En Su primera venida, los hombres desconocimos al Señor cuando lo hizo en Persona, vino manso y humilde. Entonces los ángeles dijeron:" Gloria a Dios en las alturas, bendito el que viene en el nombre del Señor".
Vemoslo de este modo:
El Rey de la comarca se quitó su vestido real para ir y sacar del lodo al siervo que se estaba ahogando.
Pero,
En Su segunda venida, el mismo Señor vendrá en persona, no como siervo, no manso y humilde, no como una criatura exaltada, ni como alguien "inferior" ni alguien como lo quieren pintar y representar los russellitas y otras yerbas, sino como el que es, el que era, el que ha de venir, el Todopoderoso, en toda su gloria, como Dios, como Rey, como Señor, como Juez.
Es el mismo Rey de los judíos que fue crucificado, es el mismo Dios de Israel, es el mismo Pastor que dio Su vida por sus ovejas.
Él no cambia solo que, en su primera venida se anonadó a si mismo, voluntariamente se humilló, se sujetó, no actuó por su cuenta, sino más bien contuvo en si mismo toda la plenitud de la deidad, de tal modo que sus enemigos siquiera se dieron cuenta que era él en Persona.
Entonces los russellitas dirán "Jehová", los musulmanes "alá", pero será demasiado tarde. Solo los cristianos sabremos que él es el mismo al que servimos y adoramos y que solo en Su santo Nombre hay salvación.
Ven Señor Jesús.