NAT:
Demuéstrame primero que existe el alfarero, luego platicamos lo demás.
K.
Eres muy elemental, forista Karina:
Vive sin respirar y punto.
Así le demostrarás a tus seguidores, que Dios no existe, por cuanto el aire lo hizo Dios.
Y aun así, nosotros seguiríamos aferrados a Cristo, porque escrito está:
Rom 8:35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Rom 8:36 Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.
Rom 8:37 Antes, en todas estas cosas, somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Rom 8:38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
Rom 8:39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Mi relación con Cristo es de un amor Eterno.
Tu caso espiritual es semejante al del joven rico.
Un varón que se destacaba en su vida religiosa por "cumplir" con todos los preceptos de la ley, además de tener una responsabilidad en la sinagoga donde trabajaba.
Viene a Jesús corriendo y se dobla de rodillas delante de su Presencia, buscando vida eterna, con base en sus méritos personales, veamos la reacción de Jesús:
Mar 10:21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
Son dos grupos, los que crujen los dientes contra Dios, todo el tiempo, llenos de odio, de amargura, de maldiciones, y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos.
El segundo grupo es el de los llorones.
Yo trabajo para mi Señor en medio de mi debilidad.
Y si en su Soberanía él decide enviarme para ese lugar de tormento eterno, esté segura Karina, que pertenecería al grupo de los llorones.
Ni el infierno me separaría del amor a mi Señor Jesucristo. Y ahora mis ojos son como ríos, pero allí no hay humedad, será un llanto seco, un lamento eterno.
Él nos mira, nos observa, sabe lo que hay dentro de nosotros, por lo tanto, esta promesa dada a su pueblo Israel, que lo desechó y crucificó, estando ya presente Cristo, ha sido transferida a su Iglesia, en esta época de gracia:
"Con amor eterno te he amado; en consecuencia, te prolongué mi misericordia."
Selah
