IGLESIA CATÓLICA

Tobi

2
21 Noviembre 2000
16.179
10
IGLESIA CATÓLICA

En nuestros debates con católicos cuando hablan de la Iglesia Católica tienen una mente una concepción de lo que significa el término distinto del que tenemos nosotros. Por ello en muchas ocasiones unos y otros convertimos el debate en un diálogo de sordos y eso incluso nos lleva a la exasperación.
Vamos pues a definir el término Iglesia y seguidamente porque los cristianos, le añadieron el de católica.
Iglesia, traducido del griego Ekklesia, significa: Asamblea, que previa convocatoria, se reúne en un lugar determinado para un fin determinado. Que no necesariamente tiene que ser con fines religiosos. Los griegos lo aplicaban a cualquier asamblea que, previa convocatoria, se reunía en una determinado lugar. Por ejemplo, un grupo de personas que se reunían en el ágora para escuchar a un orador sobre cualquier tema, se constituía en ekklesia. Actualmente y en nuestra cultura, los que asisten a una proyección cinematográfica, a una representación teatral e incluso a un desfile de modelos se constituyen en ekklesia conforme al significado de la palabra.
Ahora bien, cuando Jesucristo le dijo a Pedro y al resto de discípulos que edificaría su ekklesia, (tal como lo tenemos en el evangelio de Mateo) si hablaba en arameo tuvo que decir que edificaría su “Sinagoga”. Luego aquí hay una pregunta clave: ¿por qué los narradores del Nuevo Testamento tradujeron “sinagoga” por “ekklesia”? Lo más probable es que fue para diferenciarse del judaísmo. (señalo esto porque sinagoga también esta en griego) sunagwgh
El termino “sinagoga” significa literalmente “con-currencia”. Etimológica y originalmente significa cualquier “reunión de personas” De aquí que, el término mas parecido al de “sinagoga”, en griego era “ekklesia”.
Consecuentemente añadir al término ekklesia el de Católica es un error, puesto que si es ekklesia no puede ser católica.
Tampoco puede ser una Institución organizada como tal puesto que se forma y se deshace. Esta es la razón del porque Cristo no dijo “fundaré” mi Iglesia (cosa que cambian comúnmente los católicos porque “fundar” algo es darle un reconocimiento institucional) sino “edificaré”. Luego la Iglesia de Cristo siempre se está edificando y no será una Institución hasta que se termine de edificar. Eso no ocurrirá hasta el final de los tiempos (Apoc. 21:9-27)
Lo que sigue a “edificaré” mi Ekklesia o Sinagoga es: las puertas del hades no “prevalecerán” contra ella. ¿Qué significa eso a tenor de las palabras dichas anteriormente también por Jesús? El Hades para los griegos era el lugar a donde iban los muertos por lo tanto significa la muerte. Toda puerta se coloca en un lugar a fin de preservar a los que están dentro de dichas puertas de los que están fuera de ellas. Pues bien, aquí hay un doble mensaje.
El primero es que mediante su resurrección dichas puertas fueron derrotadas y ahora estás a la defensiva. Protegen, o más bien, intentan proteger a la muerte ya derrotada por Cristo.
El segundo mensaje es que la muerte no derrotará a la Ekklesia que él esta edificando puesto que a través del tiempo de las ekklesias la muerte ha ido cercenando las vidas de los que en un tiempo fueron “piedras” usadas por Cristo en su edificación, eso es cierto, pero otras han ocupado el lugar vacante y así, la edificación de la ekklesias en este mundo son previas a la edificación de la Ekklesia en la eternidad.
Cuando esta edificación esté concluida entonces si será una Institución que permanecerá como tal por toda la eternidad.
En la eternidad también se podrá decir que Cristo fundo su Ekklesia porque el fundamento de la misma fue su sangre derramada en el Calvario.
Por lo tanto cuando los cristianos de los primeros siglos hablan de la Iglesia Católica está a años luz de la interpretación que a este término de “católica” ha pretendido y enseñado la Institución Vaticana. Ellos buscaron un término que aglutinara mediante un “vínculo” a la totalidad de las iglesias esparcidas por el mundo conocido de entonces.
A dicho “vínculo” llamaron catolicidad porque no estaba circunscrito al Imperio Romano. Dentro y fuera del imperio las iglesias tenían una fe común. Y esta fe era el vínculo que las definía realmente y también era lo que mostraba que estaban dentro de la catolicidad. Cabe no olvidar que el primer concilio Ecuménico (palabra que también significa “universal” o “católico”) su principal tarea fue definir cual era fe la cristiana y sus principios básicos los llamó “credo”
Pero, ¿qué ocurrió posteriormente? Pues que alguien añadió dos cosas al Credo Niceno. Estas: “Creo en el bautismo para remisión de los pecados” y “Creo en la iglesia Católica” Con estos dos añadidos se invalidaron todos los otros artículos de dicho Credo.
Si se cree que el “bautismo” remite los pecados ya no es necesario que Cristo muriese en la cruz y la afirmación de los padres de Nicea pierde su vigor. Esta: “...por nuestra salvación (Cristo) descendió y se encarno, se hizo hombre, padeció, y resucitó al tercer día...”
Quienes tengan a mano el texto completo del Credo de Nicea observarán que solo al principio del mismo aparece la palabra “Creemos” y ésta ya no se vuelve a repetir. Lo mismo ocurre en el Credo que definió el I Concilio de Constantinopla que también se inicia con el “Creemos” y ya no se repite más. Pero en el mismo ya encontramos el primer añadido. Este:
En una sola Santa Iglesia Católica y Apostólica.
Cabe tener en cuanta que esta definición enfatiza “en una sola” y no el creer en la iglesia. ¿Por qué no hay que creer en “La Iglesia” Pues porque es lo mismo que decir que la Iglesia cree en sí misma. La iglesia es la comunidad de los fieles que se reúnen en un lugar determinado para un fin también determinado y no es posible que digan que creen en si mismos. Se reúnen porque en quien “creen” es en Cristo tal como definieron ambos Credos.
Veamos el testimonio de....

«Creo en la Iglesia»
¿Podemos creer en la Iglesia?

José I. GONZÁLEZ FAUS
Jesuita
Profesor en la
Facultad de Teología de Cataluña
Barcelona
3. Dios si, Iglesia no

CREER-EN: Pues bien, en esa concepción de la fe como movimiento dinámico hacia el Dios que es Comunión Absoluta (y que tratan de reflejar los credos), nunca aparece la Iglesia como objeto de fe. El latín y el griego tienen para ello un recurso lingüístico del que carece el castellano: la proposición «in» con acusativo (credo in Deum), que se contradistingue del ablativo (credo in Deo) y del acusativo sin preposición (credo Deum). El castellano sólo conoce la fórmula «creo en», sin distinción de casos ni preposiciones. Con ello confunde la fe con la creencia, y puede dar la impresión de que es prácticamente lo mismo «creer en Dios» que creer «en OVNIS».

¿Cómo aparece entonces la iglesia? Un recorrido minucioso por los credos primitivos daría este balance sobre la presencia de la Iglesia en ellos:

El acusativo con preposición, pero sin la proposición «y». Por tanto, vinculado no al verbo «creo», sino al «Espíritu Santo». Creo hacia el Padre y hacia el Hijo y hacia el Espíritu Santo (que trabaja) a la Iglesia, para el perdón, para la comunión de los santos y para la vida eterna.

La fe hacia Dios Padre, Hijo y Espíritu, pero marcando que esa fe acontece «en la Iglesia»s. La Iglesia designa aquí un ámbito de fe, no un objeto de fe. Es decir, que la fe en el Dios cristiano es necesariamente eclesial; que creer en la Comunión Absoluta nos constituye en Iglesia. Retomaremos este punto al final.

Y una última observación: el problema, que seria tan actual, de creer «a la Iglesia», ni siquiera se lo plantean los credos porque para ellos la Iglesia no es la institución eclesiástica ni la jerarquía, sino el pueblo santo de Dios. El cual necesita, por supuesto, unos ministerios y una mínima institucionalización, pero no que éstos suplanten al pueblo.
La Iglesia es el sujeto del credo, y no tendría sentido decir que se cree a sí misma.

Repito que éste es un balance algo simplificado (aunque creo que bastante exacto) de una complicadísima cuestión documental. Por eso ahora—más allá de los datos positivos—nos interesa encontrar su fundamentación teológica.

4. ¿Por qué no podemos creer en la Iglesia?

Dada la pobreza del castellano en este punto, se me permitirá que en este apartado recurra al latín (por otro lado, bien inteligible) para citar el creer «in ecclesiam» o el creer «ecclesiam» o «in ecclesia».

Hecha esta anotación, vamos a mostrar que toda la teología clásica explica el credo en el sentido arriba dicho, más allá de las obscuridades documentales. Para comenzar con el testimonio más autorizado, aunque no el más antiguo, demos la palabra a santo Tomás:

«Se podrÍa decir 'credo in ecclesiam' si se entiende refiriéndolo al Espíritu
Santo que santifica a la Iglesia. Pero es mejor conservar el uso común y
decir simplemente: 'la santa Iglesia', sin la preposición in, tal como dice el
papa san León» (2. 2ae, I, 9, ad 5).

