Historias

Joaco

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14 Agosto 2003
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www.bautistas.org.mx
Un saludo a todos los foristas,
Gracia y Paz de nuestro Señor Jesucristo.

He querido abrir este epígrafe, para que compartamos historias que den enseñanza de vida, historias que, basadas en la bendita Palabra de nuestro Dios y Padre, fuente de sabiduría y verdad, nos ayuden a edificarnos mutuamente.

Atte.
Joaco
 
Re: Historias

Aquí va la primera historia, espero les sea de mucha bendición y edificación.

Ser como niños

Eramos la única familia en el restaurante con un niño. Yo senté a Daniel en una silla para niño y me di cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y charlando. De repente, Daniel pegó un grito con ansia y dijo, "Hola amigo!" Golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de dientes en su encía.

Con mucho regocijo él se reía y se retorcía. Yo miré alrededor y vi la razón de su regocijo. Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto. Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad sus dedos se asomaban a través de lo que fueron unos zapatos. Su camisa estaba sucia y su cabello no había recibido una peinilla por largo tiempo. Sus patillas eran cortas y muy poquitas y su nariz Tenía tantas venitas que parecía un mapa. Estabamos un poco lejos de él para saber si olía, pero seguro que olía mal.

Sus manos comenzaron a menearse para saludar. "Hola bebito, como estas muchachón," le dijo el hombre a Daniel. Mi esposa y yo nos miramos, "Que hacemos?" Daniel continuó riéndose y contestó, "Hola, hola amigo." Todos en el restaurante nos miraron y luego miraron al pordiosero. El viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo. Nos trajeron nuestra comida y el hombre comenzó a hablarle a nuestro hijo como un bebe. Nadie creía que era simpático lo que el hombre estaba haciendo. Obviamente él estaba borracho.

Mi esposa y yo estabamos avergonzados. Comimos en silencio; menos Daniel que estaba super inquieto y mostrando todo su repertorio al pordiosero,quien le contestaba con sus niñadas. Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta. Mi esposa fue a pagar la cuenta y le dije que nos encontraríamos en el estacionamiento. El viejo se encontraba muy cerca de la puerta de salida. "Dios mío, ayúdame a salir de aquí antes de que este loco le hable a Daniel." Dije orando, mientras caminaba cercano al hombre. Le di un poco la espalda tratando de salir sin respirar ni un Poquito del aire que él pudiera estar respirando. Mientras yo hacía esto, Daniel se volvió rápidamente en dirección hacia donde estaba el viejo y puso sus brazos en posición de; "cárgame." Antes de que yo se lo impidiera, Daniel se abalanzó desde mis brazos hacia los brazos del hombre. Rápidamente el muy oloroso viejo y el joven niño consumaron su relación amorosa.

Daniel en un acto de total confianza y amor recargó su cabeza sobre el hombro del pordiosero. El hombre cerró sus ojos y pude ver lágrimas corriendo por sus mejillas. Sus viejas y maltratadas manos llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo, suave, muy suavemente, acariciaban la espalda de Daniel. Nunca dos seres se habían amado tan profundamente en tan poco tiempo. Yo me detuve aterrado. El viejo hombre se meció con Daniel en sus brazos por un momento, luego abrió sus ojos y me miró directamente a los míos. Me dijo en voz fuerte y segura, "Usted cuide a este niño." De alguna manera le conteste "Así lo haré" con un inmenso nudo en mi garganta. El separó a Daniel de su pecho, lentamente, como situviera un dolor. Recibí a mi niño, y el viejo hombre me dijo: "Dios le bendiga, señor. Usted me ha dado un hermoso regalo." No pude decir mas que un entrecortado gracias.

Con Daniel en mis brazos, caminé rapidamente hacia el carro. Mi esposa se preguntaba por qué estaba llorando y sosteniendo a Daniel tan apretadamente, y por qué yo estaba diciendo: "Dios mío, Dios mío, perdóname." Yo acababa de presenciar el amor de Cristo a través de la inocencia de un pequeño niño que no vio pecado, que no hizo ningún juicio; un niño que vio un alma y unos padres que vieron un montón de ropa sucia. Yo fui un cristiano ciego, cargando un niño que no lo era. Yo sentí que Dios me estuvo preguntando: "Estás dispuesto a compartir tu hijo por un momento?" Cuando Él compartió a su hijo por toda la eternidad.

El viejo , inconscientemente, me recordó:

"Les aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él" Lucas 18: 17
 
Re: Historias

En una capintería (desconozco el autor)

Cuentan que una vez en una pequeña carpintería hubo una extraña asamblea, fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? Hacía demasiado ruido y además se pasaba todo el tiempo golpeando a los demás.

El martillo aceptó su culpa pero pidió que también fuera expulsado el tornillo, pues había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija, pues era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. La lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado también el metro, que siempre estaba midiendo a los demás según su medida como si fuera el único perfecto. En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo, utilizó el martillo, el tornillo, la lija y el metro, y finalmente la tosca madera inicial se convirtió en un hermoso juego de ajedrez.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, se reanudó la deliberación, fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho y dijo: Señores ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades, y eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos más en nuestros puntos malos y concentrémonos en nuestros puntos buenos. La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija servía para afinar y lijar asperezas, y el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir y hacer cosas de calidad se sintieron orgullosos de sus talentos y de trabajar juntos en las manos del Maestro carpintero.


Reflexión: (Por Joaco)

En esta historia podemos identificar claramente a los personajes y elementos que se representan en la misma:
  • La carpintería: La iglesia
  • Las herramientas: nosotros, los creyentes
  • El carpintero: Nuestro Señor
Muchas veces nos olvidamos que no somos nosotros los importantes, que no lo son "nuestras" capacidades, sino nuestro bendito Señor, ya que de Él es la obra y así mismo la gloria, la honra y el poder, tal como lo declara el salmista: "La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre y causa de tu amor y tu verdad" (Salmo 115:1)

Tampoco valoramos la importancia de trabajar juntos, de hacer equipo pues, como está escrito: "Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta..." (Eclesiastes 4:9-10a). Y nos centramos en nosotros mismos dando lugar a la soberbia y la vanidad con las que vienen las disputas, las envidias, las peleas, las divisiones. Por eso, atendamos al consejo de la bendita Palabra de Dios que nos manda que seamos humildes y amables; que tengamos paciencia y nos soportemos (nos ayudemos con nuestras cargas, nos sostengamos), unos a otros con amor; procurando mantener la unidad que proviene del Espíritu Santo (Efesios 4:1-3), teniendo presente que donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas (Santiago 3:16). También la Palabra de Dios nos manda que no hagamos nada por egoísmo o por vanagloria sino con actitud humilde, considerando cada uno de nosotros al otro como más importante (Filipenses 2:3), porque todos somos miembros de un mismo cuerpo, Su cuerpo.

Mis amados hermanos, les invito a que nos gocemos leyendo y meditando sobre los siguientes pasajes, los cuales nos muestran de manera clara nuestra mutua pertenencia, y de todos, al Señor: Romanos 12:4-10; 1 Corintios 12:12-27; Efesios 1:22-23; Efesios 4:1-7; Efesios 4:11-16, y que su bendita Palabra renueve nuestros pensamientos y fructifique en nuestras vidas para gloria de nuestro bendito Dios y Padre.

Y por último, tengan siempre presente que no basta con oír el mensaje, hay que ponerlo en práctica (Santiago 1:22).

