto del fósil del que se derivó cada tipo de organismo». Lo voy a decir muy claramente: No existe ningún fósil así para el que se pudiera dar un argumento fundamentado.
Así, ¿qué es lo que tenemos? El evolucionismo espera millones de formas intermedias. Algunos evolucionistas afirman que hay algunos, quizá un puñado, de tales tipos fósiles intermedios. Otros expertos destacados dicen que no hay ninguno.
Lo que no se suele saber es que la extraña criatura fósil conocida como Archaeopteryx, que se emplea a menudo como ejemplo de forma de transición entre reptiles y aves (porque comparte rasgos que se encuentran en ambas clases) no exhibe ninguna de las cruciales estructuras de transición que la establecerían más allá de toda duda razonable como tal: las plumas están todas plenamente formadas y las alas son alas funcionales. Tiene una garra proyectada hacia atrás y pies curvados característicos de aves que se posan sobre ramas. Desde luego no era, a pesar de como algunos querrían reconstruirlo, un emplumado dinosaurio corredor.
Algunos seres vivientes (p.e., el ornitorrinco) son un mosaico de rasgos que normalmente se encuentran en diferentes clases. Esta extraña criatura, que tiene pelo como los mamíferos, un pico como un pato, una cola como la de un castor, glándulas venenosas como las de una serpiente y que pone huevos como un reptil, pero que da de mamar a sus pequeños, es un buen ejemplo de mosaico. Pero no es una «transición» entre ninguno de los seres mencionados.
Esta ausencia general de formas intermedias se aplica también a la llamada «evolución humana». Esto puede resultar sorprendente cuando se considera cuántos pretendidos «antecesores» hacen desfilar ante nosotros. Es difícil seguir tantas diversas y cambiantes afirmaciones, pero el siglo transcurrido ha mostrado que cada «antecesor» que ha sido estridentemente proclamado ha sido luego calladamente descartado, pero sólo cuando se ha podido encontrar algún nuevo o nuevos candidatos para tomar su puesto. En la actualidad se hace mucha propaganda de los australopitecinos/habilinos, un amplio grupo del que el famoso fósil Lucy es el mejor conocido.
El doctor Charles Oxnard es uno de entre un creciente grupo de anatomistas evolucionistas que, después de haber analizado minuciosamente una gran cantidad de mediciones mediante un análisis multivariado por ordenador (un método objetivo que no depende de creencias preconcebidas en linajes), no creen que estos seres sean antepasados de los hombres.
Dice Oxnard que aunque inicialmente se creía que eran humanoides o al menos intermedios entre los simios y los humanos, en realidad «difieren más tanto de los humanos como de los simios africanos que estos dos grupos vivientes entre sí. Los australopitecinos son algo singular». Indica él que la posición no ancestral de estos seres es sustentada por un creciente número de investigadores «independientes de los vinculados a aquellos que han descubierto los fósiles».
¿Qué hay del llamado Homo erectus? Los tipos esqueletales bien definidos de Homo erectus fueron con la mayor probabilidad verdaderos seres humanos6 que vivieron después del Diluvio y que expresan variación ósea racial.
Es posible una enorme variación entre los huesos de diferentes tipos de perros, como los Chihuahuas y el Gran Danés. Esta variación puede acumularse selectivamente en pocas generaciones. La «presión selectiva» debida al medio en acelerado cambio después del Diluvio, y la fragmentación de la población humana (tras la dispersión forzada por Dios después de Babel) en poblaciones pequeñas y aisladas, dieron condiciones ideales para el rápido aislamiento y potenciación de diferencias genéticas (preexistentes, creadas). Esta variación racial habría también incluido rasgos óseos.
En comparación con la muy amplia variación en otros rasgos de la raza humana, las diferencias esqueletales entre erectus y otros esqueletos humanos no son, a fin de cuentas, cosa tan extrema. Cosa interesante, en Europa se conoce ahora que no sólo los tipos erectus, sino que también los Neandertal y Cro-Magnon (ambos con mayores capacidades craneanas, por término medio, que las poblaciones actuales) convivieron coetáneamente con tipos «modernos».
