LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

todavia seguimos con los extraterrestre o ahora estamos hablando del apocalipsis?.DTB.shalom.
:pop::pop::pop::pop::pop::pop::pop::pop::amor::musico9::asustado:bueno estamos opinando para llegar a una conclucion .....
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

entonces ke kieres decir ke todas las catastrofes las estan produciendo los extraterrestres?.DTB.shalom.
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

oye shalom7 ¿porque te as cambiado el avatar ? ¿te crees ke te llevaran los extraterrestres? jejeje
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

para entender un poco el apocalipsis debemos ponernos en el lugar de Juan, muchas de las cosas que hablo las escribio comparandolas con cosas que el conocia pero que son de nuestros tiempos, por ejemplo en sus tiempos hablar de tanques y aviones de guerra submarinos, para el hubiese sido impsible de seguro dar una definicion de esas cosas sabiendo que no las conocia y lo unico que hizo fue tratar de adaptarlas con cosas que el conocia o comprendia.


Pero eso estaría claro para aquellos para los que escribió, pero resulta que ahora somos nosotros los que no entendemos por escribir adaptando sus visiones a su tiempo...
Martamaría
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Los extraterrestres si existen....son los angeles caidos, son seres que fueron creados por Dios en otro planeta por eso el nombre extra terrestre, creacion fuera de esta tierra.
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Un Verdadero Concepto Bíblico de Dios y la Encarnación

La Biblia nos habla de un Dios Trascendente cuyos atributos lo constituyen en un Ser
incomprensible para el ser humano finito y lleno de tantas limitaciones. Se nos enseña que
Dios posee atributos, tales como el de la Omnipresencia (presente en todas partes),
Omnipotencia (poder para hacer todas las cosas), y también el de la Omnisapiencia (todo lo
conoce o que posee una ciencia universal). Es incuestionable el hecho de que Dios se nos
revela en Su Palabra Escrita como un poder omnímodo o absoluto. Cuando leemos pasajes
en la Escritura, tales como los que aparecen en Isaías 40:12-25 y en Job capítulo 38 es fácil
comprender que Dios no puede ser entendido en Su trascendencia por ninguna criatura. Sin
embargo, Él se dio a conocer; y para así hacerlo descendió a niveles de comprensión humana
en Cristo. Veamos estos versículos: “¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los
cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza
y con pesas los collados? ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?
¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó
ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? He aquí que las naciones le son como la gota
de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí
que hace desaparecer las islas como polvo. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus
animales para el sacrificio. Como nada son todas las naciones delante de él; y en su
comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es. ¿A qué, pues, haréis
semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? El artífice prepara la imagen de talla, el
platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata. El pobre escoge, para ofrecerle, madera
que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se
mueva. ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No
habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? El está sentado sobre el círculo de la
tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los
despliega como una tienda para morar. El convierte en nada a los poderosos, y a los que
gobiernan la tierra hace como cosa vana. Como si nunca hubieran sido plantados, como si
nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan
pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca. ¿A qué, pues,
me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo”.

Si podemos comprender que es ese Dios Trascendente el que se tomó la iniciativa de
establecer una relación personal con Sus criaturas, podremos fácilmente comprender la
enseñanza que exponemos en este artículo. Podremos así comprender bastante bien la
necesidad de la encarnación de nuestro Señor, el Cristo preexistente y, más aún, la
preexistencia misma del Señor, a quien la Escritura llama el Arcángel Miguel (véase
Apocalipsis 12:7).

Es obvio que Dios autodeterminó crear seres angélicos y humanos para con el decurso del
tiempo reunir a toda criatura y formar de ese modo una familia universal, integrada por
criaturas libres que le reconocieran como el Soberano Dios del Universo y le adoraran en
espíritu y en verdad. A esos efectos nos dice el apóstol Pablo: “dándonos a conocer el
misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de
reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las
que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Ef. 1:9-10).

¿Qué significa reunir todas las cosas en Cristo? Significa, querido lector, que Cristo es el
agente viabilizador de esa propuesta reunión aparejada para realizarse al fin de los tiempos.
Significa, además, que es Cristo el agente que constituye el principio de la creación de Dios,
tal y como se nos dice en Apocalipsis 3:14: “...el principio de la creación de Dios…”,
refiriéndose a Cristo. Esto implica que es Cristo un lugar de convergencia donde coinciden
—se reúnen— la divinidad y la humanidad. Dicho de otro modo, sin Cristo, Dios no podría
entrar en contacto personal con la criatura. Obviamente, la grandeza de Dios unida a la
pequeñez de la criatura no permitiría esa relación de contacto personal. He ahí la importancia
y necesidad de la encarnación. Por eso la Escritura nos dice: “Porque en él fueron creadas
todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean
tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y
para él” (Col. 1:16).

Fue Dios el que de una forma directa creó a Jesús de Nazaret en el vientre de María para
luego habitar en Él; veamos: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos;
holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro
está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de
mi corazón” (Sal. 40:6-8) “Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en
sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella
es engendrado, del Espíritu Santo es” (Mt. 1:20). Por eso Pablo,refiriéndose a Jesús nos dice:
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9).

¡Maravilla de maravillas!, el Cristo preexistente se encarnó; se hizo hombre y de ese modo se
constituyó en Emanuel (Dios con nosotros). Nótese la belleza de ese hecho descrito por el
apóstol Pablo: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado
en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el
mundo, recibido arriba en gloria” (1 Ti. 3:16).
Un Dios tan Sólo Accesible en Cristo
La Escritura nos asevera que Dios habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres
ha visto ni puede ver, veamos: “el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible;
a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio​
sempiterno. Amén” (1 Ti. 6:16). Por otro lado, Juan nos dice que a Dios nadie le ha visto
jamás; el unigénito Hijo que está en el seno del Padre le dio a conocer: “A Dios nadie le vio
jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Jn. 1:18).
Podemos entonces concluir que cabe a Dios otorgarle el título de EL INVISIBLE,como lo hace
el apóstol en más de una ocasión. Veámoslo: “...porque se sostuvo como viendo al Invisible”
(Hebreos 11:27); “El es la imagen del Dios Invisible...” (Col. 1:15).

Haciendo una exégesis de este último versículo (Colosenses 1:15) podemos llegar a la sana
conclusión de que Cristo es quien da a Dios carácter de visibilidad; que no podemos ni
podremos nunca ver a Dios aparte de Jesús. Cuando en dicho versículo se nos dice que es la
imagen del Dios invisible, realmente se nos está señalando que Cristo es el que da forma al
Dios que no puede ser visto ni conformado en Su calidad de persona Trascendente. En el libro
de los Hebreos la Inspiración va más lejos y se nos dice que Cristo es la imagen misma de Su
sustancia: “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…”
(He. 1:3). Nótese cómo se enfatiza que Él es la imagen misma de su sustancia, no una copia
de esa sustancia, sino, la misma sustancia de Dios que tomó imagen (forma) en la persona de
Jesús. Claro, ¿verdad?

Dios ha Decidido Convivir con la Criatura Eternamente
En Apocalipsis 21:3 se nos dice: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el
tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios”. No hay duda que el término tabernáculo se refiere a la
humanidad de Cristo, a Su aspecto corporal. Por consiguiente, Cristo es nuestro Dios
encarnado en un cuerpo similar al nuestro, y ello implica que Dios decidió despojarse de Su
condición de Dios y, “...siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a
que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a
los hombres” (Fil. 2:6-7).