Oración:
Bendito Señor, ayúdanos a tener siempre presente que si algo podemos hacer es gracias a Ti que nos capacitas y nos esfuerzas, que nosotros tan solo somos vasos de barro para que lo que vean los demás sea Tu poder obrando en nosotros y de esa manera Tu bendito Nombre sea glorificado. Y ayúdanos también a estar siempre solícitos á guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, siguiendo la verdad en amor y defendiendo la sana doctrina que nos fue dada.

En el nombre de Jesús.
Amén
 
Re: Historias

Joaco dijo:
Aquí va la primera historia, espero les sea de mucha bendición y edificación.

Ser como niños

Eramos la única familia en el restaurante con un niño. Yo senté a Daniel en una silla para niño y me di cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y charlando. De repente, Daniel pegó un grito con ansia y dijo, "Hola amigo!" Golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de dientes en su encía.

Con mucho regocijo él se reía y se retorcía. Yo miré alrededor y vi la razón de su regocijo. Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto. Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad sus dedos se asomaban a través de lo que fueron unos zapatos. Su camisa estaba sucia y su cabello no había recibido una peinilla por largo tiempo. Sus patillas eran cortas y muy poquitas y su nariz Tenía tantas venitas que parecía un mapa. Estabamos un poco lejos de él para saber si olía, pero seguro que olía mal.

Sus manos comenzaron a menearse para saludar. "Hola bebito, como estas muchachón," le dijo el hombre a Daniel. Mi esposa y yo nos miramos, "Que hacemos?" Daniel continuó riéndose y contestó, "Hola, hola amigo." Todos en el restaurante nos miraron y luego miraron al pordiosero. El viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo. Nos trajeron nuestra comida y el hombre comenzó a hablarle a nuestro hijo como un bebe. Nadie creía que era simpático lo que el hombre estaba haciendo. Obviamente él estaba borracho.

Mi esposa y yo estabamos avergonzados. Comimos en silencio; menos Daniel que estaba super inquieto y mostrando todo su repertorio al pordiosero,quien le contestaba con sus niñadas. Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta. Mi esposa fue a pagar la cuenta y le dije que nos encontraríamos en el estacionamiento. El viejo se encontraba muy cerca de la puerta de salida. "Dios mío, ayúdame a salir de aquí antes de que este loco le hable a Daniel." Dije orando, mientras caminaba cercano al hombre. Le di un poco la espalda tratando de salir sin respirar ni un Poquito del aire que él pudiera estar respirando. Mientras yo hacía esto, Daniel se volvió rápidamente en dirección hacia donde estaba el viejo y puso sus brazos en posición de; "cárgame." Antes de que yo se lo impidiera, Daniel se abalanzó desde mis brazos hacia los brazos del hombre. Rápidamente el muy oloroso viejo y el joven niño consumaron su relación amorosa.

Daniel en un acto de total confianza y amor recargó su cabeza sobre el hombro del pordiosero. El hombre cerró sus ojos y pude ver lágrimas corriendo por sus mejillas. Sus viejas y maltratadas manos llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo, suave, muy suavemente, acariciaban la espalda de Daniel. Nunca dos seres se habían amado tan profundamente en tan poco tiempo. Yo me detuve aterrado. El viejo hombre se meció con Daniel en sus brazos por un momento, luego abrió sus ojos y me miró directamente a los míos. Me dijo en voz fuerte y segura, "Usted cuide a este niño." De alguna manera le conteste "Así lo haré" con un inmenso nudo en mi garganta. El separó a Daniel de su pecho, lentamente, como situviera un dolor. Recibí a mi niño, y el viejo hombre me dijo: "Dios le bendiga, señor. Usted me ha dado un hermoso regalo." No pude decir mas que un entrecortado gracias.

Con Daniel en mis brazos, caminé rapidamente hacia el carro. Mi esposa se preguntaba por qué estaba llorando y sosteniendo a Daniel tan apretadamente, y por qué yo estaba diciendo: "Dios mío, Dios mío, perdóname." Yo acababa de presenciar el amor de Cristo a través de la inocencia de un pequeño niño que no vio pecado, que no hizo ningún juicio; un niño que vio un alma y unos padres que vieron un montón de ropa sucia. Yo fui un cristiano ciego, cargando un niño que no lo era. Yo sentí que Dios me estuvo preguntando: "Estás dispuesto a compartir tu hijo por un momento?" Cuando Él compartió a su hijo por toda la eternidad.

El viejo , inconscientemente, me recordó:

"Les aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él" Lucas 18: 17




Es tremenda la historia hermano Joaco.

Me es de bendición leerla. De hecho todos tus aportes me bendicen.

Imaginate, si los hijos de Dios tuviesemos la actitud de tu hijito Daniel y pudiesemos amar sin mirar las apariencias. Que grandioso sería.

Es duro para los hijos de Dios entender el amor incondicional. Ya que lamentablemente hemos sido educados desde pequeños a "ganarnos" con nuestro esfuerzo y conducta tanto:

Los bienes materiales, amigos, "Los domingos" cuándo pequeños, etc.

Si tan solo comprendieramos el amor incondicional de Dios revelado en Cristo Jesús. Podríamos llegar hacer lo que Danielito y amariamos a alas personas independientemente de sus errores, apariencia y olores.

Amado hermano que crees pasaría si los hijos de Dios, nos dedicasemos a amar en vez de andar "buscando" pecados en las personas?

Recibe un fuerte abrazo.

voz
 
Re: Historias

voz777 dijo:
Es tremenda la historia hermano Joaco.

Me es de bendición leerla. De hecho todos tus aportes me bendicen.
voz,
un fuerte y fraternal abrazo.

Muchas gracias por tus palabras y quiero decirte que es recíproco pues tú también haz sido de gran bendición para mí y espero que en este año que está comenxando el Señor te continúe bendiciendo, tanto que sigas siendo de bendición a otros.

voz777 dijo:
Imaginate, si los hijos de Dios tuviesemos la actitud de tu hijito Daniel y pudiesemos amar sin mirar las apariencias. Que grandioso sería.
Exactamente, sería grandioso voz. Solo una aclaración que olvidé hacer al compartir la historia: No es una vivencia personal, es una historia que alguien más me compartio hace ya un par de años. Desconozco de quién haya sido la vivencia, pero se que nuestro Dios le movió a compartirla pues es un gran ejemplo, tanto el amor incindicional del niño, como el amor de Dios para con nosostros al darnos a Su Hijo.

voz777 dijo:
Es duro para los hijos de Dios entender el amor incondicional. Ya que lamentablemente hemos sido educados desde pequeños a "ganarnos" con nuestro esfuerzo y conducta tanto:

Los bienes materiales, amigos, "Los domingos" cuándo pequeños, etc.

Si tan solo comprendieramos el amor incondicional de Dios revelado en Cristo Jesús. Podríamos llegar hacer lo que Danielito y amariamos a alas personas independientemente de sus errores, apariencia y olores.
Completamente de acuerdo contigo.

voz777 dijo:
Amado hermano que crees pasaría si los hijos de Dios, nos dedicasemos a amar en vez de andar "buscando" pecados en las personas?
Primeramente (y lo más importante de todo), nuestro Dios sería glorificado, seguidamente, la gente vería que somos verdaderos discipulos de Cristo y serían movidos a conocerle también; además, seríamos edificados grandemente (porque el amor edifica) y creceríamos espiritualmente siendo cada vez más como nuestro Señor.

voz777 dijo:
Recibe un fuerte abrazo.

voz
Igualmente para tí, y mis mejores deseos para tí y tu familia en este año que comienza.