Mucho antes que él, hacia el siglo IX, Pascasio Radbert había escrito:

«No digamos: 'creo en la santa Iglesia' (in ecclesiam), sino que,
suprimiendo la sílaba 'en', digamos: 'creo que existe la santa Iglesia', como creo que existe la vida eterna. De otro modo, parecería que creemos en el hombre, lo cual es ilícito. Nosotros creemos sólo en Dios y en su única Majestad» (PL 120, 1402. 1404).

Fijémonos en la razón aducida: creer en la Iglesia sería creer en algo humano; sería, por tanto, idolatría. La misma razón había dado ya Fausto de Rietz hacia el siglo V:

«Quien cree in ecclesiam cree en un hombre: pues no fue formado el
hombre por la Iglesia, sino la Iglesia formada por hombres. Aparta, pues, de ti esa persuasión blasfema de pensar que debes creer en alguna creatura humana (in aliquam humanam creaturam)» (PL 62, 11).

Es, pues, legítimo concluir con una síntesis magistral de san Ildefonso, que nos dará el paso al apartado siguiente: «Creemos hacia Dios (in Deum) y creemos que existe su santa Iglesia. Pero no creemos en la Iglesia como en Dios, pues la Iglesia no es Dios. Creemos hacia Dios de una manera única y, como consecuencia de esa fe, creemos que existe la Iglesia»6.

La enseñanza es tan clara, y la cuestión tan seria, que no me parece impropio cerrar este apartado pidiendo a los responsables de nuestra Iglesia que se haga un cambio en la traducción de nuestros credos, para no convertir en idólatras sumisos a nuestros pobres fieles obedientes. En su versión original, nuestros dos credos dicen: «credo in Spiritum sanctum, sanctam ecclesiam» (sin preposición) para el credo romano. Y «et in Spiritum Sanctum... et unam (también sin preposición), sanctam, catholicam et apostolicam ecclesiam»7. Es muy de desear, por tanto, que devolvamos a nuestra profesión de fe su sentido verdadero.

5. Creer eclesialmente

Si se me permite todavía una cita, valga ésta de san Pedro Crisólogo, que nos introducirá en el tema de este apartado: «cree hacia Dios (in Deum) aquel que, en su movimiento hacia Dios, confiesa la santa Iglesia» (PL 52, 360C).

Es decir: creer es entrar en contacto o tender hacia el Misterio Santo, que es Comunión plena y total y que implica la ausencia de pecado y la vida eterna. La Iglesia es como el «sacramento de esa comunión» (LG 1,1) producido por la misma fe.

Por tanto, la fe no es fe en la Iglesia; pero la fe es necesariamente eclesial. La Iglesia no es ni puede ser objeto de fe. Sólo Dios es objeto de fe. Pero la fe en el Dios Trinitario es necesariamente comunitaria. La Iglesia entra en la fe, y en el credo, no para designar el término, sino el modo de la fe. Porque creer en un Dios que es Comunión Absoluta, sólo puede hacerse en comunión. O, si se prefiere, no se cree en la Iglesia, porque es la Iglesia la que cree.

El grito aquel, «Jesús sí, Iglesia no», podía tener su sentido, como hemos dicho, quizá como reacción de defensa contra una jerarquía que a veces da la sensación de pedirnos que creamos en ella como en Dios. Pero resultaba absolutamente fatuo si lo que pretendía era abogar por una fe meramente individual, «a la carta», en la que uno intenta creer sin vinculación con lo que creen los otros, igual que uno va al mercado o al restaurante sin estar comprometido por lo que solicitan otros. Una fe así estaría terriblemente amenazada de no ser fe en el Misterio que es Comunión Absoluta, sino proyección de deseos individuales.

Pero también: esa Iglesia que entra en el Credo no es ni la jerarquía ni lo que hoy hemos dado en llamar «Iglesia institución» (por muy necesarias y respetables que sean ambas): la Iglesia que entra en el credo es la Iglesia-comunión. Ésa es la Iglesia «santa». Porque creer en un Dios que es Comunión Absoluta no puede hacerse sino en forma de comunión.

Por eso los credos romanos alinean muy bien la santa Iglesia y la comunión de los santos. Porque, en la medida en que la estructura del acto de fe es la de «salir de sí hacia Dios», esa salida de sí convierte la existencia creyente en comunión: los otros no pueden estar ni ser ajenos a mi fe.

Y si aceptamos como más primaria la versión en neutro de la «communio sanctorum» propuesta por Zahn (comunión de «las cosas santas», o comunión de Lo Santo), al creer que «Lo Santo» es comunión (y no meramente ser o poder) estamos nosotros entrando en esa comunión, estamos anticipándola y poniendo en acto la comunitariedad de la fe. Por
eso en el credo, al lado de la Iglesia y la comunión de Lo Santo siguen inevitablemente el perdón de los pecados8 y la vida «eterna»: la vida en plenitud de comunión9.

O, si lo preferimos con la versión de los credos orientales: porque creemos hacia Dios Padre, Hijo y Espíritu, profesamos que existe la Iglesia, como profesamos que hay un bautismo para el perdón de los pecados. O con las otras versiones aludidas antes: profesamos que el Espíritu Santo (el «Dador de Vida que habló por los profetas y que es adorado y glorificado con el Padre y el Hijo») está trabajando el mundo entero hacia esa
configuración que es la comunión plena por el perdón total y la vida eterna, y de la que la Iglesia es símbolo y señal. Da lo mismo. Creemos que el Espíritu Santo trabaja a la Iglesia para convertirla en comunidad de fe, esperanza y amor, que anticipa la meta definitiva.

Y si hubiese de quedarme con una de las tres (que son inseparables), me quedaría en este caso con la esperanza, y definiría a la Iglesia del credo como «comunión de los que esperan», resultado de la fe hacia Dios Padre, Hijo y Espíritu. Pues, como escribía san Pablo a los romanos: estamos salvados sólo en esperanza, pero en una esperanza que no defrauda10'.

Lo que hemos expresado aquí desde la estructura trinitaria del credo, podría expresarse también desde la cristología: lo original de la Resurrección de Jesús es que no se limita a ser la reivindicación particular de un justo o de un mártir, sino que esa reivindicación hecha por Dios a Jesús posee lo que Hünermann llama «una universalidad escatológica», de la que brotan «la misión evangelizadora de los discípulos y la constitución de las comunidades»11. Creer en el Resucitado (o «verle») es creer y experimentar la resurrección universal.
En conclusión: la Iglesia no es objeto, ni término, ni contenido de la fe. Es una dimensión intrínseca de la fe, una modalidad de la fe en el Dios Amor. No hará falta precisar hasta qué punto esto es, además de un don, una profunda exigencia para la Iglesia.
_______________________

Apéndice
Por lo que hemos dicho en los dos primeros apartados, puede percibirse que, durante el primer milenio del cristianismo, los credos (sobre todo en Occidente) no han sido fórmulas fijas e intocables. Incluso, a pesar de la prohibición conciliar de no añadir nada al credo oriental, en Occidente se le añadió el «filioque», del que cabe decir que era conveniente en su contenido, aunque se hizo sin respetar las reglas establecidas (procedimiento del que Roma se ha valido demasiadas veces desde que los papas tienen poder temporal). Ello acabó de encrespar a los orientales contra Roma. Pero este punto no importa ahora.

Lo que quisiera sugerir en este apéndice es la conveniencia de que los credos no sean sólo fórmulas fijas. No hay que dejar de recitar el símbolo niceno, porque nos une con una larga serie de creyentes que han venido proclamándolo durante más de quince siglos. Pero no sería bueno recitar sólo ese credo, porque es elemental que cualquier creyente tiene derecho a entender su propia profesión de fe. Nuestros buenos cristianos repiten: «Dios de Dios, luz de luz... de la misma naturaleza que el Padre», sin entender lo que dicen ni por qué lo dicen.

Y tiene poco sentido recitar hoy una profesión de fe antiarriana cuando, a lo mejor, lo que más necesitaríamos sería, por ejemplo, una profesión de fe anticapitalista, pongo por caso.

La alternancia entre el símbolo antiguo y algunas reformulaciones modernas expresaría que la catolicidad de la Iglesia es a la vez diacrónica y sincrónica. Entendiendo «catolicidad» en su sentido más primario: como la unidad del Espíritu en lo plural y diverso, tal como la expresa 1 Cor 12,4ss. y Rom 12,3ss.

En este sentido, quisiera concluir el presente artículo reproduciendo un credo que se reza algunos domingos en alguna iglesia de Barcelona, alternándolo con el clásico. En realidad, no introduce novedades, sino que pretende ser una retraducción parafraseada del símbolo niceno-constantinopolitano, cuyo esquema mantiene con fidelidad. De esta
manera, la gente se siente mejor expresada y entiende mejor lo que dice cuando recita el credo «clásico». Aquí va, pues, su texto para concluir:

«Creemos en un solo Dios, Padre que está fuera del tiempo y Origen de
todo, que ha puesto en marcha esta historia para que seamos hijos suyos y
hermanos entre nosotros.