Aún cuando Cristo fue exaltado como Rey de Reyes y Señor de Señores seguirá
manifestándose con Su forma de hombre por la eternidad. Ello significa que como uno más,
en términos de Su conducta diaria, estará junto a nosotros concretizado en el tiempo y el
espacio. El Soberano Dios del Universo decidió por voluntad propia adoptar un medio
ambiente similar al nuestro. Cristo nos pertenece en todo el sentido de la palabra; Dios así lo
quiso y Él estuvo de acuerdo. Por eso cuando Él apareciere entre las nubes del cielo, seremos
semejantes a Él: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque
le veremos tal como él es” (1 Jn. 3:2). Así serán las cosas, sin que ello implique ausencia de
poder en Su divina persona, pues toda autoridad (poder) le ha sido conferida. ¡De tal manera
nos ha amado Dios! que nos concedió a Su poderoso Hijo para que fuese uno entre muchos
hermanos. ¡Qué maravilla!​
En Su conducta terrenal Jesucristo ejecutó muchísimos milagros los cuales rompían con las
leyes físicas conocidas, como por ejemplo: Cristo caminó sobre las aguas y ordenó a Pedro
que así también lo hiciera. Este último, asombrado ante su acción, terminó hundiéndose. Es
obvio, pues, que el propósito de este hecho paranormal fue el de evidenciarnos que debemos
siempre depender de Jesús o de lo contrario perecer. Pero, preguntamos: ¿Era ese
comportamiento de Cristo parte de Su vida normal como un judío más, o acaso no tenía en
dicho comportamiento un propósito especial? Jesús el Cristo, manifestó un comportamiento
humano normal en todas las áreas de la vida diaria, pues aunque era divino nunca dejó de ser
hombre, paradógicamente. Fueron muchas las veces que pernoctó en un hogar para
descansar; que comió y bebió para satisfacer Sus necesidades alimenticias, y salvó, además,
grandes distancias caminando junto a Sus discípulos. En una ocasión se transportó en un
pollino, porque siendo en forma de hombre y para representar al hombre, sentía y actuaba
como un hombre; un hombre muy especial, pero un hombre. Ese hombre que nos representa
ante Dios resucitó de los muertos, y para demostrarnos que seguía siendo uno con nosotros
pidió de comer a los discípulos después de haber vencido la muerte. “Y diciendo esto, les
mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban
maravillados, les dijo: Tenéis aquí algo de comer? (Lc.24:40-41).
Conducta Humana del Rey de Reyes no Debe Sorprendernos
Si como hemos demostrado Cristo se comportó muchísimas veces como un hombre normal, y
aún después de resucitado lo hizo, ¿por qué nos sorprende, entonces, el que haya decidido
regresar a buscarnos en un medio de transportación? Es que acaso el Señor no tiene la
prerrogativa que tiene toda persona de escoger la forma y manera que él crea conveniente
para regresar a este mundo? ¿No nos enseña la Escritura que él viene con Sus santos
(ángeles) en luz? ¿Crees tú acaso que los ángeles tienen la potestad de surcar el espacio
sideral como una facultad inherente? ¿Se adhieren al espacio sideral como entes etéreos?
¿Acaso no es cierto que la Biblia enseña que los ángeles poseen cuerpos celestiales y
sustanciales?

Indudablemente que la Sagrada Palabra nos enseña que el hombre vindicado o redimido será
semejante a los ángeles y nunca volará motu propio. El hombre eterno vivirá en este planeta
ya vindicado de un modo permanente o eterno. Tendremos manos y pies para que
caminemos y actuemos, pero no alas para que volemos. La Biblia no puede mentir. Para
surcar el espacio dispondremos de unos medios que Dios nos ha permitido descubrir a los
fines de sentirnos útiles y felices. La tecnología es parte de la felicidad del hombre hecho a
imagen y semejanza de Dios.
Los Astros, La Ciudad Santa y los Aparatos Voladores
Nos enseña la Biblia que la Tierra y todos los astros que ocupan el espacio sideral están​
suspendidos en el aire, y así es: “El extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre
nada”(Job 26:7). De un modo misterioso y efectivo Dios los sostiene en su lugar. Como
cuestión de principio podemos decir que un planeta como el nuestro tiene características
similares a un vehículo espacial (sin que ello anule las grandes diferencias). Veámoslo:

1. se auto sostienen en el espacio
2. se mueven en el espacio
3. soportan peso adicional al de su natural contenido
4. constituyen concreciones espaciales

El extraordinario tamaño de un planeta o de un astro como el Sol, tan sólo pudo haber sido
creado por un Dios infinito, Trascendente y Todopoderoso. Es innegable que la criatura nunca
alcanzará tal magnitud creacionista. Tan sólo en una esfera mucho menor el hombre creado a
imagen y semejanza de Dios podrá emular a su Creador. Siguiendo esta clara y bíblica línea
de pensamiento (que algunos llaman racionalista) podemos percatarnos de que el avance
tecnológico de este siglo es el producto de la capacidad creadora con que Dios dotó al
hombre; pero decir que es el producto del pecado eso es una barbarie. En todo caso, el
pecado determinaría qué es lo que vamos a inventar; pero en términos de capacidad, la afecta
negativamente, nunca positivamente.

La Ciudad Santa
La Biblia nos habla de una Ciudad Santa que desciende del cielo: “Y yo Juan vi la santa
ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa
ataviada para su marido” (Ap. 21:2). Es obvio que esta ciudad que desciende del cielo se
constituye posteriormente en la capital del mundo y el universo, pues Dios representado por
Cristo morará en ella: “Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el
templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella;
porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren
sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus
puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra
de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y
mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Ap.
21:22-27). Esta descendente Ciudad Santa constituye el medio de transportación en que
vendrá Jesús con todos Sus santos. Es, pues, obvio que Cristo enviará Sus ángeles a recoger
a los escogidos desde los cuatro ángulos de la Tierra: “Y enviará sus ángeles con gran voz de
trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta
el otro” (Mt. 24:31). Recibiremos luego al Señor en los aires como dice Pablo en Primera de
Tesalonicenses 4:17, “y así estaremos siempre con el Señor”. Es claro que no vamos a estar
siendo aguantados por los ángeles todo el tiempo que estemos en el aire. Se puede inferir a la
luz de estos señalamientos que seremos ubicados en la Ciudad Santa donde nos​
encontraremos con Jesús y los ángeles. Luego de mil años, durante los cuales estaremos
conociendo otros mundos, regresaremos a este planeta, en la Ciudad Santa, y
presenciaremos el juicio de los impíos ante el gran trono blanco: “Y vi un gran trono blanco y
al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se
encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros
fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los
muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó
los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en
ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al
lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida
fue lanzado al lago de fuego” (Ap. 20:11-15).

Es, pues, innegable el hecho de que la Ciudad Santa es utilizada por Dios como medio de
transportación durante la venida de Cristo y el milenio y luego como lugar de residencia para
Cristo y Sus santos, constituyéndose así en la capital del universo: “Y subieron sobre la
anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios
descendió fuego del cielo, y los consumió” (Ap. 20:9).

¡Qué maravilloso y misericordioso es Dios para con Su criatura! ¡Indudablemente, grande es
el misterio de la Encarnación! La encarnación es el corazón y fundamento del Evangelio e
implica que Dios se hizo hombre y descendió a niveles de compresión humana en Cristo y por
amor a Su criatura.

Espero que tengan una idea mas clara referente a este tema de suma importancia, escatologicamente hablando.

Bueno mis hermanos que el Señor los colme de bendiciones!


 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Los extraterrestres si existen....son los angeles caidos, son seres que fueron creados por Dios en otro planeta por eso el nombre extra terrestre, creacion fuera de esta tierra.

Claro. Todo lo que existe fuera de la Tierra es un ser extra- terrestre.
Ahora, si te refieres a los "extraterrestres verdes con antenitas"...pues esos no existen más que en la películas.
Martamaría
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Por supuesto que existen.

La Ciencia sabe que son reales y que están aquí.