Unas herramientas recientemente halladas en Indonesia en asociación con un estegodonte han llevado al evolucionista doctor Allan Thorne a sugerir que esos pretendidos «antecesores prehumanos» poseían conocimientos de navegación y de tecnología. Se le cita en The Australian el 19 de agosto de 1993 diciendo de ellos que «No son [es decir, no se les debería designar] Homo erectus, son personas.»
Si se emplea la propia escala de tiempo de los evolucionistas y sus criterios para la clasificación, y se superponen todos los descubrimientos de fósiles «homínidos» sobre una gráfica, se podrá ver enseguida que la idea de una secuencia evolutiva está en bancarrota.
¿VEMOS LA EVOLUCIÓN EN MARCHA?
En resumen, no, aunque los seres vivientes sí cambian. Expliquemos eso. Sabemos ahora que cada ser vivo contiene un programa (un conjunto de instrucciones, como una pauta o receta) que especifica, por ejemplo, si será un cocodrilo o un naranjo. Para un ser humano, especifica si aquella persona tendrá ojos marrones o azules, cabello lacio o rizado, etcétera. Esta INFORMACIÓN está escrita en una larga molécula llamada ADN.7
La evolución enseña que un ser relativamente simple, como la unicelular ameba, ha ido volviéndose mucho más complicado, como un caballo. Aunque los seres unicelulares más simples conocidos presentan una complejidad abrumadora para nuestra capacidad mental, es evidente que no contienen tanta información como, digamos, un caballo. No tienen instrucciones específicas acerca de cómo producir ojos, oídos, sangre, cerebros, pezuñas, músculos. . . . De modo que para ir de A á B en el diagrama se precisaría de muchos pasos, y cada uno precisaría de un AUMENTO DE INFORMACIÓN, de una información odificando nuevas estructuras, nuevas funciones, una complejidad útil.
Si observásemos que tienen lugar estos cambios con aumento de información, aunque sólo fuesen unos pocos, estas observaciones se podrían emplear para ayudar a sustentar el argumento de que los peces pueden realmente cambiar hasta llegar a ser filósofos, si se da el tiempo suficiente al proceso. No obstante, la realidad es que los muchos pequeños cambios que vemos no involucran un aumento de información: van en la dirección equivocada para poder ser empleados en apoyo de la evolución, como veremos.
SELECCIÓN NATURAL Y EVOLUCIÓN NO SON LO MISMO
Los seres vivos están programados para transmitir esta información, para, en cierto sentido, hacer copias de sí mismos. El ADN del hombre se copia y transmite por vía de las células del esperma, y el de la mujer por vía de sus óvulos. De esta manera se copia la información de una madre y de un padre y se transmite a la siguiente generación. Cada uno de nosotros es portador dentro de nuestras células de dos largas «cuerdas» paralelas de información — una de Mamá, otra de Papá8 (pensemos en ello como un cordón con nudos que lleve un código Morse: de la misma manera, el ADN ha de ser «leído» por la compleja maquinaria de la célula).
La razón de que hermanos y hermanas no se parezcan del todo es que la información se combina de diferentes maneras. Este intercambio o recombinación de la información tiene como resultado mucha variación en cualquier población, tanto si es de seres humanos como si es de plantas o animales.
Consideremos una habitación llena de perros que desciendan de un par. Algunos serán más bajos, por ejemplo, otros más altos. Pero este proceso normal de variación NO involucra ninguna nueva información: esa información estaba ya allí para empezar. De modo que si un criador selecciona a aquellos que ya son más bajos y luego los hace reproducir entre sí, escoge luego a los más bajos de entre su descendencia, y va actuando así, no es para sorprenderse que al cabo de un tiempo surja un «nuevo» tipo de perro: una raza baja. Pero no se involucra ninguna nueva información. Sencillamente, ha seleccionado el perro que quiere (permite que transmitan sus genes aquellos que desde su punto de vista son más «aptos»), y rechaza al resto.