Atte.
Joaco
 
Re: Historias

Hermano Joaco, me causa una gran alegria saber de ti ....habia notado mucho tu ausencia en este foro...espero todo te esté saliendo bien, aunque no lo dudo debido a tu evidente cercanía con Dios.

Me gustó mucho esa historia sobre los niños...porque en verdad se debe ser como un niño para entender todo este laberinto que el hombre se ha dado a la tarea de complicar tanto.

La verdadera inspiracion en mi vida deviene precisamente de mis hijos...ellos son la prueba viviente de un ser superior que nos creo con amor.

Dios dijo que ellos heredaran el cielo y el que no acepte el Reino de Dios como tal no entrará en él.....?porque no comenzar siendo niños en primer lugar ?....y luego ir creciendo en sabiduria....quizas de esa manera no sería necesario llegar a la pubertad del conocimiento pues no sería necesario....

?Es quizas la respuesta tan sencilla? en donde no hace falta llegar a ser adulto mentalmente o ser un sabio para ser lo que él desea de nosotros...

Un niño o un hijo facilmente hacen la voluntad del padre.....pero nosotros jugamos a ser adultos y muchas veces no hacemos la voluntad de Dios.

Te reitero hermano Joaco el gusto que me da escucharte de nuevo.

Dios te bendiga
 
Re: Historias

nikita dijo:
Hermano Joaco, me causa una gran alegria saber de ti ....habia notado mucho tu ausencia en este foro...espero todo te esté saliendo bien, aunque no lo dudo debido a tu evidente cercanía con Dios.
nikita,
muchas gracias por tus palabras, y a mi también me alegra tener la oportunidad de conversar de nuevo contigo. Efectivamente, dos semanas (aproximadamente) estuve sin participar en los foros, por problemas técnicos de mi acceso a internet y además por falta de tiempo, pero gracias a Dios ya estoy de vuelta.

Y aprovecho para enviarte un fuerte y fraternal abrazo, y espero que este año esté lleno de grandes bendiciones para tí y tu familia, empezando porque este año puedas conocer más a nuestro Dios y puedas, guiado por Su Espiritu Santo, rendir tu vida más y más a Él.

nikita dijo:
Me gustó mucho esa historia sobre los niños...porque en verdad se debe ser como un niño para entender todo este laberinto que el hombre se ha dado a la tarea de complicar tanto.

La verdadera inspiracion en mi vida deviene precisamente de mis hijos...ellos son la prueba viviente de un ser superior que nos creo con amor.

Dios dijo que ellos heredaran el cielo y el que no acepte el Reino de Dios como tal no entrará en él.....?porque no comenzar siendo niños en primer lugar ?....y luego ir creciendo en sabiduria....quizas de esa manera no sería necesario llegar a la pubertad del conocimiento pues no sería necesario....

?Es quizas la respuesta tan sencilla? en donde no hace falta llegar a ser adulto mentalmente o ser un sabio para ser lo que él desea de nosotros...

Un niño o un hijo facilmente hacen la voluntad del padre.....pero nosotros jugamos a ser adultos y muchas veces no hacemos la voluntad de Dios.
Tienes toda la razón, pero gracias a Dios Él sigue moviendonos, Él sigue corrijiendonos para que no lo olvidemos, y a través de experiencias, historias, vivencias, como las de Danielito y sus padres, el sigue maravillandonos con Su amor, y exhortandonos a imitarle.

Y la clave de ser como niños está en esto: humildad.

Un niño es humilde pues se ve así mismo como lo que es, no tiene más alto concepto de si mismo del que debe tener. A un niño no le preocupa expresar sus sentimientos, a un niño no le preocupa preguntar, a un niño no le preocupa decir "no sé". Así debemos ser nosotros.

Ya lo había expresado el apostol Pablo: "Digo pues por la gracia que me es dada, á cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con templanza, conforme á la medida de la fe que Dios repartió á cada uno" (Romanos 12:3)

La humildad es la característica primordial del cristiano que anda de manera digna de su llamado (Efesios 4:2-3).

La Biblia nos dice que el Señor Jesús fue humilde, la persona más humilde sobre la tierra (Filipenses 2:5-8). El Rey del universo, el Rey de reyes, el Señor de señores, dejó su gloria majestuosa para identificarse con nosotros.

Jesús nació en un pesebre, se crió en un hogar humilde, llevó una vida austera, predicó y se dedicó a servir y murió a favor de aquellos a quienes el vino a salvar (y ni siquiera la tumba donde fue enterrado era suya, fue prestada). Esa es la humildad encarnada, el Dios hecho carne se humilló así mismo.

Así debemos aprender de Él la humildad (Marteo 11:29). Él estableció el modelo de como sus seguidores, sus discípulos, deben vivir también (1 Juan 2:6).

La virtud de la humildad que caracterizó a Cristo Jesús debe caracterizar a cada uno de aquellos que nos llamamos cristianos.

nikita dijo:
Te reitero hermano Joaco el gusto que me da escucharte de nuevo.

Dios te bendiga
Gracias nikita, gracias. Y que Dios te bendiga abundantemente a tí también.

Atte.
Joaco
 
Re: Historias

Joaco dijo:
Aquí va la primera historia, espero les sea de mucha bendición y edificación.

Ser como niños

Eramos la única familia en el restaurante con un niño. Yo senté a Daniel en una silla para niño y me di cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y charlando. De repente, Daniel pegó un grito con ansia y dijo, "Hola amigo!" Golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de dientes en su encía.

Con mucho regocijo él se reía y se retorcía. Yo miré alrededor y vi la razón de su regocijo. Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto. Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad sus dedos se asomaban a través de lo que fueron unos zapatos. Su camisa estaba sucia y su cabello no había recibido una peinilla por largo tiempo. Sus patillas eran cortas y muy poquitas y su nariz Tenía tantas venitas que parecía un mapa. Estabamos un poco lejos de él para saber si olía, pero seguro que olía mal.

Sus manos comenzaron a menearse para saludar. "Hola bebito, como estas muchachón," le dijo el hombre a Daniel. Mi esposa y yo nos miramos, "Que hacemos?" Daniel continuó riéndose y contestó, "Hola, hola amigo." Todos en el restaurante nos miraron y luego miraron al pordiosero. El viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo. Nos trajeron nuestra comida y el hombre comenzó a hablarle a nuestro hijo como un bebe. Nadie creía que era simpático lo que el hombre estaba haciendo. Obviamente él estaba borracho.

Mi esposa y yo estabamos avergonzados. Comimos en silencio; menos Daniel que estaba super inquieto y mostrando todo su repertorio al pordiosero,quien le contestaba con sus niñadas. Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta. Mi esposa fue a pagar la cuenta y le dije que nos encontraríamos en el estacionamiento. El viejo se encontraba muy cerca de la puerta de salida. "Dios mío, ayúdame a salir de aquí antes de que este loco le hable a Daniel." Dije orando, mientras caminaba cercano al hombre. Le di un poco la espalda tratando de salir sin respirar ni un Poquito del aire que él pudiera estar respirando. Mientras yo hacía esto, Daniel se volvió rápidamente en dirección hacia donde estaba el viejo y puso sus brazos en posición de; "cárgame." Antes de que yo se lo impidiera, Daniel se abalanzó desde mis brazos hacia los brazos del hombre. Rápidamente el muy oloroso viejo y el joven niño consumaron su relación amorosa.