Lo que intentan ahora los científicos es averiguar si ellos también descendieron del mono o del ornitorrinco (porque con ese nombre parece un animal no terrícola)

:ovnialmue

Rayo Negro
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Un Verdadero Concepto Bíblico de Dios y la Encarnación

La Biblia nos habla de un Dios Trascendente cuyos atributos lo constituyen en un Ser
incomprensible para el ser humano finito y lleno de tantas limitaciones. Se nos enseña que
Dios posee atributos, tales como el de la Omnipresencia (presente en todas partes),
Omnipotencia (poder para hacer todas las cosas), y también el de la Omnisapiencia (todo lo
conoce o que posee una ciencia universal). Es incuestionable el hecho de que Dios se nos
revela en Su Palabra Escrita como un poder omnímodo o absoluto. Cuando leemos pasajes
en la Escritura, tales como los que aparecen en Isaías 40:12-25 y en Job capítulo 38 es fácil
comprender que Dios no puede ser entendido en Su trascendencia por ninguna criatura. Sin
embargo, Él se dio a conocer; y para así hacerlo descendió a niveles de comprensión humana
en Cristo. Veamos estos versículos: “¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los
cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza
y con pesas los collados? ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?
¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó
ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? He aquí que las naciones le son como la gota
de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí
que hace desaparecer las islas como polvo. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus
animales para el sacrificio. Como nada son todas las naciones delante de él; y en su
comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es. ¿A qué, pues, haréis
semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? El artífice prepara la imagen de talla, el
platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata. El pobre escoge, para ofrecerle, madera
que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se
mueva. ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No
habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? El está sentado sobre el círculo de la
tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los
despliega como una tienda para morar. El convierte en nada a los poderosos, y a los que
gobiernan la tierra hace como cosa vana. Como si nunca hubieran sido plantados, como si
nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan
pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca. ¿A qué, pues,
me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo”.

Si podemos comprender que es ese Dios Trascendente el que se tomó la iniciativa de
establecer una relación personal con Sus criaturas, podremos fácilmente comprender la
enseñanza que exponemos en este artículo. Podremos así comprender bastante bien la
necesidad de la encarnación de nuestro Señor, el Cristo preexistente y, más aún, la
preexistencia misma del Señor, a quien la Escritura llama el Arcángel Miguel (véase
Apocalipsis 12:7).

Es obvio que Dios autodeterminó crear seres angélicos y humanos para con el decurso del
tiempo reunir a toda criatura y formar de ese modo una familia universal, integrada por
criaturas libres que le reconocieran como el Soberano Dios del Universo y le adoraran en
espíritu y en verdad. A esos efectos nos dice el apóstol Pablo: “dándonos a conocer el
misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de
reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las
que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Ef. 1:9-10).

¿Qué significa reunir todas las cosas en Cristo? Significa, querido lector, que Cristo es el
agente viabilizador de esa propuesta reunión aparejada para realizarse al fin de los tiempos.
Significa, además, que es Cristo el agente que constituye el principio de la creación de Dios,
tal y como se nos dice en Apocalipsis 3:14: “...el principio de la creación de Dios…”,
refiriéndose a Cristo. Esto implica que es Cristo un lugar de convergencia donde coinciden
—se reúnen— la divinidad y la humanidad. Dicho de otro modo, sin Cristo, Dios no podría
entrar en contacto personal con la criatura. Obviamente, la grandeza de Dios unida a la
pequeñez de la criatura no permitiría esa relación de contacto personal. He ahí la importancia
y necesidad de la encarnación. Por eso la Escritura nos dice: “Porque en él fueron creadas
todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean
tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y
para él” (Col. 1:16).

Fue Dios el que de una forma directa creó a Jesús de Nazaret en el vientre de María para
luego habitar en Él; veamos: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos;
holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro
está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de
mi corazón” (Sal. 40:6-8) “Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en
sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella
es engendrado, del Espíritu Santo es” (Mt. 1:20). Por eso Pablo,refiriéndose a Jesús nos dice:
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9).

¡Maravilla de maravillas!, el Cristo preexistente se encarnó; se hizo hombre y de ese modo se
constituyó en Emanuel (Dios con nosotros). Nótese la belleza de ese hecho descrito por el
apóstol Pablo: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado
en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el
mundo, recibido arriba en gloria” (1 Ti. 3:16).
Un Dios tan Sólo Accesible en Cristo
La Escritura nos asevera que Dios habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres
ha visto ni puede ver, veamos: “el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible;
a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio​
sempiterno. Amén” (1 Ti. 6:16). Por otro lado, Juan nos dice que a Dios nadie le ha visto
jamás; el unigénito Hijo que está en el seno del Padre le dio a conocer: “A Dios nadie le vio
jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Jn. 1:18).
Podemos entonces concluir que cabe a Dios otorgarle el título de EL INVISIBLE,como lo hace
el apóstol en más de una ocasión. Veámoslo: “...porque se sostuvo como viendo al Invisible”
(Hebreos 11:27); “El es la imagen del Dios Invisible...” (Col. 1:15).

Haciendo una exégesis de este último versículo (Colosenses 1:15) podemos llegar a la sana
conclusión de que Cristo es quien da a Dios carácter de visibilidad; que no podemos ni
podremos nunca ver a Dios aparte de Jesús. Cuando en dicho versículo se nos dice que es la
imagen del Dios invisible, realmente se nos está señalando que Cristo es el que da forma al
Dios que no puede ser visto ni conformado en Su calidad de persona Trascendente. En el libro
de los Hebreos la Inspiración va más lejos y se nos dice que Cristo es la imagen misma de Su
sustancia: “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…”
(He. 1:3). Nótese cómo se enfatiza que Él es la imagen misma de su sustancia, no una copia
de esa sustancia, sino, la misma sustancia de Dios que tomó imagen (forma) en la persona de
Jesús. Claro, ¿verdad?

Dios ha Decidido Convivir con la Criatura Eternamente
En Apocalipsis 21:3 se nos dice: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el
tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios”. No hay duda que el término tabernáculo se refiere a la
humanidad de Cristo, a Su aspecto corporal. Por consiguiente, Cristo es nuestro Dios
encarnado en un cuerpo similar al nuestro, y ello implica que Dios decidió despojarse de Su
condición de Dios y, “...siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a
que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a
los hombres” (Fil. 2:6-7).

Aún cuando Cristo fue exaltado como Rey de Reyes y Señor de Señores seguirá
manifestándose con Su forma de hombre por la eternidad. Ello significa que como uno más,
en términos de Su conducta diaria, estará junto a nosotros concretizado en el tiempo y el
espacio. El Soberano Dios del Universo decidió por voluntad propia adoptar un medio
ambiente similar al nuestro. Cristo nos pertenece en todo el sentido de la palabra; Dios así lo
quiso y Él estuvo de acuerdo. Por eso cuando Él apareciere entre las nubes del cielo, seremos
semejantes a Él: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque
le veremos tal como él es” (1 Jn. 3:2). Así serán las cosas, sin que ello implique ausencia de
poder en Su divina persona, pues toda autoridad (poder) le ha sido conferida. ¡De tal manera
nos ha amado Dios! que nos concedió a Su poderoso Hijo para que fuese uno entre muchos
hermanos. ¡Qué maravilla!​
En Su conducta terrenal Jesucristo ejecutó muchísimos milagros los cuales rompían con las
leyes físicas conocidas, como por ejemplo: Cristo caminó sobre las aguas y ordenó a Pedro
que así también lo hiciera. Este último, asombrado ante su acción, terminó hundiéndose. Es
obvio, pues, que el propósito de este hecho paranormal fue el de evidenciarnos que debemos
siempre depender de Jesús o de lo contrario perecer. Pero, preguntamos: ¿Era ese
comportamiento de Cristo parte de Su vida normal como un judío más, o acaso no tenía en
dicho comportamiento un propósito especial? Jesús el Cristo, manifestó un comportamiento
humano normal en todas las áreas de la vida diaria, pues aunque era divino nunca dejó de ser
hombre, paradógicamente. Fueron muchas las veces que pernoctó en un hogar para
descansar; que comió y bebió para satisfacer Sus necesidades alimenticias, y salvó, además,
grandes distancias caminando junto a Sus discípulos. En una ocasión se transportó en un
pollino, porque siendo en forma de hombre y para representar al hombre, sentía y actuaba
como un hombre; un hombre muy especial, pero un hombre. Ese hombre que nos representa
ante Dios resucitó de los muertos, y para demostrarnos que seguía siendo uno con nosotros
pidió de comer a los discípulos después de haber vencido la muerte. “Y diciendo esto, les
mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban
maravillados, les dijo: Tenéis aquí algo de comer? (Lc.24:40-41).
Conducta Humana del Rey de Reyes no Debe Sorprendernos
Si como hemos demostrado Cristo se comportó muchísimas veces como un hombre normal, y
aún después de resucitado lo hizo, ¿por qué nos sorprende, entonces, el que haya decidido
regresar a buscarnos en un medio de transportación? Es que acaso el Señor no tiene la
prerrogativa que tiene toda persona de escoger la forma y manera que él crea conveniente
para regresar a este mundo? ¿No nos enseña la Escritura que él viene con Sus santos
(ángeles) en luz? ¿Crees tú acaso que los ángeles tienen la potestad de surcar el espacio
sideral como una facultad inherente? ¿Se adhieren al espacio sideral como entes etéreos?
¿Acaso no es cierto que la Biblia enseña que los ángeles poseen cuerpos celestiales y
sustanciales?