Creemos en un solo Señor: Jesús, el Mesías. Hijo único del Padre;
transparencia y calco del mismo Dios. Que por nosotros los hombres y para nuestra salvación, abandonó su condición divina, nació de mujer por el Amor de Dios, se hizo uno de nosotros, anunció la Misericordia del Padre, denunció el egoísmo del hombre y sanó las heridas del Mal.

Por vivir así, fue condenado a morir por los poderosos, en tiempos de
Poncio Pilato; y gustó el dolor, la injusticia, la muerte y el abandono de Dios. Pero Dios lo resucitó cumpliendo las Escrituras, y hoy vive con la vida misma del Padre. Y volverá a estar presente al fin de los tiempos, como juez de este mundo y de esta historia.

Creemos en el Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, Inmanipulable y que sopla donde quiere. Y cuyo aliento infunde vida, libera, ilumina, suaviza, hace posible y facilita.

Profesamos que existe la Iglesia: una aunque dividida; santa aunque
pecadora, universal y particular, que viene de los Apóstoles. Profesamos
que existe el perdón de los pecados, que se expresa y recibe en el
bautismo. Esperamos la resurrección de los muertos y la vida sin fin junto a Dios. Amén».

Es sólo una tentativa modesta, que otros podrían rehacer mucho mejor.
GONZÁLEZ-FAUS-JI _SAL-TERRAE/98/06 Págs. 465-473
........................
1. B. SESBOUÉ y J. WOI INSKI, El Dios de la salvación, Salamanca 1995, p. 100.
2. Ver el n. 21 de la Traditio Apostólica.
3. Por eso se le suele llamar «niceno-constantinopolitano». Aunque es honesto añadir que no todos se fían de la información del Calcedonense en este punto.
4. El credo que se conserva en las Catequesis de Teodoro de Mopsuestia deja claro este sentido poniendo el bautismo por delante de la Iglesia: «(creemos) en el Espíritu Santo, dador de vida, que procede del Padre. Profesamos un bautismo y una Iglesia santa y católica...» (cf DS 51).
Tobi (Obsérvese que es sin el añadido del “para perdón de los pecados”)
5. También la ya citada Traditio Apostólica reza: «Gloria a Ti, Padre, Hijo, con el Espíritu Santo en la santa Iglesia» (n. 6).
6. PL 96, 127 D. Como más de un lector habrá sospechado, todas estas citas y otras más se pueden encontrar en la obra clásica de H. DE LUBAC, Meditación sobre la Iglesia, Encuentro. Madrid 1983,pp. 28-41.
7. Cf. DS 30 y 150. Alguien me contó (y no puedo garantizar la verdad de la anécdota) que esta cuestión ya se planteó en la conferencia episcopal cuando la traducción de los textos litúrgicos, pero que un grupo de los obispos más conservadores forzaron la pequeña herejía de la traducción actual. Quizá lo harían para contrapesar aquella proclama antigua de la juventud («Jesús sí, Iglesia no») que tanto miedo daba a los obispos y que es tan absolutamente verdadera en un sentido como falsa en el otro, que ahora comentaremos.
Pero si la anécdota es cierta, confirmaría algo que la teología enseña sobradamente: hay pocas cosas más heréticas que una ortodoxia rabiosa, como ya había visto muy bien Pascal.
8. El pecado puede definirse sencillamente como aquello que rompe la comunión.
9. Para ampliar un poquito más este punto, remito a mi antropología teológica: Proyecto de hermano. Visión creyente del hombre, Sal Terrae, Santander 1991, 2ª, pp. 667-668 y 675-678.
_________________________________________________

Perdonad todos por este largo "mamometro" pero leedlo con atención puesto que clarifica que debemos entender por Iglesia Cátolica



Seguira
 
Esta es la razón del porque Cristo no dijo “fundaré” mi Iglesia (cosa que cambian comúnmente los católicos porque “fundar” algo es darle un reconocimiento institucional) sino “edificaré”. Luego la Iglesia de Cristo siempre se está edificando y no será una Institución hasta que se termine de edificar. Eso no ocurrirá hasta el final de los tiempos (Apoc. 21:9-27)

Sí... asi es.


Por cierto, se dice "mamotreto".

Buena aportación.
 
Me quedó puntualizar algo:

Dios jamás ha visto ni verá a Su Congregación (Sinagoga, ekklesia, como sea...) como una Institución, sino como el receptáculo de una institución que Él mismo creó de la nada:

¡El matrimonio!

Salud
 
Por cierto, se dice "mamotreto".

Cierto. ja, defecto de dedos en el teclado
Un abrazo.
 
Ayudando al epígrafe...

Ayudando al epígrafe...

Hermanos amados, este escrito no tiene ningún “copyright”. Lo podéis distribuir siempre y cuando citéis la procedencia: www.iglesia.net. Como autor, no puedo sino menos que repartirlo CON AMOR a cuanto católico escriba... y recordad siempre, amados: el Amor Sin Mancha jamás toleró el pecado (siendo torturado y derramando Su Sangre hasta la muerte para destruirlo).


[SIZE=5, b]10 simples razones por las que me gusta la iglesia católica[/SIZE]

1) Porque nos gusta hablar y consultar con los muertos y cadáveres día y noche. Este es mi pasatiempo preferido. Los nuestros pueden "hablar" cuanto quieran con las 27.856 vírgenes y los 17.691 santos que tapizan nuestro abultado catálogo. Hay tantos que nunca me aburro. Esto lo permite la Biblia.
Y el hombre o la mujer que evoquen espíritus de muertos o se entregara a la adivinación, ha de morir; su sangre será sobre ellos.
Levítico 20:27

Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto
Mateo 6:4

2) Porque me gusta confesarme con un hombre que se llama “sacerdote” cada vez que haga algo que remueva mi conciencia. Este sujeto me perdona los pecados porque la Biblia lo dice.
Y no llaméis Padre vuestro a nadie en la tierra: porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.”
Mateo 23:9

Confesaos vuestras ofensas unos a los otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.
Santiago 5:16

Padre nuestro que estás en los cielos... perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores... porque si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Mateo 6

3) Porque me gusta hipotecar las almas de los hombres a mi reino, para que no puedan encontrar ninguna salvación fuera de esta institución, porque sólo nuestro bautismo es válido y porque sólo la fe otorgada por nuestra iglesia salva. Esto también está claramente escrito en la Biblia.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.
Efesios 2:8

Porque de tal manera amó al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 3:16


Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la Ley.
Romanos 3:28

4) Porque existe una estructura piramidal sistemática en esta mi organización religiosa por cuyo poder y gracia unos "cristianos-miembros" son más importantes y más "santos" que otros, y además cobran por ello (me encanta este detalle). Evidentemente, cuanto más importante sea el "cristiano-miembro", mayor es su sueldo. Esta estructura nosotros sabemos está claramente reflejada en la Biblia.
Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
Marcos 9:34

Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.
Mateo 18:4

5) Porque gracias a nuestra buena inversión empresarial somos otro país de este mundo con su economía, policía, moneda, sistema bancario... los tesoros sin igual que poseemos los guardamos celosamente, pues son parte de nuestra tradición, y son símbolos de nuestra “pureza y santidad”. Cosas como el prepucio de San Nicolás y las legañas de Santa Tomasa forman parte única y verdadera de este nuestro santo tesoro histórico. Por cierto, la Biblia también nos exhorta a ello.
Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían... pero mi reino no es de aquí.
Juan 18:36

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Juan 2:15

No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
Éxodo 20:4

6) Porque sólo nosotros podemos interpretar correctamente la Biblia y las palabras de Dios. Tenemos el copyright, la marca registrada universal de la Biblia, y aunque por la "nueva situación mundial" ahora no podemos asesinar a los que se atreven a leerla con criterio propio con tanta libertad como antes, lo seguimos intentando. Debemos matarlos condenándolos al ostracismo religioso. Por supuesto, la Biblia nos da la razón en esto.
El espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad.
Juan 16:13

Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la Ley
Gálatas 5:18

7) Porque la sangre que hemos derramado durante 17 siglos no nos altera en nada nuestros dogmas, creencias ni conciencia colectiva: somos la iglesia elegida de Dios hagamos lo que hagamos y demos el testimonio que demos, sea en el futuro, en el pasado o en el presente. Esto evidentemente lo dice la Biblia.
A estos les parece cosa extraña que no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan; pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.
1 Pedro 4:4,5

... si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, no os conturbéis.
1 Pedro 3:14

8) Porque su Líder adorador de muertos y diversos cadáveres es el sucesor de aquel apostol Pedro, a quién Mi Enemigo puso como Piedra Principal, o Cabeza del Ángulo de la iglesia. Esto lo dice la Biblia claramente.
Y el hombre o la mujer que evoquen espíritus de muertos o se entregara a la adivinación, ha de morir; su sangre será sobre ellos.
Levítico 20:27

