Hola a todos.
Diría que me sorprende la manera dogmática en que se manejan temas como este, pero la verdad es que no me sorprende. Muchas veces cuando debatimos con los incrédulos respecto a versículos “complicados” apelamos a contextos históricos, culturales y demás elementos que nos permiten entender el “por qué” y “para qué” del texto, pero en otros casos –como este- cuando se menciona el “contexto” del pasaje, se rechaza por decir que se quiere supeditar la escritura a cuestiones históricas o culturales siendo que es Palabra de Dios Universal. Son sorprendentes nuestros cambios. Mostrar a otros lo que enseña y dice la Biblia no es llenar un post con mil versículos, pues lo mismo hacen Testigos de Jehová o Unitarios, sino ser guiados por el Espíritu Santo y creerle a Él antes que a nuestras afirmaciones feministoides o machistas.
Se saca a relucir constantemente que está escrito que la mujer debe callar en la congregación porque es indecoroso y porque es un mandato del Señor, pero por otro lado, se aplica exclusivistamente este “callar” a cuestiones de predicación en púlpito, enseñanza a varones o cosas que impliquen “autoridad”. ¿Si la mujer debe callar en la congregación por qué sí puede profetizar? ¿Profetizará en silencio o de manera escrita ya que debe callar en la congregación? ¿Cómo es que la Biblia dice que la mujer debe callar pero le permitimos enseñar en la escuela dominical si debería estar callada? La verdad es que pareciera que a pesar de recordar los muchos versículos que la Biblia tiene acerca del orden de Dios para las mujeres en la congregación, nuestra visión no difiere en nada a la de las mas puras tradiciones machistas lejanas al cristianismo.
Lo más contradictorio del caso es que es justamente nuestra actitud y visión machista la que genera más y más malos ministerios femeninos. ¿Por qué? Justo porque cuando la ausencia de varones en las iglesias hace necesario que las mujeres asuman posiciones ministeriales, se encuentran con que, ni hay apoyos, ni hay los medios adecuados para que los desarrollen correctamente y mucho menos respaldo por parte de los pocos hombres disponibles, y entonces dichos ministerios vean mermados sus resultados. Por otro lado, están también los liberales que por mera moda feministoide olvidan las implicaciones espirituales que hombres y mujeres tenemos respectivamente para el desarrollo de un ministerio sano, y entonces ellas suban a los púlpitos y al Top-10 evangélico verdaderos ministerios femeninos monstruosos y dañinos.
Finalmente ¿qué dice la Biblia al respecto?
Existen diversos dones y ministerios en la Iglesia. Normalmente conceptualizados por nosotros aún con los resquicios del catolicismo; vemos dichos ministerios conforme Roma los ve, con su carga de autoridad institucional y de dominio sobre las gentes. Aunque no creemos oficialmente en ello, entre nosotros fomentamos una clase clerical que va fuera del evangelio y de nuestras mismas doctrinas reformadas y bíblicas.
Ya sea por costumbre o por realidad, la cabeza de cada congregación es llamada “Pastor”, aplicándole el título del ministerio mencionado por Pablo. El Pastor es la autoridad en la iglesia ¿no? ¡Craso error! El ministerio pastoral tiene mas que ver con la guianza y consejería en la iglesia que con el tomar autoridad sobre los demás o dirigir una congregación. Jamás en la Biblia el término Pastor se aplica directamente a los Obispos o Ancianos mencionados en ella, si bien tampoco los excluye, es cierto. Lo que es importante señalar es que en ningún momento se habla de tomar autoridad dentro del Cuerpo de Cristo, a menos que se hable del caso de los Apóstoles. Vemos aquí ya un error en cuanto a la conceptualización de los ministerios. ¿El Pastor predica? No, el que predica es quien trae la Palabra de Dios a la congregación. ¿Cómo se llama al que habla lo que Dios da? Profeta, no pastor, ni maestro; segunda confusión de ministerios. Por tradición el Pastor es el que predica en la Iglesia, pero ese es un ministerio profético, no pastoral. Y si la mujer también recibe de Dios el don de la profecía, y la Biblia establece que la mujer ha de profetizar, ¿cómo es que eso resulta incoherente con el hecho de que predique?
El apóstol Pablo habla varias veces acerca de los ministerios y de los dones del Espíritu Santo para la Iglesia. (1Co.12; Ef4:11) Los ministerios requieren de dichos dones para ser aplicados y ejercidos correctamente ¿están de acuerdo? ¿Menciona Pablo de Tarso cual es el mayor de todos esos dones? (1Co.14:1, 39) El de profetizar ¿cierto? La profecía es la que guía la Iglesia, la que muestra cual es la voluntad de Dios para su Pueblo; por tanto es el mayor de los dones y aquel que Pablo nos encarga que cultivemos más. Si podemos pensar en un ministerio que marque o dirija a la Iglesia es justamente el de la Profecía, y como podemos ver, en la Iglesia de los Apóstoles ninguna mujer ejercía el ministerio ni el don de la profecía ¿verdad que no? (ironía) (Hch.21:9)
Si una mujer predica en la iglesia está ejerciendo un ministerio o actividad profético/a, no pastoral; y ya vimos que sí había mujeres que profetizaban. Los antiguos Padres de la Iglesia atacaban algunos el hecho de que existieran desde ese entonces mujeres que predicaran y dirigieran los cultos de la Iglesia. El Catolicismo mismo –que es quien mayor importancia le da a la patrística- acepta que las palabras de dichos padres de la iglesia responde mas a sus prejuicios machistas que a una crítica razonada y bíblica acerca del ministerio femenino, pero eso nos habla que ya desde los orígenes de la Iglesia, muchas congregaciones entendían que el ministerio no estaba negado a las mujeres.