Indudablemente que la Sagrada Palabra nos enseña que el hombre vindicado o redimido será
semejante a los ángeles y nunca volará motu propio. El hombre eterno vivirá en este planeta
ya vindicado de un modo permanente o eterno. Tendremos manos y pies para que
caminemos y actuemos, pero no alas para que volemos. La Biblia no puede mentir. Para
surcar el espacio dispondremos de unos medios que Dios nos ha permitido descubrir a los
fines de sentirnos útiles y felices. La tecnología es parte de la felicidad del hombre hecho a
imagen y semejanza de Dios.
Los Astros, La Ciudad Santa y los Aparatos Voladores
Nos enseña la Biblia que la Tierra y todos los astros que ocupan el espacio sideral están​
suspendidos en el aire, y así es: “El extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre
nada”(Job 26:7). De un modo misterioso y efectivo Dios los sostiene en su lugar. Como
cuestión de principio podemos decir que un planeta como el nuestro tiene características
similares a un vehículo espacial (sin que ello anule las grandes diferencias). Veámoslo:

1. se auto sostienen en el espacio
2. se mueven en el espacio
3. soportan peso adicional al de su natural contenido
4. constituyen concreciones espaciales

El extraordinario tamaño de un planeta o de un astro como el Sol, tan sólo pudo haber sido
creado por un Dios infinito, Trascendente y Todopoderoso. Es innegable que la criatura nunca
alcanzará tal magnitud creacionista. Tan sólo en una esfera mucho menor el hombre creado a
imagen y semejanza de Dios podrá emular a su Creador. Siguiendo esta clara y bíblica línea
de pensamiento (que algunos llaman racionalista) podemos percatarnos de que el avance
tecnológico de este siglo es el producto de la capacidad creadora con que Dios dotó al
hombre; pero decir que es el producto del pecado eso es una barbarie. En todo caso, el
pecado determinaría qué es lo que vamos a inventar; pero en términos de capacidad, la afecta
negativamente, nunca positivamente.

La Ciudad Santa
La Biblia nos habla de una Ciudad Santa que desciende del cielo: “Y yo Juan vi la santa
ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa
ataviada para su marido” (Ap. 21:2). Es obvio que esta ciudad que desciende del cielo se
constituye posteriormente en la capital del mundo y el universo, pues Dios representado por
Cristo morará en ella: “Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el
templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella;
porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren
sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus
puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra
de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y
mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Ap.
21:22-27). Esta descendente Ciudad Santa constituye el medio de transportación en que
vendrá Jesús con todos Sus santos. Es, pues, obvio que Cristo enviará Sus ángeles a recoger
a los escogidos desde los cuatro ángulos de la Tierra: “Y enviará sus ángeles con gran voz de
trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta
el otro” (Mt. 24:31). Recibiremos luego al Señor en los aires como dice Pablo en Primera de
Tesalonicenses 4:17, “y así estaremos siempre con el Señor”. Es claro que no vamos a estar
siendo aguantados por los ángeles todo el tiempo que estemos en el aire. Se puede inferir a la
luz de estos señalamientos que seremos ubicados en la Ciudad Santa donde nos​
encontraremos con Jesús y los ángeles. Luego de mil años, durante los cuales estaremos
conociendo otros mundos, regresaremos a este planeta, en la Ciudad Santa, y
presenciaremos el juicio de los impíos ante el gran trono blanco: “Y vi un gran trono blanco y
al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se
encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros
fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los
muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó
los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en
ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al
lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida
fue lanzado al lago de fuego” (Ap. 20:11-15).

Es, pues, innegable el hecho de que la Ciudad Santa es utilizada por Dios como medio de
transportación durante la venida de Cristo y el milenio y luego como lugar de residencia para
Cristo y Sus santos, constituyéndose así en la capital del universo: “Y subieron sobre la
anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios
descendió fuego del cielo, y los consumió” (Ap. 20:9).

¡Qué maravilloso y misericordioso es Dios para con Su criatura! ¡Indudablemente, grande es
el misterio de la Encarnación! La encarnación es el corazón y fundamento del Evangelio e
implica que Dios se hizo hombre y descendió a niveles de compresión humana en Cristo y por
amor a Su criatura.

Espero que tengan una idea mas clara referente a este tema de suma importancia, escatologicamente hablando.

Bueno mis hermanos que el Señor los colme de bendiciones!



Me lo he leído de cabo a rabo...Y sigo con las misma dudas.
Efectivamente si Dios existe es inaccesible e incognoscible. Los intentos de llegar a conocer su esencia y sus atributos, son eso, intentos, en los que unos creen y otros no.
Martamaría
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Por supuesto que existen.

La Ciencia sabe que son reales y que están aquí.

Lo que intentan ahora los científicos es averiguar si ellos también descendieron del mono o del ornitorrinco (porque con ese nombre parece un animal no terrícola)

:ovnialmue

Rayo Negro

Ves muchas ciencia ficción.

Aterriza.
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Saludos a todos y bendiciones!

Sin duda alguna que existen los mal llamados "Extraterrestres". Y temor a equivocarnos podemos afirmar que los OVNIs y OSNIs existen tambien y seran parte del plan Satanico mas grande de la historia el cual algunas denominaciones lo llaman Rapto Secreto y los cientificos La Gran Evacuacion.
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Chorradas.

Los extraterrestres son imaginaciones maléficas para justificar q nos controlan. Y los que nos controlan son los políticos, y las multinacionales.

Y los medios de comunicación.

Pensar en entidades sobrenaturales es dejar entrar la puerta a ideologías maléficas. Vamos... q si vas a un sitio de noche y te observan puedes llegar a pensar mil cosas...por favor. Q locura. Menudos personajes siniestros han de haber por ahí.
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Chorradas.

Los extraterrestres son imaginaciones maléficas para justificar q nos controlan. Y los que nos controlan son los políticos, y las multinacionales.

Y los medios de comunicación.

Pensar en entidades sobrenaturales es dejar entrar la puerta a ideologías maléficas. Vamos... q si vas a un sitio de noche y te observan puedes llegar a pensar mil cosas...por favor. Q locura. Menudos personajes siniestros han de haber por ahí.

Saludos mi anigo Valenzuela!

Tienes toda la razon en cuanto a la corrupcion de los politicos y la mafia de las multinaciones. Tambien el sensacionalismo rampamte de los medios de comunicacion (prensa).