Y el hombre o la mujer que evoquen espíritus de muertos o se entregara a la adivinación, ha de morir; su sangre será sobre ellos.
Levítico 20:27

Tu eres Pedro... y sobre esta roca edificaré mi congregación.
Mateo 16:16

(Hablando este Pedro más tarde a inconversos) Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza de ángulo.
Hechos 4:11

9) Porque nos gusta masacrar a los judíos por considerarse -los muy osados- el “Pueblo escogido de Dios”. Damos gracias a Dios por personas como Hitler, bendito y acérrimo católico que nos ayudó en tales menesteres. Esto lo permite la Biblia. El otro gran desconocido (el “segundo holocausto”, le llaman) que ejecutamos con nuestras propias manos en Yugoslavia bajo bendición del arzobispo Stepinac, cuyas brutalidades asombraron a las propias SS nazis, es digna muestra de nuestra herencia. Puesto que somos “la única iglesia fundada por Jesucristo” -me encanta blasfemar y pisotear lo que es más preciado para Dios... ¡odio a esta preciosa muchacha a la cual Mi Enemigo llamó "mi Congregación, mi Cuerpo"!- estamos a salvo de cualquier juicio. La Biblia dice que esto es bueno y sublime.
No matarás
Éxodo 20:13

¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció (Romanos 11:1-2).

Y si su transgresión es la riqueza del mundo y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?
Romanos 11:12

10) Porque podemos dedicarnos a la violación de los derechos humanos fundamentales (¡violar a la criatura predilecta de Dios!), para lo cual ayuda nuestra tradición y normas propias, porque somos la iglesia verdadera. Hagamos lo que hagamos la Biblia lo dice, y se nos perdona todo.
No matarás
Éxodo 20:13

Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella... a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin tacha.
Efesios 5:27

Por esto y por muchas más razones que no dan lugar ahora, donde gracias al infierno hemos justificado nuestro comportamiento y abominables prácticas (abominables... me encanta ese término) con la iconografía robada de ciertas simbologías cristianas de la Biblia, he llegado al convencimiento y conclusión de que a día de hoy lo mejor que puedo hacer es seguir convenciendo al mundo de que esta iglesia es la iglesia de Mi Enemigo por obra y ciencia de las malas artes, y que la única esperanza de salvación consiste en pertenecer a esta iglesia llena de toda lascivia, pecado e inmundicia que fundé personalmente cuando mi amigo Constantino la oficializó en mi nombre. Abajo lo firmo y rubrico para que así conste para toda la eternidad.

¡Nota MUY importante!: las citas bíblicas aquí introducidas no lo han sido con mi aprobación ni bajo mi control personal, y por ende no me hago responsables de ellas. Me lavo las manos por las posibles irreversibles consecuencias que pudiera acarrear a ciertas almas inconstantes con tendencia al error.

Fdo:


satansign.gif


Lucifer, la Serpiente Antigua mentirosa.
 
Lo bueno de tu aporte es que no necesita comentarios
Un abrazo
 
IGLESIA CATÓLICA
Segunda parte.

La Conversión de un emperador romano fué una hecatombe en todo el imperio. Las gentes temieron que los cristianos les devolviesen las atrocidades que se cometieron durante las persecuciones en su contra y millares buscaron refugio manifestando hacerse cristianos. Pero añoraron el fasto de las grandes ceremonias paganas puesto que encontraban al sencillo culto cristiano que era el ágape y culminaba con el partir el pan como recordatorio del cuerpo partido de Cristo, falto de solemnidad o lo que ellos opinaban de la solemnidad. Las iglesias cristianas lucharon denonadamente a fin de no caer por aquella pendiente y los primeros concilios establecieron que el concilio estaba por encima de todo tipo de patraircado a fin de evitar lo que más tarde ocurrió: El establecimieto de un sacerdocio que no fué contemplado en los primeros tres siglos de cristianismo, donde solo habián tres funciones en las iglesias, el obispado, el presbiteriado y el diaconado.
Aquellos que han estudiado la primitiva organización eclesial se dan cuenta, algunos con sorpresa, de que ninguna de las funciones que se concretaron en el Obispo, Presbítero y Diácono era de tipo religioso. No se contemplan en las formas de culto que hoy llamamos paganismo. Un obispo tanto en Grecia como en Roma significaba simplemente un sobreedor; o sea, alguien que coordinaba diversos aspectos de un trabajo para un fin común.
Presbitero significa "anciano" alguien a quien consultar debido a su larga experiencia y conocimientos, Y, Diacono, era simplemente un servidor. (En el Libro de Hechos se nos narra el porque se eligieron a siete diáconos y cual era la función para la que fueron escogidos).
El drama se inicia cuando estas tres titulaciones se sacralizaron, dándoles una autoridad religiosa, y este se agravó cuando lo añadieron otra función no prevista en el primitivo cristianismo, la del sacerdocio. En toda la Biblia incluyendo en ella el Nuevo Testamento encontramos tres tipos de saacerdocio apobados por Dios: El de Melquisedec, el Levítico y el sacerdocio espiritual de los cristianos. El que hoy sustentan tanto romanistas como ortodoxos no es contemplado en el Nuevo Testamento. Ni es conforme al de Melquisedec puesto que éste ni se hereda ni se transmite. (Este fue el de Crsto y cuando el autor de la Carta a los Hebreos, inspirado por Dios, afirma que el sacerdocio de Cristo fué según el orden de Melquisedec siginifica que no lo recibió de nadie y tampoco lo trasmitió a nadie) El sacerdico levítico es todo lo contrario puesto que se recibe y se transmite por herencia. En el Nuevo Testamento aparece un nuevo sacerdocio, el de todos los creyentes, pero cuidado, estos tampoco reciben el sacerdocio por herencia ni tampoco los trasmites a sus descendientes, pero hay también en el mismo una novedad. La palabra "sacerdote" significa sacrificador. Así era el sacrificaba al animal escogido que moria en lugar del pecador. Cristo fue a la vez el sacrificador y la victima en cuanto que se ofreció a sí mismo para satisfacer y cumplir aquello que imponía la ley: "El hombre que pecare, morirá" El sacerdocio de todos los cristianos ofrece a Dios las cosas que sacrifica en su vida y que es agradable a Dios. Son nuestras renuncias y la más importante es la de nuestra libertad la cual se sujera a Dios y acepta a Cristo como Señor de su vida. No olvidemos que, según la terminología bíblica es la de un esclavo. En cambio el sacerdocio ortodoxo y romanista es apócrifo toda vez que es un añadido que no se contempla en las Escrituras.
Bendiciones
 
IGLESIA CATÓLICA

Tercera entrega:

¿Por qué a Ekklesia se le añadió el título de católica?

Inicialmente no se la llamó católica sino ecuménica y este vocablo griego “oikumenikos”, derivado de oikumene ‘la tierra habitada’, participio de oikeo ‘yo habito’, que deriva de ôikos ‘casa’.

Así, lo que aglutinaba a los creyentes era una misma fe y una misma doctrina y no una Institución. De aquí que González Faus, jesuita, y profesor de teología, afirmase: “la Iglesia no es la institución eclesiástica ni la jerarquía, sino el pueblo santo de Dios. Eso lo tenían muy claro los primeros cristianos. Por esta causa los Concilios en los que se invitaba a todas LAS IGLESIAS se llamaron oikumenikos y no católicos puesto que podían inducir a confusión.
El primer paso en esta titulación de católica se debió a que las iglesias de una misma región se vincularon alrededor de un Obispo que era el sobreedor de aquel grupo de iglesia a causa de su proximidad. Pero la cosa culminó después de la “conversión” del emperador Constantino que influyó a que las iglesias cristianas adoptaran la organización de los estamentos imperiales a fin de unir a las iglesias de la misma manera que estaba unido el imperio. Pero respetó lo citado anteriormente, o sea unidas por distintos episcopados o patriarcados.
El tercer paso fue el de calificar con categorías a los diversos patriarcados al nivel de la importancia de sus Sedes. La iglesia de Roma por ser la capital del imperio recibió un primado de honor que toda la cristiandad dio por aceptable toda vez que había sido una de las iglesias que había sufrido mas a causa de las persecuciones, la de Nerón, Domiciano, Diocleciano, etc. De aquí surgió la primera controversia respecto a los primados cuando Constantinopla reclamó para sí el Primado de Honor que había sido concedido a Roma por ser capital del Imperio. En aquel momento dicha capitalidad había pasado a Constantinopla que, para reforzar su pretensión sé autodenomina en dicha controversia “La Nueva Roma”. El primer Concilio Ecuménico de Constantinopla y en su canon tercero se accedió y determinó dar a “la Nueva Roma” el Primado de honor, que fue confirmado por el canon 28 del Concilio de Calcedonia. La controversia estaba servida y León I, obispo de Roma, al ver rebajada su Sede Apostólica ante la de Constantinopla organizó la debacle. Pese al carteo entre ambos patriarcas, muy suave por el de Constantinopla, los dos cánones no fueron revocados y así están hasta hoy.
Pero lo más interesante de aquella controversia, es siempre se apeló al Primado de Honor de ambas Iglesias y ni una sola palabra sobre el Primado de ambos patriarcas. Se tenía que esperar siglos para que el de Roma pretendiese el primado como Obispo Universal y eso después de las Falsas Decretales Seudo isidorianas. Una falsificación en el se decía que cuando Constantino funda su capital en Bizancio, cedió todos los territorios del Imperio Occidental, bajo la Autoridad Política del Obispo de Roma. Realmente quien reclamó para sí las falsas Decretales fue Gregorio VII que, en su famoso Dictatus papae Afirma “ser el único con derecho a lucir las insignias Imperiales y que todos los príncipes tenían LA OBLIGACIÓN de besarle los pies. El siguiente paso fue declararse Obispo Universal, que culminó con la promulgación del Dogma de la Infalibilidad en el 1870, por el Concilio Vaticano I. Con razón el Papa Gregorio I Magno sentenció: “Aquel que apetezca llamarse obispo universal será el precursor del anticristo”.