Daniel en un acto de total confianza y amor recargó su cabeza sobre el hombro del pordiosero. El hombre cerró sus ojos y pude ver lágrimas corriendo por sus mejillas. Sus viejas y maltratadas manos llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo, suave, muy suavemente, acariciaban la espalda de Daniel. Nunca dos seres se habían amado tan profundamente en tan poco tiempo. Yo me detuve aterrado. El viejo hombre se meció con Daniel en sus brazos por un momento, luego abrió sus ojos y me miró directamente a los míos. Me dijo en voz fuerte y segura, "Usted cuide a este niño." De alguna manera le conteste "Así lo haré" con un inmenso nudo en mi garganta. El separó a Daniel de su pecho, lentamente, como situviera un dolor. Recibí a mi niño, y el viejo hombre me dijo: "Dios le bendiga, señor. Usted me ha dado un hermoso regalo." No pude decir mas que un entrecortado gracias.

Con Daniel en mis brazos, caminé rapidamente hacia el carro. Mi esposa se preguntaba por qué estaba llorando y sosteniendo a Daniel tan apretadamente, y por qué yo estaba diciendo: "Dios mío, Dios mío, perdóname." Yo acababa de presenciar el amor de Cristo a través de la inocencia de un pequeño niño que no vio pecado, que no hizo ningún juicio; un niño que vio un alma y unos padres que vieron un montón de ropa sucia. Yo fui un cristiano ciego, cargando un niño que no lo era. Yo sentí que Dios me estuvo preguntando: "Estás dispuesto a compartir tu hijo por un momento?" Cuando Él compartió a su hijo por toda la eternidad.

El viejo , inconscientemente, me recordó:

"Les aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él" Lucas 18: 17

Bravo joaco,gracias por compartir estas historias,que Dios te de más,para tu edificación y para la de tus hermanos y hermanas.

Dios te bendiga,tu hermano.
jezogo.
 
Re: Historias

Amados Hermanos,
Me ha dado mucho gusto saber que las historias que hasta ahora he compartido les hayan sido de bendición, y espero que está que traigo ahora también lo sea, y que más hermanos se animen a compartirnos otras historias.

Atte.
Joaco

Un Mal Día


Su esposa se lo había dicho antes de salir de casa. Ese no iba a ser un buen día. Era un extraño presentimiento que le rondaba por la cabeza desde hacía semanas. Su esposo convivía con el peligro y la muerte era moneda corriente en la disipada vida de su amado; cualquier día podía ser el último que lo viera con vida. Pero esta vez era distinto.

Ella sentía un helado presagio, una nefasta premonición. Y ahora, había escuchado lo que no hubiese preferido oír nunca: su esposo había sido detenido. "No debiste haberte casado con el, nunca fue un buen hombre", pronosticó su madre, y hoy pagaba la factura por una mala elección y por desoír el consejo materno. Pero que fuera un delincuente no disminuía el amor que sentía por él. Hubiese preferido un abogado, un ingeniero o un albañil, pero no tuvo esa fortuna. Su esposo era un ladrón y lo acababan de apresar.

No la asustaba que estuviese preso; ya había pasado por esa situación antes. Lo dramático era que esta vez no habría misericordia del juez, y la sentencia era inapelable. "Una ejemplar muerte de cruz", pidió el fiscal al tribunal, con sed de justicia. Es que ese no iba a ser un buen día, pensó la mujer una y otra vez. No debió haberse levantado de la cama

Era una tarde gris, helada, con una llovizna que cortaba la cara. "Tal vez lo perdieron las malas compañías...", reflexionó mientras recorría la calle principal, "su socio en las andadas también será crucificado con él", le susurró una vecina a modo de desgraciado consuelo. De igual modo, ya no importa buscar culpables, lo cierto es que su esposo iba a terminar como ella lo había soñado en tantas pesadillas: en la peor de las muertes, la más vergonzante, la más cruel, la más atroz. La dama no pudo despedirse de su amado, es que los ladrones no cuentan con ese lujo, no hay piedad, humanidad, o últimos deseos para los condenados al madero.

El horizonte recorta tres cruces, la de su esposo, la de su compañero en las correrías y la de un....desconocido. Ella conoce a su marido y al otro ladrón, pero le resta importancia al tercero, "otro infeliz que condenará a otra viuda al olvido y la desgracia...", piensa. El cuadro es estremecedor. No la culpen a ella por no llorar, ya gastó todas sus lágrimas en una vida miserable junto a quien le prometió amor eterno y ahora cuelga de una cruz. No quiere mirar a su esposo, está allí, pero prefiere no recordarlo así. Sólo observa el suelo, mientras la sangre surca la tierra entre los dedos de sus pies.

Uno de los ladrones insulta al desconocido de la cruz del medio. Y una voz conocida, imperceptible, pronuncia algunas débiles palabras. "Acuérdate de mi, cuando vengas en tu reino". Era la inconfundible voz de su esposo, sin duda, hablándole al desconocido de la cruz central. "Hoy estarás conmigo en el paraíso", promete el otro, como si en su condición pudiese prometer algo.

La mujer levanta la vista por primera vez. Tal vez para mirar a los ojos de su esposo una vez más....o tal vez para entender el diálogo tan extraño que acaba de oír. El socio de su esposo acaba de morir en un seco grito. El desconocido del medio pareciera un inocente que paga por algo que jamás cometió, y su esposo, su esposo....sonríe. No tendría porqué sonreír, no hay razones. Hizo de su vida un mundo miserable, y pende de una cruz frente a miles de ciudadanos enojados. Pero el ladrón se encuentra con la mirada de su esposa, y le hace una sonrisa. Un último gesto de que todo estará bien, a pesar de todo. El gesto de los que se encontraron con la gracia en el momento menos pensado. Ella tampoco sabe porqué, pero presiente que su esposo finalmente encontró algo distinto. No entendió bien el diálogo de los condenados, pero supo que algo había cambiado, allí, a escasos metros de ella, en lo alto de la cruz.

Su esposo cuelga de un madero, pero inexplicablemente, irracionalmente, sonríe. Ella le devuelve el gesto en el lenguaje del silencio, ese que sólo pueden interpretar los que se han amado lo suficiente como para no tener que hablar. Su esposo se había encontrado con la gracia en el minuto final. Segundos antes de la cita con el verdugo inevitable, la muerte. Ella sabe que no puede implorar justicia y mucho menos misericordia. Ella sabe que su esposo paga por crímenes verdaderos. Ella sabe que ese era el final del camino, la terminal de la vida, tarde o temprano. Pero ahora, la última sonrisa de su esposo le devuelve la calma. La sonrisa que se dibuja entre la sangre y los moretones, extrañamente, la compensa por toda su vida miserable.

Su esposo parece no pender de una cruz. Muere como si lo hiciese de viejo, en una cama caliente, rodeado de sus seres amados, luego de haber vivido una buena vida. Su esposo no mereció nietos, ni años altos, ni una buena sepultura. Pero alguien, tan condenado como él, le prometió el paraíso en lo alto de la cruz. Ese no iba a ser un buen día. Y mucho menos, existía la más remota posibilidad que terminara bien. Su esposo ha dejado de respirar, pero nadie se explica porqué sonríe. La dama descubrió el secreto: si para encontrarse con el paraíso había que venir a la cruz, valió la pena el haberse levantado.