Pero esto mi amigo va mucho mas alla de esto. estos politiquitos y reporteritos son unos bebes de pecho en comparacion a lo que hay detras de estos llamados seres "Extraterrestres.

La Biblia nos da la revelacion de todos estos seres y su plan maestro. Muchisimas evidencias contundentes e errefutables.

Muchas muchas bendiciones!
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

creo que estiran mucho el tema aca..... Es cierto no esta escrito eso en la biblia.... por lo menos no literalmente, donde saben si tambien nos habla de ellos mediante parabolas o de forma indirecta....? de todas formas, no se han puesto a pensar que el universo es demasiado grande para nosotros solos?.... por otro lado, ya se comprobo que existen extraterrestres en otros planetas.... (al encontrarse agua en marte se encontraron tambien microbios en la misma, asi como vestigios de seres de la misma indole pero de especies distintas)..... lo que no se encontro es VIDA INTELIGENTE..... aun, por supuesto la gente cuando se le habla de extraterrestres piensa en una bestia o n criaturas similares a nosotros, cosa que no necesariamente debe ser asi, he ahi la prueba de ello, si, existe vida en otros planetas, y si existen microbios por que no algo mas ''Humano''?
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Ah! y solamente para que no se quejen despues

regla del foro numero 3. Este foro es de exclusiva discusión religiosa no admitiéndose temas políticos, salvo que estén estrechamente imbricados con el hecho religioso por ejemplo: la falta de libertad religiosa por un régimen político), no permitiéndose hacer ningún tipo de propaganda en pro o en contra de partidos o personajes políticos. Estos mensajes serán retirados del foro y su autor advertido.
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

hahahaha se tragaron todita la explicacion eh!.... jajajaja por eso es que uno debe leer de todo un poco
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Chorradas
 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

creo que estiran mucho el tema aca..... Es cierto no esta escrito eso en la biblia.... por lo menos no literalmente, donde saben si tambien nos habla de ellos mediante parabolas o de forma indirecta....? de todas formas, no se han puesto a pensar que el universo es demasiado grande para nosotros solos?.... por otro lado, ya se comprobo que existen extraterrestres en otros planetas.... (al encontrarse agua en marte se encontraron tambien microbios en la misma, asi como vestigios de seres de la misma indole pero de especies distintas)..... lo que no se encontro es VIDA INTELIGENTE..... aun, por supuesto la gente cuando se le habla de extraterrestres piensa en una bestia o n criaturas similares a nosotros, cosa que no necesariamente debe ser asi, he ahi la prueba de ello, si, existe vida en otros planetas, y si existen microbios por que no algo mas ''Humano''?

Saludos ROCKTHESYS!

Espero que todo este bien por ahi donde quiera que te encuentres en el mundo y a todos los amigos del foro!

Bueno en vista de la falta de informacion que hemos podido presenciar en varios de los foros de "Extraterrestres", vida en otros planetas, OVNIs, OSNIs, etc me comprometo a exponerles informacion a ese respecto que indudablemente les aclarara grandemente este "misterio".

Como introduccion a una serie de estudios vamos a titular este estudio como El Verdadero Concepto Biblico de Dios y la Encarnacion. Sin mas pre-ambulos comezemos:

Un Verdadero Concepto Bíblico de Dios y la Encarnación


La Biblia nos habla de un Dios Trascendente cuyos atributos lo constituyen en un Ser
incomprensible para el ser humano finito y lleno de tantas limitaciones. Se nos enseña que
Dios posee atributos, tales como el de la Omnipresencia (presente en todas partes),
Omnipotencia (poder para hacer todas las cosas), y también el de la Omnisapiencia (todo lo
conoce o que posee una ciencia universal). Es incuestionable el hecho de que Dios se nos
revela en Su Palabra Escrita como un poder omnímodo o absoluto. Cuando leemos pasajes
en la Escritura, tales como los que aparecen en Isaías 40:12-25 y en Job capítulo 38 es fácil
comprender que Dios no puede ser entendido en Su trascendencia por ninguna criatura. Sin
embargo, Él se dio a conocer; y para así hacerlo descendió a niveles de comprensión humana
en Cristo. Veamos estos versículos: “¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los
cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza
y con pesas los collados? ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?
¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó
ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? He aquí que las naciones le son como la gota
de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí
que hace desaparecer las islas como polvo. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus
animales para el sacrificio. Como nada son todas las naciones delante de él; y en su
comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es. ¿A qué, pues, haréis
semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? El artífice prepara la imagen de talla, el
platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata. El pobre escoge, para ofrecerle, madera
que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se
mueva. ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No
habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? El está sentado sobre el círculo de la
tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los
despliega como una tienda para morar. El convierte en nada a los poderosos, y a los que
gobiernan la tierra hace como cosa vana. Como si nunca hubieran sido plantados, como si
nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan
pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca. ¿A qué, pues,
me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo”.

Si podemos comprender que es ese Dios Trascendente el que se tomó la iniciativa de
establecer una relación personal con Sus criaturas, podremos fácilmente comprender la
enseñanza que exponemos en este artículo. Podremos así comprender bastante bien la
necesidad de la encarnación de nuestro Señor, el Cristo preexistente y, más aún, la
preexistencia misma del Señor, a quien la Escritura llama el Arcángel Miguel (véase
Apocalipsis 12:7).

Es obvio que Dios autodeterminó crear seres angélicos y humanos para con el decurso del
tiempo reunir a toda criatura y formar de ese modo una familia universal, integrada por
criaturas libres que le reconocieran como el Soberano Dios del Universo y le adoraran en
espíritu y en verdad. A esos efectos nos dice el apóstol Pablo: “dándonos a conocer el
misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de
reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las
que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Ef. 1:9-10).

¿Qué significa reunir todas las cosas en Cristo? Significa, querido lector, que Cristo es el
agente viabilizador de esa propuesta reunión aparejada para realizarse al fin de los tiempos.
Significa, además, que es Cristo el agente que constituye el principio de la creación de Dios,
tal y como se nos dice en Apocalipsis 3:14: “...el principio de la creación de Dios…”,
refiriéndose a Cristo. Esto implica que es Cristo un lugar de convergencia donde coinciden
—se reúnen— la divinidad y la humanidad. Dicho de otro modo, sin Cristo, Dios no podría
entrar en contacto personal con la criatura. Obviamente, la grandeza de Dios unida a la
pequeñez de la criatura no permitiría esa relación de contacto personal. He ahí la importancia
y necesidad de la encarnación. Por eso la Escritura nos dice: “Porque en él fueron creadas
todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean
tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y
para él” (Col. 1:16).

Fue Dios el que de una forma directa creó a Jesús de Nazaret en el vientre de María para
luego habitar en Él; veamos: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos;
holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro
está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de
mi corazón” (Sal. 40:6-8) “Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en
sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella
es engendrado, del Espíritu Santo es” (Mt. 1:20). Por eso Pablo,refiriéndose a Jesús nos dice:
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9).

¡Maravilla de maravillas!, el Cristo preexistente se encarnó; se hizo hombre y de ese modo se
constituyó en Emanuel (Dios con nosotros). Nótese la belleza de ese hecho descrito por el
apóstol Pablo: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado
en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el
mundo, recibido arriba en gloria” (1 Ti. 3:16).

Un Dios tan Sólo Accesible en Cristo


La Escritura nos asevera que Dios habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres
ha visto ni puede ver, veamos: “el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible;
a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio
sempiterno. Amén” (1 Ti. 6:16). Por otro lado, Juan nos dice que a Dios nadie le ha visto
jamás; el unigénito Hijo que está en el seno del Padre le dio a conocer: “A Dios nadie le vio
jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Jn. 1:18).
Podemos entonces concluir que cabe a Dios otorgarle el título de EL INVISIBLE,como lo hace
el apóstol en más de una ocasión. Veámoslo: “...porque se sostuvo como viendo al Invisible”
(Hebreos 11:27); “El es la imagen del Dios Invisible...” (Col. 1:15).