Clemente en su Carta a la Iglesia de Corinto, en respuesta a la que recibió desde aquella iglesia, aconseja que solucionen el problema suscitado, pero en ningún momento apela a su autoridad ni a la de la Iglesia de Roma, la cual presidía.

El primer caso historiado donde se pretendió imponer desde Roma algo al resto de Iglesias lo protagonizó Víctor, obispo de Roma, con respecto a cuándo se debía celebrar la Pascua. Los cristianos orientales iniciaban la celebración el 14 de Nisan independiente del día de la semana y los occidentales la hacía coincidir en Domingo, fecha fija. Víctor confundió fe con rito y por lo tanto envió cartas para unificar el rito de la celebración en una mismo día, el domingo o primer día de la semana. Aquella propuesta fue rechazada y muy bien argumentado dicho rechace: Que así lo había practicado Juan Apóstol junto al resto de apóstoles. Víctor amenazó con separar de la comunión a aquellas iglesias con la de Roma. Ireneo de Lyon, todo y que era de la misma práctica del domingo, le escribió afeando su actitud al confundir unidad con uniformidad en usos y costumbres. Víctor no tuvo mas remedio que ceder.
Eusebio nos ha conservado la Carta de Ireneo a Víctor. (Eusebio H. E. V 24)

Conclusión
Oikumenikos = catolicidad = unidad en la fe de todas las iglesias cristianas.

No es una uniformidad en una macro iglesia gobernada por un Obispo Universal con jurisdicción en todas ellas

Cristiandad = Unidad en la fe de todas las Iglesias cuya única Cabeza es Cristo. La unidad parte de la Cabeza y no de los miembros. Esta es su catolicidad.

Papado, después del Cisma promocionado y ejecutado por Roma, que se auto-titula Cabeza de la macro iglesia, usurpa a la autentica cabeza que es Cristo. También usurpa las funciones del Espíritu Santo al declararse infalible.

Por lo tanto la Institución que encabeza ni es iglesia católica ni tampoco Iglesia de Cristo.
 
Parece ser que con estas aportaciones los romanistas no le entran.
Me temo que no lo hacen ni con la ayuda de los muertos.
Que sera....sera...
 
Parece ser que con estas aportaciones los romanistas no le entran.
Me temo que no lo hacen ni con la ayuda de los muertos.
Que sera....sera...

Ni de los vivos...

Verá, D.Tobi, estoy convencido de que antes creerían a una mujer montada en un platillo volante envuelta en una sábana blanca que a Jesucristo en persona. Antes creerían a cualquier bruja, hechicera o sanadora que se autoproclamara vocera de la sacrosantísima virgen que a la Voz que susurra al interior.

Así que no se extrañe usted de que no comenten... es que no saben ni pueden comentar: SON CIEGOS GUIAS DE CIEGOS. Llevan 1700 años (o más, si escarbamos ya los apóstoles hablaron de ellos en sus epístolas) dedicándose al deporte de adorar y consultar a los muertos y cadáveres. ¿Es que te parecen poco 1700 años de decadencia moral y religiosa, como para venir ahora a que "entren"?

"Entrar" a qué, D.Tobi, si puede saberse.... ¿a qué?

Tendrán primero que "salir", porque como no "salgan", poco van a "entrar" a ninguna parte. ¿"Entrar" a dónde? ¿No tendrán primero que "salir", para "entrar"?

De ahí, ya sabes, aquello de "salid de ella, mi pueblo".

Pues esto de "salir" puede ser aplicable a "salir" otras religiones, pero sobre todo es un "salir" forjado en la vida espiritual e interior, lo cual, INDEFECTIBLEMENTE, te hace salir de lo otro.


Salud!
 
Tobi:
Que sera....sera...

Luis:
Será hartazgo, aburrimiento de tratar los mismos temas ochocientas mil veces para no llegar a ningún lado con personas como tú.
Baste un ejemplo:
Dice uno de tus copy&pastes:
Clemente en su Carta a la Iglesia de Corinto, en respuesta a la que recibió desde aquella iglesia, aconseja que solucionen el problema suscitado, pero en ningún momento apela a su autoridad ni a la de la Iglesia de Roma, la cual presidía.

Cito de la mencionada carta:

Clemente a los Corintios (LIX 1)
"Mas si algunos desobedecieren a las amonestaciones que por nuestro medio os ha dirigido Él mismo, sepan que se harán reos de no pequeño pecado y se exponen a grave peligro"

y

LXIII
"Porque vais a proporcionarnos gran gozo y alegría si prestáis obediencia a las cosas que os hemos escrito por medio del Espíritu Santo"


Pero da lo mismo. A pesar de lo que dice el texto de la carta, siempre habrá gente lista, muy lista y listísima que niegue que Clemente pretenda la obediencia de los corintios a sus palabras.

Y así con todo....

Entonces ¿para qué perder el tiempo con gente como tú?

Es absurdo
 
Luis


Y siempre habrá, gente obcecada como tú, que a pesar de habersete demostrado de todas las formas, tu sigues erre que erre....vamos, que hasta eres capaz de decir que Ricardo cree en el purgatorio...


Veamos una respuesta que te dio Jetonius, hace ya algún tiempo, respecto a la autoridad de Clemente. ;)


http://forocristiano.com/ultimatebb.cgi?ubb=get_topic&f=12&t=001600&p=2

QUOTE]Originalmente enviado por Luis Fernando
Criatura.... esta muchacha
En fin...
Allá por los años 90 del primer siglo de nuestra era, cuando todavía vivía el apóstol Juan, surgió un problema interno de no pequeña importancia en la iglesia de Corinto (nihil novum sub sole). Es de suponer que lo lógico hubiera sido que ya que todavía vivía uno de los apóstoles, éste hubiera sido el encargado de imponer su autoridad para zanjar la cuestión. Pues no. No fue así. Quien se encargó de arreglar el desaguisado fue ni más ni menos que el obispo de Roma.
Si con esto se pretende insinuar que un obispo, por más “sucesor de Pedro” que se lo quiera considerar, podía tener una autoridad superior a la de los mismos Apóstoles, el mismísimo Clemente se encarga de contradecir tal cosa:
quote:


Loa Apóstoles nos predicaron el Evangelio de parte del Señor Jesucristo; Jesucristo fue enviado de Dios. En resumen, Cristo de parte de Dios, y los Apóstoles de parte de Cristo: una y otra cosa, por ende, sucedieron ordenadamente por voluntad de Dios. Así, pues, habiendo los Apóstoles recibido los mandatos y plenamente asegurados por la resurrección del Señor Jesucristo y confirmados en la fe por la palabra de Dios, salieron, llenos de la certidumbre que les infundió el Espíritu Santo, a dar la alegre noticia de que el reino de Dios estaba para llegar. Y así, según pregonaban por lugares y ciudades la buena nueva y bautizaban a los que obedecían al designio de Dios, iban estableciendo a los que eran primicias de ellos –después de probarlos por el espíritu- por inspectores (episkopous) y ministros (diakonous) de los que habían de creer. Y esto no era novedad, pues de mucho tiempo atrás se había ya escrito acerca de tales inspectores y ministros. La Escritura, en efecto, dice así en algún lugar: Estableceré a los inspectores de ellos en justicia y a sus ministros en fe (Isaías 60:17).

Carta Primera de San Clemente, 42:1-4
En Daniel Ruiz Bueno, Padres Apostólicos. Edición bilingüe completa, 4ª Ed. Madrid: BAC, 1979

Habiendo sido establecidos ellos mismos por los propios Apóstoles, es imposible que su autoridad estuviese por encima de la de quienes se la habían otorgado en primer lugar. Además, cabe subrayar que Clemente en ninguna parte enseña o insinúa la existencia de un episcopado monárquico (como sí lo hace algo más tarde, en cambio, Ignacio de Antioquía). Por el contrario, en la carta a los corintios
quote:


Se mencionan presbíteros varias veces, pero no son distinguidos de los obispos. No hay en absoluto mención de un obispo en Corinto, y las autoridades eclesiásticas son siempre nombradas en plural.
John Chapman, Pope St. Clement I . En The Catholic Encyclopedia, vol. IV (1908).

