Re: Inmaculada Concepción de María e InfalibilidadPapal
Perdón, perdón. No me he dado cuenta.
No queríais hablar de la inmaculada sino del dogma de la inmaculada y la infalibilidad papal. Mis disculpas: es que ando un poco dormido esta mañana y no me entero de nada.
El dogma de la inmaculada no se lo ha inventado Pío IX.
Los dogmas no son cosas que a un papa le apetece decir y que los católicos se tienen que creer.
Cuando la Iglesia Católica formula un dogma de fe es por necesidad, porque alguien lo pone en duda y hay que preservarlo.
Por eso en la Iglesia Católica sólo hay algunos dogmas formalizados ex cathedra. Esto no quiere decir que el católico sólo crea en esos tres o cuatro dogmas, sino que éstos están porque en algún momento de la historia se pusieron en duda y hubo que decir: "ésta es la fe de la Iglesia y no otra".
El caso del dogma de la Inmaculada Concepción de María no es distinto. Se ha creído en la impecabilidad de María desde el principio, pero hasta el siglo XVIII-XIX (revolución francesa, invasión del espíritu racionalista, desarrollo de los métodos histórico-críticos en la investigación bíblica) no estuvo en serio peligro. Por eso Pío IX (tras haber pedido el consenso eclesial: preguntó uno por uno a todos los obispos católicos) formuló el dogma de la inmaculada concepción, que no añade nada, absolutamente nada nuevo a la fe católica.
¿Se ha equivocado el Pío IX? No podía equivocarse porque lo que dijo ya se creía desde la naciente iglesia. De hecho, en materia de fe un Papa no puede equivocarse, simplemente por el hecho de que no puede añadir absolutamente nada nuevo a la fe: ha de ser fiel a la Tradición Apostólica recibida. Es falsa la idea de que la Iglesia Católica depende de la imaginación de un señor de blanco que dice ser el sucesor de Pedro.
¿Quieres pruebas de que no se inventó nada? Pues no hay más que leer los escritos de la época postapostólica, la de los Santos Padres (s.I-III). Seguramente no los aceptes 1º porque no son palabra de Dios y, 2º, porque no dicen lo que tú querrías que dijeran:
San Ireneo: «Así como aquella Eva, teniendo a Adán por varón, pero permaneciendo aún virgen, desobediente, fue la causa de la muerte, así también María, teniendo ya un varón predestinado, y, sin embargo, virgen obediente, fue causa de salvación para sí y para todo el género humano... De este modo, el nudo de la desobediencia de Eva quedó suelto por la obediencia de María. Lo que ató por su incredulidad la virgen Eva, lo desató la fe de María Virgen»
San Hipólito: «Ciertamente que el arca de maderas incorruptibles era el mismo Salvador. Y por esta arca, exenta de podredumbre y corrupción, se significa su tabernáculo, que no engendró corrupción de pecado. Pues el Señor estaba exento de pecado y estaba, en cuanto hombre, revestido de maderas incorruptibles, es decir, de la Virgen y del Espíritu Santo, por dentro y por fuera, como de oro purísimo del Verbo de Dios». Y en otra parte llama a María, «toda santa, siempre Virgen, santa, inmaculada Virgen»
Actas del martirio de San Andrés Apóstol: «Y puesto que de tierra fue formado el primer hombre, quien por la prevaricación del árbol viejo trajo al mundo la muerte, fue necesario que, de una virgen Inmaculada, naciera hombre perfecto el Hijo de Dios, para que restituyera la vida eterna que por Adán perdieron los hombres»
San Efrén de Siria: «Ciertamente tú (Cristo) y tu Madre sois los únicos que habéis sido completamente hermosos; pues en ti, Señor, no hay defecto, ni en tu Madre mancha alguna»
San Ambrosio: «Ven, pues, Señor Jesús, y busca a tu cansada oveja, búscala, no por los siervos ni por los mercenarios, sino por ti mismo. Recíbeme, no en aquella carne que cayó en Adán. No de Sara, sino de María, virgen incorrupta, íntegra y limpia de toda mancha de pecado»
San Jerónimo: «Proponte por modelo a la gloriosa Virgen, cuya pureza fue tal, que mereció ser Madre del Señor»
También puede acudirse a los escritos orientales del siglo IV, V y VI:
Teodoto de Ancira: «Virgen inocente, sin mancha, santa de alma y cuerpo, nacida como lirio entre espinas». Y en otra parte: «María aventaja en pureza a los serafines y querubines».
Proclo: dice de María que está formada «de barro limpio», es decir, de naturaleza humana, pero incontaminada.
San Jaime Nisibeno: «Si el Hijo de Dios hubiera encontrado en María una mancha, un defecto cualquiera, sin duda se escogiera una madre exenta de toda inmundicia». Y a la santidad de María la califica de «Justicia jamás rota».
San Teófanes: alaba así a María: «Oh, incontaminada de toda mancha». Y en otra parte: «El purísimo Hijo de Dios, como te hallase a Ti sola purísima de toda mancha, o totalmente inmune de pecado, engendrado de tus entrañas, limpia de pecados a los creyentes».
San Andrés de Creta: «No temas, encontraste gracia ante Dios, la gracia que perdió Eva... Encontraste la gracia que ningún otro encontró como Tú jamás».
Sofronio, en su carta a Sergio, aprobada por el Concilio Ecuménico VI, dice de María: «Santa, inmaculada de alma y cuerpo, libre totalmente de todo contagio».
Se podría seguir también por los escritos occidentales de los primeros 400 años de cristianismo, pero no puedo dedicar por ahora más tiempo a esto.