Haciendo una exégesis de este último versículo (Colosenses 1:15) podemos llegar a la sana
conclusión de que Cristo es quien da a Dios carácter de visibilidad; que no podemos ni
podremos nunca ver a Dios aparte de Jesús. Cuando en dicho versículo se nos dice que es la
imagen del Dios invisible, realmente se nos está señalando que Cristo es el que da forma al
Dios que no puede ser visto ni conformado en Su calidad de persona Trascendente. En el libro
de los Hebreos la Inspiración va más lejos y se nos dice que Cristo es la imagen misma de Su
sustancia: “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…”
(He. 1:3). Nótese cómo se enfatiza que Él es la imagen misma de su sustancia, no una copia
de esa sustancia, sino, la misma sustancia de Dios que tomó imagen (forma) en la persona de
Jesús. Claro, ¿verdad?

Dios ha Decidido Convivir con la Criatura Eternamente


En Apocalipsis 21:3 se nos dice: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el
tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios”. No hay duda que el término tabernáculo se refiere a la
humanidad de Cristo, a Su aspecto corporal. Por consiguiente, Cristo es nuestro Dios
encarnado en un cuerpo similar al nuestro, y ello implica que Dios decidió despojarse de Su
condición de Dios y, “...siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a
que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a
los hombres” (Fil. 2:6-7).

Aún cuando Cristo fue exaltado como Rey de Reyes y Señor de Señores seguirá
manifestándose con Su forma de hombre por la eternidad. Ello significa que como uno más,
en términos de Su conducta diaria, estará junto a nosotros concretizado en el tiempo y el
espacio. El Soberano Dios del Universo decidió por voluntad propia adoptar un medio
ambiente similar al nuestro. Cristo nos pertenece en todo el sentido de la palabra; Dios así lo
quiso y Él estuvo de acuerdo. Por eso cuando Él apareciere entre las nubes del cielo, seremos
semejantes a Él: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque
le veremos tal como él es” (1 Jn. 3:2). Así serán las cosas, sin que ello implique ausencia de
poder en Su divina persona, pues toda autoridad (poder) le ha sido conferida. ¡De tal manera
nos ha amado Dios! que nos concedió a Su poderoso Hijo para que fuese uno entre muchos
hermanos. ¡Qué maravilla!

En Su conducta terrenal Jesucristo ejecutó muchísimos milagros los cuales rompían con las
leyes físicas conocidas, como por ejemplo: Cristo caminó sobre las aguas y ordenó a Pedro
que así también lo hiciera. Este último, asombrado ante su acción, terminó hundiéndose. Es
obvio, pues, que el propósito de este hecho paranormal fue el de evidenciarnos que debemos
siempre depender de Jesús o de lo contrario perecer. Pero, preguntamos: ¿Era ese
comportamiento de Cristo parte de Su vida normal como un judío más, o acaso no tenía en
dicho comportamiento un propósito especial? Jesús el Cristo, manifestó un comportamiento
humano normal en todas las áreas de la vida diaria, pues aunque era divino nunca dejó de ser
hombre, paradógicamente. Fueron muchas las veces que pernoctó en un hogar para
descansar; que comió y bebió para satisfacer Sus necesidades alimenticias, y salvó, además,
grandes distancias caminando junto a Sus discípulos. En una ocasión se transportó en un
pollino, porque siendo en forma de hombre y para representar al hombre, sentía y actuaba
como un hombre; un hombre muy especial, pero un hombre. Ese hombre que nos representa
ante Dios resucitó de los muertos, y para demostrarnos que seguía siendo uno con nosotros
pidió de comer a los discípulos después de haber vencido la muerte. “Y diciendo esto, les
mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban
maravillados, les dijo: Tenéis aquí algo de comer? (Lc.24:40-41).

Conducta Humana del Rey de Reyes no Debe Sorprendernos


Si como hemos demostrado Cristo se comportó muchísimas veces como un hombre normal, y
aún después de resucitado lo hizo, ¿por qué nos sorprende, entonces, el que haya decidido
regresar a buscarnos en un medio de transportación? Es que acaso el Señor no tiene la
prerrogativa que tiene toda persona de escoger la forma y manera que él crea conveniente
para regresar a este mundo? ¿No nos enseña la Escritura que él viene con Sus santos
(ángeles) en luz? ¿Crees tú acaso que los ángeles tienen la potestad de surcar el espacio
sideral como una facultad inherente? ¿Se adhieren al espacio sideral como entes etéreos?
¿Acaso no es cierto que la Biblia enseña que los ángeles poseen cuerpos celestiales y
sustanciales?

Indudablemente que la Sagrada Palabra nos enseña que el hombre vindicado o redimido será
semejante a los ángeles y nunca volará motu propio. El hombre eterno vivirá en este planeta
ya vindicado de un modo permanente o eterno. Tendremos manos y pies para que
caminemos y actuemos, pero no alas para que volemos. La Biblia no puede mentir. Para
surcar el espacio dispondremos de unos medios que Dios nos ha permitido descubrir a los
fines de sentirnos útiles y felices. La tecnología es parte de la felicidad del hombre hecho a
imagen y semejanza de Dios.

Los Astros, La Ciudad Santa y los Aparatos Voladores


Nos enseña la Biblia que la Tierra y todos los astros que ocupan el espacio sideral están
suspendidos en el aire, y así es: “El extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre
nada”(Job 26:7). De un modo misterioso y efectivo Dios los sostiene en su lugar. Como
cuestión de principio podemos decir que un planeta como el nuestro tiene características
similares a un vehículo espacial (sin que ello anule las grandes diferencias). Veámoslo:

1. se auto sostienen en el espacio
2. se mueven en el espacio
3. soportan peso adicional al de su natural contenido
4. constituyen concreciones espaciales

El extraordinario tamaño de un planeta o de un astro como el Sol, tan sólo pudo haber sido
creado por un Dios infinito, Trascendente y Todopoderoso. Es innegable que la criatura nunca
alcanzará tal magnitud creacionista. Tan sólo en una esfera mucho menor el hombre creado a
imagen y semejanza de Dios podrá emular a su Creador. Siguiendo esta clara y bíblica línea
de pensamiento (que algunos llaman racionalista) podemos percatarnos de que el avance
tecnológico de este siglo es el producto de la capacidad creadora con que Dios dotó al
hombre; pero decir que es el producto del pecado eso es una barbarie. En todo caso, el
pecado determinaría qué es lo que vamos a inventar; pero en términos de capacidad, la afecta
negativamente, nunca positivamente.

La Ciudad Santa


La Biblia nos habla de una Ciudad Santa que desciende del cielo: “Y yo Juan vi la santa
ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa
ataviada para su marido” (Ap. 21:2). Es obvio que esta ciudad que desciende del cielo se
constituye posteriormente en la capital del mundo y el universo, pues Dios representado por
Cristo morará en ella: “Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el
templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella;
porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren
sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus
puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra
de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y
mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Ap.
21:22-27). Esta descendente Ciudad Santa constituye el medio de transportación en que
vendrá Jesús con todos Sus santos. Es, pues, obvio que Cristo enviará Sus ángeles a recoger
a los escogidos desde los cuatro ángulos de la Tierra: “Y enviará sus ángeles con gran voz de
trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta
el otro” (Mt. 24:31). Recibiremos luego al Señor en los aires como dice Pablo en Primera de
Tesalonicenses 4:17, “y así estaremos siempre con el Señor”. Es claro que no vamos a estar
siendo aguantados por los ángeles todo el tiempo que estemos en el aire. Se puede inferir a la
luz de estos señalamientos que seremos ubicados en la Ciudad Santa donde nos
encontraremos con Jesús y los ángeles. Luego de mil años, durante los cuales estaremos
conociendo otros mundos, regresaremos a este planeta, en la Ciudad Santa, y
presenciaremos el juicio de los impíos ante el gran trono blanco: “Y vi un gran trono blanco y
al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se
encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros
fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los
muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó
los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en
ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al
lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida
fue lanzado al lago de fuego” (Ap. 20:11-15).