Clemente se explaya más adelante en cuanto a la forma de elección y las condiciones de las autoridades de la Iglesia:
quote:


También nuestros Apóstoles tuvieron conocimiento, por inspiración de nuestro Señor Jesucristo, que habría contienda sobre este nombre y dignidad del episcopado. Por esta causa, pues, ..., establecieron a los susodichos y juntamente impusieron para adelante la norma de que, en muriendo éstos, otros que fueran varones aprobados les sucedieran en el ministerio. Ahora pues, a varones establecidos por los Apóstoles, o posteriormente por otros eximios varones con consentimiento de la Iglesia entera; hombres que han servido irreprochablemente al rebaño de Cristo con espíritu de humildad, pacífica y desinteresadamente; atestiguados, otrosí, durante mucho tiempo por todos; a tales hombres, os decimos, no creemos que se los pueda expulsar justamente de su ministerio. Y es así que cometeremos un pecado nada pequeño si deponemos de su puesto de obispos a quienes intachable y religiosamente han ofrecido los dones. Felices los ancianos que nos han precedido en el viaje a la eternidad, los cuales tuvieron un fin fructuoso y cumplido, pues no tienen ya que temer que nadie los eche del lugar que ocupan. Lo cual decimos porque vemos que vosotros habéis removido de su ministerio a algunos que lo honraron con conducta santa e irreprochable.
Carta Primera de San Clemente, 44:1-6
En Daniel Ruiz Bueno, Padres Apostólicos. Edición bilingüe completa, 4ª Ed. Madrid: BAC, 1979 (negritas añadidas)

Es decir, la conducta santa e irreprochable era para Clemente el requisito más importante para los obispos y ministros.
quote:


A pesar de que algunos protestantes y ortodoxos tienden a minimizar la autoridad de Clemente, lo cierto es que del texto de su carta se desprende con claridad meridiana la consciencia que el propio Obispo de Roma tenía sobre su autoridad al frente de la Iglesia. Y si no, comprobadlo por vosotros mismos:
1 Clemente a los Corintios (LIX 1)
"Mas si algunos desobedecieren a las amonestaciones que por nuestro medio os ha dirigido Él mismo, sepan que se harán reos de no pequeño pecado y se exponen a grave peligro".

Aclaro que "Él mismo" se refiere a Dios. Es decir, el obispo de Roma interviene directamente en los asuntos internos de otra iglesia para imponer su autoridad que, como se encarga de reconocer, le viene de parte de Dios.

Algunas observaciones aquí:
1. La supuesta conciencia que Clemente tenía acerca de su propia autoridad solamente puede aparecer con “meridiana claridad” a quien anacrónicamente sostenga una potestad que Roma reclamó para sí más tarde y que jamás fue reconocida por las Iglesias orientales.
Al respecto, hay que observar que en la carta no hay la más mínima apelación a la autoridad del obispo de Roma como tal.
2. Si bien no hay duda razonable de que Clemente fue su autor, hay que notar que esto lo sabemos por evidencia externa, a saber, el testimonio unánime de la tradición. De hecho, el nombre de Clemente no aparece en la carta. Esto, desde luego, presenta un notable contraste con las epístolas de Pablo y de Pedro. La larga epístola es dirigida de “ La Iglesia de Dios que habita como forastera en Roma, a la Iglesia de Dios que habita como forastera en Corinto: A los llamados y santificados en la voluntad de Dios por nuestro Señor Jesucristo”. Contra lo que suelen afirmar los católicos, el encabezamiento no es el de un superior a un subordinado, sino de una hermana a otra.
Esto lo reconocen hasta quienes sostienen tenazmente la doctrina del primado romano, como Johannes Quasten, quien escribió:
quote:


Es innegable que no contiene una afirmación categórica del primado de la Sede Romana. El escritor no dice expresamente en ninguna parte que su intervención ligue y obligue jurídicamente a la comunidad cristiana de Corinto.
Patrología (edición preparada por Ignacio Oñatibia). Madrid: BAC, 1978; 1:56.

De igual modo, Daniel Ruiz Bueno (o.c., p. 118) , quien como católico también considera la epístola como evidencia del supuesto primado, afirma categóricamente:
quote:


Y me adelanto a decir que, por mucho que pueda investigarse en ella sobre el derecho y constitución de la Iglesia, afirmar que esta carta es antes una decisión jurídica que una homilía, me parece una imperdonable falta de penetración en su espíritu, nacida de un excesivo afán apologético.

3. La declaración tan cara a los apologistas católicos, "Mas si algunos desobedecieren a las amonestaciones que por nuestro medio os ha dirigido Él mismo [Dios], sepan que se harán reos de no pequeño pecado y se exponen a grave peligro", debe ser entendida en su contexto. El autor no ha hecho ninguna apelación a su autoridad personal; antes bien, ha expuesto las Escrituras como fuentes de su autoridad y ha mostrado dónde está el error de los sediciosos de Corinto. Y es sobre esta base, y no la de algún primado imaginario, que puede afirmar y con toda razón, que quienes desconociesen semejante amonestación, perfectamente fundamentada, se exponían a grave peligro: no por desobedecer al “papa”, sino por desobedecer a Dios. Clemente habla aquí, en nombre de la Iglesia de Roma, con autoridad profética. Esto queda claro de lo que sigue a la frase citada, que a menudo (como en este caso) se omite transcribir: “Mas nosotros seremos inocentes de este pecado”. Tal parece que el autor está pensando en términos de lo dicho por Dios al profeta Ezequiel:
quote:


Cuando el justo se aparte de su justicia para cometer injusticia, yo pondré un obstáculo ante él y morirá; por no haberle advertido tú, morirá él por su pecado y no se recordará la justicia que había practicado, pero de su sangre yo te pediré cuentas a ti. Si por el contrario adviertes al justo que no peque, y él no peca, vivirá él por haber sido advertido , y tú habrás tu vida.
Ezequiel 3:20-22; cf. 33:1-9

quote:

Bien, alguno podrá decir que una cosa es que el obispo de Roma pretendiera tener dicha autoridad y otra el que los corintios la reconocieran y aceptaran. Pues mira por dónde, tenemos el testimonio inobjetable de alguien que fue obispo de Corinto unas cuántas décadas más tarde. Su nombre es Dionisio, y tuvo a bien escribir lo siguiente a Soter, quien por entonces era también, ¡qué casualidad!, Obispo de Roma.
En su carta a Soter, alrededor del 170 Dc, Dionisio le dice:
"hoy hemos celebrado el santo día del Señor en el que leímos vuestra carta (la del Papa Soter) la que para nuestra corrección seguiremos leyendo siempre ASÍ COMO LA QUE ANTERIORMENTE NOS FUE ESCRITA POR CLEMENTE" (La cita aparece en Eusebio de Cesarea Historia IV, 23, 11)
O sea, resulta que en la iglesia de Corinto, en el día del Señor, se seguía leyendo la carta del obispo de Roma Clemente casi un siglo después de ser escrita, y además, para mayor abundamiento, se leía la carta del por entonces obispo de Roma, Soter, con la intención de ser corregidos por él.
Véase que no estamos hablando del papado en tiempos de Constantino, o del siglo X o del XV. No, estamos viendo cuál era la realidad sobre la primacía de la sede romana en los siglos I y II de la era cristiana.

El testimonio de Dionisio muestra el efecto benéfico que la epístola tuvo sobre la Iglesia de Corinto, y asimismo el valor del documento, que hasta donde sé nadie ha cuestionado. En otras palabras, la epístola fue recibida, leída y conservada por su valor intrínseco, no porque proviniese de un obispo de Roma.
Si bien según Eusebio la carta de Dionisio fue dirigida a Soter, por entonces obispo de Roma, lleva según el mismo autor el título A los Romanos (pros Rômaious) y se dirige a la comunidad en plural, nombrando al obispo en tercera persona (Historia Eclesiástica IV, 23, 9-10). El responsable de la edición de la BAC de la obra de Eusebio, dice en una nota al pie:
quote:


La carta de Dionisio es, pues, respuesta a la que había recibido de los romanos, escrita sin duda «por ministerio» de Sotero, igual que «la primera» lo fuera «por ministerio de Clemente». Lo más probable es que Dionisio diga «primera», no por relación a una «segunda de Clemente», sino en relación con la «segunda de la Iglesia de Roma», esto es, la misma de que está hablando, escrita «por ministerio» de Sotero.
Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica. Texto, versión española, introducción y notas por Argimiro Velasco Delgado, O.P. Madrid: BAC, 1978, 1:249, nota 198.