Cuando te sientas que tu día está arruinado, o lo que es peor, que tu vida se ha transformado en miserable, recuerda que siempre se puede pasar por la cruz. La gracia transforma a ladrones en reyes y a las cruces en paraísos.
 
Re: Historias

La gracia de Dios

Hace años, un estadounidense llamado David Morse que vivía y trabajaba en la India entabló amistad con un anciano buscador de perlas que se llamaba Rambhau. Morse pasaba muchas veladas en la cabaña de Rambhau leyéndole la Biblia y explicándole el tema central de la misma: el amor de Dios y la salvación que brinda Jesús. A Rambhau le gustaba escuchar la Palabra de Dios, pero cuando Morse lo animaba a aceptar a Cristo como Señor y Salvador, el anciano negaba con la cabeza y replicaba:

-¡Me parece demasiado fácil tu método cristiano de ir al Cielo! No puedo aceptarlo. Si me admitieran en el Cielo de esa manera, me sentiría como un mendigo, como un pordiosero al que le permitieron entrar por lástima. Será que soy orgulloso, pero quiero ganarme mi sitio en el Cielo. Quiero merecerlo con mi esfuerzo.

Por mucho que le explicaba Morse, no conseguía disuadir a Rambhau de la decisión que había tomado. Transcurrieron algunos años, y una noche, Morse oyó que alguien tocaba a su puerta. Era Rambhau.

-Entra, amigo-dijo Morse. -No -contestó el buscador de perlas- lo que quiero es que vayas a mi casa un rato. Quiero mostrarte algo. Te ruego que no te niegues. -Cómo no - repuso Morse.

Mientras se acercaban a la cabaña, Rambhau anunció: -En una semana empezaré a ganarme mi puesto en el Cielo. ¡Iré de rodillas a Delhi.
¿Te has vuelto loco? -exclamó Morse-. Son casi mil quinientos kilómetros. Te vas a herir en las rodillas con la fricción y te dará septicemia antes de llegar, si es que llegas!

-No. Tengo que ir a Delhi -aseveró Rambhau-, ¡y los inmortales me lo recompensarán! El sufrimiento será grato, ¡pues con él me compraré un lugar en el Cielo! -Rambhau, amigo mío -comentó Morse-, no puedo permitirte que hagas eso. Mira, Jesucristo ya sufrió y murió para comprarte un lugar en el Cielo.

El anciano no se inmutaba; y añadió: -Eres el mejor amigo que tengo en la Tierra. En todos estos años no me has abandonado cuando he estado enfermo o he tenido necesidad. A veces has sido mi único amigo. Pero ni siquiera tú puedes quitarme el deseo de comprarme la felicidad eterna... ¡Tengo que ir a Delhi!

Una vez que estuvieron en el interior de la cabaña, invitó a Morse a sentarse en una silla que Rambhau había construido para él poco después de su llegada a la India. Morse se había sentado numerosas veces en la misma silla para leerle la Biblia a su amigo. Rambhau salió de la sala y regresó poco después con una pequeña caja de caudales.

-Tengo esta caja desde hace años -precisó-; solo guardo una cosa en ella. Te voy a hablar de ella, amigo. Yo tenía un hijo varón...
-¡Un hijo! Rambhau... ¡nunca me hablaste de él!

-No. Es que no podía -al decir aquello, se le llenaron de
lágrimas los ojos al pescador-. Ahora debo decírtelo, porque pronto me marcharé, y quién sabe si volveré algún día. Mi hijo también era buzo, el mejor pescador de perlas de las costas de la India. Era también el más rápido, el que tenía la vista más aguda y los brazos más fuertes, y el que era capaz de contener el aliento por más tiempo que nadie mientras buscaba perlas. ¡No sabes las alegrías que me daba!

«Como sabes-prosiguió Rambhau- casi toda perla tiene algún defecto o imperfección que solo un experto puede notar. Mi muchacho siempre soñó con encontrar la perla perfecta, la más fina de todas. ¡Y un día la encontró! Pero para sacarla del mar pasó demasiado tiempo bajo el agua. Al poco rato murió. Esa perla le costó la vida.

El anciano pescador de perlas agachó la cabeza. Por unos instantes se le estremeció todo el cuerpo, aunque no emitió sonido alguno.

-Todos estos años -continuó- he guardado esta perla. Ahora que me voy y quizás no vuelva, te la regalo a ti, que eres mi mejor amigo.

El anciano accionó la combinación, abrió la caja fuerte y sacó con sumo cuidado un paquete envuelto en algodón. Lo desenvolvió con suavidad y extrajo una perla de gran tamaño que colocó en la mano de Morse. Era una de las perlas más grandes que se habían hallado en las costas de la India. Tenía un brillo jamás visto en perlas cultivadas. En cualquier mercado se habría obtenido una cantidad fabulosa por ella.

Por un momento, Morse contempló la joya con asombro, sin poder articular palabra. Luego exclamó: -¡Rambhau! ¡Esta perla es fabulosa!
-Esta perla, amigo mío, es perfecta-precisó el hindú con voz queda.

Entonces se le ocurrió una idea a Morse: aquella era la oportunidad por la que había orado para ayudar a Rambhau a entender el valor del sacrificio que hizo Jesús.

-Rambhau, esta perla es estupenda; ¡es asombrosa! Permíteme que te la compre. Te daría diez mil dólares por ella.

-¿Qué dices? No te entiendo -repuso Rambhau.
-Te daré quince mil dólares por ella; y si hiciera falta, trabajaré para pagártela.

Rambhau se puso tenso, y añadió:
-En el mercado, un millón de dólares no serían suficientes para comprarla. No te la vendo. Solo será tuya si te la regalo. -No, Rambhau. No puedo aceptar. Aunque me muero por tener esta perla, no puedo aceptarla en esas condiciones.

Será que soy orgulloso, pero sería demasiado fácil. Tengo que pagarla o ganármela con mi esfuerzo. El anciano estaba perplejo. -Amigo mío, no lo entiendes -repuso-. ¿No te das cuenta? Mi único hijo dio la vida para conseguir esta perla; no la vendería a ningún precio. Su valor es la vida de mi hijo; no puedo vendértela. Solo puedo regalártela. Acéptala en prenda de mi afecto.

Ahogado por la emoción, Morse no logró pronunciar palabra por unos instantes. Luego, asiendo con firmeza la mano del anciano, le aseguró con voz queda:

-Rambhau... ¿no lo comprendes? Acabo de decirte lo mismo que le has dicho tú siempre a Dios.

El anciano miró inquisitivamente a Morse por largo rato. Poco a poco, empezó a entender.

-Dios te ofrece la salvación como un regalo -añadió Morse-.
Su valor es incalculable. Nadie en la Tierra podría pagar lo que vale. Millones de dólares no serían nada. No hay hombre en este mundo que pueda ganarse la salvación. Quien se esforzara toda la vida por merecerla se quedaría corto, ni viviendo millones de años la pagaría. Nadie es tan bueno como para merecerla. A Dios le costó la vida de Su único Hijo obtener tu entrada al Cielo. En un millón de años, en cien peregrinajes, no podrías pagar esa entrada. Todo lo que puedes hacer es aceptarla como una muestra del amor de Dios por ti, que eres pecador.