De hecho, si comienza con la raza baja (en lugar de con el tipo que era mezcla de los tipos altos y bajos), ninguna crianza y selección que se haga permitirá producir una variedad alta, porque alguna de la información para «altos» se habrá perdido en aquella población.
La «naturaleza» puede también «escoger» a unos y rechazar a otros. En un medio determinado, algunos tendrán más posibilidad de sobrevivir que otros y por ello de transmitir la información de que son portadores. La selección natural puede favorecer alguna información por encima de la de otros, pero no puede crear nueva información.
En la teoría evolucionista, el papel de crear nueva información se atribuye a las mutaciones: a errores al azar, accidentales, que suceden en el proceso de la copia de esa información. Sabemos que estos errores tienen lugar, y que se heredan (porque la siguiente generación está haciendo una copia de una copia defectuosa). De modo que el defecto es transmitido, y en algún lugar en la línea tiene lugar otro error, y así tienden a acumularse los defectos mutacionales. Eso se conoce como el problema de la carga mutacional en aumento o carga genética.
Hay miles de estos defectos genéticos que se conocen en los humanos, conocidos por las enfermedades hereditarias que acarrean. Entre esas enfermedades están la anemia falciforme, la fibrosis cística, la talasemia, la fenilcetonuria . . . no es sorprendente ver que un cambio accidental en un código enormemente complejo9 cause enfermedades y disfunciones.
¿MUTACIONES BENEFICIOSAS?
Los evolucionistas saben que las mutaciones son, de manera abrumadora, o bien dañinas o bien «ruido» genético carente de significado. Sin embargo, su sistema de creencia exige que haya habido mutaciones ocasionales «hacia arriba». De hecho, hay una diminuta cantidad de mutaciones conocidas que hacen más fácil para un organismo sobrevivir en un medio determinado.
Los peces sin ojos en cavernas pueden sobrevivir mejor debido a que no son susceptibles a enfermedades oculares o daños en los ojos; los escarabajos sin alas prosperan mejor en una roca ventosa en medio del mar porque son menos susceptibles a ser arrastrados fuera de la roca y ahogados. Pero la PÉRDIDA de ojos y la PÉRDIDA o desnaturalización de la información necesaria para producir alas, se mire como se mire, es un defecto — el deterioro de una pieza del sistema que antes era funcional.10
Esos cambios, aunque sean «beneficiosos» en el sentido de la pura supervivencia, no demuestran lo que pretenden: ¿dónde vemos algún ejemplo de un verdadero aumento ascendente de información, de una nueva codificación para nuevas funciones, de nuevos programas para maquinaria, de nuevas estructuras útiles? De nada vale recurrir a la resistencia a los insecticidas en los insectos: en prácticamente todos los casos11 la información para la resistencia existía en unos pocos individuos de la población antes que los hombres comenzasen a aplicar los insecticidas.
Por ejemplo, cuando los mosquitos no resistentes en una población son exterminados mediante DDT y la población vuelve a reproducirse en base de los sobrevivientes, alguna de la información portada por la mayoría (ahora muerta) no está presente en la minoría superviviente, de modo que se pierde para siempre para esa población.12
Cuando contemplamos los cambios heredados que tienen lugar realmente en los seres vivientes, vemos que la información o bien permanece constante (recombinándose de maneras diferentes), o bien se corrompe o pierde (mutación, extinción), pero nunca vemos nada que pueda considerarse como un cambio evolutivo real, en un sentido «ascendente» respecto a la información.