Es, pues, innegable el hecho de que la Ciudad Santa es utilizada por Dios como medio de
transportación durante la venida de Cristo y el milenio y luego como lugar de residencia para
Cristo y Sus santos, constituyéndose así en la capital del universo: “Y subieron sobre la
anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios
descendió fuego del cielo, y los consumió” (Ap. 20:9).

¡Qué maravilloso y misericordioso es Dios para con Su criatura! ¡Indudablemente, grande es
el misterio de la Encarnación! La encarnación es el corazón y fundamento del Evangelio e
implica que Dios se hizo hombre y descendió a niveles de compresión humana en Cristo y por
amor a Su criatura.

Bueno aqui concluimos con este resumen introductorio. Esto es solo la introduccion, si quieren que abarque mucho mas sobre el tema dejenmelo saber. Muchas gracias y que Dios los bendiga!


 
Re: LOS EXTRATERRESTRES ¿EXISTEN ?

Saludos ROCKTHESYS!

Espero que todo este bien por ahi donde quiera que te encuentres en el mundo y a todos los amigos del foro!

Bueno en vista de la falta de informacion que hemos podido presenciar en varios de los foros de "Extraterrestres", vida en otros planetas, OVNIs, OSNIs, etc me comprometo a exponerles informacion a ese respecto que indudablemente les aclarara grandemente este "misterio".

Como introduccion a una serie de estudios vamos a titular este estudio como El Verdadero Concepto Biblico de Dios y la Encarnacion. Sin mas pre-ambulos comezemos:

Un Verdadero Concepto Bíblico de Dios y la Encarnación


La Biblia nos habla de un Dios Trascendente cuyos atributos lo constituyen en un Ser
incomprensible para el ser humano finito y lleno de tantas limitaciones. Se nos enseña que
Dios posee atributos, tales como el de la Omnipresencia (presente en todas partes),
Omnipotencia (poder para hacer todas las cosas), y también el de la Omnisapiencia (todo lo
conoce o que posee una ciencia universal). Es incuestionable el hecho de que Dios se nos
revela en Su Palabra Escrita como un poder omnímodo o absoluto. Cuando leemos pasajes
en la Escritura, tales como los que aparecen en Isaías 40:12-25 y en Job capítulo 38 es fácil
comprender que Dios no puede ser entendido en Su trascendencia por ninguna criatura. Sin
embargo, Él se dio a conocer; y para así hacerlo descendió a niveles de comprensión humana
en Cristo. Veamos estos versículos: “¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los
cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza
y con pesas los collados? ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?
¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó
ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? He aquí que las naciones le son como la gota
de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí
que hace desaparecer las islas como polvo. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus
animales para el sacrificio. Como nada son todas las naciones delante de él; y en su
comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es. ¿A qué, pues, haréis
semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? El artífice prepara la imagen de talla, el
platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata. El pobre escoge, para ofrecerle, madera
que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se
mueva. ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No
habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? El está sentado sobre el círculo de la
tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los
despliega como una tienda para morar. El convierte en nada a los poderosos, y a los que
gobiernan la tierra hace como cosa vana. Como si nunca hubieran sido plantados, como si
nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan
pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca. ¿A qué, pues,
me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo”.

Si podemos comprender que es ese Dios Trascendente el que se tomó la iniciativa de
establecer una relación personal con Sus criaturas, podremos fácilmente comprender la
enseñanza que exponemos en este artículo. Podremos así comprender bastante bien la
necesidad de la encarnación de nuestro Señor, el Cristo preexistente y, más aún, la
preexistencia misma del Señor, a quien la Escritura llama el Arcángel Miguel (véase
Apocalipsis 12:7).

Es obvio que Dios autodeterminó crear seres angélicos y humanos para con el decurso del
tiempo reunir a toda criatura y formar de ese modo una familia universal, integrada por
criaturas libres que le reconocieran como el Soberano Dios del Universo y le adoraran en
espíritu y en verdad. A esos efectos nos dice el apóstol Pablo: “dándonos a conocer el
misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de
reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las
que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Ef. 1:9-10).

¿Qué significa reunir todas las cosas en Cristo? Significa, querido lector, que Cristo es el
agente viabilizador de esa propuesta reunión aparejada para realizarse al fin de los tiempos.
Significa, además, que es Cristo el agente que constituye el principio de la creación de Dios,
tal y como se nos dice en Apocalipsis 3:14: “...el principio de la creación de Dios…”,
refiriéndose a Cristo. Esto implica que es Cristo un lugar de convergencia donde coinciden
—se reúnen— la divinidad y la humanidad. Dicho de otro modo, sin Cristo, Dios no podría
entrar en contacto personal con la criatura. Obviamente, la grandeza de Dios unida a la
pequeñez de la criatura no permitiría esa relación de contacto personal. He ahí la importancia
y necesidad de la encarnación. Por eso la Escritura nos dice: “Porque en él fueron creadas
todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean
tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y
para él” (Col. 1:16).

Fue Dios el que de una forma directa creó a Jesús de Nazaret en el vientre de María para
luego habitar en Él; veamos: “Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos;
holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro
está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de
mi corazón” (Sal. 40:6-8) “Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en
sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella
es engendrado, del Espíritu Santo es” (Mt. 1:20). Por eso Pablo,refiriéndose a Jesús nos dice:
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9).

¡Maravilla de maravillas!, el Cristo preexistente se encarnó; se hizo hombre y de ese modo se
constituyó en Emanuel (Dios con nosotros). Nótese la belleza de ese hecho descrito por el
apóstol Pablo: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado
en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el
mundo, recibido arriba en gloria” (1 Ti. 3:16).

Un Dios tan Sólo Accesible en Cristo


La Escritura nos asevera que Dios habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres
ha visto ni puede ver, veamos: “el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible;
a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio
sempiterno. Amén” (1 Ti. 6:16). Por otro lado, Juan nos dice que a Dios nadie le ha visto
jamás; el unigénito Hijo que está en el seno del Padre le dio a conocer: “A Dios nadie le vio
jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Jn. 1:18).
Podemos entonces concluir que cabe a Dios otorgarle el título de EL INVISIBLE,como lo hace
el apóstol en más de una ocasión. Veámoslo: “...porque se sostuvo como viendo al Invisible”
(Hebreos 11:27); “El es la imagen del Dios Invisible...” (Col. 1:15).

Haciendo una exégesis de este último versículo (Colosenses 1:15) podemos llegar a la sana
conclusión de que Cristo es quien da a Dios carácter de visibilidad; que no podemos ni
podremos nunca ver a Dios aparte de Jesús. Cuando en dicho versículo se nos dice que es la
imagen del Dios invisible, realmente se nos está señalando que Cristo es el que da forma al
Dios que no puede ser visto ni conformado en Su calidad de persona Trascendente. En el libro
de los Hebreos la Inspiración va más lejos y se nos dice que Cristo es la imagen misma de Su
sustancia: “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia…”
(He. 1:3). Nótese cómo se enfatiza que Él es la imagen misma de su sustancia, no una copia
de esa sustancia, sino, la misma sustancia de Dios que tomó imagen (forma) en la persona de
Jesús. Claro, ¿verdad?

Dios ha Decidido Convivir con la Criatura Eternamente


En Apocalipsis 21:3 se nos dice: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el
tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios”. No hay duda que el término tabernáculo se refiere a la
humanidad de Cristo, a Su aspecto corporal. Por consiguiente, Cristo es nuestro Dios
encarnado en un cuerpo similar al nuestro, y ello implica que Dios decidió despojarse de Su
condición de Dios y, “...siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a
que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a
los hombres” (Fil. 2:6-7).