«Rambhau -añadió Morse-, claro que acepto la perla con gran humildad. Pido a Dios que me haga digno de tu afecto. ¿No quieres aceptar el mejor regalo que Dios te ofrece, el Cielo, con gran humildad, sabiendo que ese regalo le costó la vida de Su Hijo?

Las lágrimas rodaban por las mejillas del anciano. Había empezado a levantarse el velo que le obstruía el entendimiento.

-Ahora lo entiendo -dijo-. No podía creer que la salvación fuera gratuita. Algunas cosas son tan valiosas que no se pueden comprar ni merecer. Amigo mío, ¡acepto la salvación que me brinda Dios! Las abundantes riquezas de [la gracia de Dios] en Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

y tú ¿ya has aceptado el regalo de la salvación o sigues aferrandote a ganarlo por tí mismo?

''Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas'' Efesios 2:7-10

“He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” 2 Corintios 6.2
 
Re: Historias

Bajo Sus alas

La revista “National Geographic” publicó hace unos años un artículo sobre algo sucedido después de un incendio en el Parque Nacional Yellowstone de los E.U, el mismo de las caricaturas del Oso Yogi, pero este de verdad.

Después de sofocado el fuego empezó la labor de valuación de daños, y fue entonces que al ir caminando por el parque, un guardabosques encontró una ave calcinada junto al pie de un árbol, en una posición bastante extraña, pues no parecía que hubiese muerto escapando o atrapada, simplemente estaba con sus alas cerradas alrededor de su cuerpo.

Cuando el impactado guardabosques la golpeó suavemente con una vara, tres pequeños polluelos vivos emergieron de debajo de las alas de su madre, quien sabiendo que sus hijos no podrían escapar del fuego, no los abandonó.

Tampoco se quedó con ellos en el nido sobre el árbol, donde el humo sube y el calor se acumula, sino que los llevó, quizás uno a uno, a la base del árbol y ahí dio su vida por salvar la de ellos.

¿Pueden imaginar la escena? El fuego rodeándolos, los polluelos asustados y la madre muy decidida, infundiéndole paz a sus hijos, como diciéndoles: “no teman, vengan bajo mis alas, nada les pasará”.

Tan seguros estaban al estar ahí tocando sus plumas, aislados del fuego, que ni siquiera habían salido de ahí horas después de apagado el incendio. Estaban totalmente confiados en la protección de su madre, y solo al sentir el golpeteo pensaron que debían de salir.

¿Tienes a quien amar así? ¿Te ha amado alguien así?

Quien encuentra un motivo por el cual vale la pena vivir, encuentra un motivo por el cual vale la pena dar la vida.

Si tu crees que nadie te ha amado como esa padre pájaro amó a sus polluelos, creo que te equivocas, aunque no conozco tu vida y no te puedo decir con certeza quién o cuándo de quienes has conocido, pero lo que sí te puedo asegurar es que Dios nos amó tanto que se dio a sí mismo para ser humillado y morir por ti, en la cruz.

Pero hoy vive y quiere hacerte sentir amado, como sólo Él puede amar, y no te costará nada, solo invítale a vivir en tí y Él te dará ese motivo por el cual vale la pena vivir y morir.

"Pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!" Salmo 91.4


Inspirado en un mensaje de "Mountain Wings"
 
Re: Historias

Jaaziel,
Gracias hermano.

Que nuestro Papá te bendiga y te guarde también, así, bajo sus alas.

"Jehová galardone tu obra, y tu remuneración sea llena por Jehová Dios de Israel, que has venido para cubrirte debajo de sus alas" (Rut 2:12)

En el amor de Jesús, por el cual somos uno,

Joaco
 
Re: Historias

Todas las historias que he colocadodo aquí me gustan mucho y me han sido de gran bendición, por eso he querido compartirlas con todos ustedes. Y esta que viene a continuación tiene mucho significado para mí, porque justo así era mi vida (como se describe en la parte de la historia que he resaltado en "negritas"), hasta que llegó Jesús a ella y le dió un nuevo sentido.

Espero les guste tanto como a mí.

Atte.
Joaquín

LA MANO DEL MAESTRO

Estaba golpeado y marcado y el rematador pensó que por su escaso valor, no tenía sentido perder demasiado tiempo con el viejo violín, pero lo levantó con una sonrisa:

-¿Cuánto dan por mí señores? -gritó-, ¿quién empezará a apostar por mí?
-Un dólar, un dólar-, después dos dólares.

-¿Sólo dos?
-Dos dólares y ¿quién da tres?, tres dólares, a la una; tres dólares a las dos; y van tres...

Pero NO, desde el fondo de la sala un hombre canoso se adelantó y recogió el arco; luego, después de quitar el polvo del violín y estirado las cuerdas flojas, las afinó y tocó una melodía pura y dulce como un coro de ángeles. Cesó la música y el rematador, con una voz silenciosa y baja dijo:

-¿Cuánto me dan por el viejo violín? y lo levantó en alto con el arco.
-Mil dólares y... ¿quién da dos?

-¡Dos mil!, ¿Y quién da tres? Tres mil a la una, tres mil a las dos; y se va y se fue, -dijo.
La gente aplaudía, pero algunos gritaron: "No entendemos bien, ¿qué cambió su valor?". La respuesta no se hizo esperar: "¡La Mano del Maestro!"

Y más de un hombre con la vida desafinada, golpeada y marcada por el pecado, como el viejo violín, se remata barato a la multitud incauta. Una copa de vino, un juego de azar, una noche de juerga y sigue el viaje. "Se va" a la una, "se va" a las dos, "se va", "se va" y "casi se fue". Pero llega el Maestro y la multitud no llega a entender por completo el valor del alma y el cambio que elabora la mano del Maestro.



Jesús es el Maestro que cambia por completo el sentido y el valor de la vida de cualquier hombre; ahora mismo pídele en oración que entre en tu corazón, que perdone todos tus pecados y que te haga un hombre completamente nuevo.

"Canten al Señor una canción nueva; canten al Señor, habitantes de la tierra; canten al Señor, bendigan en Su nombre; a nuncien día tras día Su salvación" (Salmo 96:1,2)
 
Re: Historias

Sigue tocando

Deseando dar ánimo a su joven hijo para que progresara en el piano, una madre llevó a su pequeño hijo a un concierto de Paderewski.

Después de sentarse, la madre vio a una amiga en la platea y fue hacia ella para saludarla. Tomando la oportunidad para explorar las maravillas del teatro, el pequeño niño se levantó y eventualmente sus exploraciones lo llevaron a una puerta donde estaba escrito "PROHIBIDA LA ENTRADA".

Cuando las luces se apagaron y el concierto estaba a punto de empezar, la madre regresó a su lugar y descubrió que su hijo no estaba allí. De repente, las cortinas se abrieron y las luces cayeron sobre un impresionante piano Steinway en el centro del escenario. Horrorizada, la madre vio a su hijo sentado al teclado, inocentemente tocando las notas de... "Mambrú se fue a la guerra".

En aquel momento, el gran maestro de piano hizo su entrada, rápidamente fue al piano y susurró al oído del niño, "No pares, continúa tocando". Entonces apoyado, Paderewski extendió su mano izquierda y empezó a llenar la parte del bajo. luego, puso su mano derecha alrededor del niño y agregó un bello arreglo de melodía. Juntos, el viejo maestro y el joven aprendiz transformaron una situación embarazosa en una situación maravillosamente creativa. El público estaba emocionado.