PIÉNSALO BIEN
¿No es esto exactamente lo que sería de esperar? La teoría de información y el sentido común se unen para decirnos que cuando se transmite información (y eso es lo que significa la reproducción), o bien se mantiene constante, o disminuye. Y se añade «ruido» carente de significado.13 Tanto en seres vivientes como en las cosas no vivientes, nunca se observa el surgimiento de una verdadera información por sí misma.
Por ello, cuando uno considera los tipos biológicos del mundo —todos sus organismos vivientes — como un todo, la cantidad total de información está disminuyendo con el tiempo, y está siendo copiada vez tras vez. Así, si se mira atrás en el tiempo, esta información ha de aumentar precisamente al ir atrás. Por cuanto nadie sugiere que se puede llevar este proceso atrás de manera indefinida (no había organismos infinitamente complejos viviendo hace un tiempo infinito), esto señala a un tiempo en el que esta compleja organización tuvo que tener su principio.
Por lo que respecta a la verdadera ciencia basada en observaciones, la materia dejada a sí misma no da origen a tal información, por lo que la única alternativa es que en algún punto una mente creadora externa al sistema impuso inteligencia sobre la materia (como lo hace cualquiera cuando escribe una frase sobre papel) y programó todas las clases originales de plantas y animales. Esta programación de los antepasados de los organismos actuales tiene que haber sido llevada a cabo milagrosamente, sobrenaturalmente, por cuanto la ley natural no da origen a información.
Esto es totalmente coherente con la declaración de Génesis de que Dios creó organismos para que se reprodujesen «según su naturaleza». Por ejemplo, un hipotético «tipo canino» creado con un gran potencial de variación (y sin defectos originales) podría haber variado sencillamente por recombinaciones de la información original para dar origen al lobo, al coyote, al dingo, y demás.
La selección natural puede «recoger y clasificar» esa información (pero no crear información adicional), como vimos en nuestro ejemplo con los mosquitos. Las diferencias entre la descendencia resultante, sin la adición de ninguna nueva información (y por ello sin evolución), puede ser lo suficientemente grande como para justificar su designación como una especie diferente.
La manera en que se puede estrechar una población mixta de perros mediante la selección artificial, distribuyéndola en subtipos (razas domésticas), nos ayuda a comprender esto. Cada subtipo es portador de sólo una fracción del «fondo» original de información. Por eso, si comenzamos sólo con Chihuahuas no podremos jamás llegar a conseguir nada como un Gran Danés. Sencillamente, la información necesaria no existe ya en esta rama de la población.
De la misma manera, el «tipo elefante» original puede haber quedado «subdividido» (por la selección natural actuando sobre la información creada que poseía) para dar lugar al elefante Africano, al Indio, al mamut y al mastodonte (estos dos últimos extintos en la actualidad).
Pero debería ser evidente que esta clase de cambio sólo tiene lugar dentro de los límites de la informacion original de aquel tipo; este tipo de variación/especiación no ofrece ningún camino para finalmente transformar una ameba en un naranjo, por cuanto desde el aspecto de la información no permite ir en sentido «ascendente»: no se añade nada.
Este «estrechamiento» del fondo genético puede ser llamado «evolución» por algunos, pero no tiene nada que ver con el tipo de cambio (adicionador de información) que generalmente se quiere significar cuando se emplea el término «evolución».14
¿QUÉ HAY DE LAS SEMEJANZAS ENTRE LOS SERES VIVOS?
Uno esperaría un diseño similar para una estructura o propósito similar de parte del mismo Diseñador. Lo mismo sucede con las semejanzas moleculares — un chimpancé es más parecido a nosotros que una rana, por ejemplo, de modo que sería de esperar que esto quedase reflejado en su constitución interna, como en la estructura de sus proteínas.15
Las semejanzas, como las que aparecen aquí en el diagrama de las pautas de los huesos de la extremidad anterior (eso recibe el nombre de «homología»), se pueden explicar de dos maneras: o bien tuvieron todos ellos el mismo antepasado O BIEN el mismo diseñador. De modo que la existencia de tales pautas difícilmente se puede presentar como prueba de ninguna de ambas explicaciones.