Lo de “por ministerio de” lo dice Velasco Delgado porque, a diferencia de la traducción ofrecida arriba, “como la que anteriormente nos fue escrita por Clemente” , traduce más correctamente “lo mismo que la primera que nos fue escrita por medio de Clemente” (hôs kai tên proteran êmin dia Klêmentos grafeisan).
De la exposición de Luis Fernando pudiera inferirse que solamente la Iglesia de Roma –o sus obispos- escribían a otras comunidades para exhortarlas, alentarlas o amonestarlas. Pero tal inferencia sería por completo errónea.
Por ejemplo, precisamente del mismo obispo de Corinto, Dionisio, cuyo testimonio se invoca aquí, dice Eusebio:
quote:


... de sus actividades divinas hacía partícipes abundantemente no sólo a los que estaban sujetos a él, sino también a los de otros países, haciéndose utilísimo a todos con sus cartas católicas que componía para las iglesias.
Eusebio, o.c., IV, 23, 1 (luego menciona muchas de ellas, incluida la dirigida a los romanos)

Igualmente tenemos las epístolas escritas por Ignacio de Antioquía de camino a su martirio. Y, claro, está también la carta de Policarpo a los filipenses, de la cual dice Quasten (o.c., 1:89), “Es una exhortación moral comparable a la Primera Epístola a los Corintios de San Clemente”.
En otras palabras, que muchos obispos o comunidades se viesen impulsadas a escribir a otros no era en modo alguno nada extraño ni requería ninguna autoridad extraordinaria más allá de la que daba el buen testimonio y el conocimiento de las Escrituras.
Un autor católico observa al respecto:
quote:


Aun cuando el obispo tiene en su iglesia su propio campo de acción, ello, sin embargo, no lo dispensa de toda responsabilidad respecto de la Iglesia universal. No es solamente el sentimiento de una mera solidaridad con los fieles de otras comunidades lo que impulsa a obispos como Ignacio y Policarpo a dirigirles sus palabras de aliento o admonición, sino que obran así más bien movidos de un deber claramente sentido. Sin embargo, no puede citarse a ningún obispo de la época postapostólica que intervenga en la situación de otras iglesias con la misma autoridad que en la suya propia o dé instrucciones a la Iglesia universal. El mismo Clemente Romano pasa muy a segundo término tras la Iglesia de Roma como tal, para que, a base de su carta a la iglesia de Corinto, se le pueda atribuir un derecho consciente de corrección, sostenido por autoridad especial, en el sentido, por ejemplo, de la idea del primado.
Karl Baus, De la Iglesia primitiva a los comienzos de la gran Iglesia. En Hubert Jedin (Dir.), Manual de historia de la Iglesia. Versión de D. Ruiz Bueno. Barcelona: Herder, 1980; 1:240-241 (negritas añadidas).

Sobre la base de los hechos, reafirmo pues lo dicho al principio:
Uno puede leer la carta de arriba abajo, detenidamente, y no hallará trazas de ninguna conciencia de supremacía; simplemente, el anhelo ferviente de un santo obispo de que se restableciera la paz en la turbulenta iglesia corintia. Clemente enseña, amonesta, exhorta; lo que no hace nunca es ordenar ni apelar a su investidura como argumento.
quote:



Bendiciones en Cristo,
Jetonius
<{{{><

[/QUOTE]
 
Maripaz, ni siquiera Jetonius ni otros eruditos pueden cambiar lo que Clemente escribió.
Lo vuelvo a repetir por si no lo has leído bien:

Clemente a los Corintios LIX 1
"Mas si algunos desobedecieren a las amonestaciones que por nuestro medio os ha dirigido Él mismo, sepan que se harán reos de no pequeño pecado y se exponen a grave peligro"

y

LXIII
"Porque vais a proporcionarnos gran gozo y alegría si prestáis obediencia a las cosas que os hemos escrito por medio del Espíritu Santo"


Tampoco puede nadie negar el hecho de que:
1- Corinto estaba a miles de kilómetros de Roma
2- Había otras iglesias de origen apostólico mucho más cercanas a Corintio que Roma
3- Todavía vivía el apóstol san Juan
4- A pesar de todo eso, quien interviene, afirmando de paso que era su deber, para solucionar el problema interno de la iglesia en Corinto es precisamente Roma en la persona de su obispo

Es decir, en el primer problema interno serio de una iglesia fundada por un apóstol no intervienen ni otras iglesias de origen apostólico cercanas ni el único apóstol que quedaba vivo. No, quien interviene es la iglesia de Roma, en la persona de su Obispo.
La carta no se escribe para intentar probar la supremacía del obispo de Roma, no. Se escribe porque dicha supremacía YA era un hecho. De lo contrario, el problema de los corintios habría sido resuelto por cualquier otro obispo de otras iglesias locales más cercanas a Corinto.

En definitiva, ¿quién interviene con autoridad para zanjar el primer problema serio en la Iglesia después de que habían muerto todos los apóstoles menos uno?
Roma

Claro, luego uno puede dar mil vueltas a la tortilla para que eso no parezca lo que es. Pero ni siquiera un experto en torcer la historia a base de interpretarla torticeramente puede cambiar el texto de la carta de Clemente a los corintios.


Respecto a Ricardo, no sé dónde narices he echado su libro pero te aseguro que en cuanto lo encuentre voy a abrir un epígrafe exclusivamente con una cita literal de sus palabras y una comparación con lo que dice el Catecismo católico sobre el purgatorio
 
Luis, lo que tu interpretes de lo que dice Clemente, es exactamente igual que lo que interpretas de Ricardo...TAN SOLO TU PARECER O INTERPRETACIÓN...por cierto, lo que escribió Ricardo, y lo que expresó en este foro te lo puse en el epígrafe correspondiente.http://forocristiano.iglesia.net/sh...523&perpage=15&highlight=ricardo&pagenumber=4


Ricardo y el purgatorio:

http://forocristiano.iglesia.net/sh...io&pagenumber=1



En el capítulo 4 de mi libro UNA VERDAD QUE ASUSTA (Ed.CLIE 2002)
afirmo que no podremos contrabandear nuestros pecados al cielo; que
sería algo así como introducirnos allí de polizones o ilegales.
En un párrafo expreso:
"... existe una especie de superstición evangélica por la cual todos
los pecados, delitos, ofensas y desmanes perpetrados por los creyentes después de la conversión, y de lo que jamás se arrepintieron, por una extraña suerte de indulto quedarán impunes de sus fechorías."
Y en otro:
"... nada hay en las Escrituras que siquiera nos sugiera que el solo tránsito a la eternidad provoque la instantánea santificación de los hijos de Dios. Nada en el espacio o el tiempo tiene la virtud de limpiar los pecados, sino solamente la sangre del Señor Jesucristo. Pero para ello es igualmente necesario el arrepentimiento y la confesión de los pecados que deben ser limpiados."
Y después:
"No es necesario forzar nuestra imaginación especulando con el tiempo, circunstancia y lugar en que debe operarse esta limpieza en los que parten con sus pecados y asuntos sin arreglar; sólo decimos
que es inconcebible el suponer que podamos subsistir con ellos por la eternidad."
Lo dicho de ninguna manera atenta contra la eterna seguridad de los
salvos, sino que únicamente enfrenta una misma realidad con dos aspectos: por un lado, la Palabra es clara en cuanto a que sin santidad ninguno verá al Señor, y que en su presencia no entra ninguna cosa sucia; y por otro lado, continuamente están partiendo a la eternidad hijos de Dios, realmente salvados y renacidos en Cristo, a quienes la muerte sorprende con pecados ocultos no confesados.
La preoucupación pues es legítima, pero responder a ello arriesga ser
malentendidos, como si estuviésemos inventando un purgatorio protestante.
¿A algún forista alguna vez se le ocurrió pensar en ello?





