Esto (la convicción sobre el pecado que tengan los impíos en medio del infierno) no lo podemos saber.
Si sostenemos que un alma es capaz de pensar y decidir, sea impía o justa, la posibilidad está abierta.
Ahora que, si sostenemos que no es capaz ya de pensar ni de decidir, entonces la puerta está cerrada. Pero entonces ¿qué es un alma que no piensa y sin voluntad propia? Un alma que no piensa y carece de volición, pero que es capaz de experimentar dolor, es algo así como un perrito al que torturáramos.
Usted dirá: el perrito no hizo ningún mal y el impío sí.... Y tendría razón, pero esto lo sabría USTED (o Dios en este caso).
Desde la perspectiva del perrito bajo tortura, el dolor que se le aplica no le trae reflexión alguna sobre el por qué o el para qué de su dolor.
Por eso afirmo: si aceptamos un castigo literalmente eterno, entonces aceptamos que el impío que estará por los siglos de los siglos en el lago de fuego y azufre eterno será un animal a quien Dios torture, y a quien Dios despojará de las características del alma humana.
Hay prisioneros que rehacen su vida después de la cárcel, y pacientes que se recuperan en la psicoterapia. Que sean casos menos frecuentes no destruye el argumento: al contrario, lo confirman. Si es posible para el humano, cuanto más para Dios.
Por supuesto, para poder rehabilitarse, el impío necesita ejercer su VOLUNTAD de cambiar de estado.
De ahí mi cuestionamiento sobre si los impíos después de morir son seres con volición o no.