Sin embargo, la realidad es que los evolucionistas tienen aquí algunos problemas muy grandes, porque hay muchos seres en los que las estructuras «homólogas» surgen de partes totalmente diferentes del embrión; de genes no-homólogos; y de segmentos embrionarios diferentes. Esos son unos obstáculos capitales.16
Observemos también que todas las extremidades posteriores de todas las criaturas cuyas extremidades anteriores se muestran siguen también la misma pauta ósea. Para ser consecuentes, esta semejanza debería ahora ser interpretada como significando que todas ellas habían evolucionado a partir de criaturas que tuviesen sólo un par de extremidades, que habrían sido las estructuras ancestrales comunes tanto de las anteriores como de las posteriores.
Naturalmente, la mayoría de los evolucionistas diría que eso es algo carente de sentido, y probablemente argumentarían que la misma pauta evolucionó tanto en las extremidades anteriores como en las posteriores porque probablemente hay algunas desconocidas ventajas de bioingeniería. Pero, ¿no sería ésta una buena razón para que fuesen la «decisión del Diseñador» para los miembros en muchos tipos de criaturas diferentes?
El biólogo molecular Michael Denton (que, de pasada, no es creacionista) ha evidenciado que las comparaciones bioquímicas entre las proteínas de diferentes especies, lejos de dar apoyo a la evolución como se cree universalmente, dan una poderosa prueba de la existencia de tipos discretos (o especies), y no proveen evidencia para una descendencia común.
¿SOBRAS EVOLUTIVAS?
Apenas nadie emplea ya el argumento de los «órganos vestigiales», quizá porque en el pasado esta cuestión ha causado muchos apuros. A principios del siglo veinte, los evolucionistas afirmaban confiados que teníamos más de 80 órganos inútiles, reliquias sobrantes («vestigiales») de nuestro pasado evolutivo. Una a una, se fueron descubriendo funciones de estos órganos, hasta que apenas si quedó alguno como vestigial.
Incluso el humilde apéndice parece ahora tener un papel en la lucha contra las infecciones, al menos en las primeras etapas de la vida.17
La creencia de que el embrión humano pasa por sus pretendidas pasadas etapas animales, con agallas, etc., fue totalmente desacreditada hace mucho tiempo, pero no acaba de desaparecer.18
LA HISTORIA DE LOS HOMBRES
En tiempos modernos se ha observado que las poblaciones humanas aumentan de modo constante en más de un 1% anual. Para dar lugar a las enfermedades, hambres, guerras y otros fenómenos destructivos, tomemos una cifra mucho más cauta de un aumento anual en un 0,5%. A este ritmo, se precisaría de sólo unos 4.000 a 5.000 años para llegar a la actual población, comenzando con ocho personas en Monte Ararat.
Está bien documentado que las actitudes racistas aumentaron enormemente después de la publicación por Darwin de El Origen de las Especies. A fin de cuentas, los evolucionistas creían que las razas habían ido evolucionando por separado durante centenares de miles de años, de modo que lo lógico era que este «progreso» hubiera tenido lugar a diferentes ritmos; de modo que algunas razas no estaban tan distantes de sus antecesores animales como otras.
Sin embargo, la genética moderna muestra que las razas humanas son biológicamente muy cercanas, lo que es coherente con que todos los rasgos raciales estuviesen presentes en una pequeña población ancestral que quedase «dividida» en subgrupos en Babel.19
Muchos, por ejemplo, se sorprenden al saber que la humanidad comparte UN SOLO pigmento principal para su coloración. El matiz que uno tenga de negro, blanco o cobrizo depende de cuánto se tenga de esta sustancia, llamada melanina. Por cuanto todos los rasgos creados en la población humana estaban presentes en la familia de Noé (y antes de ello en Adán y Eva), podemos deducir que debían ser probablemente individuos con una coloración cobriza media, con cabello oscuro y ojos marrones.
