Re: A Maria no se le debe a dorar, ni alabar, ni pedir, por que no es una Deidad!
La muerte de Abraham, el padre de los fieles, se halla registrada así:
"Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo." (Génesis 25:8)
Así también el caso de Isaac:
"Y exhaló Isaac el espíritu, y murió, y fue recogido a su pueblo." (Génesis 35:29)
Así también Jacob:
"Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró, y fue reunido con sus padres." (Génesis 49:33)
De José sólo se dice:
"Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un ataúd en Egipto." (Génesis 50:26)
Así en el caso de Moisés:
"Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy." (Deuteronomio 34:5,6)
Y así también hallaremos en el caso de Josué (Josué 24:29), Samuel (1 Samuel 25:1), David (1 Reyes 2:1,2,10; Hechos 2:29,34), Salomón (1 Reyes 11:43), y todos los demás cuya muerte se halla registrada en las Escrituras.
Nunca se dice que se han ido a alguna otra parte; simplemente se menciona que mueren, que entregan su vida y que vuelven a la tierra. Pablo adopta el mismo estilo de lenguaje cuando habla de la generación de los justos que han muerto. El dice:
"Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos." (Hebreos 11:13)
Cuando Jesús habló de la muerte de Lázaro, reconoció el hecho en su sentido más claro:
"[Jesús] les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto." (Juan 11:11-14)
Cuando Lucas describe la muerte de Esteban, no cae en ninguno de los elevados éxtasis tan generalizados en la literatura religiosa moderna. Sencillamente dice: "Y habiendo dicho esto, durmió" (Hechos 7:60). Cuando Pablo tiene ocasión de referirse a los cristianos fallecidos, no habla de ellos como que se hallan ante el trono de Dios. Las palabras que emplea están en armonía con aquellas ya citadas:
"Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza." (1 Tesalonicenses 4:13)
No hay excepciones a estos casos en el texto bíblico. Todas las alusiones bíblicas al tema de la muerte son tan diferentes al sentimiento moderno como es posible concebir. La Biblia habla de la muerte como el término de la vida, y nunca como el comienzo de otra existencia. Ni una sola vez nos habla de algún muerto que haya ido al cielo. Ni una sola vez se representa a los muertos como si estuviesen conscientes, excepto por un permisible lenguaje poético (Isaías 14:4) o para propósitos de parábolas (Lucas 16:19-31). Siempre son descritos en términos que armonizan con la experiencia: en la tierra de tinieblas, silencio e inconsciencia. Salomón dice:
"Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría." (Eclesiastés 9:10)
Job, angustiado por la acumulada calamidad, maldijo el día de su nacimiento y deseó haber muerto cuando niño; y fijémonos en lo que dice acerca de cuál habría sido la consecuencia:
"Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; dormiría, y entonces tendría descanso, con los reyes y consejeros de la tierra, que reedifican para sí ruinas [tumbas]; o con los príncipes que poseían el oro, que llenaban de plata sus casas. ¿Por qué no fui escondido como abortivo, como los pequeñitos que nunca vieron la luz? Allí los impíos dejan de perturbar, y allí descansan los de agotadas fuerzas. Allí también reposan los cautivos; no oyen la voz del capataz. Allí están el chico y el grande, y el siervo libre de su señor." (Job 3:13-19)
Job también hace la siguiente declaración, que junto con la recién citada, debiera ser bien considerada por aquellos que creen que los bebés van al cielo cuando mueren:
"Por qué me sacaste de la matriz? Hubiera yo expirado, y ningún ojo me habría visto. Fuera como si nunca hubiera existido." (Job 10:18)
El salmista alude de paso al estado de los muertos en las siguientes expresivas palabras:
"Abandonado entre los muertos, como los pasados a espada que yacen en el sepulcro, de quienes no te acuerdas ya, y que fueron arrebatados de tu mano... Manifestarás tus maravillas a los muertos? ¿Se levantarán los muertos para alabarte? ¿Será contada en el sepulcro tu misericordia? ¿o tu verdad en el Abadón? ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas, y tu justicia en la tierra del olvido?" (Salmos 88:5,10-12)
Estas preguntas están contestadas en una breve pero enfática declaración que aparece en Salmos 115:17:
"No alabarán los muertos a JAH, ni cuantos descienden al silencio."
Y el salmista da patética expresión a su propia creencia acerca de la naturaleza fugaz del hombre, en las siguientes palabras, que tienen relación directa con el estado de los muertos:
"He aquí, diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti; ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive... Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor. No calles ante mis lágrimas; porque forastero soy para ti, y advenedizo, como todos mis padres. Déjame, y tomaré fuerzas, antes que vaya y perezca." (Salmos 39:5,12,13)
David dice en Salmos 146:2: "Alabaré a Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva"; claramente implicando que de acuerdo con su creencia, dejaría de vivir y alabar a Jehová cuando aconteciera la muerte.
Si bien somos, todos los hijos de Dios un solo cuerpo, no encontramos realmente un fundamento real para creer que los santos que duermen, pueden rogar por nosotros, por cuanto, ya no estan entre nosotros más. NO entre los vivos. No pueden por tanto, ni estan ya obligados a orar por nosotros, han sido ya liberados de tal piadosa labor, son cosas que pudieron gozar, como dijo David, mientras vivían.