Aún cuando Cristo fue exaltado como Rey de Reyes y Señor de Señores seguirá
manifestándose con Su forma de hombre por la eternidad. Ello significa que como uno más,
en términos de Su conducta diaria, estará junto a nosotros concretizado en el tiempo y el
espacio. El Soberano Dios del Universo decidió por voluntad propia adoptar un medio
ambiente similar al nuestro. Cristo nos pertenece en todo el sentido de la palabra; Dios así lo
quiso y Él estuvo de acuerdo. Por eso cuando Él apareciere entre las nubes del cielo, seremos
semejantes a Él: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque
le veremos tal como él es” (1 Jn. 3:2). Así serán las cosas, sin que ello implique ausencia de
poder en Su divina persona, pues toda autoridad (poder) le ha sido conferida. ¡De tal manera
nos ha amado Dios! que nos concedió a Su poderoso Hijo para que fuese uno entre muchos
hermanos. ¡Qué maravilla!

En Su conducta terrenal Jesucristo ejecutó muchísimos milagros los cuales rompían con las
leyes físicas conocidas, como por ejemplo: Cristo caminó sobre las aguas y ordenó a Pedro
que así también lo hiciera. Este último, asombrado ante su acción, terminó hundiéndose. Es
obvio, pues, que el propósito de este hecho paranormal fue el de evidenciarnos que debemos
siempre depender de Jesús o de lo contrario perecer. Pero, preguntamos: ¿Era ese
comportamiento de Cristo parte de Su vida normal como un judío más, o acaso no tenía en
dicho comportamiento un propósito especial? Jesús el Cristo, manifestó un comportamiento
humano normal en todas las áreas de la vida diaria, pues aunque era divino nunca dejó de ser
hombre, paradógicamente. Fueron muchas las veces que pernoctó en un hogar para
descansar; que comió y bebió para satisfacer Sus necesidades alimenticias, y salvó, además,
grandes distancias caminando junto a Sus discípulos. En una ocasión se transportó en un
pollino, porque siendo en forma de hombre y para representar al hombre, sentía y actuaba
como un hombre; un hombre muy especial, pero un hombre. Ese hombre que nos representa
ante Dios resucitó de los muertos, y para demostrarnos que seguía siendo uno con nosotros
pidió de comer a los discípulos después de haber vencido la muerte. “Y diciendo esto, les
mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban
maravillados, les dijo: Tenéis aquí algo de comer? (Lc.24:40-41).

Conducta Humana del Rey de Reyes no Debe Sorprendernos


Si como hemos demostrado Cristo se comportó muchísimas veces como un hombre normal, y
aún después de resucitado lo hizo, ¿por qué nos sorprende, entonces, el que haya decidido
regresar a buscarnos en un medio de transportación? Es que acaso el Señor no tiene la
prerrogativa que tiene toda persona de escoger la forma y manera que él crea conveniente
para regresar a este mundo? ¿No nos enseña la Escritura que él viene con Sus santos
(ángeles) en luz? ¿Crees tú acaso que los ángeles tienen la potestad de surcar el espacio
sideral como una facultad inherente? ¿Se adhieren al espacio sideral como entes etéreos?
¿Acaso no es cierto que la Biblia enseña que los ángeles poseen cuerpos celestiales y
sustanciales?

Indudablemente que la Sagrada Palabra nos enseña que el hombre vindicado o redimido será
semejante a los ángeles y nunca volará motu propio. El hombre eterno vivirá en este planeta
ya vindicado de un modo permanente o eterno. Tendremos manos y pies para que
caminemos y actuemos, pero no alas para que volemos. La Biblia no puede mentir. Para
surcar el espacio dispondremos de unos medios que Dios nos ha permitido descubrir a los
fines de sentirnos útiles y felices. La tecnología es parte de la felicidad del hombre hecho a
imagen y semejanza de Dios.

Los Astros, La Ciudad Santa y los Aparatos Voladores


Nos enseña la Biblia que la Tierra y todos los astros que ocupan el espacio sideral están
suspendidos en el aire, y así es: “El extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre
nada”(Job 26:7). De un modo misterioso y efectivo Dios los sostiene en su lugar. Como
cuestión de principio podemos decir que un planeta como el nuestro tiene características
similares a un vehículo espacial (sin que ello anule las grandes diferencias). Veámoslo:

1. se auto sostienen en el espacio
2. se mueven en el espacio
3. soportan peso adicional al de su natural contenido
4. constituyen concreciones espaciales

El extraordinario tamaño de un planeta o de un astro como el Sol, tan sólo pudo haber sido
creado por un Dios infinito, Trascendente y Todopoderoso. Es innegable que la criatura nunca
alcanzará tal magnitud creacionista. Tan sólo en una esfera mucho menor el hombre creado a
imagen y semejanza de Dios podrá emular a su Creador. Siguiendo esta clara y bíblica línea
de pensamiento (que algunos llaman racionalista) podemos percatarnos de que el avance
tecnológico de este siglo es el producto de la capacidad creadora con que Dios dotó al
hombre; pero decir que es el producto del pecado eso es una barbarie. En todo caso, el
pecado determinaría qué es lo que vamos a inventar; pero en términos de capacidad, la afecta
negativamente, nunca positivamente.

La Ciudad Santa


La Biblia nos habla de una Ciudad Santa que desciende del cielo: “Y yo Juan vi la santa
ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa
ataviada para su marido” (Ap. 21:2). Es obvio que esta ciudad que desciende del cielo se
constituye posteriormente en la capital del mundo y el universo, pues Dios representado por
Cristo morará en ella: “Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el
templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella;
porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren
sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus
puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra
de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y
mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Ap.
21:22-27). Esta descendente Ciudad Santa constituye el medio de transportación en que
vendrá Jesús con todos Sus santos. Es, pues, obvio que Cristo enviará Sus ángeles a recoger
a los escogidos desde los cuatro ángulos de la Tierra: “Y enviará sus ángeles con gran voz de
trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta
el otro” (Mt. 24:31). Recibiremos luego al Señor en los aires como dice Pablo en Primera de
Tesalonicenses 4:17, “y así estaremos siempre con el Señor”. Es claro que no vamos a estar
siendo aguantados por los ángeles todo el tiempo que estemos en el aire. Se puede inferir a la
luz de estos señalamientos que seremos ubicados en la Ciudad Santa donde nos
encontraremos con Jesús y los ángeles. Luego de mil años, durante los cuales estaremos
conociendo otros mundos, regresaremos a este planeta, en la Ciudad Santa, y
presenciaremos el juicio de los impíos ante el gran trono blanco: “Y vi un gran trono blanco y
al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se
encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros
fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los
muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó
los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en
ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al
lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida
fue lanzado al lago de fuego” (Ap. 20:11-15).

Es, pues, innegable el hecho de que la Ciudad Santa es utilizada por Dios como medio de
transportación durante la venida de Cristo y el milenio y luego como lugar de residencia para
Cristo y Sus santos, constituyéndose así en la capital del universo: “Y subieron sobre la
anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios
descendió fuego del cielo, y los consumió” (Ap. 20:9).

¡Qué maravilloso y misericordioso es Dios para con Su criatura! ¡Indudablemente, grande es
el misterio de la Encarnación! La encarnación es el corazón y fundamento del Evangelio e
implica que Dios se hizo hombre y descendió a niveles de compresión humana en Cristo y por
amor a Su criatura.

Bueno aqui concluimos con este resumen introductorio. Esto es solo la introduccion, si quieren que abarque mucho mas sobre el tema dejenmelo saber. Muchas gracias y que Dios los bendiga!



¿Pero no ibas a aclararnos el misterio de los extraterrestres?
Me parece que te has ido del tema...
Martamaría