¿Cómo es que Pablo entonces mandaba callar a las mujeres? ¿Le hablaba a mujeres plenas en doctrina o a mujeres que requirieran que su marido les enseñara? No solo Pablo anima a la Iglesia a apartarse de los chismes e historias de viejas, dándonos ahí una visión de lo que era el conglomerado femenino en la primera iglesia, carentes de doctrina y letras por causa de que a la mujer en el mundo judaico de la época de Cristo no se le enseñaba mas que lo necesario para atender al marido. ¿Por qué Pablo rompe su posición profética diciendo lo que Dios ordena y dice más bien “yo no permito”? ¿Por qué ese detalle nos parece tan simple e intrascendente cuando nos trenzamos en otros temas en discusiones interminables porque Jn1:1 incluya “un” o no? ¿Cuál es la verdadera intención de Pablo al ordenar que callen y mejor aprendan en casa? Si lo vemos con los anteojos machistas de nuestra cultura, observaremos sobre todo el “que callen”, pero si lo vemos con una visión mas apegada al proceso iniciado por Jesús con la mujer del pozo, nos daremos cuenta del para qué deben de ser instruidas por el marido, pues fueron varones muchos aquellos a los que aquella mujer enviada por Jesús les enseñó. ¿Permitimos en la iglesia que mujeres evangelicen y enseñen la doctrina de Cristo a varones? ¡Pero si son varones! ¿Qué tal si es su mismo esposo? ¿Debe pues la mujer enseñarle o no el evangelio a su cabeza? Eso implicaría quebrantar el orden de Dios al respecto ¿no? ¿Creemos que para la mujer es correcto que sea evangelista maestra o misionera pero que solo enseñe a varones no cristianos? ¿No es acaso el ministerio magisterial el que atrae mayor condenación pues es el que sienta las bases de la enseñanza y la pureza doctrinal de la Iglesia? ¿Ahí entonces, con nuestros hijos, sí dejamos entrar mujeres pero no ante nosotros que ya estamos en “madurez” para juzgar? ¿La mujer tiene autoridad con los varones pequeños a pesar de que los padres, pero pierde dicha autoridad cuando ellos crecen? ¿A que edad del varón debe dejar la mujer de enseñarle? Esas y mas son algunas de las mas flagrantes incoherencias de nuestra doctrina cristiana permeada por una verdadera herejía falocéntrica.
Cristo es cabeza de la Iglesia, y dentro de la Iglesia confesamos el sacerdocio universal de los cristianos; no de solo los varones. Y ese sacerdocio no es únicamente una figura, sino una realidad espiritual y cósmica. Entendiendo lo que es la autoridad y la cobertura, si la mujer de un hombre queda sometida al resto de los varones en la Iglesia, la autoridad del marido queda violada del todo, por cuanto la mujer es gloria y representación suya. El marido está siendo representado en la esposa, tal como la Iglesia entera es representación y cuerpo de Cristo. La esposa debe estar en comunión de autoridad con el marido para poder predicar y ejercer en la Iglesia, de la misma forma en que esa falta de comunión del marido le es estorbo a sus oraciones. La Biblia no niega el ministerio a la mujer, simplemente le hace consciente de la necesidad de cobertura por parte del marido. Es responsabilidad del varón respaldar el ministerio de su mujer, y estar al tanto de lo que hace, para evitar que dicho ministerio quede dirigido por los “chismes y fábulas de viejas”, tal como sucedía en Corinto, y por lo cual fue dada esa palabra; no solo para Corinto, sino en todo sitio donde el pecado y la mundanalidad imperan. Si a nosotros se nos llama a no colocar neófitos en el ministerio para evitar caer envanecidos, el caso de las mujeres es mayor, no por naturaleza –aunque a veces lo parezca jejeje- sino por causa de la formación cultural que tanto ellas como nosotros recibimos. ¿Y qué tal si es soltera? Pues tiene la autoridad del padre de familia, o de algún pastor de la iglesia; y si no, que calle en la congregación.
Se dice que en la Biblia no aparecen pastoras o sacerdotisas, es cierto; pero tampoco aparecían mujeres levitas, y sin embargo, las iglesias que dan mayor importancia a la Alabanza y Adoración, rara vez impiden que haya mujeres ministrando en la música. ¿Por qué? Somos condescendientes con aquellos ministerios donde no buscamos reputación y poder, pero agudizamos nuestro histórico yugo de varones en aquellos ministerios donde sí nos interesa estar y destacar o mantener dominio; ya sea como personas o como instituciones. Lo peor de todo es que el dominio y ese tipo de “autoridad” no deberían de existir, pues Cristo actuó y habló verdaderamente con autoridad y jamás hizo ese tipo de distinciones.
Habrá congregaciones donde en verdad sea necesario e indispensable evitar que sus mujeres accedan a puestos ministeriales; mas no por causa de su sexo, sino de su preparación y madurez espiritual; pero no es así en todos los casos.
Reciban todos un saludo y bendiciones en Cristo Jesús.