Es así que las cosas son con Jesús.

Lo que podemos conseguir por cuenta propia hacemos lo mejor posible y los resultados no son exactamente como una música graciosamente fluida. Pero, con las manos de Jesucristo, el Maestro, las obras de nuestras vidas pueden ser verdaderamente lindas.

La próxima vez que te decidas a realizar grandes hechos, escucha atentamente la voz de Jesús. El te dirá qué hacer. Puede ser que como al niño te diga: "No pares, continúa tocando", pero sea lo que sea que te diga, obedécelo, pues El sabe lo que es mejor.

Recuerda, Dios no llama a aquellos que son capacitados. El capacita a aquellos que son llamados. Y Él siempre está para amarte y guiarte a grandes cosas.


"Y tal confianza tenemos por Cristo para con Dios. No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios" (2 Corintios 3:4-5)
 
Re: Historias

Si alguien se anima a aportar en este epoígrafe alguna historia que considere será de edificación, adelante, se los agradecería mucho.

Atte.
Joaco
 
Re: Historias

Amados hermanos,
Gracia y Paz sean en sus vidas.

Les comparto una historia más, esperando les sea de mucha bendición, pero quiero pedirles que, antes de leerla, lean el siguiente pasaje de la Biblia: Juan 13:1-17, pues está muy ligado al mensaje de la historia y ya verán por qué. No dejen de leerlo y de tenerlo presente cuando estén leyendo la historia.

Atte.
Joaco

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Tres árboles
Aprendiendo humildad


Cuentan que en la cumbre de una alta montaña crecían juntos tres pequeños árboles. Pensando en su destino, cada uno imaginaba el triunfo de su existencia en forma diferente.

El primer árbol
Mirando el fulgor de las estrellas en el firmamento, soñaba con un noble fin y decía: "Yo quisiera guardar majestuosas riquezas, estar siempre pleno de plata, oro y piedras preciosas; que mi madera fuera labrada en delicadas formas de artística belleza y que me acariciaran siempre manos poderosas. Yo seré el hermoso baúl de tesoros de un rey".

El segundo árbol
Observando de cerca el paso de un pequeño arroyuelo que buscaba su camino al mar, decía: "Yo quisiera viajar a través de impetuosas aguas y navegar victorioso con grandes potentados, distinguidos dignatarios, aristócratas, emperadores y príncipes. Yo seré el barco más famoso del mundo".

El tercer árbol
Contemplando el fértil valle que se extendía en las proximidades de la montaña, se admiró al ver a muchos hombres y mujeres trabajando en arduas faenas y dijo para sí: "Yo no quisiera irme nunca de la cima de la montaña. Yo quisiera crecer tan alto que, al detenerse al mirarme los habitantes del pueblo, eleven su mirada al cielo y se acuerden de Dios. Yo seré el árbol más alto del mundo".

Pasaron los años y los árboles crecieron en belleza y en tamaño. Un día, un grupo de leñadores escaló la cúspide de la imponente montaña. Uno de ellos miró al primer árbol y dijo: "Qué árbol tan hermoso", y con la fuerza de su filosa hacha el primer árbol cayó al suelo. Dijo para sí, el bello árbol: "Pronto seré un baúl hermoso y contendré maravillosos tesoros".

Otro de los leñadores, observando al segundo árbol, pensó: "Este gran árbol es muy fuerte, qué bueno que lo encontré". Y con la furia de su pertinaz hacha el segundo árbol pronto yacía inerte sobre la dura roca. "Seré pronto un enorme barco y habré de navegar por inhóspitos mares", meditaba el árbol. "Seré imponente nave de guerra, de poderosos generales y reyes".

El tercer árbol sintió que su corazón se le destrozaba al contemplar la ambiciosa mirada del último leñador. Aún así, se irguió y alzó su ápice al cielo. Pero el leñador miró sólo en su bolsillo diciendo: "Cualquier árbol es bueno para la leña", y el tercer árbol fue derribado. Los tres fueron llevados a lugares distintos.

La emoción del primero se desvaneció al percatarse de que en lugar de estar en un taller de ebanistas y orfebres, se encontraba en manos de un carpintero, que hizo de él una caja para depositar el alimento para animales. No fue cubierto de oro, ni colmado de tesoros; pronto estaría lleno de desperdicios.

El segundo árbol sonrió al ser llevado cerca de un embarcadero, pero ningún imponente buque surgió de sus maderas. Ser un pequeño bote de pesca fue su destino, demasiado frágil para navegar por el océano; ni siquiera en un bravo río flotaría y, finalmente, habría de encontrarse solo en un triste lago.

El tercer árbol, confundido por el leñador que le había cortado, se encontraba abandonado en un almacén de maderos. ¿Qué pasaría con él? "Todo lo que deseaba era permanecer en la cumbre de la montaña y apuntar hacia Dios... y ahora...".

Muchos días pasaron, los tres árboles se habían olvidado ya de sus sueños, pero una noche, una luminosa estrella alumbró el primer árbol cuando una mujer acostó a un recién nacido en la caja de alimentos del ganado. De humilde cuna había servido e ignorante estaba aún de ello. El esposo se dirigió a la mujer y le dijo: "Yo habría querido hacerle su primera cuna al bebé". La mujer toma su mano y contemplando la luz de la estrella que alumbraba la cuna, le dice: "Este pesebre es suficiente para nosotros". ¡En ese instante, el primer árbol se percató de que contenía al más bello de los tesoros!

Una tarde, un cansado caminante y sus amigos se subieron a un viejo bote de pesca. Recostado en la barca, el viajero se quedó dormido mientras navegaban al centro del lago. De improviso, una fuerte tempestad se desató, el pequeño bote se estremecía ante las olas y el viento. Su temor fue enorme, sabía que no tenía la capacidad para llevar a los pasajeros a la orilla. De pronto, el hombre despertó y alzando su diestra reprendió al viento y dijo al mar: "¡Calla!, ¡enmudece!" y la tormenta se detuvo tan rápido como había comenzado. En aquel instante, el segundo árbol supo que navegaba con el Rey del Cielo y de la Tierra.

Un viernes por la mañana, el tercer árbol se sorprendió cuando sus maderos fueron tomados del almacén y a un maltrecho hombre, coronado de espinas, le hacían cargar con él por las calles, entre una multitud que, ingrata, le gritaba y le ofendía. Se sintió infame y cruel, cuando unos soldados clavaron en sus maderos al hombre que todos despreciaban. Y quiso morir junto con él al contemplar el doloroso castigo que le propinaban. Hasta que un domingo por la mañana, cuando el sol brilló de nuevo y la tierra se estremeció debajo de la cruz en que se había convertido, el tercer árbol lloró al conocer que, a partir de entonces, el amor de Dios cambiaría al mundo para siempre.


Ejemplo de humildad
Si identificamos a los tres elementos de esta historia, nos damos cuenta que los tres, en la humildad del servicio que prestaron, descubrían la grandeza del destino que soñaron. El Señor Jesucristo nos dio ejemplo de humildad porque no le importó servir a los apóstoles que eran menos que él y nosotros debemos imitarle (recuerdan el pasaje de Juan que les pedí que leyeran?).