De pasada, el pretendido «problema» de que la mujer de Caín tuviera que ser una parienta cercana (Génesis 5:4 indica que Adán y Eva tuvieron también hijas), lejos de ser un reto a la verdad de Génesis, en realidad lo fortalece. Por cuanto se precisa de tiempo, varias generaciones, para acumular los defectos causados por mutaciones, defectos que habrían tenido lugar después de un origen libre de toda tacha, la descendencia de Adán no tuvo que temer deformidades en los hijos de matrimonios entre parientes cercanos a lo largo de varios siglos. Incluso Abraham pudo casarse sin temor con su media hermana, y la ley moral contra el incesto no fue promulgada por tanto hasta la época de Moisés, cientos de años después.
Si las razas humanas proceden de la separación de los descendientes de los supervivientes de un cataclismo tan colosal como el Diluvio Universal, ¿no sería lógico esperar reminiscencias de un acontecimiento tan abrumador ampliamente esparcidas en historias y leyendas? De hecho, existen esas historias de un Diluvio entre los Aborígenes de Australia, los Esquimales del Ártico o los Indios de América, y en prácticamente cada tribu y nación de la tierra.
Aunque distorsionados por el tiempo y la transmisión oral, los paralelos con Génesis son a menudo destacables, incluyéndose frecuentemente en los relatos, por ejemplo, el envío de las aves y el sacrificio después del Diluvio. Incluso en ocasiones aparecen el arco iris y el número correcto de personas salvadas: ocho.
También hay muchos relatos similares de la confusión de las lenguas en Babel, pero, por ejemplo, no historias del paso del Mar Rojo por Moisés, porque esto sucedió después que las naciones se separasen en Babel. Estas historias del Diluvio y Babel no proceden de misioneros.
LAS DATACIONES RADIOMÉTRICAS, ¿NO DEMUESTRAN UNA TIERRA ANTIGUA?
En realidad, hay muchos métodos de datación que dan límites máximos a la edad de la tierra y del universo muy por debajo de lo que demanda la evolución. Algunos de ellos señalan una edad de unos miles de años como mucho. Naturalmente, los evolucionistas, automáticamente, incluso inconscientemente, preferirán aquellos métodos (p.e., mayormente los métodos radiométricos) que permitan el tiempo suficiente para dar una apariencia de plausibilidad a la creencia transformista.
En contra de la creencia popular, las dataciones con carbono radiactivo no tienen nada que ver con millones de años (incluso con el mejor equipo analítico actual, su límite superior es de alrededor de 100.000 años teóricos). Es un método que sólo puede datar cosas que contengan todavía carbono orgánico (lo que no es el caso de la mayoría de los huesos fósiles, por ejemplo). Cuando se comprenden el método y todas sus presuposiciones, y se confrontan con los datos del mundo real, resulta en realidad en un poderoso argumento para un mundo reciente.20
Otra creencia popular es que los métodos radiométricos generalmente concuerdan entre sí. Quizá esta creencia haya surgido por un inconsciente proceso de «selección». Como dice el Profesor evolucionista Richard Mauger: «Por lo general, las fechas en “la escala correcta” se suponen correctas y se publican, pero las que están en desacuerdo con otras fechas pocas veces se publican, ni se explican plenamente las discrepancias.»
La datación radiocarbónica de madera debajo de lava de una erupción de Rangitoto (una isla volcánica cerca de Auckland, en Nueva Zelanda) indica que la erupción tuvo lugar hace unos 200 años (el nombre se dice que significa «cielo rojo», sugiriendo que los Maoríes, que han estado como mucho unos 1.000 años allí, fueron testigos de este acontecimiento). Sin embargo, la datación de potasio-argón de la lava ha dado edades de ¡hasta medio millón de años! (revista Creation, Vol. 13, No. 1, 1991, pág. 15). De pasada, este método se emplea ocasionalmente para «datar» los fósiles mediante los flujos de lava asociados con los mismos.