Creo que ya es oportuno aportar la idea que desarrollo en el segundo
capítulo de mi libro:
"... no es necesario inventar ningún purgatorio previo a la entrada al cielo como han hecho los católicos romanos, sino asumir que tras el tránsito de la muerte y el despertar ante la "puerta abierta en el cielo" (Ap.4:1), el choque, el impacto espiritual del alma que creía con su poca fe, ante la gloriosa y eterna realidad con que se encuentra ahora, confesará cuanto tenga que confesar recibiendo perdón y limpieza por la sangre de Jesucristo. Se hará entonces realidad en el alma de cada santo la experiencia de Job cuando decía: "De oídas te conocía, mas ahora mis ojos te ven. Por eso me aborrezco y me arrepiento en polvo y ceniza (Job 42: 5 y 6).
Es interesante que cuando el Apocalipsis nos describe la ciudad celestial, entre otras cosas negativas que dice que allí no habrá, menciona el llanto, el clamor y el dolor, pero comienza el versículo (21:4) diciendo que "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos". La aparente contradicción podría explicarse por el lloro inicial del arrepentido recién llegado, y que experimenta el trato misericordioso y amoroso del mismo Dios secando sus lágrimas para siempre. Es que no hay forma de evitar que ante una realidad percibida en el espíritu en toda su sublime plenitud, de aquellas cosas celestiales que se habían aprendido y enseñado durante la vida terrenal, el primer acto de adoración no comience con una confesión de nuestra indignidad, incredulidad, ingratitud, y todas las demás faltas y omisiones durante todo el tiempo de nuestra peregrinación."
Las varias teofanías en el Antiguo Testamento produjeron siempre una profunda y fuerte impresión en aquellos que estuvieron ante la divina
majestad. En el Nuevo, recordamos a Pedro tras la pesca milagrosa, cayendo de rodillas ante Jesús, diciendo: "Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador" (Lc.5:8); también la conversión de Saulo
cuando ante la luz venida del cielo cae en tierra (Hch.9:4); y el apóstol Juan en la isla de Patmos, cuando al ver al Señor glorificado,dice que cayó como muerto a sus pies (Ap.1:17a).
Otros textos bíblicos parecen traernos como reminiscencias de que el hombre al volver al polvo su espíritu vuelve a Dios que lo dio (Ecl. 12:7), y que después de la muerte sigue el juicio (He.9:27), así, lo que fue dicho a Israel como pueblo suena en lo profundo de cada corazón: "... prepárate a venir al encuentro de tu Dios..." (Am.4:12).
La idea que presento no roza para nada la verdad de que sólo en esta vida el pecador perdido tiene la oportunidad de reconciliarse con Dios; pero mantiene activa la eficacia de la sangre de Jesucristo tras el arrepentimiento y confesión inmediata de quien parte a la presencia del Señor con su lastre de pecados todavía no confesados.
No parece rebuscado este pensamiento, aunque son pocos los textos bíblicos que pueden sugerirlo. No afecta a la teología conocida, pero sí nos anima a andar con Dios como Enoc.
Ahora pues es el momento para que los compañeros foristas contribuyan con el aporte de versículos que abonen esta perspectiva de nuestra realidad espiritual más allá de esta vida, o los contrarios, que den por tierra con este pensamiento y expliquen en mejor forma qué es lo que pasa con los salvos que no mueren en comunión con Dios.

Ricardo.
 
Cada vez que habláis de el tema "iglesia" me hace una gracia tremenda. Es absolutamente increíble cómo decís no tener ni doctrina, ni enseñanzas humanas, ni tradición... y, sin embargo, siempre decís lo mismo (copiais y pegáis), nunca lo pensáis, racionalizáis y juzgáis desde vuestra propia interiorirdad. ¿Quién os adoctrina? Estáis más sujetos a libros, teólogos y enseñanzas humanas que cualquier católico. Yo creía que vustra única doctrina era la Biblia, no los escritos de hombres. Y lo más gracioso de todo es que os empeñáis en tratar el mismo tema (¡incluso con los mismos textos!) en distintos epígrafes a la vez.
¿En cuántos sitios habéis pegado el texto ese de la "ekklesía"? Yo os podría pegar muchos más, pero no soy esclavo de las enseñanzas humanas como vosotros. Es paradójico que hagáis siempre lo que decís odiar.
¿Y pretendéis encima que los católicos entren a debatir? ¡Pero si siempre pegaís los mismos textos y en varios epígrafes! ¿Es que no sois capaces de pensar y escribir lo que pensáis, es que sois incapaces de orar y escribir lo que os dice el Señor? Yo es lo que siempre hago y haré. Escribir desde mi fe. No desde los escritos de otros. Me podré apoyar en ellos para explicar algo de manera más apropiada, pero nunca como hacéis vosotros (los que decís creer sólo la Sagrada Escritura) pegando textos y textos sin escribir nada propio. ¿Se puede hablar así? nunca. Para que haya diálogo han de hablar las dos partes. Y en estos foros sólo hablan los católicos, mientras que vosotros sólo pegáis textos y, de vez en cuando, escribis algo propio. Pero eso sí, qué casualidad que lo que escribís nunca sea para transmitir vuestra fe, sino para insultar al contrario. ¿Por qué será? Y encima diréis que este foro no es anticatólico. ¡¡Pero si nunca habláis de vuestra fe!! Habláis sólo del catolicismo.
No sé si será porque tenéis una vivencia tan pobre de fe que lo único que podéis hacer es meteros con otros en vez de testimoniar lo que creéis y vivís.
Que yo sepa, Dios nos ha dado cabecita para pensar y juzgar, no para copiar y pegar.
 
¡¡ patético cruzpe, esto se llama "falacia ad hominem" !!


Es decir, atacas al portador del mensaje, en vez de responder a sus argumentos.


En fin, es todo lo que podéis hacer, ante la falta de respuestas bíblicas y llenas del poder de Dios.
 
ja
ja
ja
Me hace gracia que te ofendas.
Simplemente sostengo y sostendré que no podéis pretender que contestemos a cosas que vosotros no decís sino que dicen otros en quienes depositáis vuestra fe.
¿Quién te ha dicho que la Iglesia adora a los muertos? por decir sólo algo de lo que aquí se está diciendo. Querida María de la Paz, si sigues fiándote de lo que te dicen, vivirás siempre en la mentira. Y me dirás, como siempre dices, que conoces el catolicismo de primerísima mano y mejor que los mismos católicos: eso no hay quien se lo crea leyendo las cosas que escribes. He de admitir que a veces das en el clavo, pero en vista de lo visto, ha de ser casualidad. ¿Cómo puedes creerte todas las falacias que te enseñan tus maestros y libros sobre la Iglesia Católica? ¿No creías sólo en la Biblia?
Yo, por mi parte, nunca te entenderé porque tu principal doctrina evangélica es incomprensible: cómo eres capaz de creer en la Biblia si la Biblia no dice qué libros hay en la Biblia.

Ésta es y será mi eterna pregunta para ti (tratada en otro epígrafe) y todos tus hermanos de fe. Aún nadie me la ha conseguido explicar... pero eso sí, cientos de personas han pegado, repegado y vuelto a pegar textos y textos cuya lectura levaría años. ¡¡Vosotros!! que decís creer sólo en un texto, el bíblico, no hacéis más que pegar textos extrabíblicos.
 
Cruzpe


Quien me conoce sabe que no afirmo lo que no he comprobado.


Vivo en España, un país que se autodenomina católico; trabajo con gente que se reconoce católica, hay nominales y muy religiosos; tengo amigos muy católicos y practicantes....y sé muy bien lo que creeis y lo que practicáis, mi madre fue catolica y muy devota. Tengo infinidad de libros católicos, leo revistas y escritos católicos en webs y en otros lugares....pretender que no sé lo que cree y practica un católico, es solo otra falacia más por tu parte.


Deprimente. :dormido:
 
¿Lo ves?
Siempre dices lo mismo:
que sabes más del catolicismo que los católicos.
Ya dije que dirías eso.
¿entonces por qué no escribes en vez de cortar y pegar?
¿es que te da miedo testimoniar por qué realmente no crees en la Iglesia católica y sí en la Evangélica? ¿te da miedo poner tu testimonio de vida sobre el tapete y tienes que recurrir a lo que escribieron otros? ¿te da miedo exponer la verdad?
No entenderé nunca por qué escribes y escribes sin decir nunca nada en lo que te impliques. ¿Es que no confías en tu fe?
La Iglesia Católica será todo lo mierda que quieras, y es cierto, tiene mucha, mucha mierda, pero ¿quiere eso decir que no tenga la Luz? Lo uno no excluye lo otro Maripaz. Por eso me gustaría saber las razones de fe que dáis los evangélicos, no me mueve otro ánimo que el de saber... ¡¡Pero nunca decís nada!! Sólo criticáis todo lo católico, sea lo que sea, compartáis o no compartáis, por el mero hecho de ser católico es malo. No entiendo cómo se pueden sostener tales prejuicios.
Por eso insisto e insisto en que déis testimonio de vuestra fe, que testimoniéis lo que creéis, no que insultéis a los que no creéis. Es como si os diera miedo razonar lo que creéis. ¿No dice cierto escrito neotestamentario que hemos de saber dar razón de nuestra fe? ¿Por qué no la das?
 
Cruzpe

Jamás he dicho que sepa más de catolicismo que un católico.


Escribo mucho de mi cosecha, y cuando copio, estoy de acuerdo con lo que escribo y lo puedo defender argumentando....solo que no pierdo el precioso tiempo, y uso escritos que definen bien lo que quiero expresar.


Además, muchas de las veces que trabajo en un escrito, llegan tus co religionarios Y NO RESPONDEN, así que no pierdo el tiempo con vosotros...y por eso copio y pego, y sobre todo, uso la Palabra de Dios...y eso, no podrás decir que no es cierto...pero claro, tu eres católico y defiendes TU RELIGION, yo no tengo religión...y por lo tanto solo defiendo lo que enseñó Jesucristo, los apóstoles y la Escritura en general....además concuerdo con todos los escritos y afirmaciones que no sean contrarios a lo que enseña la Palabra y sean para la Gloria de Dios.


Deja la RELIGION y acude a Cristo