Entonces... ¿cuál es la aplicación práctica de este relato? La pregunta sería: ¿con qué sueñan ustedes? ¿Con vivir llenos de soberbia sintiéndose muy por encima de los demás, o, con llevar una vida de servicio, sin importar que a quien sirvan sea mayor o menor que ustedes?

Es muy importante comprender qué es la humildad. La más común es la que utilizan muchas personas para menospreciarse. Por ejemplo: Si a mí alguien trata de halagarme diciéndome que soy muy buena para presentar temas, y yo respondo: "No, no es cierto, la verdad es que no sirvo para nada, soy muy poca cosa, es favor que ustedes me hacen, etc.", estoy demostrando falsa humildad; en cambio, si respondo que le doy gracias al Señor porque me ha preparado de antemano y me ha dado la facilidad de expresar lo que sé, y, además, hay quien me dé la oportunidad de hacerlo, pienso, que, sin vanagloria, estoy reconociendo lo que el Señor ha hecho de mí para que le sirva, y admito mi deber de compartir con otros lo que tengo, eso es humildad.

Debemos, por lo tanto, examinarnos detenidamente para valorar lo que el Señor nos ha dado, el lugar en que le hemos colocado y lo que tenemos para compartir con otros y hacer de nuestra vida, verdaderamente una vida de servicio. Entonces, la humildad bien entendida es tener conciencia de lo que somos, de lo que valemos realmente y, con esa seguridad, estar dispuestos a servir primero al Señor y, como consecuencia, a nuestros semejantes.


Tomado de: Obrero Fiel ©
 
Re: Historias

"El niño y el silbato"

Faltaba muy poco para que diera inicio el culto, y el viejo Rabino, atareado en los últimos detalles, no había reparado en los jóvenes que lo observaban, y que con tanta reverencia, se ponían a sus órdenes antes de cada servicio.

Esta mañana era diferente, los jóvenes habían notado cierto decaimiento en el viejo Rabino, no lo encontraron orando, como lo solía hacer todos los días antes de la reunión, le notaban distante y hasta distraido en lo que hacía. Definitivamente, el viejo Rabino estaba cansado de la monotonía de sus funciones, y de la poca respuesta que Dios daba a sus oraciones. Lo que pasa es que nunca antes como ahora, se le notaba o lo daba a conocer, al menos para los jóvenes que constantemente estaban al servicio de la sinagoga.

La sinagoga estaba abarrotada de gente, los murmullos de las oraciones, era lo único que se oía, de vez en cuando el arrastre de una silla, y la mirada inquisidora del Rabino, ante ese ruido, que desconectaba la solemnidad de la meditación y oración en que todos estaban.

Un padre con su hijo, estaban de pie a un lado de la entrada, no había para ellos lugar, así que simplemente se quedaron allí y al menos el padre se dispuso a orar. Pasaron unos 20 minutos, los cuales se habían hecho interminables para el niño de escasos 5 años, el cual agarrado casi colgado de la chaqueta de su padre, miraba a su alrededor y observaba a todos con sus libritos de oraciones, y escuchaba como elveban las plegarios a Dios, con sumo respeto y silencio. Pero él, ¿que podía hacer?, ni siquiera le permitían tener un librito de esos, ya que no sabia leer. Urgó en su chaquetita y encontró un caramelo. "Es para después del servicio" recordó y al imagen de su madre vino a él diciéndoselo. Siguó buscando y...!Sorpresa!..!Su silbato!...¿Como era posible?, ! su silbato! , creía haberlo dejado en casa, especialmente después de la advertencia de no andarlo soplando por todo lado. Estaba maravillado, siguó observando a los allí reunidos, todos orando en silencio, pero el silbato en la mano era una tentación irresistible para él. Haló de la chaqueta de su padre y este con una mirada que lo decía todo le preguntó ¿que quieres? Lo pensó, pero le dijo: ¿Puedo tocar mi silbato?...El padre no podía creerlo, y con una mirada aún más sebera, volvió a su concentración. El niño vuelve a halar de la chaqueta de su padre y este simplemente le responde: !te dije que no! Ante lo cual muchos dejaron la concentración, así como la mirada del Rabino vino sobre él, a pesar de haberlo dicho en la más baja voz posible. Pasaron unos 30 minutos más donde la suntousidad había tomado la sinagoga y el murmullo de las oraciones casi imperceptible, era lo único que se escuchaba. De pronto...!Prrrriiiiiiiiiippp! Un silbatazo, a todo pulmón. El padre sintió, que había sido alzado del suelo, pero no por un carruaje de fuego sino más bién de hielo, inmediatamente arrebató el silbato de las manos del pequeño, todas las miradas estaban dirigidas a él, y lentamente pero con paso firme, el viejo Rabino se le acercaba a la escena del horrendo crimen. El padre ni siquiera pudo reprender al niño, ya que la verguenza y el sobresalto, le habían dejado sin habla. El Rabino se acercó al padre y vio el silbato en su mano, le miró y...¿Usted sonó el silbato? No...mire...es que...Lo siento, fue mi hijo, nos e como ni en que...Sshh, dijo el viejo Rabino, se volvió al niño y le preguntó, ¿tu sonaste el silbato? y este con valentía dijo: !Si yo lo hice! ¿Porqué? pregunto el Rabino Bueno, dijo el niño, es que siempre que vengo con mi padre me dice que no interrumpa mientras habla con Dios, y toma el librito y comienza a leer lo que el librito dice que le diga a Dios, y yo siempre he querido hablar con Dios, y como yo no se leer, entonces decidí, tocar mi silbato para que el me escuchara, y poder decirlo todo lo que lo quiero. El Padre se disculpaba de lo dicho por el niño...pero ante la mirada y la precencia de mucho adultos que habían venido a ver lo que había sucedido, el viejo Rabino dijo: !No tiene porqué disculparse Señor, este niño a abierto más puertas hacia Dios con ese silbatazo y el deseo de su corazón, que todos nosotros con nuestras largas y cansadas oraciones!.

Historia Judía.

Greivin.
 
Re: Historias

Amado Greivin,

Muchas gracias por esta historia, me haz hecho ir de la risa al llanto con ella. La risa me vino al ver en el niño de la historia a mis hijos (Erick, de 4 años, y Andrés, de 2 años) y a a mí en el lugar del padre, y es que la narrración me recordó cosas similares que he vivido con mis hijos y que ahora recuredo con mucha alegría (de hecho estoy escribiendo esto con una sonrisa en mis labios). Pero al ver la respuesta del pequeño niño, mis ojos se llenaron de lágrimas y mi corazón anheló tener la misma sensibilidad mostrada por él (y mira, ha vuelto a suceder, de nuevo mis ojos comienzan a humedecerse).

Y es que, hermano, reconozco que muchas veces he perdido el enfoque, que he apartado la mirada de mi Señor y que he querido vivir como adulto aquello que debe vivirse con el corazón de un niño. Y en este momento solo atino a pedirle a mi Dios que me permita buscarle de la misma manera en que lo hace un niño, así como mis pequeños hijos le buscan y le hablan, pero que a la vez me permita actuar como un hombre maduro para poder afrontrar las situaciuones que se presenten y poder entonces obedecerle a pesar de todo y asumir mi responsabilidad en mis decisiones.

Ser un niño maduro, eso es lo que anhelo ser.

Gracias hermano, y que el Señor te siga dando más para que lo continúes compartiendo con nosotros.

Te amo Greivin,

Joaco