¿QUÉ HAY DE LOS DINOSAURIOS?
Uno podría preguntarse por qué tantas culturas tienen leyendas acerca de dragones, de grandes bestias reptilianas, con cuernos, escamas, placas de armadura (y algunos de esos dragones volaban), notablemente similares a las reconstrucciones basadas en fósiles de dinosaurios y otros reptiles extintos. Sin embargo, se nos dice que ningún ser humano ha visto jamás un dinosaurio o un dragón. Es cosa cierta que la Biblia menciona dragones (el término Hebreo es tnn [tannin], mientras que la palabra «dinosaurio» no fue inventada hasta el siglo diecinueve).
Si tomamos de entrada la historia bíblica como válida, entonces el concepto de que hombres y dinosaurios hubiesen vivido juntos en el pasado no es difícil. Muchos seres han quedado extintos. Incluso está sucediendo hoy en día. La extinción no es evolución, y no hay evidencia fósil de que los dinosaurios hayan evolucionado a partir de no-dinosaurios.21
¿BIOLOGÍA POR CASUALIDAD?
Consideremos las increíbles improbabilidades envueltas en conseguir ya de entrada poner en movimiento todo el espectáculo evolutivo. La gente habla de ello como si de alguna manera fuese un HECHO observado. Pero el hecho es que nadie tiene realmente ninguna clase de explicación científica de cómo pudieron surgir sin inteligencia externa las complejas moléculas que han de actuar como soporte de la información precisa para la «primera vida» más simple que se pueda concebir. Y hay buenas razones científicas para creer que es imposible que tales estructuras surjan al azar.
A menudo se pasa por alto que las propiedades de una célula que la hacen vivir no pueden explicarse refiriéndolas meramente a las propiedades químicas de sus componentes básicos, igual que las propiedades totales de un automóvil no se pueden explicar por las propiedades del caucho, metal, plástico, y demás. La idea o concepto «automóvil» se tuvo que imponer sobre las materias primas desde el «exterior», por así decirlo. Se precisa de materia, energía e INFORMACIÓN, siendo esto último una propiedad inmaterial que es sobrepuesta sobre la materia, pero que no reside en la materia.22
Si todo lo necesario fuese tener los ingredientes correctos, ¿por qué no vemos algún pescado en una lata de sardinas saltar ocasionalmente a la vida? ¿Quizá podría suceder si se añadiese energía? Claro que no. Se precisa de mucho más que de energía y de los ingredientes correctos: se precisa de ordenación, de organización, de INFORMACIÓN. Los seres vivos reciben su información de sus organismos progenitores, pero NUNCA vemos que la información surja de materia prima sin programar.
Es difícil ver lógicamente cómo los mecanismos selectivos de la evolución pueden ser de ninguna utilidad para la teoría hasta que no se tenga ya en existencia una maquinaria autorreproductora y programada, como la que caracteriza a la vida. Sin embargo, toda vida conocida depende de polímeros que dan soporte a información. Se trata de moléculas de cadenas largas cuya función depende de la secuencia en la que se disponen sus subunidades, igual que la función de un programa de ordenador depende de la secuencia en la que se han programado las instrucciones.
Esto significa que los evolucionistas tienen que creer que la INFORMACIÓN ha surgido por PURO AZAR. Sir Fred Hoyle, que no es creacionista, dice en su libro Evolución del Espacio, que la probabilidad en contra de que UN solo polímero así surja por azar de una «sopa» primitiva es aproximadamente la misma que hay en contra de llenar el sistema solar de hombres ciegos codo a codo, todos ellos moviendo al azar cubos de Rubick ¡y que todos ellos, por puro azar, resuelvan el cubo al mismo tiempo!
¿POR QUÉ, PUES, HAY TANTAS PERSONAS QUE CREEN TAN DECIDIDAMENTE EN LA EVOLUCIÓN?
Naturalmente, hay muchas razones: presiones sociales y culturales, la carencia de oportunidad para considerar alternativas, la educación académica. . . . Pero la Biblia indica que se debería considerar también otra y más profunda razón. Se refiere a la realidad de que los humanos, desde la rebelión de su primer representante, Adán, tienen una tendencia innata a oponerse al gobierno del Creador sobre sus vidas.
En Romanos, capítulo 1, versículos 18–22, leemos:
«Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios.»
LA DECISIÓN
Puedes continuar creyendo en la evolución por fe, o decidir creer en la creación por fe. La creencia en la creación no sólo es científicamente razonable, sino que muestra mucho más sentido común. Échate atrás y contempla este mundo tan increíblemente complejo y con todas sus interrelaciones, por no decir nada del prodigioso cerebro humano, y piensa acerca de la creencia de que todo esto vino de la nada, y en último término por azar. ¿No es cierto que una creencia así involucra una fe ciega, en lugar de la fe racional del creacionista?
Si todo fue hecho a propósito, debido a las acciones deliberadas de una gran Inteligencia en acción, entonces la única manera en que podríamos conocer el propósito del universo sería que nos hubiese sido dada una revelación. Y así ha sido. La Biblia es singular, y afirma más de 3.000 veces ser la fiable comunicación del Creador mismo, contándonos acerca de este propósito.
¿Te preocupa o deja perplejo el hecho de la muerte y del sufrimiento en un mundo hecho por Dios? Debido a que Génesis es veraz, podemos saber por qué existen tales cosas, y saber que no forman una parte permanente de la creación para toda la eternidad.23 Los feos aspectos de la naturaleza se deben a que (como resultado de la desobediencia de Adán) es una creación arruinada, maldita, que sin embargo muestra todavía restos de su belleza original y de su bondad total.
Las personas que han publicado este librito no están interesadas en que te unas a un grupo particular o denominación eclesial determinada. Lo que desean es que hagas frente a la evidencia de que el mundo fue creado por Jesucristo y para Sus propósitos (Colosenses 1:16). Desean que seas reconciliado con tu Creador, Dios el Hijo que fue hecho carne, exento de pecado, que padeció y murió, y luego resucitó de entre los muertos.
Él llevó el castigo por tus pecados contra el Santo Dios Padre, cuyas leyes todos hemos quebrantado, para que tengas la oportunidad de arrepentirte y de confiarte a Su infinita misericordia y gracia sobre la base de aquel sacrificio cruento en tu favor. Entonces tendrás no solamente una vida más abundante ahora, sino también una vida eterna con Él en lugar de la condenación eterna (Evangelio de Juan 3:18).
¿Por qué no lees la Biblia ahora mismo? Una buena manera de comenzar es como sigue: Lee los primeros 11 capítulos de Génesis para comprender la verdadera historia del mundo. Luego Éxodo capítulo 20:1–17, la Ley de Dios, seguida por el Evangelio de Juan. Te querríamos animar a tratar esta cuestión con los líderes de una iglesia cristiana bíblica de buen testimonio en tu vecindario.
Si eres ya cristiano, querríamos apremiarte a que comprendas las realidades detrás de esta crucial batalla espiritual entre creación y evolución. Vemos a todo nuestro alrededor los frutos de la creciente aceptación del evolucionismo, y cómo la sociedad va aceptando más y más la filosofía de que «nadie nos hizo, de modo que podemos hacer lo que nos plazca».
El fundamento lógico del cristianismo está siendo atacado como nunca en la historia, y sin embargo nunca ha habido tantas buenas y sólidas respuestas disponibles para que los cristianos defiendan su fe y las puedan emplear para ganar a otros para nuestro Señor y Salvador Jesucristo.